Mejor educación para menos delincuencia El principal vínculo teórico entre educación y el comportamiento criminal es bastante directo: la educación aumenta las oportunidades de acceder a trabajos legales e incrementa sus salarios, lo cual reduce el atractivo financiero de las actividades delictivas (para más detalles, ver este post y este otro post previo sobre la teoría económica del crimen).
- Existen otros vínculos entre la educación y la disminución de la criminalidad.
- El costo de oportunidad (definido en economía como lo que se deja de ganar por la elección que se ha decidido), es también mayor para aquellas personas que tienen el potencial de ganar altos salarios en actividades legítimas, pues estar en prisión implica tiempo fuera del mercado laboral.
Por otra parte, la condena en sí misma ejerce un estigma social que actúa como un disuasivo adicional, el cual es probablemente más fuerte cuanto mayor educación tenga el individuo. Por otro lado, la escolarización puede afectar el comportamiento de las personas, por ejemplo haciéndolas más pacientes o aumentando su aversión al riesgo.
- ¿Qué nos dice la evidencia? Si bien desde el punto de vista teórico podemos identificar varios canales a través de los cuales la educación afecta al crimen, abordar empíricamente esta relación resulta más difícil.
- La causalidad que usualmente se predice va desde la educación al comportamiento criminal, es decir, una persona con poca educación es más propensa a cometer delitos en comparación con una persona con mayor educación.
Sin embargo, también la causalidad puede interpretarse al revés: una persona más propensa a cometer delitos es menos probable que permanezca en la escuela en comparación con una persona que no es propensa a cometerlos. Hay algunos estudios que utilizan técnicas econométricas para asegurar que la causalidad viene de educación a crimen, como en el primer caso.
- Estos estudios buscan cambios en educación que no son producidos por cambios en crimen.
- Por ejemplo Lochner y Moretti, (2004) utiliza los cambios en las leyes de asistencia escolar obligatoria por estado en el tiempo en EEUU (cambios que se cree no fueron producidos por aumentos en el crimen) y encuentra que la mayor educación reduce la tasa de criminalidad: un año extra de asistencia a la escuela secundaria reduce significativamente la probabilidad de arresto y encarcelamiento.
Además, un incremento de 1 por ciento en la tasa de graduación de la escuela secundaria en los hombres conduce a un ahorro de US$1.400 millones por año por gastos no incurridos relacionados a los costos sociales de la delincuencia. Resultados similares se obtuvieron estudiando cambios en las leyes de asistencia obligatoria a la escuela en el Reino Unido ( Machin, Marie y Vujic, 2012 ).
- Sin embargo, no solo parece relevante el mayor nivel de educación, sino también la calidad de educación que se recibe.
- Deming (2011) estima el impacto de ir a diferentes tipos de escuela (asignadas por una loteria) en el crimen en el distrito escolar de Charlotte-Mecklenburg (EEUU).
- Siete años después del sorteo, los beneficiados asignados a las mejores escuelas fueron arrestados en menor frecuencia y por menos días.
El efecto es mayor en los jóvenes de mayor riesgo, que cometieron un 50 por ciento menos crímenes en comparación con aquellos no beneficiados por la lotería. La escuela también puede producir un efecto de incapacitación. Es decir, al mantener a la juventud fuera de la calle y ocupada durante el día, la asistencia escolar puede tener efectos sobre la participación criminal.
Jacob y Lefgren (2003) encuentran evidencia en este sentido para crímenes contra la propiedad comparando días de asistencia escolar con la tasa de criminalidad cuando la escuela no abre sus puertas (por capacitación de maestros, vacaciones o feriados). ¿Cuál es la situacion en América Latina y el Caribe? La evidencia disponible del vínculo causal entre educación y crimen provienen del mundo desarrollado.
No tenemos conocimiento de estudios de este tipo en la región, aunque las recomendaciones de política parecen propicias para nuestro caso también. Cualquiera sea el mecanismo subyacente, una mayor escolaridad reduce significativamente la participación delictiva.
- En la región, una forma de estudiar el vínculo entre bajo nivel educativo y crimen es mediante la caracterización de los victimarios en las prisiones o los centros socioeducativos (en el caso de menores de edad).
- Por ejemplo, del total de jóvenes infractores en centros socioeducativos de Espíritu Santo (Brasil) en 2013, el 82% no había terminado el ciclo básico ( IASES 2013 ).
En Jamaica, una encuesta penitenciara de 2012 ( Jamaica Constabulary Force, 2012 ) revela que el 62% indicaba educación secundaria incompleta como su nivel educativo, sin embargo, 75% provenía de escuelas no-tradicionales (de baja calidad educativa), y 38% fue arrestado por primera vez antes de los 19 años.
- En Uruguay, el 60% de los privados de libertad según el Censo Penitenciario de 2010 no había llegado a completar el primer ciclo de la escuela secundaria.
- Por ello varios países de la región, bajo la premisa de que mejorar la educación o el tiempo de permanencia en la escuela, reduciría el crimen, están tomando medidas dirigidas a niños y jóvenes en edad escolar.
Por ejemplo, en Jamaica se reforzaran 56 escuelas y como parte de su programa de Seguridad Ciudadana, también se realizaran actividades para mejorar el comportamiento de los niños y su retención en el sistema escolar. En Brasil, el gobierno de Espíritu Santo lanzó en 2011 el Plan “Estado Presente” que constituye un esfuerzo de inversión pública en la construcción de nuevas escuelas, modernizando la currícula para retener a los jóvenes en la escuela y ofreciendo actividades extracurriculares.
- El BID (parte del Plan), implementará 15 Centros de Ciudadanía con servicios de educación remedial y recreación en las comunidades con mayor incidencia del delito.
- En varios Estados de Brasil se están desarrollando estrategias similares.
- En Costa Rica, también con apoyo del BID, se construirán Centros Cívicos para niños y jóvenes en donde tendrán actividades recreativas y educativas como parte de su curricula.
El caso de El Salvador es muy interesante, ya que es uno de los países con mayores tasas de homicidios (43 homicidios por 100,000 habitantes – una tasa mayor a 10 se considera una epidemia por la Organización Mundial de la Salud), a la vez que se observa una alta participación de jóvenes en maras o pandillas.
Como la participación en estos grupos y en actividades delictivas comienza a una edad temprana, el rol de la escuela es fundamental. El gobierno está implementando la iniciativa “Parques de Convivencia e Inserción Laboral y Económica”, con un modelo de atención a niños y jóvenes en situación de riesgo.
En Ciudad Delgado, una de las comunas más violentas, el BID ha apoyado la implementación de uno de estos Parques, en el que se promueven actividades para el uso positivo del tiempo libre y talleres de prevención de la violencia. Si bien estas actividades son para la comunidad, se desarrollan en la escuela que es el único anclaje institucional con espacio propicio para este proyecto.
- Esta es la primera experiencia de este tipo en una zona tan conflictiva.
- Pronto tendremos resultados de esta prueba piloto para compartirles.
- La plataforma de Seguridad Ciudadana del BID tiene como uno de sus ejes de actuación la prevención social de la violencia especialmente enfocada en jóvenes y mujeres.
En este sentido el BID está apoyando las iniciativas antes mencionadas y muchas otras que implican el fortalecimiento de la educación bajo la premisa analizada en este post: más y mejor educación pueden contribuir a reducir el crimen en la región. Foto crédito: Flickr CC Prefectura de la Provincia de Guayas
Ver respuesta completa
Contents
- 1 ¿Cuáles son los factores que influyen en la delincuencia?
- 2 ¿Qué causa el aumento de la delincuencia?
- 3 ¿Cómo influye el espacio social en la delincuencia?
- 4 ¿Cuáles son las principales causas de la inseguridad ciudadana?
- 5 ¿Cómo podemos evitar la inseguridad y delincuencia?
- 6 ¿Cómo influye el factor inteligencia en la delincuencia?
- 7 ¿Qué factores influyen a la delincuencia juvenil?
¿Cuáles son los factores que influyen en la delincuencia?
Factores asociados a la delincuencia en adolescentes de Guadalajara, Jalisco Factors associated to juvenile delinquency in Guadalajara, Jalisco, Mexico José Guadalupe Salazar-Estrada 1, Teresa Margarita Torres-López 1, Carolina Reynaldos-Quinteros 2, Norma Silvia Figueroa-Villaseñor 1, Andrea Araiza-González 1 1 Universidad de Guadalajara.2 Universidad Católica de Maule.
- Recibido el 26 de febrero de 2009 Aprobado el 30 de noviembre de 2010 Resumen El objetivo del estudio fue identificar condiciones de vida de los adolescentes acusados por cometer delitos contra la salud y robo desde una perspectiva psicosocial.
- Se revisaron los expedientes de los menores remitidos al Centro Tutelar de Menores de Jalisco entre septiembre de 2006 y agosto de 2007.
En los expedientes consta la valoración psicológica, social, educativa, médica y propuesta judicial, así como información administrativa. La muestra se conformó por 122 expedientes de adolescentes, de los cuales 50 por ciento fueron acusados por delitos contra la salud, y el otro 50 por ciento, por robo; 100 fueron expedientes de hombres y 22 de mujeres.
Palabras clave: adolescentes, condiciones de vida, delincuencia juvenil, familia, perspectiva psicosocial, violencia. Abstract The study’s objective was to identify life conditions of adolescents charged with drug offenses or robbery. The study was based upon a psychosocial perspective. The authors examined the teenagers’ records in Centro Tutelar para Menores (Juvenile Detention Center) in the State of Jalisco, Mexico, from September 2006 to August 2007 (12 months).
The records included psychological, social, educational, medical and judicial assessments, as well as administrative information. The sample included personal files of 122 adolescents, 50 percent of them were charged with drug offenses and 50 percent with robbery.
They were 100 males and 22 females. Key words: adolescents, life condiotions, juvenile delinquency, family, psychosocial perspective, violence. Introducción Uno de los principales problemas en América Latina es la delincuencia juvenil, pues implica un gasto social y económico para cualquier sociedad, toda vez que genera costos por los servicios públicos de salud mental, justicia y educación especial.
En general, los jóvenes delincuentes se mantienen dentro de los sistemas de salud mental y justicia hasta la adultez. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que cada año pierden la vida por arma de fuego entre 73 y 90 mil personas en América Latina, esto es, tres veces más que la media mundial (UNODC, 2008).
- Por su parte, El Salvador tiene el índice de homicidio más alto de América Latina (58 por cada 100 mil habitantes), y otros dos países centroamericanos (Guatemala y Honduras), presentan índices de homicidios de 45 y 43 por cada 100 mil habitantes (Banco Mundial, 2011:1).
- Cualquier tipo de acto delictivo afecta a la sociedad en general, por lo que un tratamiento efectivo a los adolescentes que delinquen no sólo beneficia a este grupo poblacional, sino también a sus familias; además, este tipo de intervención ayuda a mantener a salvo de convertirse en víctimas al resto de la comunidad.
Según Borduin (1999: 249), la Oficina de Investigaciones Federales (FBI por sus siglas en inglés) de EUA reportó en 1996 que 30 por ciento de los arrestos en ese país fueron hechos a jóvenes menores de 18 años, de los cuales 19 por ciento fueron arrestos por crímenes violentos y 35 por ciento por los delitos contra la propiedad.
Un estudio nicaragüense de 186 individuos arrestados por asesinato en 2006 descubrió que casi la mitad tenía entre 15 y 25 años de edad. En Centroamérica y México, los jóvenes de entre 15 y 34 años representan aproximadamente 80 por ciento de todas las víctimas de homicidio y robo (Ranum, 2006). Asimismo, se encontró que la cuarta parte de los adolescentes detenidos en Centroamérica eran delincuentes caracterizados como crónicos o reincidentes, los cuales eran responsables de más de la mitad de los delitos cometidos por el total de los jóvenes (Muggah et al., 2008).
El análisis de los datos del Proyecto de Opinión Pública en América Latina por parte del Banco Mundial (2011) señala que, en México, 5.7 por ciento de los adultos han sido víctimas de robo armado durante los recientes 12 meses. En contraste con 15.6 por ciento en Ecuador, donde sólo 3.7 por ciento han sido víctimas de robo de morada y 16 por ciento de otros tipos de crímenes.
- El problema de la delincuencia se ha analizado a través de distintos enfoques caracterizados sobre todo por la fragmentación, pues cada disciplina ha impreso su punto de vista, sin que se hayan integrado los avances alcanzados en los ámbitos de las ciencias sociales, las penales y la salud pública.
- Es importante tratar la delincuencia juvenil de hoy como posible delincuencia adulta de mañana.
Desde la salud pública, el análisis de la delincuencia debe partir de la base de que se trata de un fenómeno predecible y, por lo tanto, prevenible. Existen barreras sociales que impiden detectar los efectos de la delincuencia sobre las condiciones de salud de la población.
Por ejemplo, muchos de los homicidios, violaciones y robos se cometen entre miembros de la familia y amigos. De este modo, la relación entre delincuentes y afectados es a veces tan cercana que ocasiona que muchos de esos hechos no se denuncien y, en consecuencia, no se registren. El presente trabajo centra su atención en los adolescentes que cometen delitos como parte de una problemática social y que afecta a todas las áreas de la vida no sólo de los jóvenes que delinquen y de sus familias, sino a la sociedad en general.
Este trabajo consta de una revisión de las condiciones sociales y económicas de los jóvenes acusados por los tipos de delitos más comunes: el robo y los delitos contra la salud. Contexto teórico La realidad de creciente violencia juvenil, la alta incidencia de delitos contra la salud y de robos en las grandes ciudades de Estados Unidos (en 1990 del total de arrestados 16 por ciento fueron menores de edad) y Latinoamérica, incluye el hecho de que la delincuencia cometida por varones menores de 18 años es cuatro y media veces mayor que entre las mujeres de las mismas edades (U.S.
- Bureau of the Census, 1992, citado por Winkler, 1992: 839-834).
- Es importante considerar, además de la información estadística disponible, la presión que están ejerciendo los medios de comunicación como prensa, radio y televisión.
- La delincuencia es una forma de inadaptación social y al producirse esa anomalía se da un desafío a la misma sociedad y a su normativa de convivencia.
Los hechos y condiciones que conducen a la delincuencia son múltiples, de ahí que podemos afirmar que la delincuencia tiene un origen poliforme (Jiménez, 2005: 215-261). El concepto de delincuencia juvenil nos obliga, ante todo, a establecer dos términos: ‘delincuencia’ y ‘juvenil’, además de ver en su justa dimensión qué es lo que lleva a un individuo a ser calificado y caracterizado como delincuente.
La delincuencia es una situación asocial de la conducta humana y en el fondo una ruptura de la posibilidad normal de la relación interpersonal. El delincuente no nace, como pretendía Lombroso según sus teorías antropométricas o algunos criminólogos constitucionalistas germanos; el delincuente es un producto del genotipo humano que se ha maleado por una ambientosis familiar y social.
Puede considerarse al delincuente más bien que un psicópata un sociópata. Para llegar a esa sociopatía se parte de una inadaptación familiar, escolar o social (Izquierdo, 1999: 45) La delincuencia juvenil es fundamentalmente adolescente, es decir, reúne toda la problemática típica de este periodo evolutivo, pero de una forma no normalizada.
- Friedlander (1951) señala la existencia de un estado de delincuencia latente; añade que la base de esa latencia es lo que se denomina el carácter antisocial que se ha formado en el menor a través de sus primeras relaciones.
- El autor considera que aunque el menor llegue al periodo de latencia con esa formación caracterológica antisocial o susceptibilidad, no necesariamente se hará manifiesta la conducta delictiva, dependerá más bien de los diversos agentes que influyan en el desarrollo del joven.
Destacan las malas compañías, el trabajo inadecuado, el deambular callejero y la desocupación como factores secundarios que, aunque no son determinantes, pueden provocar la delincuencia si existe previamente esa susceptibilidad o carácter antisocial ya mencionados.
Una realidad social frustrante o una familia excesivamente indulgente, o bien, un entorno delictivo, serían algunos de los aspectos de mayor importancia para que el joven adopte un estilo de vida delictivo. La actitud reiterativa y moralizante de los padres y las instituciones ante ciertas actividades del chico le llevarían a tener una identificación negativa.
Facilitarían también la evolución delictiva, la marginación y el poco contacto que el adolescente podría mantener con la llamada sociedad normal. Winnicott (1971) vinculó la delincuencia con “la falta de vida hogareña”, y en función de la problemática familiar, “el menor antisocial.
Apela a la sociedad en lugar de recurrir a la propia familia o a la escuela, para que le proporcione la estabilidad que necesita, a fin de superar las primeras y muy esenciales etapas de su crecimiento emocional”. En este sentido podemos pensar en la importancia de la desestructuración familiar y en la falta de organización de las escuelas como el origen de la delincuencia juvenil.
Datos obtenidos de varios reformatorios ingleses hacen una extensa relación sobre las circunstancias sociales, económicas y familiares, con su íntima conexión con la delincuencia (West, 1969). Reid (1979) dijo que “debemos recordar que los menores que odian son los hijos del abandono, éstos han sido crónicamente traumatizados por la reiterada frustración de muchas de sus necesidades básicas”.
- En México, un estudio (Jiménez, 2007: 255) realizado en centros de Prevención y Rehabilitación Social, intentó hacer una tipología desde la Sociología, acentuando el etiquetamiento y exclusión de aquellos jóvenes pertenecientes a ciertos sectores de la sociedad.
- Así, la génesis de las personalidades delictivas ha de buscarse en las primeras relaciones.
Es obvio que existen una serie de determinantes ambientales frustrantes, que servirán de espoleta provocando actitudes y comportamientos delictivos. Creemos que esto no se producirá sólo en aquellos menores con una formación caracterológica antisocial o delincuente latente.
Pensamos que, aparte de aquellos casos en los que exista esa etiología predisponente, la problemática psicológica que atraviesa el adolescente puede por sí misma hacerle vulnerable a cometer conductas delictivas. Si el adolescente tiene rasgos psicopáticos de comportamiento (sin entrar a discutir el término de psicopatía), si se encuentra ante una problemática compleja (como es la crisis de identidad), y si a todo esto añadimos una conflictividad familiar y un entorno agresivo y perturbado (como hemos destacado en las anteriores reseñas de autores) resultará sumamente fácil que el adolescente no pueda contenerse dentro de ese mundo de ansiedad y necesite actuar convirtiéndose en delincuente.
Esto explicaría, en parte, el desmesurado aumento de la delincuencia juvenil que se ha producido en nuestra sociedad, sobre todo en macrociudades como Guadalajara, Ciudad de México, Sao Paulo, Caracas, Buenos Aires, Santiago de Chile, etc. donde la inmigración y la pérdida de identidad cultural, el asentamiento irregular, paracaidismo (asentamientos humanos espontáneos) y la consiguiente dificultad para la convivencia familiar, el desempleo, la despersonalización, los conflictos vecinales, etcétera, constituyen un caldo de cultivo idóneo para la aparición de conductas disociales en una gran parte de adolescentes, que se ven incapaces de elaborar su propia y normal problemática, al mismo tiempo que se enfrentan a un ambiente hostil.
Existen estudios de carácter antropológico que conciben a la delincuencia juvenil como uno de los riesgos a los que están expuestos los jóvenes en general. A los cuales se les caracteriza como un sector social de riesgo por la vulnerabilidad que les impone la etapa de la adolescencia. Las teorías sociológicas sitúan el problema fuera del individuo: en el medio social.
La idea de que la delincuencia es causada por factores ambientales tiene una larga historia. Los estudios urbanos del siglo XIX, particularmente en Europa, intentaron demostrar correlaciones entre delincuencia y factores como la densidad de población, composición por edad, sexo, pobreza y educación.
- Desde la primera mitad del siglo XIX, el francés Guerry investigó la posible conexión entre delincuencia y pobreza, analfabetismo y alta densidad de población.
- Y concluyó que no existe conexión causal.
- Su aportación fue que se preocupó de investigar grupos, no individuos, para estudiar el origen de la delincuencia.
Un principio básico de la posición sociológica es que la gente actúa de acuerdo con las expectativas de rol percibidas. Y dado que los roles están ligados a las posiciones y situaciones que la gente ocupa (y éstos pueden variar), puede hacerlo también el comportamiento, y no responder necesariamente a una conformación estática de la personalidad que emerge en los años preescolares, donde al momento del desarrollo preparatorio para el mundo adulto, la sociedad y la familia están obligados a brindar mecanismos de socialización que les permitan a los menores desarrollarse en un medio ambiente favorable y les brinde contención.
- Aunque los resultados soportaban explicaciones ambientales de la criminalidad, no había ninguna teoría subyacente que guiara la interpretación de los resultados.
- A menudo se usaban para indicar la falta de moralidad en ciertas partes de una ciudad, región o país, o entre miembros de ciertas categorías de población.
El desarrollo teórico de finales del siglo XIX, incluido el concepto de ‘anomia’, elaborado por Durkheim, y la teoría marxista de los modelos de comportamiento según las clases, más el trabajo posterior de Shaw y Mckay (1972: 48-49) en Estados Unidos contribuyeron a la fusión de teoría y hechos en este campo.
Las teorías sociológicas suelen dividirse en estructurales y subculturales. Las primeras se centran en considerar las desigualdades sociales existentes a la hora de obtener los objetos culturalmente deseables (dinero, prestigio, etc.), y entre ellas, la teoría de la desorganización social, la de la reactancia y la de la oportunidad diferencial.
En cuanto a las segundas, consideran la delincuencia como el resultado de un conflicto de normas entre la sociedad dominante y ciertos subgrupos, y están sobre todo representadas por la teoría de la subcultura (Miller, 1974: 187-198). Revisando la literatura sobre este aspecto, se observa que ciertos especialistas ponen énfasis en la familia.
- Allodi (1997: 26-34) afirma que la familia “es el principal mecanismo de control, ya que los padres tienen que enseñar a sus hijos aquello que es inaceptable: el crimen, el robo, las agresiones sexuales y los delitos contra la salud.
- En las diferentes formas de aparición o desarrollo de conductas delictivas, el joven difícilmente permanecerá aislado, al igual que el adolescente que no delinque necesitará contactar con otros.
Esto nos lleva a entrar ya en el tema de la sociabilidad del adolescente y el significado que puede tener para el púber normal y para el delincuente. Es evidente que, delincan o no, los adolescentes necesitan imperiosamente el grupo para descargar su problemática.
En el grupo puede aparecer todo lo que constituye una dificultad de autoaceptación o de adaptación con sus amigos, y están permitidas mucho más actuaciones que en solitario o con los adultos. Los adolescentes normales en grupo pueden cometer ciertas fechorías o travesuras que serían incapaces de realizar sin la presencia de otros compañeros de su edad.
Los jóvenes delincuentes desarrollan una actividad antisocial más intensa dentro del grupo porque no sólo nadie les criticará, sino que se valorará su audacia y valentía. Los grupos adolescentes drogadictos presentan características similares a los anteriores.
- La droga es aquí lo que une y cohesiona, al igual que el acto ilícito o el delito funcionan para los adolescentes delincuentes.
- Nos interesa destacar que lo que veremos frecuentemente serán jóvenes que oscilan entre un grupo y otro, aunque se decanten especialmente hacia uno en concreto.
- La experiencia nos lleva a la conclusión de que los grupos de delincuentes juveniles son, en su mayoría, ocasionales, sin estabilidad en cuanto sus miembros, reuniéndose sólo para ciertas actividades, pero manteniendo ligas con otros grupos.
Además, se ha encontrado que las juventudes agresivas tienen un sistema de soporte o apoyo a la agresión, incluso la creencia de que la agresión es legítima y que refuerza la autoestima y estatus entre el grupo de iguales. Pensamos que todo grupo adolescente presenta características delictivas que deben ser contenidas y encauzadas hacia comportamientos que aporten a una buena elaboración de su crisis adolescente.
No obstante, es obvio que esa facilidad del chico problemático para conectar con otros en circunstancias parecidas y la consiguiente formación de grupos delictivos más o menos estables es un factor favorecedor de conductas antisociales y de reincidencias que habrán de tenerse muy presentes en la reeducación del delincuente juvenil.
La noción del robo en el menor supone la idea clara de la propiedad —así como la del bien y del mal en su referencia familiar y social—, que sólo será considerada como tal desde el comienzo de la escolaridad (hacia los seis o siete años), en el momento que se constituye el sentido social autónomo.
Sin embargo, puesto que todo individuo ha robado alguna vez en su vida, se debe admitir que es preciso recurrir a un factor cuantitativo, es decir, considerar como ladrón al que roba con cierta permanencia, de modo habitual. Al igual se podría distinguir entre robo importante, que remedía los apuros económicos y provoca una molestia a otro, y el simple hurto.
Como dice Aristóteles en Ética a Nicómaco, Libro V, es importante recordar que “No se es ladrón por el solo hecho de haber robado”. Los tipos de robos son extremadamente variados: de productos alimenticios, muy frecuentes en el menor normal; de dinero, considerados como los más inquietantes; de objetos que tienen un cierto valor de uso o sin valor real, pero que poseen un carácter fascinante o que permite satisfacer un deseo de coleccionar o simple apoderamiento provisional.
Tanto el robo como los delitos contra la salud son principalmente un delito del género masculino, y representan un capítulo importante en las estadísticas de los centros tutelares que se refieren a los adolescentes. El objeto de robo y el tráfico de drogas es el dinero, y en los adolescentes, estos delitos se llevan a cabo la mayoría de veces individualmente.
Hay que considerarlo como un síntoma, asociándose a otras formas de inadaptación social con o sin carácter de delito, en especial a la delincuencia sexual y a las fugas. Los robos en la propia casa se toleran (más o menos bien) según su género: robo de alimentos o de dinero, por ejemplo.
- Este ultimo, en particular, puede desencadenar por parte de sus padres bien cierta perplejidad, bien una reacción de agresividad, puesto que se trata no sólo de un atentado a su propiedad, sino también de un atentado a su autoridad.
- Por ello no se suele denunciar a las autoridades.
- Cuando son demasiado frecuentes y van acompañados de otras perturbaciones, deben ser objeto de consulta.
Los robos extra familiares pueden ser de dos tipos: unos se asemejan a los familiares por el hecho de que se producen en un cuadro restringido propicio a ello. Son los robos de materiales escolares o similares, en detrimento de compañeros de clase o de maestros y los robos denominados profesionales en la misma escuela; otros son los que se realizan en un lugar público e incluyen alimentos, ropa, artículos de sonido, librerías, bolsos, carteras, discos y hasta vehículos.
Los delitos contra la salud cometidos por los adolescentes, que comprenden tanto la producción como el tráfico y la comercialización al menudeo de drogas ilícitas, son vistos por los jóvenes como una forma sencilla de obtener dinero. Pero estos crímenes frecuentemente son planeados y dirigidos por adultos, quienes involucran a los jóvenes, para verse protegidos de ser detenidos y de purgar penas más grandes que las que puede obtener un menor.
Para Salazar (2008), el chantaje, la presión, el engaño y la mentira, son actos mediante los cuales se puede conducir a un adolescente a participar en este tipo de delitos. Pocos de los jóvenes desconocen la ilegalidad en la que están metidos, pero se involucran en la delincuencia por la facilidad con que estas actividades permiten obtener dinero y porque también es relativamente fácil satisfacer por ese medio la necesidad de obtener aceptación de otros y de sí mismos.
- Según Winnicott (1971) el menor que roba un objeto no busca dicho objeto en sí, sino a la madre sobre la cual él tiene derechos.
- Estos derechos resultan de que, desde el punto de vista del menor, la madre ha sido creada por él.
- Ella ha comprendido a la creatividad primaria del menor y de este modo se ha convertido en el objeto que él pretende encontrar (el menor no habría podido crear a la madre, pero el significado de la madre para el menor depende además del poder creativo de éste).
El mismo autor se pregunta si es posible relacionar estos dos aspectos: el robo y la destrucción, la búsqueda del objeto y lo que la provoca, las compulsiones libidinales y las compulsiones agresivas. Según su parecer, la asociación de los dos aspectos se encuentra en el menor y representa una tendencia hacia la autocuración, la curación de una disfunción de los instintos.
- El robo y los delitos en general, tal como se nos presentan, son al mismo tiempo contestación y sumisión, agresión y apatía, satisfacción y castigo.
- Puede satisfacer a veces el narcisismo del personaje, pero es sobre todo una salida al conflicto que representa, una actuación a la vez sádica y masoquista.
Si en algunos casos el objeto del robo o del delito en general corresponde a una opción simbólica, puede responder, más bien, en otros a una necesidad de apropiación; se elige entonces el objeto en función de la facilidad de su objeción o de la consecuencia de su imitación.
- En ocasiones lo que más importante es la escena en que se desarrolla el robo, el delito, la vivencia y el sentido psicosocial que adquiere.
- Por eso muchas veces no se delinque por placer sino por la necesidad de experimentarse.
- Los robos de un mismo objeto pueden tener significaciones completamente distintas.
Así, el robo de coches puede comprenderse por el gran sentido que tiene para el hombre el automóvil en el mundo moderno. El automóvil, en efecto, es un exponente material de éxito social y al mismo tiempo, una maquina que tiene un valor. Trazar una barrera entre sus poseedores y los demás, es una coraza que protege.
El robo de vehículos como el tráfico de drogas podrá tener significados diversos, su sentido puede variar según se cometa individualmente o en grupo. Lo mismo sucede en los delitos contra la salud, la búsqueda da por obtener ciertos objetos que dan poder y presencia ante otros, que los pueda hacer diferentes con mando, con dinero y sobre todo con distinción, los lleva ha obtener dinero fácil.
A cambio de objetos considerados valiosos hacen actividades que de antemano saben que son ilegales. ¿Cuál es la actitud del familiar hacia el delito? el hecho de que un menor traiga a casa objetos o dinero cuyo origen resulte desconocido para los padres puede muy bien ser acogido con indiferencia y desenvoltura, o incluso con una secreta complicidad.
- Pero en cuanto la conducta del menor es denominada explícitamente “robo” o “tráfico de drogas” (denominación que emana de las autoridades), el resultado es una fuerte reacción emotiva por parte de los familiares.
- Muy a menudo, el problema se transpone del menor a los padres o incluso a la sociedad.
- En mayor medida quizá que cualquiera otra conducta delictiva, el delito desencadena una inquietud ética en los diferentes medios en que repercuten sus consecuencias.
Es esencial desdramatizar la situación, no interpretando a partir de las repercusiones que provoca en los adultos afectados. Los delitos pueden ir acompañados de violencia, la agresión física puede resultar de la combinación de una fuerte excitación y de una frustración grave.
Si algunas agresiones parecen estar en relación con trastornos orgánicos o son consecuencia de una intoxicación, por ejemplo, el alcohol, los casos graves, son los de adolescentes que sufren una agresividad profundamente arraigada que se remonta a una precoz repulsa paternal que produce una grave frustración.
Esta forma de agresividad es susceptible de extenderse a todas las situaciones, de manifestarse con respecto a compañeros y jefes y frecuentemente el expediente de los que cometen delitos de violencia comprende, además, los delitos de hurto a la propiedad.
- Por otro lado, la aparición de la violencia según la opinión de los expertos, nos dice que la sociedad es la que en la mayoría de los casos potencia la agresividad de las personas.
- Vivimos en una sociedad que utiliza la violencia como herramienta de control para los delincuentes, para los menores, para las mujeres, etc.
Según Rojas Marcos 1977: 28, “.la violencia la constituye una de las tres fuentes de poder humano, las otras dos son el conocimiento y el dinero. Pero la violencia cruel es la forma mas baja y primitiva de poder porque solo puede usar para castigar, para destruir, para hacer daño”.
- No todos tenemos acceso al dinero ni al conocimiento y en cambio, cualquiera tiene acceso a la violencia.
- Las culturas desarrollan mecanismos de control para mantener las conductas individualmente dentro de unos límites.
- Allodi (1997: 26-34), manifestó: “la familia es el principal mecanismo de control.
Los padres tienen que enseñar a sus hijos aquellos que es inaceptable: el crimen, el robo, las agresiones sexuales y los delitos contra la salud.”, pero ¿qué es lo que ha fallado en estos mecanismos de control para que estemos asistiendo a situaciones delictivas que antes no eran habituales? Para este autor los motivos son: un cambio en el sistema educativo y en los patrones de conducta; los menores son enviados a la escuela como una obligación y delegando la responsabilidad a los maestros de la educación de ellos, los padres tienen poco tiempo para convivir con los menores, por lo que parte de la educación, que siempre habría dependido de la familia, ha desaparecido.
- Y es precisamente en las aulas de las escuelas donde más se ha notado un incremento de violencia.
- Los hechos recientes (2005-2008 en informativos, sin datos oficiales) sobre criminalidad y delincuencia en las escuelas así lo ha demostrado; y es donde los profesores de educación básica y secundaria han vivido algún tipo de situación violenta con los alumnos.
El anonimato que brinda la vida en las grandes urbes es otra de las causas a las que frecuentemente se culpa el aumento de la delincuencia juvenil con uso de violencia o no, el trabajo como causa de frustración e insatisfacción, la influencia de la cultura americana y el consumo de alcohol y drogas; se entienden como factores que influyen en el aumento de los delitos y la violencia en general.
Así pues, no es de extrañar que aparezca delincuencia con violencia al final de su adolescencia. Método Se eligieron los expedientes de adolescentes acusados por delitos contra la salud (entendidos como la producción, trasporte, tráfico, comercio y/o actos de publicidad o propaganda de sustancias ilícitas, por el Código Penal Federal, artículo 194 y 195), que en un primer momento fueron remitidos por orden judicial al Consejo de Menores del Estado de Jalisco, dependiente de la Secretaria de Seguridad Pública (SSP).
En el periodo de septiembre de 2006 a agosto del 2007, y la muestra fue de 61 sujetos que es el total de expedientes completos. Por otro lado, se eligió por muestreo aleatorio simple una muestra de adolescentes acusados de “robo”, con un tamaño de la muestra igual a los de delitos por la salud con la intención de aparear dichas muestras, quedando en total 122 adolescentes (100 casos del sexo masculino y 22 del femenino).
- Instrumentos Para extraer la información se utilizaron los expedientes de los menores en donde consta la información requerida.
- Las variables han sido medidas categorizando a partir de los contenidos extraídos de estos expedientes.
- Por lo tanto, el instrumento utilizado fue un sistema de categorías, más un observador del contenido de los expedientes que ha codificado el contenido de acuerdo con las reglas del sistema de categorías.
Las variables fueron registradas y clasificadas teniendo en cuenta diferentes áreas como es el área Familiar y Social-Educativa, utilizada para este estudio. Las definiciones operacionales de las variables del objeto de estudio clasificadas por áreas fueron: 1.
Área Marginal (AM).1.1. Marginación en el entorno (MG). Presencia de marginación en el entorno del menor cuando dicho menor habita en una zona marginal, irregular, ejidal y/o no cuenta con los servicios básicos como zona habitacional.1.2. Uso o consumo de drogas (CDM). Presencia de consumo de drogas cuando el sujeto utiliza una sustancia o sustancias de uso legal o ilegal que le pueden producir dependencia, ya sea física o psíquica, y que su consumo puede ser ocasional o cotidiano (no consideramos el tabaco).2.
Área Familiar (AF).2.1. Insuficiencia económica familiar (SEF). Cuando el ingreso económico del padre o tutor no es suficiente para satisfacer las necesidades básicas de la familia o miembros de una vivienda, por lo cual se requiere que otro miembro de la familia aporte económicamente al sostenimiento de la misma.2.2.
Vive con los padres (VF). Cuando el joven cohabita con los padres en el momento de ser detenido.2.3. Presencia de maltrato en padres (PMF). Cuando existe constancia en el informe del psicólogo o del trabajador social de estos hechos ante las manifestaciones de la historia familiar.2.4. Presencia de antecedentes sociales delictivos familiares (ADF).
Cuando existen antecedentes policiales de algún miembro del núcleo familiar o de la familia extensa, reflejados en el expediente.2.5. Desestructuración familiar (DF). Cuando aparece el consumo de tóxicos entre los adultos, separación de los padres, huidas del ambiente familiar, negligencia y violencia en el clima doméstico.2.6.
Apoyo Familiar (AF). Presencia de apoyo moral o económico por parte de los padres al joven delincuente, tomando en cuenta si existe o no interés de los padres por el joven delincuente juvenil.2.7. Vivienda Inadecuada (TIV). Cuando se reporta en el expediente que la vivienda donde habita el joven, no cuenta con servicios indispensables, como agua entubada, drenaje, letrina o baño, hay hacinamiento, material de construcción, entre otros.3.
Área Educativa – Laboral (AEL).3.1. Deserción Escolar (DE). Cuando se da una trayectoria de problemas de aprendizaje y la escolaridad del joven no corresponden a su edad y/o en este momento, no se encuentra inscrito en un grado escolar.3.2- Experiencia laboral (EL).
- Presencia de experiencia laboral a pesar de ser menor de edad para trabajar, cuando se detecta en los informes que ha habido un intento formal o informal por incorporarse al mundo laboral.
- El tipo de estudio es ex post-facto (Kerlinger, 1973) con un diseño diacrónico en cuanto a la recogida de los datos y sincrónico en cuanto al análisis de éstos, lo relacionan con las dimensiones configuradoras de los diseños transversales y observacionales.
El análisis estadístico de los datos lo planteamos desde diferentes fases, para realizar la interpretación tomamos como nivel de significancia 95 por ciento o una probabilidad menor a 0.05. La prueba de asociación a utilizar es la chi cuadrada de Pearson, la prueba de Fisher y en su caso necesario la corrección de Yates.
Cuando se encuentre una relación entre variables se aplicará Odds Ratio, como prueba de productos cruzados o riesgo, valorando el factor de riesgo y factor protector, así como las pruebas de simetría (coeficientes de Phi, V de Cramer y de Contingencia) para mediar la fuerza o magnitud de esa asociación.
En las distribuciones que no se encuentre significancia estadística no se continuará con las pruebas señaladas. La base de datos fue realizada con apoyo del programa Excel y SPSS 11. Resultados De los 122 expedientes estudiados, 50 por ciento fue de delitos contra la salud y el otro 50 por ciento de robo. Se identificó la presencia de antecedentes sociales delictivos de un miembro de la familia: 90.9 por ciento en mujeres y 62 por ciento en hombres. De acuerdo con la información obtenida, 61 por ciento en los hombres y 54.5 por ciento de las mujeres mostraron desestructuración familiar. Las mujeres reportaron tener apoyo familiar en 63.6 por ciento de los casos, contra 57 por ciento de los hombres. Los informes señalaron que 41.5 por ciento de los hombres y 54.5 por ciento de las mujeres habitaban en una vivienda inadecuada ( tabla 1 ). La presencia de deserción escolar fue mayor en los hombre que en las mujeres: 69 por ciento frente a 59.1 por ciento, respectivamente. En cuanto a haber realizado alguna actividad remunerada económica, la incidencia fue de 33 por ciento en los hombres y 22.7 por ciento en las mujeres ( tabla 1 ). Sólo 33 por ciento de los hombres y 22.7 por ciento de las mujeres dijeron tener experiencia laboral. Únicamente se encontró una diferencia significativa estadísticamente (P < 0.05) en la variable de la presencia de antecedentes sociales delictivos en la familia, con una asociación en el grupo femenino. Con respecto al tipo de delito y su relación con la esfera social educativa, se identificó que el consumo de drogas es mayor en los acusados por robo que en los acusados por delitos contra la salud: 80.3 por ciento contra 34.4 por ciento, respectivamente. La situación económica de la familia fue mejor o suficiente en 63.9 por ciento de los acusados por delitos contra la salud, contra 49.2 por ciento de los acusados por robo. Sólo 16.4 por ciento de los acusados por delitos contra la salud no vivía con la familia y 36.1 por ciento de los acusados por robo. La presencia de maltrato familiar fue mayor en los acusados por robo: 86.9 por ciento contra 77 por ciento de los acusados por delitos contra la salud. Los antecedentes de delitos de la familia fue mayor en los acusados por robo, 80.3 por ciento, en contraste con 54.1 por ciento de los acusados por delitos contra la salud. Los informes presentaron una mayor desestructuración familiar en los acusados por robo (80.3 por ciento), que en los acusados por delitos contra la salud (39.3 por ciento). La ausencia de apoyo familiar fue mayor en los acusados por robo (78.7 por ciento) que en los acusados por delitos contra la salud (37.7 por ciento) ( tabla 2 ). El tipo de vivienda es más inadecuada en los acusados por robo (60.7 por ciento) que en los acusados por delitos contra la salud (26.2 por ciento). La deserción escolar fue similar en ambos grupos: 68.9 por ciento para los acusados por robo y 65.6 por ciento para los acusados por delitos contra la salud. La experiencia de haber realizado alguna actividad remunerada económicamente se observó en 29.5 por ciento de los acusados por robo y 32.8 por ciento de los acusados por delitos contra la salud. Las diferencias estadísticamente significativas con una P < 0.05, se encontraron en las variables de presencia de consumo de drogas, ausencia de apoyo familiar, tipo de vivienda inadecuada antecedentes social delictivo de la familia, asociada con el grupo de robo y vivir con la familia asociada con el grupo de delitos contra la salud ( tabla 2 ). Discusión Aunque la muestra fue pequeña su tamaño se ajusta a otros estudios de diferentes investigadores a nivel internacional en la temática de la delincuencia juvenil, tales como Malmquist, (1990), Zagar et al. (1990), Toupin (1992), Busch et al., (1990), Watanabe et al. (1994), Bailey, (1996), Heide, K. (1997); Kashani et al., (1998), entre otros. La incidencia en el consumo de drogas de la muestra estudiada es alta, característica que comparten con los delincuentes y muy por encima del promedio de consumo en este grupo de edad. El consumo de drogas facilita el delito, ya sea por cubrir alguna cuota económica o como parte de la presión ejercida por el grupo social (amigos, pandilla, compañeros, etc.) y en caso de dependencia a un tipo de droga, el delito es necesario para la compra de ésta. Por consecuencia, la relación entre delincuencia y consumo de drogas fue fuerte. Los datos aportados para diferenciar el delito del género fueron de difícil comprobación, primero, por la población menor de mujeres en contraste con los hombres. Y segundo, las diferencias entre ambos grupos se hacen evidentes sólo en la mayor presencia de antecedentes sociales delictivos entre las mujeres, mas en la mayoría de los indicadores sociales y educativos no existen diferencias por género, aunque la propia actividad y cultura de los jóvenes masculinos los lleva a tener un mayor riesgo de estar involucrados en un acto delictivo. Las carencias en los indicadores sociales y familiares fue notoria en el total de los jóvenes acusados por algún delito, las condiciones corresponden a todas aquellas relacionadas con la marginalidad de la familia y de su entorno. Sin embargo, el tipo de adolescente acusado no refleja el promedio de la población joven, aspectos ya mencionados en el estudio con jóvenes presos en el centro de Prevención y Rehabilitación Social del Estado de México (Cisneros, 2007: 260-264). En el área social educativa fue notorio que uno de cada tres casos tuvo experiencia de trabajo para obtener recursos económicos, generalmente en labores informales, como limpiaparabrisas, tragafuegos, payasos de la calle, etc. Los resultados de poca experiencia laboral se igualan con estudios realizados por Rutter et al. (1988), Olweus (1994), Jürgen (2006) y Cisneros (2007). El vivir con la familia en esta edad está fuertemente ligado a los aspectos tradicionales de la misma, valores, dependencia económica, así como baja tolerancia a la frustración, como un aspecto relacionado con la dependencia familiar, la poca experiencia laboral y la necesidad de obtener beneficios económicos de manera fácil y rápida, manifestados ya en otros estudios (Allied, 2007). La afiliación a pandillas es un problema social complejo, pero entre sus causas comunes figuran elevados niveles de desempleo y pocas oportunidades de formación para los jóvenes, sistemas de administración de justicia inadecuados, la fácil obtención de armas de fuego, la disfuncionalidad familiar y niveles elevados de violencia doméstica, así como la presencia de zonas urbanas con una elevada marginación. La proporción actual de jóvenes en la población exacerba este problema (Salazar, 2008). Reconocer en principio que nuestras sociedades contemporáneas se hayan en un verdadera dificultad ante el incremento de la delincuencia juvenil en sus múltiples expresiones, el incremento al consumo de drogas y las pocas o nulas oportunidades para el joven de poder tener un ingreso económico a través del trabajo. Eso y los resultados de la presente investigación nos conducen a diversas preguntas: ¿Cuál es el camino que debemos optar para solucionar el problema creciente de la delincuencia juvenil? ¿Por qué se insiste en eludir una atención integral a la problemática del adolescente? ¿Por qué se insiste en tratar de asociar a la delincuencia sólo con los aspectos de integración familiar y no verlo como un efecto de la misma sociedad y de la pobreza? En fin, el problema es más grave de lo que se piensa, son muchas las cosas a considerar para y poder contribuir a resolver el problema de la delincuencia juvenil. Sin embargo se plantearon aquí algunas ideas con el fin de generar el debate, propiciar nuevas hipótesis al respecto, y a la vez generar propuestas de solución sustentado en datos reales. Conclusiones 1. El consumo de drogas en la población de adolescentes acusados por un delito está muy por encima de la población promedio. Cerca de una tercera parte de los detenidos ha consumido algún tipo de droga, el consumo de drogas no ha podido ser explicado en su totalidad, ya que en él intervienen una multiplicidad de factores.2. Existe cierta tendencia a la relación entre las variables de insuficiente situación económica de la familia con ausencia de apoyo familiar en los adolescentes acusados por robo.3. El grupo de adolescentes acusados de robo presentó las condiciones más negativas en su contexto familiar y social. Sin embargo, éstas no determinan una relación, pero si una explicación por el tipo de delito, siendo un punto para mayor exploración.4. Encontramos una tendencia clara en la relación entre los factores familiares con la delincuencia, siendo los primeros condicionantes de las acciones delictivas.5. La presencia de antecedentes sociales delictivos de los padres está asociado al grupo de mujeres que han cometido un delito, y al robo como tipo de delito.6. A fin de diseñar políticas e intervenciones adecuadas para hacer frente a la violencia juvenil, es necesario comprender por qué ciertos jóvenes se ven involucrados en conductas delictivas y violentas, para después diseñar una estrategia preventiva integrada y holística, que abarque a todos los sectores. Bibliografía ABER, L., y S. JONES, 2003, "Developmental trajectories toward violence in middle chilhood: course, demographic differences and responded to school-based intervention", en Developmental Psychology, vol.39, núm.2. ALLIED C. OVALLES, 2007, "Incidencia de la disfunción familiar asociada a la delincuencia juvenil", en Capitulo Criminológico, vol.35, núm.1. ALLODI, J., 1997, ¿Somos cada vez más violentos?, en Quo, núm.26. BAILEY, S., 1996, "Adolescents Who Murder", en Journal of Adolescence, vol.19, núm.1. BANCO MUNDIAL, 2011, Crimen y violencia en Centroamérica. Un desafío para el desarrollo, Departamentos de Desarrollo Sostenible y Reducción de la Pobreza y Gestión Económica, Región de América Latina y el Caribe, Banco Mundial, Washington. BORDUIN C.M., 1999, "Multisystemic treatment of criminality and violence in adolescents", en J Am Acad Child Adolesc Psychiatry, núm.38. CISNEROS J., 2007, "Cultura, juventud y delincuencia en el Estado de México", en Papeles de Población, abril-junio, núm.052. BORIS, Andrei., 2005, "Factores psicosociales asociados a la delincuencia juvenil", en Psykhe, vol.14, núm 2. BUSCH, K.G., R. ZAGAR, J.R. HUGUES, J. ARBIT, y R.E. BUSSELL, 1990, "Adolescents who kill", en Journal of Clinical Psychology, núm.46. CÁMARA DE DIPUTADOS DEL H. CONGRESO DE LA UNIÓN, 2008, Código Penal Federal, Secretaría General Secretaría de Servicios Parlamentarios, Centro de Documentación, Información y Análisis, Última Reforma DOF 26-06, México. CRESPI, T.D. y S.A. RIGAZIO-DIGILIO, 1996, "Adolescent homicide and family pathology: Implications for research and treatment with adolescents", en Adolescence, vol.31, núm.122. DAHLBERG, LL. y LB. POTTER, 2001, "Youth violence, developmental pathways and prevention challenges", en American Journal of preventive Medicine, vol.20, núm.15. DÍAZ-AGUADO, J., 2005, "La violencia entre iguales en la adolescencia y su prevención desde la escuela", en Psycothema, vol.17, núm.4. DIAZ, Galvis, DE LA PEÑA OLVERA, SUAREZ REYNAGA y L. PALACIOS, 2004, "Perspectiva actual de la violencia juvenil", en Med Unab, vol.6, núm.20 FRANCO S., 1997, "Violencia y salud en Colombia", en Pan Am J Public Health, núm.1. FRÍAS, M., A. LÓPEZ, S. DÍAZ, 2003, "Predictores de la conducta antisocial juvenil: un modelo ecológico", en Estudios de Psicología, vol.8, núm.1. FRIEDLANDER, K., 1951, La délinquance juvénile. Étude psychanalytique, théorie, observations, traitements, P.U.F. París. GOLDMAN, F., 1981, "Drug abuse, crime and economics: The dismal limits social choice", en J.A. INCIARDI, The drugs-crime connection (155-183), Sage Publications, Beverly Hills. HEIDE, K.M., 1997, "Juvenile homicide in America: how can we stop the killing?", en Behavioral Sciences and the Law, vol.15, núm.2. HEIDE, K.M., 1999, Young killers: the challenge of juvenile homicide, Sage Publications, Thousand Oaks. HERRERO, O. y F. ORDOÑEZ, R. COLOM, 2002, "Adolescencia y comportamiento antisocial", en Psicothema vol.14, núm.2. IZQUIERDO, M., 1999, Sociedad violenta: un reto para todos, ed. San Pablo, Madrid. JIMÉNEZ ORNELAS, R., 2005, "La delincuencia juvenil: fenómeno de la sociedad actual", en Papeles de Población, Enero-marzo, núm.043. JÜRGEN, W., 2006, "Problemas de la inserción laboral de población juvenil en América latina", en Papeles de Población, julio-septiembre, núm.49. KASHANI, J.H., K.L. HARTKE y J.C. REID, 1998, "Analysis of 112 juveniles who committed homicide: characteristics and a closer look at family abuse", en Journal of Family Violence, vol.13, núm.4. KERLINGER, F.N., 1973, Investigación del comportamiento. Técnicas y metodología, Interamericana, México. LEMPP, R., 1977, Delincuencia juvenil: análisis de ochenta casos de homicidio, Herder Barcelona. LEWIS, D.O., R. LOVELY, C. YEAGER, G. FERGUSON, M. FRIEDMAN, G. SLOANE, H. FRIEDMAN, y J.H. PINCUS, 1988, "Intrinsic and environmental characteristics of juvenile murderers", en Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, núm.27. LYKKEN, D.T., 2000, Las personalidades antisociales, Heder, Barcelona. MALGORZATA, P, 2010, Los homicidios y la violencia organizada en México ¿un incremento real?, Serie Documentos electrónicos núm.1, enero 2010 Programa Seguridad y Ciudadanía, Flacso, Santiago de Chile. MALMQUIST, C.P., 1990, "Depression in homicidal adolescents", en Bulletin of the American Academy of Psychiatry and Law, núm.18. MARTEN, G.W., 1965, "Adolescent murderers", en Southern Medical Journal, núm.58. MAGDALENO, M., P. MORELLO, y F. INFANTE ESPINOZA, 2003, "Salud y desarrollo de adolescentes y jóvenes en Latinoamérica y el Caribe: desafíos para la próxima década", en Salud Pública de México, vol.45, suplemento 1. MILLER, D. y J. LOONEY, 1974, "The prediction of adolescent homicide: episodic dyscontrol and dehumanization", en International Journal of Psichoanalysis, núm.34. MUGGAH, R. y C. STEVENSON, 2008, On the edge: considering the causes and consequences of armed violence in Central America, Documento de antecedentes para Crimen y Violencia en Centroamérica del Banco Mundial ESW. OLWELTS, D., 1994, "Bulling at school: basic facts and effects of school based intervention programe", en Journal of Child Psychology and Psychiatry, núm.35. PATEMAIN, R. y R. SANSEVIERO, 2008, Violencia, inseguridad y miedos en Uruguay, ¿Qué tienen para decir la ciencias sociales?, Fundación, Friedrich Ebert Stiftung, Montevideo. RANUM, E. C, 2006, "Diagnóstico Nacional Guatemala", proyecto pandillas juveniles transnacionales en Centroamérica, México y Estados Unidos, Centro de Estudios y Programas Interamericanos (CEPI) del Instituto Tecnológico Autónomo de México. REID, S.T., 1979, Crime and criminology, 2 ed., Rinehart & Winston press, New York. ROJAS, Marcos L., 1997, "¿Somos cada vez más violentos?", en Quo (26), 26-34. RUTTER, M. y H. GILLER, 1988, Delincuencia juvenil, Martínez Roca.S.A., Barcelona. SALAZAR, E, JG, 2008, Adolescencia y delincuencia "Aspectos teóricos y su valoración Psicosocial", Universidad de Guadalajara, México. SANDROGLIO, B., J. MARTÍNEZ, M. MARTÍN, J. LÓPEZ, A. MARTÍN, M.C. SAN JOSÉ y J. MARTÍN, 2002, "Violencia grupal juvenil: una revisión crítica", en Psicothema, núm.14 SERRAT Y, E., E. CASANUEVA, M. ZAVALA, et al., 2002, "Violencia y riesgos asociados en adolescentes", en Adolesc. Latinoam, vol.3, núm.1. SHAW, C. y H. MCKAY, 1942, Juvenile delinquency and urban areas, University of Chicago Press, Chicago. SHAW, S.A., 1972, "Recent development in human genetics and their Implications to problems of social deviance", en National Foundation Birth Defects, núm.8. TOUPIN, J. y H. MERCIER, 1992, "L'homicide a l'adolescence: état des connaissances/juvénile homicide: 'state of the art' knowledge, en Revue Internationale de Criminologie et de Police Technique, vol.45, núm.3. UNODC, 2008, Informe Anual 2008: actividades de cobertura en 2007, Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, en http://www.unodc.org/documents/about-unodc/AR08_WEB.pdf, Viena. VALDENEGRO, B.A., 2005, "Factores psicosociales asociados a la delincuencia juvenil" en Psykhe, vol.14, núm.2. VARGAS, G., 2003, Delincuencia en Chile : problemas y desafios, Voz Ciudadana, Santiago de Chile. VILLASEÑOR FRIAS, M. y T. CASTAÑEDA, 2003, "Masculinidad, sexualidad, poder y violencia: análisis de significados en adolescentes", en Salud pública de México, vol.45, suplemento 1. WATANABE, K., M. TAMURAy H. KURUSU, 1995, Characteristics of juvenile homicide cases, Differences by offender-victim relationships. WEST, D.J., 1969, Present conduct and future delinquent, Heinemann Press, London. WINKLER, W.E., 1992, "Comparative analysis of record linkage decision rules, proceedings of the section on survey research methods, en American Statistical Association. WINNICOTT, D.W., 1971, L 'enfant et sa famille, Payot, París. YOUTH VIOLENCE, 2001, A report of the surgeon general, United States Departament of Health and Human Service, Washington. Información sobre los autores: José Guadalupe Salazar Estrada, Es licenciado en Psicología, maestro en Ciencias de la Salud Pública y doctor en Ciencias de la Salud con Orientación Sociomédica por la Universidad de Guadalajara. Profesor-investigador titular en el Departamento de Salud Pública del Centro Universitario de Ciencias de la Salud. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel I, miembro del Cuerpo Académico Consolidado de Salud Mental en Grupos Poblacionales, responsable principal de la línea de investigación "Calidad de vida y violencia". Autor de diversos artículos científicos, capítulos de libros y libros. Correo electrónico: [email protected], [email protected] Teresa Margarita Torres López, Es licenciada en Psicología, Maestra en Ciencias de la Salud Pública y doctora en Antropología Social y Cultural. Profesora-investigadora titular del Departamento de Salud Pública de la Universidad de Guadalajara. Miembro del Sistema de Investigadores Nivel II, miembro del Cuerpo Académico de Salud Mental en Grupos Poblacionales. Sus trabajos de investigación han sido en torno a la línea de Antropología de la salud, con temáticas como las enfermedades crónicas, enfermedades de trasmisión sexual, VIH/SIDA y formación de recursos humanos, todos ellos con la perspectiva metodológica cualitativa. Correo electrónico: [email protected] Carolina Reynaldos Quinteros. Es licenciada en Psicología por la Pontificia Universidad Católica de Chile, maestra en Ciencias en Salud en el Trabajo por la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco. Directora de la Escuela de Psicología de la Universidad Católica de Maule, Chile. Representante Regional de la Red Iberoamericana de Riesgos Psicosociales Laborales. Autor de diversos artículos científicos, Coordinador del Encuentro Iberoamericano de Investigadores en Salud ocupacional en Talca, Chile. Correo electrónico: [email protected] Norma Silvia Figueroa Villaseñor. Es licenciada en Contaduría Pública por la Universidad de Guadalajara, maestra en Ciencias de la Educación por la Universidad del Golfo de México, profesora-investigadora asistente en la Escuela Preparatoria de Tlajomulco de Zúñiga y responsable del programa de tutorías a nivel de Bachillerato, asistente de investigación y autora de varios artículos científicos. Correo electrónico: [email protected] Andrea Araiza González. Es pasante de la Licenciatura en Psicología por la Universidad de Guadalajara. Fue asistente de investigación de la Dra. Teresa M. Torres entre los años 2007 a 2009 y asistente del Dr. Salazar Estrada del 2010 a la fecha, corresponsable del proyecto de evaluación por parte de la Universidad de Guadalajara en el programa Empresas Libres de Adicciones del 2010 a la fecha. Correo electrónico: [email protected]
Ver respuesta completa¿Qué consecuencias trae la práctica de la delincuencia?
La consecuencia más grave que produce la delincuencia y/o violencia en un país, es sin duda la muerte de personas, no obstante ‘el impacto del homicidio doloso va más allá de la pérdida de vidas humanas y puede generar un entorno de miedo e incertidumbre’ (UNODC, 2013, pág.
Ver respuesta completa
¿Qué se puede hacer para que los jóvenes no caigan en la delincuencia?
Directrices de las Naciones Unidas para la prevención de la delincuencia juvenil (Directrices de Riad) Adoptadas y proclamadas por la Asamblea General en su resolución 45/112, de 14 de diciembre de 1990 1. La prevención de la delincuencia juvenil es parte esencial de la prevención del delito en la sociedad.
- Si los jóvenes se dedican a actividades lícitas y socialmente útiles, se orientan hacia la sociedad y enfocan la vida con criterio humanista, pueden adquirir actitudes no criminógenas.2.
- Para poder prevenir eficazmente la delincuencia juvenil es necesario que toda la sociedad procure un desarrollo armonioso de los adolescentes, y respete y cultive su personalidad a partir de la primera infancia.3.
A los efectos de la interpretación de las presentes Directrices, se debe centrar la atención en el niño. Los jóvenes deben desempeñar una función activa y participativa en la sociedad y no deben ser considerados meros objetos de socialización o control.4.
En la aplicación de las presentes Directrices y de conformidad con los ordenamientos jurídicos nacionales, los programas preventivos deben centrarse en el bienestar de los jóvenes desde su primera infancia.5. Deberá reconocerse la necesidad y la importancia de aplicar una política progresista de prevención de la delincuencia, así como de estudiar sistemáticamente y elaborar medidas pertinentes que eviten criminalizar y penalizar al niño por una conducta que no causa graves perjuicios a su desarrollo ni perjudica a los demás.
La política y las medidas de esa índole deberán incluir:
- a) La creación de oportunidades, en particular educativas, para atender a las diversas necesidades de los jóvenes y servir de marco de apoyo para velar por el desarrollo personal de todos los jóvenes, en particular de aquellos que están patentemente en peligro o en situación de riesgo social y necesitan cuidado y protección especiales;
- b) La formulación de doctrinas y criterios especializados para la prevención de la delincuencia, basados en las leyes, los procesos, las instituciones, las instalaciones y una red de servicios, cuya finalidad sea reducir los motivos, la necesidad y las oportunidades de comisión de las infracciones o las condiciones que las propicien;
- c) Una intervención oficial que se guíe por la justicia y la equidad, y cuya finalidad primordial sea velar por el interés general de los jóvenes;
- d) La protección del bienestar, el desarrollo, los derechos y los intereses de todos los jóvenes;
- e) El reconocimiento del hecho de que el comportamiento o la conducta de los jóvenes que no se ajustan a los valores y normas generales de la sociedad son con frecuencia parte del proceso de maduración y crecimiento y tienden a desaparecer espontáneamente en la mayoría de las personas cuando llegan a la edad adulta;
- f) La conciencia de que, según la opinión predominante de los expertos, calificar a un joven de “extraviado”, “delincuente” o “predelincuente” a menudo contribuye a que los jóvenes desarrollen pautas permanentes de comportamiento indeseable.
6. Deben crearse servicios y programas con base en la comunidad para la prevención de la delincuencia juvenil, sobre todo si no se han establecido todavía organismos oficiales. Sólo en última instancia ha de recurrirse a organismos oficiales de control social.
Ver respuesta completa
¿Qué causa el aumento de la delincuencia?
La delincuencia juvenil: fenómeno de la sociedad actual * The juvenile delinquency: phenomenon of the current society René Alejandro Jiménez Ornelas Universidad Nacional Autónoma de México Resumen La violencia no es producida aleatoriamente, sino que parte de una cultura de conflictos familiares, sociales, económicos y políticos, y en general, del sistema globalizado que a su vez permea las diferentes formas de vida en la sociedad, donde los estilos de vida de los jóvenes son catalogados como formas de delincuencia.
El objetivo de esos estilos de vida, sin embargo, sólo consiste en distanciarse culturalmente de una sociedad que los jóvenes no han fabricado. Víctimas de la discriminación social y excluidos de las decisiones importantes, muchos jóvenes carecen de planes o proyectos de vida, y son considerados incapaces de adaptarse al medio social, por lo cual toman la delincuencia como alternativa de sobrevivencia.
El fácil acceso a las drogas, la falta de oportunidades de empleo, salud, educación y espacios para la cultura y el deporte, la desintegración familiar, la impunidad, entre otros factores, componen el contexto en el que nace y crece la juventud mexicana del siglo XXI.
- Palabras clave: delincuencia juvenil, jóvenes, delincuencia, exclusión social, México.
- Abstract The violence is not produced of form random but it’s born of a culture of familiar, social, economic and political conflicts, and as a rule of the globalization that at the same time permeates the different ways of life in the society, where the youths with their own life style are catalogued as delinquent, being their objective to create their world and be culturally estranged of a society that they have not manufactured, victims of the social discrimination and excluded of the important decisions they has been carried to a uncertain future and without plans or life projects, considerate unable to be adapted to the social means and taking as alternative to survive the delinquency as immediate solution to their needs.
The easy access to the drugs, the lack of employment opportunities, health, education and spaces for the culture and the sport, the familiar breakup, the impunity, among other factors, integrate the context in the one which born and grows the Mexican youth of the XXI century.
- Ey words: juvenile delinquency, young, delinquency, social exclusion, Mexico.
- Los seres humanos nos encontramos inmersos dentro de un proceso globalizador de las economías en el ámbito mundial, en el cual predominan bloques económicos como Europa, los países asiáticos y Estados Unidos, los cuales tienen gran injerencia en el resto del planeta.
Esto, debido a que sus intenciones latentes concuerdan en que lo fundamental es subordinar a todos los hombres de las regiones o zonas para hacerlos fieles consumidores y abastecedores de materias primas. La sociedad ha fomentado un excesivo individualismo y una consideración del individuo como mera unidad de consumo, pero escasamente ha brindado al individuo un tipo de vida en comunidad o ha ofrecido una escasa influencia en las decisiones de un entorno social.
En este fenómeno, los medios tienen un papel muy relevante, porque son los encargados de llevar los mensajes a todo el mundo, a todo ser humano. Ellos son en parte los responsables de unificar a la Tierra bajo los mismos parámetros ideológicos. Son los instrumentos socializantes más fuertes en la actualidad, pues han sustituido en gran medida la importancia que tenían los antiguos, tales como la escuela, la familia o la Iglesia.
Buscan crear al hombre de un mismo pensamiento, voluntad, y acción. Con esto, cabe decir que tal vez uno de los objetivos de los medios de comunicación (industria cultural) y de las industrias (empresas transnacionales) es hacer que cada individuo se vea envuelto en la necesidad ideológica de participar en el consumo de productos, práctica que los ideólogos denominan civilización y modernización a la que los pueblos deben sumarse para dejar de pertenecer al grupo de los marginados y pasar así a formar parte de los consumidores.
El consumo genera identidades; intercambiamos productos para satisfacer necesidades que nos hemos fijado culturalmente, para integrarnos con otros y para distinguirnos de ellos” (Brito et al., 1985: 53). Ante esta situación, la violencia aparece como una forma de respuesta ante una frustración social.
Este tipo de violencia puede ser también una consecuencia del profundo deterioro al que se ha llegado en un tipo de sociedad que ha puesto sus esperanzas en un mero crecimiento cuantitativo del consumo de bienes materiales y que apenas ha tenido en cuenta al individuo en su dimensión como persona socialmente integrada en una comunidad.
Esta problemática obliga a reflexionar sobre el fenómeno de la violencia y su relación con la juventud. Esta última se resiste a las transformaciones sociales de hoy, pues a lo movedizo que tiene de por sí la personalidad del adolescente en devenir, hay que añadir la incoherencia del mundo actual con sus propagandas, disensiones políticas y religiosas, y las contradicciones de los intereses económicos.
Todo esto crea confusión y desorientación desbordante y trágica en la juventud. En tales circunstancias no todos los jóvenes son aptos para ver el mundo tal como es y aceptarlo insertándose en él, íntegra y generosamente. Por lo anterior, algunos adolescentes y jóvenes aquejados de inmadurez persistente podrían convertirse en antisociales e incluso en delincuentes, si llegan a una particular situación de inadaptación.
- El adolescente realiza sus primeras tomas de conciencia personales y profundiza en sus sentimientos, ideas y creencias.
- Su postura ante el mundo adulto es de oposición y de desafío, y esta es una reacción necesaria de defensa de un ser que va tomando las riendas de su existencia.
- Además, la actual sociedad industrializada, urbana y consumista —con todo lo que ello comporta: ideología del bienestar, carrera del lucro, primacía del tener sobre el ser, crisis de la familia, soledad, anonimato— es la que segrega la violencia.
Ya que, como sociedad de consumo, alimenta deseos o aspiraciones y despierta esperanzas que no puede satisfacer; mientras margina del proceso de producción y de consumo, excluye y discrimina a gran número de personas, clasificando y haciendo de ellas unos inadaptados y rebeldes; pero sobre todo, tiende a destruir los valores morales.
En realidad, cuando la sociedad actual exalta como valores supremos de la vida al placer y al dinero, cuando aplaude el éxito y la riqueza, obtenidos por los medios que fueren, cuando desprecia al hombre honesto como a un ser débil que no es capaz de hacerse valer mientras exalta al fuerte que prevalece sobre los demás con astucia y con violencia, no habría por qué maravillarse de que algunos jóvenes sientan la tentación de recurrir a la violencia para ganar con facilidad y rapidez mucho dinero.
La vida actual origina violencia y agresividad, más aun cuando en un espacio invariable aumenta mucho la población, pues esto genera aglomeraciones y desorden en las grandes urbes, con el cortejo de desagradables complicaciones que llevan consigo: prisa, falta de tiempo, tensión, vida compleja, falta de comunicación afectiva, etc.
- Si añadimos a esto la anomia, la hipocresía social, la creación consumista de necesidades artificiales, la doble moralidad, etc., comprenderemos que en unas circunstancias de vida tan frustradoras tenga que surgir la violencia y la agresividad como medio para sobrevivir.
- La violencia casi siempre lleva consigo la opresión y la injusticia.
¿Qué es entonces la violencia? El uso injusto de la fuerza —física, psicológica y moral— con miras a privar a una persona de un bien al que tiene derecho (en primer lugar el bien de la vida y la salud, el bien de la libertad) o con miras también a impedir una acción libre a la que el hombre tiene derecho u obligarle a hacer lo contrario a su libre voluntad, a sus ideales, a sus intereses.
- Por lo tanto, no puede llamarse violencia a cualquier uso de la fuerza, sino sólo a un uso injusto que lesione un derecho (Izquierdo, 1999: 19).
- Así pues, para que haya violencia, se requieren dos factores: uso de la fuerza y violación de un derecho.
- La violencia es un fenómeno totalizador e indisolublemente relacionado con la historia de la existencia humana, que consiste en “el uso de una fuerza abierta u oculta, con el fin de obtener de un individuo, o de un grupo, algo que no quiere consentir libremente” (Domenach, 1981: 36).
La violencia semeja la acción estratégica que orienta la fuerza física con la intención de someter o delimitar la elección de las posibilidades de actividad de los dominados. Etimológicamente, la palabra violencia deriva del latín violentia, vis maior, fuerza mayor, ímpetu.
Según el diccionario, es la fuerza o energía desplegada impetuosamente. En el origen, pues, el concepto de violencia denota una realidad moralmente neutra; la calificación que uno puede hacer de ella dependerá del uso o abuso de esta fuerza. El violento puede serlo con los que conviven bajo su mismo techo.
La violencia está presente en las calles, estalla entre los conductores y los transeúntes, entre los viajeros que usan un mismo transporte público, entre los vecinos de la misma escalera. La violencia verbal o gestual brota a menudo en la tienda, en el taller, en la oficina, en el despacho o en la escuela.
- Y en la mayoría de los casos, los motivos que desatan estos comportamientos violentos, si se miran desapasionadamente, son mínimos, insignificantes, ridículos.
- Lo que pasa es que son como chispas que encienden el ambiente tenso y crispado a que nos aboca el ritmo trepidante y angustioso de nuestro tiempo.
Sin embargo, la violencia es un fenómeno que no está vinculado exclusivamente a la obtención de bienes o a la satisfacción de necesidades, más bien involucra al propio ser del hombre y no significa necesariamente terror, destrucción o aniquilación física del otro, sino el despliegue de estrategias de coerción para conseguir lo deseado.
- Entre centenares de definiciones posibles, la violencia se perfila como la actuación contra una persona o un colectivo empleando la fuerza o la intimidación.
- De cualquier manera, las descripciones no son neutras, pues llevan consigo un componente subjetivo que depende de los criterios utilizados, tanto jurídicos como institucionales o personales.
Por eso se puede afirmar que no hay un criterio universal de la violencia; cada sociedad tiene los suyos propios. Una visión histórica sobre la violencia demuestra que ésta no se circunscribe únicamente a las grandes expresiones como la de la guerra. La violencia ha sido un elemento sustancial de toda la humanidad, ya en sus relaciones políticas, ya en las sociales y personales.
- Algunos han creído ver en ello la declaración de la agresividad presente en la naturaleza humana como una característica más relacionada con los instintos.
- Otros, en cambio, opinan que la violencia tiene marcados componentes sociales e incluso culturales.
- Ahora bien, que la violencia sea o no innata es de poca importancia.
Pero sí importa que la sociedad haga algo por orientarla en su verdadero sentido, por canalizarla como energía de algún modo útil, por prevenirla cuando sea nociva, en todo caso, por contenerla dentro de unos límites tolerables. Sufrimos la violencia inmisericorde de las gentes que no dejan vivir en paz a los demás.
La gran mayoría de los seres humanos controla su agresividad, pero unos pocos inadaptados se están haciendo los dueños de las calles y de la noche, de los parques y hasta de las casas ajenas. Pequeños grupos, bandas, forajidos y delincuentes, amedrentan y asustan a los ciudadanos. Debido a la generalización del fenómeno de la violencia no existen grupos sociales protegidos, es decir, la violencia no es específicamente un problema de pobres o clases sociales marginadas, ni de confrontaciones raciales, económicas o geográficas, sino que la violencia puede acentuarse por género, edad, etnia y clase social, independientemente de si se es víctima o victimario; es decir, la violencia responde a realidades específicas.
Hay que destacar que la violencia, aunque en muchos casos este asociada a la pobreza, no es su consecuencia directa, pero sí es resultado de la forma en que las desigualdades sociales —la negación del derecho a tener acceso de bienes y equipos de entretenimiento, deporte, cultura—, operan en las especificidad de cada grupo social, desencadenando comportamientos violentos.
Así pues, la dependencia, la pobreza y marginación no necesariamente generan delincuentes, pues influye también el desarrollo material, individual y social, aspectos que derivan en la vida de los individuos que, al no contar con opciones o alternativas para obtener los ingresos necesarios para mejorar su calidad de vida, están dispuestos a cometer delitos.
Relación jóvenes y sociedad La juventud es en parte definida a partir de un periodo en la vida biológica de los individuos. Esto conduce la mayor parte de las veces a asociar a la juventud con una etapa cronológica en la que hombres y mujeres transforman sus características biológicas, abandonando así su etapa infantil.
Se trata de una situación transitoria, en la que el individuo deja de ser considerado como niño, sin que alcance el estatus o desempeñe papeles y funciones de adulto. La juventud, entonces, es una etapa donde los individuos comienzan a entrenarse ejerciendo ciertos derechos y cumpliendo obligaciones que un adulto no podría soslayar en su interacción con los demás.
Si se considera a la juventud como una etapa del desarrollo individual que mira hacia delante, etapa en la cual los individuos construyen una identidad personal, se sabrá que esa actividad generará a su alrededor elementos simbólicos que permiten el reconocimiento de su individualidad, pero también su pertenencia a un género.
En ese sentido, Giddens se refiere a la juventud como una etapa de los individuos en la que tratan de copiar las formas de los adultos, pero son tratados por la ley como niños. Puede que estén obligados a trabajar o quieran trabajar, pero deben ir al colegio. Sin embargo, no se trata solamente de un periodo en la socialización del individuo donde el que fue niño copie las conductas de los adultos, sino además, que represente la capacidad para distinguir expresiones concretas de la etapa adulta.
De tal manera que la juventud representa un periodo en el que la construcción de la personalidad del individuo se somete a una doble presión social en la medida que la cultura proyecta dos modelos de ser: uno apunta a la comprensión de las conductas adultas, y otro a los patrones genéricos, masculino o femenino.
Conforme se advierte que la conducta de los jóvenes es normada por los patrones sociales establecidos para una edad determinada, se confirma que los individuos ya introyectaron los valores, principios y conductas esperadas socialmente para interrelacionarse con los otros. De esa manera, la sociedad comienza a conferirles el estatus de jóvenes que han madurado, y estatus de joven adulto, es decir, un individuo que va aprendiendo a ser responsable.
Por otra parte, la juventud, como diferencia arbitraria entre la infancia y la edad adulta, refleja los niveles de conflictividad social que encierran las relaciones generacionales. Para Bourdieu, se trata de un proceso social mediante el cual las generaciones más avanzadas construyen a través de la cultura unos patrones de conducta y un papel, que impide a aquéllos que han sobrepasado la etapa infantil (jóvenes), que prometan hacerse de las habilidades y recursos para ser autónomos, y así accedan al poder (Bourdieu, 1990: 163).
- Visto de esta manera, la juventud aparece como el límite que impide a los jóvenes incorporarse, en igualdad de circunstancias, a las estructuras de poder o de manera más real, al mercado de trabajo.
- De esta forma se entiende mejor por qué en la juventud recae un estigma, pues es indudable que esa etapa del desarrollo individual parezca como una permisible irresponsabilidad provisional.
Por otra parte, resulta muy importante advertir que el choque generacional no sólo se refleja en el monopolio sobre los elementos materiales del poder, como es el dominio que tienen los adultos en las actividades que permiten el acceso a la toma de decisiones y al dinero.
- Son precisamente los adultos quienes aparecen como sinodales en el proceso de socialización de los jóvenes, pues señalan los estereotipos ideales que la sociedad espera de sus hombres y mujeres.
- Toda sociedad necesita construir y construye un determinado tipo de sujeto social, el adecuado para el mantenimiento y reproducción del sistema estructural que lo forma, utilizando para ello las diferentes instituciones que confluyen hacia el objetivo buscado (escuelas, iglesias, medios, etc.), cada una de las cuales adquiere carácter hegemónico en distintos momentos del proceso histórico (Guinsberg, 1999: 14).
De tal manera que los adultos se constituyen en emisarios de la cultura tradicional que se resiste a la transformación de los papeles sociales. Ahora bien, las condiciones que dieron origen a la juventud como categoría social, ligadas al desarrollo de las condiciones de producción, dieron lugar a un paradigma de juventud que la visualizaba como una etapa de formación para su futura inserción en las estructuras formales de la sociedad, sobre todo a la esfera productiva.
Esta concepción reduce el significado de la juventud exclusivamente a su carácter de relevo generacional de la fuerza de trabajo, de allí que: Ahora el concepto de juventud ya no puede utilizarse con referencia a un solo tipo de joven, pues las representaciones juveniles se han multiplicado de tal manera que el concepto ya no se circunscribe exclusivamente a los estudiantes varones de clase media de los sectores urbanos; ahora representaciones juveniles abarcan en buena medida a los sectores populares, a los marginales, a las mujeres e incluso a los campesinos, donde se consideraban prácticamente inexistentes.
El paradigma de la juventud, como un proceso del apresto de los jóvenes para lograr su plena y funcional inserción en las estructuras formales de la sociedad, no responde de manera adecuada a nuestra realidad. Este paradigma es excluyente, ya que deja de lado a una gran cantidad de representantes juveniles.
- La cotidianeidad nos muestra que la sociedad no está creando los espacios suficientes para los jóvenes; no cuenta con la capacidad suficiente para albergarlos y se está convirtiendo en su enemiga.
- La juventud es un algo que actualmente toma muchas formas, adquiere distintos sentidos y significados, y obliga a pensar no en una sino en varias y diferentes realidades juveniles que están conectadas entre sí, generando identidades únicas, formas de comportamiento, lenguajes y pensamientos adecuados a los contextos en donde se desarrollan los jóvenes.
Es el periodo de la vida en que se pasa de una existencia receptiva a una existencia autónoma y personalizada. Se trata de un tránsito difícil y de graves consecuencias para el futuro. Aquí, en esta encrucijada, se fraguan o se malogran muchas metas y éxitos del futuro.
- La situación de extrema pobreza en que viven grandes núcleos de población en los países de América Latina, incluyendo México, nos muestra una imposibilidad estructural de inserción de muchos jóvenes en las estructuras formales de la sociedad.
- De ahí que los jóvenes y su identidad se construyan mayoritariamente por fuera de la formalidad social, de esta manera, la identificación con los objetivos y valores culturales dominantes resulta compleja, ya que la identidad social de una gran mayoría de jóvenes de los sectores populares no se constituye como clase trabajadora, ni como estudiantes, ni mucho menos como ciudadanos de grandes metrópolis.
Tal parece que la excepción se está convirtiendo en la regla, por lo tanto, ahora será más preciso hablar de un proceso de deserción social que de inserción social, pues los jóvenes están desertando de la escuela, de la familia, del trabajo formal, etc.
- En una palabra, de las instituciones.
- En este sentido podríamos decir que las identidades juveniles se constituyen básicamente por fuera de la formalidad social, porque no se identifican con sus objetivos y los valores dominantes.
- No obstante, existe un proceso contrario que contribuye a la formación de identidades en convergencia con los objetivos y valores dominantes.
Este proceso se da por medio del consumo y la industria cultural. De ahí que la situación actual obligue a hablar de identidades juveniles, que se conforman por distintos factores. Según Carlos Monsiváis: La variedad de comportamientos (juveniles) se relaciona con tradiciones históricas y culturales, con desesperaciones y angustias diferentes, con formaciones diametralmente opuestas, con ideas de la nación escasamente relacionadas entre sí, con diferentes oportunidades de inserción en la sociedad (Brito, 1985: 106).
La sociedad contemporánea experimenta cambios significativos. Ahora el consumo rige a la producción, adquiere gran peso en la sociedad y se constituye en el origen y el fin de la misma; adquiere carta de “racionalidad económica”. La sociedad del capitalismo salvaje encuentra su racionalidad en el consumo más que en la producción.
Para las nuevas generaciones, el trabajo ya no constituye un posicionador de estatus, es, a lo más, un medio para tener una capacidad adquisitiva que les permita insertarse en la órbita del consumo, de la ética calvinista hemos pasado a la ética consumista.
- La comercialización a gran escala ha generado una industria cultural, en donde muchos jóvenes de clase media y de los países industrializados han consolidado su identidad como generación.
- Ciertamente, el consumo constituye uno de los principales factores que generan identidades juveniles.
- Sin embargo, los consumidores no son seres pasivos que asumen dócilmente los modelos de consumo postulados por los medios, entre ellos existen mediaciones.
Los procesos culturales son también proceso de digestión, en el que los nuevos productos se cotidianizan, se resignifican y se incorporan al universo simbólico con el que se vive. La incorporación de los jóvenes a la cultura se da de manera diferenciada, las identidades juveniles no las determinan únicamente el consumo y la industria cultural, sino que existe un proceso de reapropiación y de resignificación en donde los jóvenes definen sus identidades por sus propias experiencias cotidianas, por sus acciones grupales y las distancias existentes entre su realidad cotidiana y los satisfactores posibles.
Para Navarro Kuri, la condición juvenil exige un reconocimiento, tanto en su especificidad social como en sus producciones; como jóvenes, exigen ser reconocidos como sujetos activos de sus destinos sociales. “lo joven de calificativo genérico pasa al estatuto de sujeto que, como tal, demanda legitimidad y participación en la decisiones sociales, políticas, culturales y morales”.
Como puede verse, la historia del concepto y la categoría social de ‘juventud’ depende mucho del contexto social. Ahora bien, si se quiere ver en términos de rango, por ejemplo, en el caso de México, la ley publicada en el Diario Oficial de la Federación el 6 de enero de 1999 define y aplica una política nacional de juventud para los habitantes de entre 12 y 29 años de edad, marcando de esta forma un rango para considerar la edad que permite considerar a un joven como tal.
- La relación entre juventud y sociedad ha sido a lo largo de la historia una relación ambigua y contradictoria desde siempre; en todas las épocas, aunque con distintas intensidades y acentos, ha habido un enfrentamiento, tácito o manifiesto entre juventud y sociedad.
- Es una larga historia de rebelión y de sometimiento, de subversión y de conformismos, de absentismo y de adulación, de silencio y de protesta, de violencia y pasotismo (Izquierdo, 1999: 20).
Es obvio que la juventud ha sido descuidada en la formación de su personalidad con valores culturales, sociales y éticos que en tiempos todavía recientes se consideraban imprescindibles. Y aunque el joven lucha por la conquista de su libertad, pronto cae en la cuenta de que se encuentra sumergido en el tedio consumista de una sociedad materializada e injusta desde sus planteamientos, centrada en la preocupación desmesurada por la obtención de bienes materiales sin temor a que la persona sea atropellada o excluida.
La sociedad actual es la sociedad de la tentación, que potencia la manipulación publicitaria y la escalada del erotismo, con esto el joven, en vez de conquistar su libertad, ha perdido el sentido real de la vida. Ya desde hace años, todo un montaje publicitario y comercial se viene encargando de vender lo joven como artículo muy rentable.
Por ejemplo, en los últimos tiempos, la publicidad ha penetrado más en la masa juvenil. Las modas, las actitudes, las formas de comunicación, las costumbres, la religión, los cambios en los valores, los derechos, la estructura económica, se están homogenizando para el beneficio, preservación y progreso del sistema capitalista actual.
- Y quien no entre dentro de los parámetros que dicta tendrá que ser excluido.
- La juventud ha sido amamantada en el escándalo de las malas costumbres, en el miedo al sacrificio, en la búsqueda de lo material sin esfuerzo, en la renuncia a la austeridad y en la incapacidad para la renuncia.
- Es inicuamente explotada por empresas comerciales que lanzan atuendos y vestimentas rápidamente envejecidas, formas de vida desordenadas, literatura barata y embriagadora que asegura el dominio de los intereses sobre el de los ideales, el de los instintos sobre la reflexión.
Muchos jóvenes inician su primera andadura repleta de optimismo, llenos de ilusiones, dispuestos a sembrar de amor el mundo entero; después caen fácilmente en la trampa que les tiende la misma sociedad: dinero, poder y sexo. Ante este panorama, los jóvenes se sienten en la sociedad extraños, solitarios y carentes de futuro, cansados de palabras vacías que suenan a rutina, desorientados por unas transformaciones socio-políticas llenas de desesperanza, que han puesto en evidencia la flaqueza en la fe de muchos y descendientes de una generación marcada por un ritualismo inoperante, pero al mismo tiempo sedientos de trascendencia, hambrientos de espiritualidad y abiertos al misterio, la juventud corre el riesgo de inventarse sus propios ídolos.
La iniquidad tiene sus raíces en los patrones de exclusión, en la discriminación social basada en rasgos poblacionales y en los sistemas de privilegios. A pesar de que la Constitución Política mexicana consagra el ejercicio de los derechos en igualdad de condiciones para todos los ciudadanos mexicanos, la brecha entre diferentes grupos de población en el acceso a todo tipo de recursos y en el control sobre éstos es muy profunda.
Pero, más allá de la dramática desigualdad en la distribución de ingresos, que deja en condiciones de miseria a gran parte de la población, existe una exclusión social manifiesta a través de disparidades agudas en los niveles de poder y reconocimiento social, de participación política, de libertad individual, de educación, de salubridad y expectativa de vida, de seguridad personal, de organización colectiva y de acceso a servicios básicos, entre muchas otras desigualdades que afectan de manera importante a la población joven.
- Los patrones de distribución de todos estos recursos sociales son determinados fundamentalmente de acuerdo con un criterio poblacional.
- En otras palabras, la posición relativa de ventaja o desventaja social depende, sobre todo, de atributos de tipo poblacional como el género, la edad, la etnia y la cultura, en relación dinámica con su ubicación territorial.
Los jóvenes, principalmente, son un sector de la población que es discriminado y excluido tanto por otros jóvenes con características diferentes, como por la población en general. El pertenecer a cierto grupo en el que se comparten ideas, formas de vestir, música, lugares que frecuentar, tipo de escuela hace que exista una diversidad de expresiones y grupos juveniles que no sólo indican una forma de vestir sino también de ser.
- Esta diversidad hace que muchas veces los jóvenes sean discriminados y hasta violentados debido a su apariencia, ya que es vista en ocasiones como sinónimo de violencia y delincuencia.
- Mediante estas operaciones ser joven equivale a ser peligroso, drogadicto o mariguano, violento; se recurre también a la descripción de ciertos rasgos faciales o de apariencia; por ejemplo, se dice: “dos peligrosos sujetos jóvenes de aspecto cholo”, “el asaltante de cabello largo y rasgos indígenas”.
Entonces, ser un joven de los barrios periféricos o de los sectores marginales se traduce en ser violento, vago, ladrón, drogadicto, malviviente y asesino real o en potencia (Reguillo, 1999). Por ejemplo, la irrupción de las expresiones juveniles se ha presentado en un clima social definido por el incremento mundial de la violencia, lo cual ha llevado a estigmatizaciones recurrentes sobre los movimientos juveniles, principalmente contra aquéllos protagonizados por los jóvenes de las clases populares.
Exclusión y discriminación social, una causa de violencia juvenil Los jóvenes son discriminados en diferentes ámbitos, por ejemplo, en el ámbito laboral, la mayoría de los empleos indican como requisitos que no se tengan perforaciones, tatuajes, cabello largo en los hombres, que no provengan de escuelas públicas (esto tuvo un mayor auge antes y durante la huelga de la UNAM, en 1999, periodo durante el cual se señalaba que no se admitían egresados de dicha institución), etcétera.
También varios centros nocturnos o llamados antros restringen la entrada a ciertos jóvenes, por ejemplo, si son morenos, por el tipo de ropa, si no llevan moto o automóvil, si no cumplen con las características impuestas o que van en contra de las políticas del lugar.
De la misma forma, en algunos centros comerciales, como Perisur y Santa Fe, se ha observado que existe una gran discriminación hacia los jóvenes que van en grupo, sobre todo si pueden ser identificados como punks o cholos, o que pertenecen a alguna clase social baja; de inmediato son detenidos y expulsados del centro debido a que se les considera proclives a cometer algún robo en las tiendas o daños dentro del inmueble.
La no aceptación y poca tolerancia hacia los grupos restringidos, como los punks de la ciudad de México, marcan un intento de segregar y eliminar cierto tipo de prácticas culturales propias de micro universos sociales. Las formas del habla relacionadas con la acentuación, la velocidad y la rítmica marcan un sentido de identidad y de procedencia, ya que la propia geografía del país ha permitido diferenciar a sus habitantes en centro, norte y sur.
- Baste con escuchar alguno para notar las diferencias culturales que no sólo pondrán en evidencia las formas que adoptará el segregacionismo que se practica en México, sino que marcarán fronteras, a manera de límites entre diversos rasgos identitarios característicos de una u otra región del país.
- Los jóvenes no sólo son discriminados por el resto de la sociedad, sino también por otros jóvenes que no comparten ciertas características o rasgos físicos, culturales, sociales o religiosos.
En nuestro país, los jóvenes han sido un sector de la población marginado en todos los aspectos. El hecho de que su comportamiento, sus expresiones o su rebeldía no sean tolerados por la sociedad los ha llevado a expresarse de diferentes maneras, principalmente por medio de manifestaciones artísticas, por ejemplo el graffiti, la pintura y la música.
Pero no solamente al hablar de jóvenes se alude a aquéllos que pertenecen a alguna expresión juvenil como los punk, cholos, etc; es decir, no se trata de generalizar, sino también se habla de todos aquéllos que son excluidos y discriminados solamente por su condición de joven, por su condición social, el sexo, el color de la piel, la religión, el estado civil, las orientaciones sexuales, el nivel educativo y el tipo de escuela (si es privada o pública), la ocupación, los gustos musicales, los gustos en el vestir, etcétera.
Sin duda alguna, el deterioro de las instituciones que ofrecen educación pública y trabajo, la crisis de las instituciones políticas y de las propias instituciones sociales comunitarias son el contexto de realidad para los jóvenes de hoy. La sociedad formal ya no les ofrece opciones.
Debido a que el problema de época no es el proceso de cambio social, sino el de exclusión y la discriminación con que dichas transformaciones operan a nivel de las nuevas generaciones, las aspiraciones de ascenso en la escala social se ven socavadas por la crisis y la reconversión de los mercados y el progresivo deterioro de la calidad y el prestigio social que brinda la educación formal.
Ser joven y tener un título ya no son condiciones que garanticen un camino de progreso. Los nuevos usos tecnológicos y las restricciones de calificación que presenta el mercado de trabajo afectan de manera especial a los jóvenes. Lejos está el sistema educativo de poder brindar salidas profesionales de acceso universal en favor de las nuevas generaciones.
El empleo, aunque informal o precario, es en general escaso y de acceso privilegiado; pero mucho más improbables y restrictivos son todavía los ámbitos ocupacionales capaces de brindar un ingreso digno, estabilidad laboral, formación profesional y desarrollo personal para los jóvenes. Para muchos adolescentes y jóvenes, la mendicidad, las actividades ilegales y el desaliento social constituyen verdaderas estrategias de vida y únicas opciones de realización personal y colectiva en un contexto económico y cultural cada vez más hostil para determinados perfiles sociales.
En cualquier caso, resulta evidente que existen cada vez mayores dificultades inerciales para que los jóvenes accedan a una educación de calidad y a la altura de las exigencias formativas que impone la tecnificación y la modernización alcanzada por la estructura productiva actual.
Para la mayoría de los jóvenes expulsados del sistema educativo, su principal expectativa es acceder a un empleo precario; y la mejor, el poder mantenerlo el mayor tiempo posible bajo cualquier condición. Estos y otros elementos hacen que al referirnos a los jóvenes se haga especial mención a la exclusión social, vista como una manifestación de la violencia.
Ser joven ya no forma parte de un imaginario de prosperidad social o progreso personal, sino que constituye una condición que muy probablemente deriva en una nueva forma de marginalidad e injusticia, ya que viola el derecho a una vida digna. Estos jóvenes deben afrontar el desaliento o la imposibilidad de estudiar; a la vez que deben responder a la presión de proveer ingresos familiares o asumir responsabilidades domésticas.
Siguiendo esta trayectoria, son muchos y variados los testimonios que muestran cómo los jóvenes de los sectores populares hacen trabajos de cualquier tipo con el único objetivo de apoyar la mera supervivencia, sin otra perspectiva ni oportunidad. Cuando pueden, recurren al grupo familiar con la esperanza de seguir estudiando; la mayoría de las veces no tienen alternativa y están obligados a dejar los estudios para aceptar cualquier trabajo; muy temprano enfrentan el desempleo y luego el desaliento, y más tarde o más temprano se encuentran ante las actividades ilegales que ofrece la marginalidad urbana como única posibilidad de movilidad social.
Las mujeres, tempranamente embarazadas, sin dejar de atender la reproducción del hogar, se enfrentan a la obligación de tener que aportar ingresos, trabajar, mendigar o generar alguna actividad informal bajo condiciones de alta autoexplotación; sin ninguna expectativa de desarrollo personal.
- En el mejor de los casos, estos jóvenes suman mano de obra barata y flexible al mercado.
- La mayoría de los hogares de estos jóvenes no pueden escapar de la pobreza, y sólo pueden sobrevivirla en el marco del asistencialismo público, de la informalidad social y económica o a través de actividades no legales.
De esta manera, sin trabajo, sin redes de contención, sin las habilitaciones educativas y sociales exigidas por el mercado ni oportunidades para obtenerlas, estos jóvenes quedan fuera de la sociedad formal y se refugian en las estructuras invisibles de la pobreza y la marginalidad.
Finalmente, tanto el mercado como el orden social oficial sospecha de ellos, los persigue y los juzga, ejerciendo violencia contra su persona y su identidad, etiquetándolos en el mayor de los casos como posibles delincuentes o delincuentes. Las inhabilitaciones que imponen la desigualdad social y la crisis de oportunidades afectan especialmente a aquellos hogares de escasos recursos materiales, afectados por la desocupación y la descalificación social, y en donde las redes familiares, comunitarias e institucionales de integración están seriamente debilitadas o son inexistentes.
Es en tales hogares donde se sufre más directamente la desvalorización del capital material, social y cultural acumulado por anteriores generaciones, y en donde, finalmente, la posibilidad de delegar dicho capital a las nuevas generaciones dejóvenes se torna en un hecho prácticamente imposible.
El hecho genera así un efecto multiplicador: la reproducción intergeneracional de la exclusión como un fenómeno cada vez más generalizado. Al respecto, parece pertinente destacar que tanto las aspiraciones como las posibilidades de integración de los jóvenes de hoy —igual que para otros sectores— se ven socavadas por un proceso más general de exclusión y desigualdad cuyos componentes fundamentales merecen ser precisados: 1.
Escasez de las oportunidades de empleo, los cambios que experimentan las relaciones laborales y de mercado, y su impacto sobre los ingresos, las condiciones de trabajo y la seguridad social.2. La fragilidad de las redes sociales de contención, reciprocidad y protección, con referencia específica al cambio de rol de las instituciones del Estado responsables de la provisión de servicios sociales, los cambios en la configuración familiar, los procesos de desintegración de las redes barriales.3.
El creciente predominio de símbolos y reglas de discriminación, segregación e inhabilitación que definen en forma desigual la estructura de oportunidades, éxitos y fracasos sociales. Pero estos argumentos no sólo permiten caracterizar más concretamente la actual problemática juvenil, sino que también deben servirnos para reflexionar sobre cuál va a ser el futuro próximo de estas generaciones y de sus descendientes, igual o mayormente enfrentados a ambientes institucionales, familiares y comunitarios de exclusión.
Como puede observarse, existe una situación de vulnerabilidad sobre los jóvenes, aunado a ello se encuentran turbulentas condiciones socioeconómicas en varios países, lo que ocasiona una gran tensión entre los jóvenes, agravando directamente los procesos de integración social, y en algunas situaciones fomentando el aumento de la violencia y la criminalidad.
La situación en México Desde una perspectiva estructural, el problema se expresa en mayores dificultades para continuar en forma exitosa el sistema educativo y, por consiguiente, en los crecientes obstáculos para acceder al mercado de trabajo moderno, lo que entre otros efectos termina complicando la formación de núcleos familiares propios y las probabilidades de movilidad social futura.
De esta manera, la heterogeneidad de la demanda conlleva a una oferta de calificaciones y oportunidades segmentadas. Por lo mismo, la trayectoria educativa y la experiencia del primer empleo han dejado de ser el camino compartido que permitía formar una identidad profesional y la garantía de una movilidad social ascendente en la vida de los jóvenes; es decir, tales instituciones parecen haber perdido su centralidad como ámbitos de integración simbólica y real de los nuevos jóvenes a la sociedad.
Todo lo cual ha ayudado a generar una heterogénea estructura de opciones, intereses y estrategias alternativas, a la vez que variadas y complejas cosmovisiones por parte de los jóvenes. El campo educacional ha perdido su función tradicional como ruta común hacia la identidad social en la vida de los jóvenes; es decir, ha desaparecido su centralidad como ámbito de interpretación e integración simbólica, de estructuración de proyectos y expectativas de vida.
Al respecto, estudios realizados muestran la validez empírica de los siguientes argumentos: 1. No sólo hay actualmente más jóvenes en general, así como más jóvenes pobres en particular, sino también es mayor la probabilidad de que tales grupos poblacionales pertenezcan a hogares que presentan escasas oportunidades de integración familiar y social.
- Esto último cabe vincularlo al hecho de que es mayor la probabilidad de que hogares particulares registren alto riesgo ocupacional, económico y demográfico.2.
- El mayor déficit educacional y ocupacional ha multiplicado las probabilidades de que los jóvenes de sectores de bajos recursos enfrenten situaciones de exclusión social en términos de no poder continuar estudios ni tampoco obtener un empleo.
Losjóvenes socialmente excluidos han aumentado cada vez son más pobres y generalmente provienen de familias donde se produce violencia familiar.3. La frágil o deficitaria integración social que padecen actualmente los jóvenes no puede ser de ninguna manera atribuida a cuestiones culturales o de anomia social.
- Ha sido particularmente significativo el esfuerzo laboral puesto por los jóvenes de los sectores de más bajos ingresos en dirección a superar las condiciones familiares y personales de desempleo y pobreza.
- Sin embargo, tal esfuerzo no tiene resultados compensatorios; ni las probabilidades de éxito tienden a distribuirse en forma equitativa al interior de la estructura social (Salvia, 1997).
En nuestro país sobran ejemplos de la exclusión social de los jóvenes, un primer ejemplo lo constituye el ámbito educativo. En lo que se refiere a la deserción escolar, se destaca que del porcentaje de jóvenes que en el año no asistían a la escuela, 97 por ciento (Narro, 2002) abandonó los estudios en algún momento de su trayectoria escolar (excepto aquellos que concluyeron una carrera del nivel medio superior), convirtiéndose en desertores del sistema educativo, de los cuales, quizá una alta proporción se encuentre en rezago educativo, esto es, no cuenta aún con la secundaria terminada.
- De los jóvenes que desertaron del sistema educativo, 35.2 por ciento lo hicieron por causas económicas (falta de dinero o porque tenía que trabajar).
- La falta de dinero o la necesidad de trabajar son causas de deserción escolar en una proporción importante dejóvenes; esto aparece íntimamente ligado a la condición social y económica de las familias, aunque también es importante la función misma de la escuela y del sistema educativo, que puede contribuir a reducir este problema otorgando becas escolares o instaurando programas flexibles para alumnos que trabajen y estudien, entre otras acciones que puedan realizarse.
La Encuesta Nacional de la Juventud 2000 1 (ENJ) señala que entre los 12 y los 14 años de edad no acuden a la escuela 11.6 por ciento de adolescentes; de los 15 a los 19 años de edad no acuden 41.3 por ciento, y que al llegar a los 19 años de edad más de 75 por ciento de jóvenes ha abandonado la escuela por motivos económicos y falta de acceso en su localidad, principalmente.
- El problema de la asistencia a la escuela es la necesidad de preparación más especializada en los centros de trabajo.
- En México, cuando los adolescentes cumplen 19 años de edad, han abandonado la escuela cerca de 89 por ciento de ellos.
- Un segundo ejemplo es la falta de puestos de trabajo o las malas condiciones laborales cuando los jóvenes logran un empleo, ya que en la actualidad los adolescentes forman una parte importante de la población económicamente activa.
Cada año se agregan al mercado de trabajo personas menores de 20 años de edad y para el año 2000 los hombres menores de 19 años que participaban en el campo laboral eran cerca de 44 por ciento del total de ellos; en tanto que sólo 24 por ciento de las mujeres trabajaban; incluyendo jóvenes sin distinción de género, 35.8 por ciento del total trabajaban entonces.
- La tasa de participación en el campo laboral varía de acuerdo con la edad, sin embargo, es de notar que ocho por ciento de adolescentes de 12 a 14 años de edad ya se encuentran en el mercado de trabajo siendo esto más notorio en los hombres.
- En adolescentes de 15 a 19 años de edad, la tasa de participación promedio es de 35 por ciento.
El que los adolescentes participen en los procesos productivos tiene implicaciones diversas en cuanto a la calidad del trabajo que asumen, y este es el problema en realidad, ya que la calidad del trabajo desde nuestra perspectiva de salud debe contar con los siguientes atributos: tener jornadas de trabajo acordes con la edad del sujeto, contar con un salario equitativo, tener derecho a la seguridad social, tener normas básicas de seguridad e higiene acordes con la ley y contar con prestaciones adicionales.
Muchas de las cuales no se cumplen en su mayoría. Los adolescentes que se agregan a la planta laboral en nuestro país lo hacen por problemas económicos de la familia y la sociedad, lo que es seguido del abandono escolar, además de la forma en la que ellos se desempeñan cuando son económicamente inactivos.
Otro de los problemas que se relacionan con lo anterior —y que aún tiene que ver con los aspectos de exclusión— es la falta de salud y orientación para los adolescentes. El acceso a los servicios de salud en la población es medido a través de la derechohabiencia (DH) a la seguridad social.
Entre la población general, la DH es de 40 por ciento para todo el país, aunque para adolescentes de 10 a 19 años de edad es tan sólo de 35.6 por ciento. De todos los adolescentes, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) asegura solamente a 28.4 por ciento y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE) a 5.6 por ciento, porcentajes inferiores a aquéllos de la población general.
No existe ninguna estadística confiable que nos permita conocer la intensidad de uso de los servicios de salud en sus diferentes modalidades por parte de adolescentes; solamente el Sistema de Información en Salud para Población Abierta 2000 nos permite apreciar que siete por ciento de toda la consulta externa de primer nivel de atención nacional es ofrecida para la población de entre 10 y 19 años de edad.
Una de las causas de que la mayor parte de la población juvenil no tenga acceso real a los servicios de salud es que no está asegurada por carecer trabajo o porque no se encuentra estudiando. Ahora bien, estos problemas estructurales de la sociedad mexicana tienen bastante relación con el aumento de la delincuencia juvenil y con la percepción social de la problemática.
Por ejemplo, la Encuesta de Victimización y Percepción de la Seguridad Pública Nacional Urbana (EVPSPNU), 2 elaborada por la Unidad de Análisis sobre Violencia Social del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM y México Unido contra la Delincuencia, mostró una serie de resultados acerca de la percepción de la inseguridad y delincuencia en México.
De esta manera se observó que aunque mucha gente tiende a atribuir la delincuencia a la falta de oportunidades de desarrollo, existen, diferencias en cuanto al lugar que ocupa esta concepción, pues se da una variación dependiendo la edad, la escolaridad y el estrato socioeconómico al que pertenecen los entrevistados.
Al diferenciar las respuestas por grupos de edad, encontramos que la mayoría de la población considera como la principal causa generadora de delincuencia la desintegración familiar, quienes más piensan así están ubicados en el grupo de edad de 46 a 60 años.
El único grupo de edad que consideró la crisis económica y la pobreza como desencadenadoras de la conducta delictiva fue el de los adultos mayores de 60 años. Los jóvenes y adultos de menos de 60 años consideraron como segundas causantes de la delincuencia a la crisis económica y la pobreza, seguidas por el alcohol y las drogas; pero para las personas mayores de 60 años el segundo lugar lo ocupan las drogas y el alcohol, seguidos de la desintegración familiar.
Este comportamiento de los datos se puede explicar en parte porque los menores de 60 años conforman principalmente la fuerza productiva y al mismo tiempo los desempleados. Entre los resultados más sobresalientes se puede observar que las personas con nivel socioeconómico alto ven como principal causa de la delincuencia las drogas y el alcohol; las personas de estrato socioeconómico bajo se inclinan más a pensar que la desintegración familiar produce delincuencia, lo mismo ocurre para el estrato medio.
Para las personas entrevistadas que no tienen estudios escolares o primaria, la principal causa de la delincuencia se debe al consumo de drogas y alcohol. Para quienes estudiaron la secundaria y el bachillerato, la principal causa es la desintegración familiar. Y para quienes tienen estudios superiores, la crisis económica es el principal factor, además de que para este grupo la corrupción e ineficiencia de las autoridades judiciales tienen gran peso en la propagación de la delincuencia, y por eso se ubica como tercera causa para ellos.
Aunque se aprecian algunas diferencias entre la percepción de los entrevistados, se observa la existencia de una firme creencia entre la población de que la carencia de esparcimiento, trabajo, salud y bienestar es una causa muy fuerte para desencadenar la delincuencia; sin embargo, no habría que desechar otras posibles causas, ya que sólo el estudio de la relación de todas las variables puede conducir a un análisis más objetivo del fenómeno de la delincuencia, lo cual ayudaría en la planeación de proyectos y de medidas para contrarrestar los efectos y causas de la delincuencia.
Ahora bien, más allá de las causas atribuibles a los fenómenos de violencia, es necesario considerar las perspectivas teóricas sobre la delincuencia y su relación con los jóvenes, así como la manera en que ocurre este fenómeno en México. Estas y otras preguntas intentarán analizarse líneas abajo. La delincuencia: una estrategia de sobrevivencia juvenil Delincuencia La delincuencia es un fenómeno mundial, pues se extiende desde los rincones más alejados de la ciudad industrializada hasta los suburbios de las grandes ciudades, desde las familias ricas o acomodadas hasta las más pobres.
Es un problema que se da en todas las capas sociales y en cualquier rincón de nuestra civilización. Es como una plaga que se ha extendido por todas partes, robos, tráfico de drogas, actos de terrorismo, violaciones, asesinatos, violencia callejera, amedrentamiento ciudadano, etcétera.
- La delincuencia es una forma de inadaptación social y al producirse esa anomalía se da un desafío a la misma sociedad y a su normativa de convivencia.
- Pero los caminos que conducen a la delincuencia son múltiples y muy diferentes unos de otros, de ahí que podamos afirmar que la delincuencia es poliforme.
Aquí tratamos más bien de la delincuencia agresiva. La cuestión sobre el concepto de delincuencia juvenil nos obliga, ante todo, a esclarecer dos términos: delincuencia y juvenil, además de ver en su justa dimensión qué es lo que lleva a un individuo a ser calificado y caracterizado como delincuente.
La delincuencia es una situación asocial de la conducta humana y en el fondo una ruptura de la posibilidad normal de la relación interpersonal. El delincuente no nace, como pretendía Lombroso según sus teorías antropométricas o algunos criminólogos constitucionalistas germanos; el delincuente es un producto del genotipo humano que se ha maleado por una ambientosis familiar y social.
Puede considerarse al delincuente más bien que un psicópata un sociópata. Para llegar a esta sociopatía se parte de una inadaptación familiar, escolar o social (Izquierdo, 1999: 45). De tal forma que los delincuentes tienen un denominador común: incapacidad de adaptación al medio social: unos dañan duramente la convivencia social con su comportamiento debido a su íntima estructura, otros no respetan las normas establecidas por no haberse identificado y socializado; otros se enfrentan violentamente contra las normas llegando a un cierto vandalismo intolerable en una sociedad democrática y en un mundo civilizado; otros carecen del espíritu de trabajo y esfuerzo para realizarse como personas.
Han surgido siguiendo los derroteros de la ociosidad, el juego, el abandono de la escuela o el trabajo, han consagrado su vida a la diversión desordenada, sin jerarquía alguna de valores y sus acciones llegan al límite de la violencia y a la delincuencia. Ante todo, siempre se ha considerado que la delincuencia es un fenómeno específico y agudo de desviación e inadaptación.
En este sentido, se ha dicho que la delincuencia es la conducta resultante del fracaso del individuo en adaptarse a las demandas de la sociedad en que vive. De tal manera que el núcleo de la delincuencia reside en una profunda incapacidad de adaptación sobre todo con respecto a la integración social.
- Sin embargo, la delincuencia es un típico fenómeno de la psicología social.
- En el problema de la delincuencia debe centrarse en dos estructuras típicas: la estructura individual de la personalidad y la estructura ambiental en la que se ha movido el delincuente.
- La estructura individual de la personalidad Si el delincuente procede de un ambiente civilmente evolucionado, las causas de la violencia hay que buscarlas más bien en un desequilibrio emotivo, de los sujetos, en su propia neurosis, con fuerte represión de la agresividad, en casos de personalidades psicopáticas, con taras constitucionales, en débiles mentales con fuertes conflictos familiares.
A veces inciden varias de estas causas. El delincuente se muestra siempre afectivamente inmaduro, con poco equilibrio de impulsos, controles y objetivos con muy poca aceptación de las realidades de la vida y con abandono fácil a fantasías infantiles, cambio frecuente en el tipo y evolución de los intereses emocionales, disminución progresiva en la capacidad para aceptar las causas de frustración y poca maleabilidad en la adaptación a las circunstancias normales de la vida (Izquierdo, 1999: 45).
- Se dice que el delincuente muestra una actitud inmadura que se extiende hacia distintas formas de actividad.
- Para este tipo de individuos el día no es un tiempo que pueden dedicar a su promoción profesional, sino una sarta de ocasiones en búsqueda de una oportunidad de fuga del orden, de la disciplina, de la autoridad.
No toleran ninguna forma de humillación ni cualquier amenaza, por pequeña que sea, que suponga un riesgo de su imaginaria superioridad. Su mismo cuerpo y atuendos ordinarios son todo un signo exterior de la misma inmadurez. Se miran a sí mismos con un fuerte nivel emotivo.
- En sus vestidos, adornos, tatuajes, dan con frecuencia elementos sádicos o de fuerte intención exhibicionista.
- Afectivamente pobres, sufren psíquicamente frecuentes estados de ansiedad, sentimientos de culpabilidad y viven en formas de coloración más bien depresiva ((Izquierdo, 1999: 48).
- En estas condiciones su vida social está enmarcada en grupos cerrados, donde pueden ser comprendidos y donde de forma directa o indirecta se están viviendo los mismos sentimientos: antiorden, antiautoridad, antidisciplina y antisociedad organizada.
En este grupo —banda— encuentran fácil catalización de sus intereses emocionales y de su instinto comunitario, encuentran vivenciados los valores que la otra sociedad conculca y persigue. Quizá sea esta misma sociedad que llamamos normal —la otra para ellos— la que mantiene estas formas de reacción agresiva e impide la recuperación de un sujeto cuando ha llegado a la delincuencia.
En la sociedad existen unos padres que con mucha frecuencia son incompetentes para su misión de educar, una escuela con gran afán de culturizar a partir de aumentar la capacidad informativa, pero no ocupada o preocupada de la problemática psicoafectiva de los sujetos que se educan, una sociedad con unas circunstancias económicas laborales, de convivencia, que están apuntando hacia el desajuste, el libertinaje, la indisciplina, etcétera.
El agresivo delincuente no es un ser extrasocial, ya que pertenece de hecho y de derecho al patrimonio de la sociedad donde se da. De ninguna manera puede considerarse como un ser extrajurídico y cada vez que estudiamos este problema debemos catalogar el delito como un hecho social que acusa en forma violenta a la sociedad donde se da y sólo por el hecho de producirse, y esto, tanto más fuertemente cuanto más le rechazan.
La estructura ambiental Ha sido frecuente considerar el fenómeno de la delincuencia como una realidad exclusivamente individual; sin embargo, la delincuencia es un fenómeno estrechamente vinculado a cada tipo de sociedad y es un reflejo de las principales características de la misma, por lo que, si se quiere comprender el fenómeno de la delincuencia, resulta imprescindible conocer los fundamentos básicos de cada clase de sociedad, con sus funciones y disfunciones.
Por ejemplo, si mejora la situación económica del país, disminuye el índice de desempleo; al disminuir el índice de desempleo, disminuye la delincuencia; además, la mejora de la situación económica a la larga incide positivamente en el índice de escolaridad, y esto trae como consecuencia una disminución en la delincuencia juvenil.
- Y viceversa, al aumentar la población aumenta la delincuencia juvenil y aumentan los centros de rehabilitación.
- Al aumentar el índice de drogadicción, aumenta la delincuencia juvenil.
- Esto puede verse si se quiere de manera muy determinante, y lo es, en cierta medida, pero lo importante aquí es señalar que los factores sociales determinan en cierta medida la producción de delincuentes y violencia en las sociedades.
En la lista siguiente se puede observar algunas de toda una serie de variables ambientales que se relacionan y afectan el fenómeno de la delincuencia.1. El índice de desempleo.2. La población.3. La falta de impulso al deporte.4. Índice de integración familiar,5. A grandes rasgos, puede señalarse que existen cuatro grandes teorías sobre las variables asociadas con la delincuencia. La primera enfatiza los factores relacionados con la posición y situación familiar y social de las personas (sexo, edad, educación, socialización en la violencia, consumo de drogas y alcohol); la segunda se interesa en los factores sociales, económicos y culturales (desempleo, pobreza, hacinamiento, desigualdad social, violencia en los medios de comunicación, cultura de la violencia); la tercera estudia los factores relacionados con el contexto en el que ocurre el crimen (guerra, tráfico de drogas, corrupción, disponibilidad de armas de fuego, festividades) y una cuarta, de corte sobretodo psicológico, que enfatiza los factores de personalidad del delincuente. En general, la principal causa generadora de la delincuencia, para los habitantes de las zonas urbanas del país, es la desintegración familiar, en segundo lugar, la crisis económica y la pobreza, seguida por el consumo de drogas y alcohol. Estos resultados están íntimamente relacionados con las creencias de que la familia es la principal institución formadora de valores y en ella recae la responsabilidad de los actos de sus miembros.
- Por otro lado, existe la idea de que la actual situación que enfrenta el país en materia económica, política y social ha llevado a un número cada vez más alto de personas a delinquir.
- De acuerdo con un estudio realizado por la Universidad Autónoma Metropolitana, la representación que tienen los sujetos de la violencia delictiva está estructurada en el estereotipo y creencias que se tienen del delincuente.
A partir de esta representación se va estructurando la explicación otorgada a la delincuencia y de sus efectos sobre la población. En este mismo estudio se encontraron relaciones entre las causas de la delincuencia y las medidas para combatirla. Por un lado, se encontró a la familia como causa inmediata de la conducta del delincuente.
- Un delincuente se comporta así porque vive en un ambiente de agresividad: familia, colonia, amigos.
- Entre las causas internas se enfatizó la personalidad del delincuente.
- Aquí los delincuentes tienen mayor responsabilidad de lo que hacen porque este comportamiento es voluntario, de esta manera existe un juicio más desfavorable en cuanto a la posibilidad de combatir el delito, ya que los sujetos tienen la decisión de ser como son y nadie los obliga.
Se encontró también que la droga está asociada a la personalidad del delincuente, sólo que de manera distinta entre las personas que han sido victimizadas y las que no. Los victimizados piensan que los delincuentes usan el dinero para comprar droga. No existe una excusa razonable para delinquir.
- Por otro lado, los delincuentes actúan bajo la influencia del alcohol y por lo tanto no son conscientes de lo que hacen.
- Además de que la droga les da fuerza para delinquir y para actuar sobre otra persona.
- Otra causa externa y no atribuible al delincuente es la corrupción en las autoridades encargadas de la impartición de justicia.
Esta corrupción provoca injusticia e impunidad porque la mayoría de los delitos no son resueltos y los delincuentes salen libres con una “mordida”. Otra de las explicaciones brindadas fue que la situación que impera en el país (pobreza, el desempleo, etc) obliga a delinquir.
Aquí, si se quiere terminar con la delincuencia, es necesario que primero se resuelva la situación actual del país. La responsabilidad se deslinda de la persona que delinque, el problema no sólo está en ellos, sino en la sociedad en que vivimos. Por ello la delincuencia puede ser reducida creando las condiciones óptimas para que la gente no delinca.
Por lo anterior, la sociedad debe tomar conciencia de que ella misma es, en gran medida, con sus estructuras injustas, responsable de la delincuencia y de la obligación que ella tiene de colaborar intensa y eficazmente en la resolución de la problemática de la violencia y agresividad juvenil.
La sociedad debe afrontar el problema de la violencia callejera y la situación actual del encarcelamiento de los delincuentes jóvenes, no tanto desde aspectos jurídicos y penales y de tranquilidad social, sino desde las causas que la generan. La prisión en la actualidad es un sinsentido; se trata del último reducto al que debieran acudir los jóvenes delincuentes.
La prisión agrava la situación, destruye los valores de la persona y se convierte en enclave de la alienación, cuando no de violencia, soledad, vagancia, incomprensión y amoralidad e inmoralidad. La cárcel es generadora de nuevas y más graves delincuencias.
- Los estigmas de la prisión son desgarradores y crueles, perduran durante gran parte de la vida y por lo regular el interno queda traumatizado para siempre.
- Delincuencia juvenil Un análisis profundo de la etiología de la delincuencia juvenil nos indica que este fenómeno es con frecuencia una respuesta personal a una agresión social.
La sociedad ha negado al joven algo que le era necesario. La culpa del delito debe ser repartida entre la sociedad y el delincuente. La violencia viene a ser una respuesta a ese vacío existencial que experimenta la juventud, es el efecto personal y colectivo de una reproducción social más profunda y más grave.
En algunos jóvenes, la delincuencia es algo transitorio, utilizado para llamar la atención a falta de autodominio, mientras que para otros se convierte en norma de vida. Cuanto más joven sea el delincuente, más probabilidades, habrá de que reincida, y los reincidentes, a su vez, son quienes tienen más probabilidades de convertirse en delincuentes adultos.
Un estudio realizado por Philip Feldman reseña un análisis sobre relación entre la delincuencia juvenil y la clase baja. Feldman concluye que la clase baja tiene más probabilidad de ser investigada, arrestada por sospechosa, permanecer en prisión, ser llevada a juicio, ser hallada culpable y recibir castigo severo, que cualquiera de las otras clases sociales.
Pero aunque la delincuencia continúa ligada a la miseria, su práctica se ha extendido últimamente a los grupos socioeconómicos medios y altos. La delincuencia juvenil alcanza, de ordinario, su punto máximo entre los 13 y 15 años de edad; pues, es un periodo en el cual el menor tiende particularmente a relacionarse con los otros chicos de su edad.
Las actividades ilegales que desarrollan jóvenes se manifiestan más agudamente en la adolescencia, cuando el joven está más capacitado para realizar acciones por cuenta propia. La influencia del medio en el desarrollo de la delincuencia juvenil es también muy importante, los niños colocados en un medio muy pobre o que viven en condiciones difíciles están fuertemente tentados de descifrar su existencia por el robo o por la búsqueda de consolaciones dudosas.
Estas son una de las razones del enorme número de condenas por delincuencia juvenil durante la guerra, las privaciones, los cambios del medio social, la inquietud y el medio han ejercido una influencia disolvente y han dado un golpe a la vida moral, de la cual todavía no se ha repuesto en los ambientes donde hay malas viviendas, donde reina la promiscuidad y la miseria, es donde se encuentran la mayor proporción de delincuentes juveniles.
Lo que podemos establecer es que la violencia actual se nutre de factores históricos, demográficos, psicológicos, económicos y sociales, entre otros, por ello es fundamental definir el concepto de violencia como toda aquella acción u omisión que mediante el empleo deliberado de la fuerza, ya sea física o emocional, logre o tenga el propósito de someter, causar daño u obligar a un sujeto a efectuar algo en contra de su voluntad.
- La violencia, teniendo a los jóvenes como víctimas o victimarios, está íntimamente vinculada a la condición de vulnerabilidad social de estos individuos.
- La vulnerabilidad social es tratada aquí como el resultado negativo de la relación entre la disponibilidad de los recursos materiales o simbólicos de los actores, sean individuos o grupos, y el acceso a la estructura de oportunidades sociales, económicas, culturales que provienen del Estado, del mercado y de la sociedad.
Este resultado se traduce en debilidades o desventajas para el desempeño y movilidad social de losjóvenes. El no acceso a determinados insumos (educación, trabajo, salud, ocio y cultura) disminuyen las posibilidades de adquisición y perfeccionamiento de esos recursos que son fundamentales para que los jóvenes aprovechen las oportunidades ofrecidas por el Estado, el mercado y la sociedad para ascender socialmente.
- Además, diversas modalidades de separación de los espacios públicos de sociabilidad y la segmentación de servicios básicos (en especial la educación) concurren para ampliar la situación de desigualdades sociales y la segregación de muchos jóvenes.
- Por otro lado, influyen también los impactos desintegradores de un modelo de crecimiento económico a nivel global y nacional, que ha reforzado la polarización del ingreso y la riqueza entre países y personas, generando pobreza, exclusión y menor bienestar, particularmente para las jóvenes generaciones.
Especialistas en atención a los jóvenes coinciden en que la principal causa que explica ese inquietante fenómeno social tiene que ver con el descenso de la calidad de vida de la juventud mexicana. En México existe una enorme cantidad de jóvenes que son víctimas de un modelo social que conduce a la violencia social, a las drogas y al alcohol, a la deserción escolar y la delincuencia.
Muchos de ellos son niños y adolescentes. En la revista Proceso del 9 de mayo del 2002, Elena Azaola, consejera de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, menciona “¿qué se puede esperar de un país donde sólo 17 por ciento de los jóvenes pueden acceder a la universidad, de una ciudad en la que 24 por ciento de la población joven no estudia ni trabaja?” Sostiene que desde 1995, la juventud mexicana no tiene más referentes que la crisis económica, la corrupción, la violencia, los crímenes, y si a eso se agrega el desgaste del tejido social o la patología de los vínculos sociales, la situación resulta peor.
El análisis de la criminalidad en México revela un incremento en relación directa con la cantidad de la población total, en razón de 3.2 por ciento anual, comparado con 2.5 por ciento para el resto de los países del mundo, de acuerdo con cifras de la ONU.
En los últimos seis años, el porcentaje de delitos cometidos por menores de 8 a 17 años y jóvenes de 18 a 29 años, que representan una parte importante de la fuerza productiva del país, registra un insólito crecimiento, particularmente en el Distrito Federal. De acuerdo con datos estadísticos de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), las mujeres ocupan en la Ciudad de México un porcentaje mínimo en la comisión de los delitos o al ser víctimas.
Las involucradas en hechos delictivos apenas representan cerca de cinco por ciento de la población y en algunos delitos como el homicidio sólo uno (Zamora, 2003). Pero a pesar de todo no podemos negar que la violencia social nos ha conducido a una transformación en los roles tradicionales, antes la mujer era vista como un ser débil e incapaz de ejercer violencia; pero aunque todavía aun no se llega a cifras alarmantes en donde la mujer esté por encima del hombre en cuanto generadora de violencia, ya está empezando a hacerse presente en el campo de esta preocupante realidad social ( cuadro 1 ). Hoy en día, la delincuencia juvenil es mayor a la de otros años, pero con la característica de que se emplea violencia, porque ya no solamente se restringe al delito patrimonial y el uso de la violencia verbal, sino que el menor infractor es más propenso ahora a lastimar físicamente y a humillar a la víctima, siendo ésta la forma de recriminar a la sociedad que le negó la posibilidad de ser un individuo productivo.
- A continuación se presenta la gráfica 6 en la que se puede observar el tipo de robo según la edad.
- El aumento en los índices de delincuencia ha provocado que jóvenes de 21 a 30 años de edad conformen el grueso de la población cautiva en las cárceles capitalinas, según se desprende del Diagnóstico Interinstitucional del Sistema Penitenciario presentado en la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal.
En los últimos siete años el número de reclusos en el Distrito Federal ha pasado de 7 500 a casi 23 000, lo que ha provocado mayor hacinamiento y más corrupción. Es tal la problemática que envuelve a este sector que 15 079jóvenes de entre 18 y 30 años de edad forman parte de la población penitenciaria del Distrito Federal. Al tratar a la delincuencia como uno de los puntos más importantes relacionados con la violencia juvenil, nos damos cuenta del rumbo que puede tomar esta problemática y así crear conciencia de la necesidad urgente de proponer y tomar medidas de solución, una de ellas y quizás la más importante consiste en darle prioridad a la participación de los jóvenes como protagonistas de su proceso de desarrollo, ya que esto resulta una alternativa eficiente para superar la fragilidad de esos actores, sacándolos del ambiente de incertidumbre e inseguridad, pues si bien es cierto que los jóvenes son los que tienen la energía, la decisión, la valentía para violentar, también son los más vulnerables y deseosos de experimentar nuevas formas de existir y ser reconocidos por otros individuos.
- La Encuesta Nacional de Inseguridad realizada por el Instituto Ciudadano de Estudios Sobre la Inseguridad mostró que 54.3 por ciento de los delincuentes tienen entre 16 y 25 años de edad, es decir, que más de la mitad de los delincuentes son jóvenes.
- Solamente tres por ciento son niños menores de 15 años.
Estos datos demuestran que los jóvenes recurren a la delincuencia, siendo el robo o salto a persona el delito en que más incurren, con 58.2 por ciento de los casos, utilizando para la perpetración del hecho delictivo navaja o cuchillo en la mayoría de los casos. Las edades de estos menores oscilan entre los 12 y 17 años, y los delitos en los que más participan van desde asalto a automovilistas y taxistas, hasta robo de vehículos y secuestro. Más alarmante resulta aún que de las 88 bandas reportadas y desmanteladas por la PGJDF, 9.9 por ciento son encabezadas y operadas por menores en su totalidad, y en 33 de ellas participaban jóvenes de 12 a 17 años.
De los 578 menores detenidos en ese primer trimestre, 80 por ciento tenían entre 15 y 17 años de edad. Hasta el momento se ha considerado a los jóvenes como generadores de violencia, sin embargo, debemos reconocer que este grupo también ha sido víctima de esta problemática. De esta manera los jóvenes no sólo deben ser vistos como victimarios sino también como victimas.
Como se ha mencionado anteriormente, existen factores que dejan a los jóvenes excluidos de las estructuras formales (empleo, educación, servicios de salud, familia, etc), lo que trae consigo otros problemas para la sociedad y para los jóvenes mismos.
Tal es el caso de aquellos jóvenes que son orillados a recurrir a prácticas ilegales para resolver sus problemas económicos (robos, secuestros, narcotráfico, prostitución, etcétera.) Sin embargo, existen otra serie de factores que se relacionan con la delincuencia juvenil y que son vistos de cierta manera también como factores de riesgo, algunos de los cuales ya se mencionaron líneas arriba, pero que valdría la pena ver con mayor profundidad.
Entendido el factor de riesgo como una característica o circunstancia cuya presencia aumenta la posibilidad de que se produzca un daño o resultados no deseados, las y los jóvenes, por diversas circunstancias ambientales, familiares e individuales, frecuentemente desarrollan conductas que son vistas como factores de riesgo.
Las conductas de riesgo, que a su vez pueden constituir daños más comunes son: adicciones, (tabaquismo, alcoholismo y drogadicción), exposición a ambientes peligrosos y violentos, que asociados potencializan la probabilidad de que las y los adolescentes sufran accidentes, suicidios y homicidios, entre otros.
Otras conductas de riesgo importantes son las relaciones sexuales sin protección, que pueden llevar a infecciones de transmisión sexual como el VIH/ sida, y también a embarazos no planeados. También la mala alimentación, que predispone la desnutrición u obesidad.
Ahora bien, por el fenómeno que estamos analizando, la delincuencia juvenil, sólo nos referiremos a algunos de los factores de riesgo que tienen mayor relación —según los teóricos del fenómeno delictivo. Adicciones Son muchas las vidas que se pierden en nuestro país todos los días motivadas por efecto del consumo de productos adictivos y por las enfermedades y la violencia que se genera en torno a ello.
Accidentes, padecimientos crónicos, incapacidad física y mental, desintegración familiar, delitos sexuales, corrupción, todo repercute directamente en la salud integral de la sociedad. La adicción es la actividad compulsiva y la implicación excesiva en una actividad específica.
La actividad puede ser el juego o puede referirse al uso de casi cualquier sustancia como una droga. Las adicciones pueden causar dependencia psicológica, o bien, dependencia psicológica y física. El desarrollo de la adicción se facilita por factores sociales que modifican su aparición. También existen aspectos sociales en los grupos de uso y adicción específicos.
La adicción impacta de tal manera la vida del adicto que sus sistemas de valores cambian para convertirse en toda una cultura diferente, con sus propias creencias y rituales. Para los adictos, la actividad relacionada con las drogas llega a ser una parte tan grande de la vida diaria que la adicción interfiere generalmente con la capacidad de trabajar, estudiar o de relacionarse normalmente con la familia y amigos.
En la dependencia grave, los pensamientos y las actividades del adicto están dirigidas predominantemente a obtener y tomar la droga, llegando a un punto tal que el adicto puede manipular, mentir y robar para satisfacer su adicción. Los adolescentes pueden estar involucrados de varias formas con el alcohol y las drogas legales o ilegales.
Es común experimentar con el alcohol y las drogas durante la adolescencia, desgraciadamente, con frecuencia los adolescentes no ven la relación entre sus acciones en el presente y las consecuencias del mañana. Los jóvenes tienen la tendencia a sentirse indestructibles e inmunes hacia los problemas que otros experimentan.
El uso del alcohol o del tabaco a una temprana edad aumenta el riesgo del uso de otras drogas posteriormente. Algunos adolescentes experimentan un poco y dejan de usarlas, o continúan usándolas ocasionalmente sin tener problemas significativos. Otros desarrollarán una dependencia, usarán drogas más peligrosas y causarán daños significativos a ellos mismos y posiblemente a otros.
En México, por ejemplo, hay 3 millones 241 mil consumidoras de alcohol, cigarro y drogas ilícitas. En promedio, la mujer inicia su consumo a los 15 años, lo que nos muestra nuevamente que estamos siendo testigos de una etapa en la que los roles tradicionales están cambiando de manera negativa en lugar de positiva, la mujer anteriormente presentaba índices bajos de adicción a drogas, alcohol o cigarros; ahora compite activamente con el hombre.
- De acuerdo con diversos estudios, esto se vincula a la búsqueda por disminuir los efectos de una relación social que frustra o violenta su posición en ella.
- Es por ello que ahora el consumo de narcóticos no sólo es un problema de salud pública, sino también de seguridad pública (Ruiz, 2003).
- Estas adicciones han generado un incremento de los problemas de salud mental en los jóvenes.
Los datos disponibles indican que los problemas mentales están entre los que contribuyen a la carga global de enfermedades y discapacidades. Los niños y adolescentes constituyen un grupo que vive en condiciones o circunstancias difíciles que los ponen en riesgo de ser afectados por algún trastorno mental. Las causas accidentales y violentas más frecuentes son los accidentes de tránsito y el suicidio. Estas causas cuentan con pocos recursos asignados para su tratamiento y, sin embargo, constituyen más de 80 por ciento de los casos de muerte que son prevenibles.
- Entre los adolescentes, estas estadísticas de mortalidad evidencian tres fenómenos importantes para la transición epidemiológica, es decir, para su crecimiento y propagación.
- El primero de ellos tiene relación con la aparición de violencia, accidentes, homicidios y suicidios, efectos en la salud derivados del medio ambiente social, tránsito, urbanismo y conductas de riesgo y estilo de vida de los adolescentes, lo cual corresponde necesariamente a aspectos sociales y económicos englobados en la pobreza y la marginación.
El suicidio en adolescentes adquiere cada vez mayor interés para los profesionales de la salud, y el reconocimiento de los factores de riesgo asociados, de las opciones de tratamiento y de las estrategias de prevención se revelan como aspectos esenciales en el manejo global.
Son más los adolescentes que las adolescentes que logran morir, pero son más las adolescentes que lo intentan. Se ha identificado que tras cada suicidio conocido hay 50 intentos que no se logran detectar y, por supuesto, no se toma ninguna medida de apoyo para los que lo realizan. En 1989, Stillion, Mc Dowell y May propusieron un modelo de la trayectoria del suicidio, que comprende cuatro categorías de factores de riesgo que contribuyen al pensamiento suicida: los aspectos biológicos, los psicológicos, los cognitivos y los ambientales.
El suicidio es la acción de quitarse la vida de forma voluntaria y premeditada. Durkheim da una definición objetiva del suicidio, eliminando las posibles alteraciones que las palabras sufren al incluirse en el vocabulario cotidiano. Así, define el suicidio como toda muerte que resulta mediata o inmediatamente de un acto positivo o negativo realizado por la misma víctima.
Tras dar esta definición observa en su argumentación que pueden quedar incluidos los hechos accidentales, así establece la siguiente matización: “Hay suicidio cuando la víctima, en el momento en que realiza la acción, sabe con toda certeza lo que va a resultar de él.” El comportamiento de la actividad suicida comprende la autodestrucción total (muerte), la autodestrucción (no muerte), la mutilación y otras acciones dolorosas y no dolorosas, las amenazas, indicaciones verbales de las intenciones de destruirse, depresión e infidelidad y pensamientos de separación, partida, ausencia, consuelo y alivio.
El suicidio en la juventud ha aumentado y algunos se lo atribuyen al abuso de las drogas y el alcohol, es más acertado afirmar que los mismos factores que llevan a las personas al alcohol o a las drogas las lleven a intentos de cometer actos suicidas.
- Los factores de aislamiento social o psicológico y los estados depresivos tienen una mayor importancia en momentos de cometer el suicidio.
- El aislamiento psicológico producido a veces por la ruptura de los lazos afectivos, por las carencias de afecto o por la frustración de determinadas expectativas.
Desde el punto de vista ético, la causa más inmediata suele ser la desesperación, situación extrema a la que se llega por diversas influencias. Dejando de lado los casos patológicos (trastornos mentales habituales o esporádicos de difícil valoración moral) y el reconocimiento de la frialdad y cálculo, muy pocas veces coexisten con un gesto contrario al instinto de conservación del hombre. Los adolescentes experimentan fuertes sentimientos de estrés, confusión, dudas sobre sí mismos, presión para lograr éxito, incertidumbre financiera y otros miedos mientras van creciendo. Durante el periodo de 1970 a 1994, la tasa de suicidios en ambos sexos pasó de 1.13 por 100 000 habitantes en 1970 a 2.89 por 100 000; en 1994 aumentó 156 por ciento, con mayor fuerza para la población masculina.
En términos de la mortalidad proporcional, el suicidio pasó de 0.11 a 0.62 por ciento de todas las defunciones. Éstos son sólo algunos de los factores de riesgo que se encuentran de manera más íntimamente relacionada con la delincuencia juvenil y que sin lugar a dudas muestran cierto aumento en la población joven de nuestro país.
Existe un consenso claro entre autoridades federales, locales y especialistas en el tema, en que la delincuencia juvenil es consecuencia del grave deterioro de la calidad de vida que resiente de manera especial el sector joven de la población. Explican que en lugar de tener a la mano alternativas que garanticen su desarrollo, adolescentes y jóvenes de entre 15 y 24 años están condenados, de antemano, a subsistir en medio del desempleo, la violencia intrafamiliar, el consumo de drogas y alcohol, y la deserción escolar, en suma, de la pobreza.
- En ese sentido, la delincuencia juvenil tiene que ver con la baja en la calidad de vida de los mexicanos, particularmente de la juventud.
- Por ejemplo, un dato importante es que en México entre 35 y 40 por ciento de los adolescentes viven en hogares de extrema pobreza.
- La gran mayoría viven en familias con madre y padre, pero 26.6 por ciento han salido del hogar paterno.
La Encuesta Nacional sobre Inseguridad 3 mostró que 4.3 por ciento de los delincuentes tienen entre 16 y 25 años de edad, es decir, que más de la mitad de los delincuentes son jóvenes, mientras que tres por ciento son niños menores de 15 años. Los principales actos delictivos en los que han participado menores de edad son los siguientes: delitos contra la salud, violación, robo a casa habitación, robo a vehículo, robo a negocio, lesiones por golpes y otros delitos.
- Este fenómeno continuará y seguirá incrementándose mientras el beneficio privado, el afán de lucro, el despilfarro y el sistema capitalista deifique la posesión del dinero al mismo tiempo que ponga barreras infranqueables a masas de población que subsisten, en la miseria y en la marginación.
- Por lo anterior, nos damos cuenta de que es urgente dar prioridad a la participación de los jóvenes como protagonistas de su proceso de desarrollo, ya que esto resulta una alternativa eficiente para superar la vulnerabilidad de esos actores, sacándolos del ambiente de incertidumbre e inseguridad, pues si bien es cierto que los jóvenes son los que tienen la energía, la decisión, la valentía para violentar, también son los más vulnerables y deseosos de experimentar nuevas formas de existir y ser reconocidos por otros individuos.
La delincuencia juvenil no se arreglará con abrir más cárceles y retirar a los jóvenes de la vida social llevándolos a la cloaca de la sociedad, ni con la brutalidad policiaca o el sobre endurecimiento de las penas aplicables a los delincuentes jóvenes. Medidas para reducir la delincuencia Abolir la delincuencia juvenil implica la implantación de un sistema jurídico y penal para ese sector de la población, así como de voluntad política e imaginación de las autoridades. Es necesario considerar el tratamiento de menores de edad, con base en los diferentes instrumentos internacionales en la materia, que antes de criminalizar a los infractores tengan en cuenta las causas que propician que los jóvenes incurran en conductas antisociales.
El Estado debe de tener como objetivo la rehabilitación social del joven infractor y no restringir la política de readaptación social al encarcelamiento. En ese sentido, son fundamentales los procedimientos alternativos: casas hogar, escuelas de artes y oficios y talleres. Para ello se debe partir de la premisa de que los adolescentes tienen mayor posibilidad de cambiar su conducta en virtud de que su personalidad está en proceso de formación.
Hay que buscar nuevas formas para prevenir el delito mediante la recreación y apertura de espacios destinados a los jóvenes, para que tengan en qué ocupar su tiempo libre, ya que no existen espacios culturales o deportivos que los guíen hacia formas de vida en favor de una sociedad comunitaria, que viva en armonía y paz.
Reflexiones finales En la actualidad, la globalización genera una paradoja, toda vez que establece una identidad mundial por el reconocimiento de valores universales, pero también crea antivalores comerciales consumistas, basados en gran medida en la violencia y el sexo, con lo cual permea las formas de vida de las diferentes sociedades.
A nadie se le oculta que en los últimos años se han ido abandonando las tareas de formación de la juventud. Lo lamentable es que el esfuerzo que se precisa limita a los educandos y por eso padres y educadores se acomodan a un antiguo patrimonio intelectual y ético, normalmente recibido, reelaborado y ampliado.
Desde este nivel ínfimo desarrollan su labor educativa y la poca formación que el joven recibe en este terreno está viciada y arrastra una carga negativa de errores y simplezas de la sociedad actual. De esta manera, la sociedad actual se convierte en la sociedad de la tentación para los jóvenes, potencia una sutil ideologización hábilmente dirigida desde el poder, con lo que los jóvenes han perdido el sentido real de la vida y se han precipitado en un ambiente donde se palpa el desencanto, la decepción, la desorientación y el absurdo.
Por ende, parte de la juventud ha perdido la confianza en el futuro, en el Estado y en la sociedad. Y una juventud sin futuro es una generación que nace muerta, sin porvenir, sin esperanza. La droga, el alcohol, la delincuencia y el vandalismo callejero son síntomas muy expresivos.
Hoy, el fenómeno juvenil sigue inquietando, al mismo tiempo que la incomprensión de los adultos alcanza grados mayores. Aunque la juventud es más crítica y menos ilusionada; pareciera no tener proyectos ni alternativas claras. Desea cambios, pero no ve caminos, debido a que están vedados por el sistema económico, político y social en el que se encuentran inmersos.
Se ha llegado a despreciar a los jóvenes hasta el extremo de quererlos eliminar y excluir de los marcos de influencia y de las decisiones importantes de su entorno. Sin embargo, los jóvenes reclaman su derecho a la diferencia, a la discordancia y a la discrepancia; es decir, con su praxis, los jóvenes reclaman el reconocimiento de su existencia autónoma, el respeto a sus formas y estilos de vida; así como el derecho a la interlocución, a ser tomados en cuenta y a la participación.
En pocas palabras, los jóvenes, con su praxis, demandan una sociedad más tolerante, más diversa, más incluyente, más justa y más democrática. Existe una violencia patente y oculta que se esconde en nuestra sociedad, no sólo la que se refiere a las personas, sino también a las estructuras; se trata de una violencia que tiende a hacerse cada vez más anónima y, por lo tanto, más difícil de combatir.
No basta únicamente con clasificar y etiquetar a los jóvenes y sus acciones, como lo hacen las instituciones gubernamentales, ya que para la mayoría de ellas existen cuatro tipos de juventud que viven consciente y sistemáticamente en ruptura con la sociedad, mostrándose incapaces de entrar ordenadamente en la marcha de la comunidad y en desempeñar su papel en la vida; esos cuatro tipos son: inadaptados sociales, asociales, posibles delincuentes y delincuentes.
Para las autoridades, todos ellos tienen un denominador común: incapacidad de adaptación al medio social, unos dañan durante la convivencia social con su comportamiento debido a su íntima estructura, otros no respetan las normas establecidas por no haberse identificado y socializado, otros se enfrentan violentamente contra las normas llegando a un cierto vandalismo intolerable en una sociedad democrática y en un mundo civilizado, otros carecen del espíritu de trabajo y esfuerzo para realizarse como personas.
Han seguido los derroteros de la ociosidad, el juego, el abandono de la escuela o el trabajo. Han consagrado su vida a la diversión desordenada, sin jerarquía alguna de valores y sus acciones llegan al límite de la violencia y a la delincuencia. Sin embargo, la delincuencia no debe confundirse nunca con la rebeldía.
Una hábil maniobra ha tratado de empequeñecer la sana y justificada rebeldía de la juventud en el mundo, en el seno de una sociedad sin ideas, materialista, brutal, colgando a los jóvenes el sanbenito de delincuente. Sin una juventud rebelde y preocupada, que quiera dar siempre su propio nervio a la sociedad en que viva, pocos pasos adelante se pueden dar.
La juventud conformista va a remolque del pensamiento de su generación y pocos valores aporta a la sociedad. Es un hecho que cuando aumenta la rigidez de la sociedad y las autoridades pregonan que todo está bien y cuando el desfase entre el discurso y la realidad es tan abismal, consciente o intuitivamente mucha gente joven desconfía de las supuestas bondades del mundo que ha heredado.
Estos jóvenes se esfuerzan cada día por distanciarse culturalmente de los demás y se rebelan contra la discriminación. Como podemos ver, la violencia y con ello la delincuencia juvenil, no es producida aleatoriamente, sino que está compuesta por una serie de factores que propician que cada vez más jóvenes adopten la violencia como una forma de vida.
Ahora bien, la delincuencia juvenil en México es básicamente un problema social que no se resuelve con mayor represión ni mucho menos disminuyendo la edad penal. El crecimiento de la delincuencia en un país depende de su desarrollo económico, del nivel de vida de la sociedad y de la interrelación de estos factores con sus condiciones culturales y educativas.
- El carácter de esta interrelación puede provocar anomia y, por ende, la ruptura de la cohesión social y familiar, lo cual aumenta la incidencia del delito en los sectores juveniles.
- Si aceptamos la hipótesis de que a mayor bienestar social crece la solidaridad entre generaciones y con ello disminuye la delincuencia entre los jóvenes, el posible tratamiento del problema tiene dos vertientes, y ambas son responsabilidad principalmente del Estado.
Una es competencia de los poderes Ejecutivo y Legislativo, y tiene que ver con construir una nación que posibilite una vida digna a todos sus habitantes: sin pobreza, marginación, discriminación ni racismo, con fuentes de trabajo y salarios decorosos, con escuelas y universidades gratuitas, un proyecto nacional con estos propósitos sería seguramente generador de una juventud comprometida, responsable y confiada en el futuro, y en esas condiciones la delincuencia general y la juvenil en particular tendrían niveles bajos.
- La otra vertiente corresponde a la administración de justicia y es responsabilidad del Poder Judicial.
- Sin embargo, ¿cuál debe ser la política estatal hacia los jóvenes que delinquen? ¿Atacar la raíz del fenómeno o reprimir? Bibliografía ABRAMOVAY, M., 2002, Juventud, violencia y vulnerabilidad social en América Latina: desafíos para políticas públicas.
Banco Interamericano de Desarrollo, Unesco, México. ARENDT, Hannah, 1970, “Sobre la violencia”, J. Mortiz, México. BANDURA, Albert, 1975, “Modificación de conducta, análisis de la agresión y la delincuencia”, Trillas, México. BEJAR Navarro y Héctor Rosales, 1999, La identidad nacional mexicana como problema político y cultural, Ed.
Siglo XXI, México. BONILLA Velez y Jorge Iván, 1995, “Violencia, medios y comunicación: otras pistas en la investigación”, Trillas, México. BOURDIEU, Pierre, 1990, “La juventud no es más que una palabra”, Sociología y cultura, Conaculta/Grijalbo, México. BOURDIEU, Pierre, 1995, “Cuestiones de sociología”, Siglo XXI, México.
BRITO Lemus et al., 1985, “Conversación con Carlos Monsiváis”, en Revista de Estudios sobre Juventud, núm.5, enero-marzo. De VARELA, Karla Hananía, 2001, “Organización Iberoamericana de la Juventud”, en Millenium núm.2. DOMENACH, J. M, 1981, “La violencia”, en La violencia y sus causas, Unesco, París.
- FUNES Jaime, 1995, La delincuencia infantil y juvenil, Piados, Buenos Aires.
- GASCÓN, Verónica, 2002, “Aumentan jóvenes en los reclusorios”, en El Universal, 28 de noviembre.
- GENOVÉS Tarazaga, Santiago, 1977, Violencia: una visión general, Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM, México.
- GONZÁLEZ, P.L., 2002, Percepción ciudadana de la inseguridad, FCE, México.
GUINSBERG, Enrique, 1999, Control de los medios, control del hombre, Pangea/ UAM, México. IMBERT, Gerard, 1992, Los escenarios de la violencia: conductas anómicas y orden social, La mirada transversal, Icaria, Barcelona. INEGI, 2002, Anuario Estadístico del Distrito Federal, 2002.
IZQUIERDO Moreno, Ciriac, 1999, Sociedad violenta: un reto para todos, Ed. San Pablo, Madrid. La JORNADA, 2003, 27 de agosto. NAVARRO Sandoval, Norma Luz, 2002, Marginación escolar en los jóvenes: aproximación a las causas de abandono, Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, México.
OTERO, S., 2002, “Jóvenes, 57 por ciento de los delincuentes”, en El Universal, 11 de febrero. PROCESO, 2004, Revista semanal, núm.1426, 3 de marzo. REFORMA, 2002, Menores infractores, 15 de abril. REGUILLO, R, 1999, “Violencias expandidas”, en Revista de Estudios sobre Juventud, año 3, núm.8, enero-junio.
ROBLES, Fernando, 1999, Estudios sociológicos: violencia, México. RODRIGUEZ, Ernesto y Bernardo Dabezies, 1990, Primer informe sobre la juventud de América Latina. RUIZ, Sara, 2003, “Detona el consumo de drogas la violencia y la presión social”, en periódico Reforma, 8 de marzo. SALVIA, A. et al., 1997, “La exclusión de jóvenes en los noventa.
Factores, alcances y perspectivas”, en I Congreso Internacional de Pobres y Pobreza, Universidad Nacional de Quilmes y Centro de Estudios e Investigaciones Laborales del Conicet, noviembre, Quilmes. SANTOS Preciado, J. et al., 2003, “La transición epidemiológica de las y los adolescentes en México”, en Salud Pública Mex, núm.45 supl.1: S140-S152.
TECLA J., Alfredo, 1995, “Antropología de la violencia”, en Taller abierto, Sociedad Cooperativa de Producciones, México. VALENZUELA, A.J.1997, Vida de barro duro. Cultura popular juvenil y graffiti, Universidad de Guadalajara/El Colegio de la Frontera Norte, México. ZAMORA Ricardo, 2003, “Son mujeres delictivas sólo cinco por ciento de la población”, en periódico Reforma, 9 de marzo.
Notas * En la elaboración de este trabajo se contó con la participación de Juan Carlos Soriano García, Guadalupe Quiroz Blancas, Noé Nava Ramos, Susana Bonilla Andrade y Lucia Mirell Moreno Alva.1 Realizada por la Secretaría de Educación Pública, el Instituto Mexicano de la Juventud y el Centro de Investigación y Estudios sobre Juventud, los resultados fueron publicados en agosto de 2000.2 Que se levantó del 26 de septiembre al 30 de octubre del 2000, por la empresa ACNielsen, y que registró delitos cometidos en el periodo de agosto de 1999 a agosto de 2000.3 Realizada por el Instituto Ciudadano de Estudios Sobre la Inseguridad A.
C del 2 al 24 de marzo de 2002, con un nivel de confianza de 95 por ciento y un margen de error del +/- uno por ciento, representatividad nacional y estatal con 35 001 cuestionarios. Información sobre el autor René Jiménez Ornelas. Es actuario por la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Maestro en Demografía por el Colegio de México y doctor en Ciencias Sociales con especialidad en población por la misma institución. Investigador en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. Actualmente se desempeña en la Coordinación de la Unidad de Análisis sobre Violencia Social de la UNAM, donde desarrolla investigaciones, artículos de difusión e intervenciones en diversos medios de comunicación relacionadas con temáticas de interés nacional como delincuencia, criminalidad, vandalismo, entre otros; asimismo ha sido autor y coautor de diversos libros y artículos, entre los más recientes se encuentra “La cifra negra de la delincuencia en México: sistema de encuestas sobre victimización”.
- Ocupó el cargo de Director Técnico del Instituto Ciudadano de Estudios Sobre la Inseguridad (ICESI) de mayo de 2002 a enero de 2004.
- Forma parte del Sistema Nacional de Investigadores y de la Academia Mexicana de Ciencias, es miembro de la Comisión Dictaminadora del Departamento de Psicología Social de la Facultad de Psicología de la UNAM y de la Comisión Dictaminadora del Programa de Posgrado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
Correo electrónico: [email protected]
Ver respuesta completa
Factores sociales que condicionan la delincuencia Los factores sociales que condicionan la delincuencia, sobresalen con respecto a otros, dada la continua acción del hombre en la sociedad y la interacción entre los sujetos que en ella se desarrollan, conviviendo a diario bajo los mismos patrones de conducta y similares hábitos.
Dentro de estos factores sociales se tiene: El espacio social: Aquellos factores estáticos que se relacionan con una cultura y un medio geográfico determinado. La cultura comprende hechos sociales de una sociedad determinada con un uso reiterado. Llega a crear costumbres, sentar creencias y patrones sociales, así como concebir técnicas, incluso se concibe como fundamento y contenido de las normas jurídicas.
En este parámetro se analizan las zonas criminógenas, concebidas como aquellos territorios proclives a que la actividad delictiva se realice en ellos. Incluso según las características de una zona serán los hechos delictivos que se realicen en ellos. Incluso, según las características, serán los hechos delictivos que se realicen, tenemos de referencia la diferencia entre una ciudad y una zona rural.
El barrio: Comprendido como el límite político establecido por las autoridades, o bien el entorno en que se mueve cada persona a diario, a pesar de que el círculo social en que se interactúe sea fuera de este territorio. El barrio influye en el número, tipo y calidad de los delitos que se cometen, teniendo en cuenta cuanto facilita o dificulta el control de las autoridades y la protección que pueda dar esta y los habitantes del territorio.
En este espacio territorial existen intereses comunes, normas aceptadas en las relaciones sociales o económicas y algunas instituciones sociales, donde existe la interacción constante y generalmente una solidaridad dinámica ; lugares entre ellos primordiales que facilitan el vínculo: la escuela, la casa de residencia y el vecindario.
El alojamiento: El hogar y la convivencia interna complementan en gran medida los factores sociales que condicionan la delincuencia. Es un factor en estrecha relación con la familia y la educación que de esta recibe. La educación: La educación fundamental es dada por los padres, la escuela complementa la formación del individuo.
La educación recibida por el delincuente tiene una profunda relación con su peligrosidad, es decir, con la posibilidad de reiteración criminal, pues los que han crecido en un medio de vicio o criminalidad lo toman como cosa normal, aunque lo repruebe la sociedad.
Moralidad de los delincuentes: Los delincuentes no están desprovistos de moral, sino solo excepcionalmente, prueba de ello es que los asesinos, los violadores o abusadores sexuales y los ladrones se desprecian mutuamente por su baja moralidad, desde su visión de la vida. R eligiosidad: Algunos delincuentes intentan justificar sus actos con la creencia religiosa que los ha motivado a realizarlos, existiendo, inclusive, sectas religiosas destinadas a tales efectos. Economía:
Las condiciones materiales son indudablemente condicionantes de espirituales y es en este plano que la economía juega su rol como factor condicionante de la delincuencia. Son las condiciones económicas de vida del individuo las que lo impulsan en múltiples ocasiones a adentrarse en la delincuencia como alternativa a las problemáticas de la vida cotidiana.
Ver respuesta completa
¿Cómo prevenir la delincuencia en la comunidad?
Seguridad ciudadana: ¿cómo evitar ser víctima de la delincuencia? La delincuencia en el Perú continúa siendo uno de los principales problemas que aquejan a la ciudadanía debido a la creciente ola de robos y asaltos, lo cual pareciera nunca terminar. La inseguridad ciudadana está latente en varias zonas del país, incluso en los lugares que se consideran “los más seguros”, ya que los delincuentes no conocen límites.
- De acuerdo con el último informe sobre las cifras de seguridad ciudadana del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), el 18.6 % de la población por encima de los 15 años de edad fue víctima de algún hecho delictivo.
- Asimismo, señala que 9 de cada 100 habitantes del área urbana del país fueron víctimas de robo de dinero, cartera o celular; y en las ciudades de 20 mil a más habitantes, fueron 11 de cada 100 habitantes.
En ese sentido, en el marco de fomentar la cultura del autocuidado, el especialista en victimología, el Dr. Julio César Matos Quesada, docente ordinario en la categoría de principal de la Escuela de Derecho de la Universidad César Vallejo y miembro de honor del Instituto Nacional de Estudios sobre la Conducta Humana de México, nos brinda recomendaciones para no llegar a ser víctimas del incremento de la delincuencia en nuestro país.
- El experto señaló, entre otras cosas, que “es importante trabajar la política criminal desde los niños y jóvenes, motivo por el cual debe existir una decisión de Estado frente a los colegios, así como la educación desde el hogar por parte de los padres como trabajo de prevención”.
- Las personas confían en que el Estado va a resguardar la seguridad, pero eso no es suficiente.
Por ello, en la victimología se está viendo la teoría de la precaución, ya que las personas también pueden actuar de manera inteligente y evitar así sufrir robos y ataques violentos”, asegura el Dr. Matos. Además, desglosa las siguientes medidas:
Estar siempre en alerta, evita ir por zonas de poca luz y lugares donde sean constantes los robos. Asimismo, trata de no caminar distraído y lleva tu bolso personal siempre adelante y afirmándolo con los brazos. Cambiar siempre la rutina, no utilices la monotonía de un solo lugar para evitar que los delincuentes te puedan ubicar. No dejar tus bienes donde prolifera la delincuencia. Evita sacar grandes cantidades de dinero a la vista de todos. Intenta ir acompañado para retirar dinero y efectuar cobros o pagos importantes. No dejar a los menores de edad con personas adultas que no se conoce o se desconfía.
: Seguridad ciudadana: ¿cómo evitar ser víctima de la delincuencia?
Ver respuesta completa
¿Qué puede hacer la escuela para ayudar a erradicar la delincuencia juvenil?
Mejor educación para menos delincuencia El principal vínculo teórico entre educación y el comportamiento criminal es bastante directo: la educación aumenta las oportunidades de acceder a trabajos legales e incrementa sus salarios, lo cual reduce el atractivo financiero de las actividades delictivas (para más detalles, ver este post y este otro post previo sobre la teoría económica del crimen).
- Existen otros vínculos entre la educación y la disminución de la criminalidad.
- El costo de oportunidad (definido en economía como lo que se deja de ganar por la elección que se ha decidido), es también mayor para aquellas personas que tienen el potencial de ganar altos salarios en actividades legítimas, pues estar en prisión implica tiempo fuera del mercado laboral.
Por otra parte, la condena en sí misma ejerce un estigma social que actúa como un disuasivo adicional, el cual es probablemente más fuerte cuanto mayor educación tenga el individuo. Por otro lado, la escolarización puede afectar el comportamiento de las personas, por ejemplo haciéndolas más pacientes o aumentando su aversión al riesgo.
- ¿Qué nos dice la evidencia? Si bien desde el punto de vista teórico podemos identificar varios canales a través de los cuales la educación afecta al crimen, abordar empíricamente esta relación resulta más difícil.
- La causalidad que usualmente se predice va desde la educación al comportamiento criminal, es decir, una persona con poca educación es más propensa a cometer delitos en comparación con una persona con mayor educación.
Sin embargo, también la causalidad puede interpretarse al revés: una persona más propensa a cometer delitos es menos probable que permanezca en la escuela en comparación con una persona que no es propensa a cometerlos. Hay algunos estudios que utilizan técnicas econométricas para asegurar que la causalidad viene de educación a crimen, como en el primer caso.
Estos estudios buscan cambios en educación que no son producidos por cambios en crimen. Por ejemplo Lochner y Moretti, (2004) utiliza los cambios en las leyes de asistencia escolar obligatoria por estado en el tiempo en EEUU (cambios que se cree no fueron producidos por aumentos en el crimen) y encuentra que la mayor educación reduce la tasa de criminalidad: un año extra de asistencia a la escuela secundaria reduce significativamente la probabilidad de arresto y encarcelamiento.
Además, un incremento de 1 por ciento en la tasa de graduación de la escuela secundaria en los hombres conduce a un ahorro de US$1.400 millones por año por gastos no incurridos relacionados a los costos sociales de la delincuencia. Resultados similares se obtuvieron estudiando cambios en las leyes de asistencia obligatoria a la escuela en el Reino Unido ( Machin, Marie y Vujic, 2012 ).
- Sin embargo, no solo parece relevante el mayor nivel de educación, sino también la calidad de educación que se recibe.
- Deming (2011) estima el impacto de ir a diferentes tipos de escuela (asignadas por una loteria) en el crimen en el distrito escolar de Charlotte-Mecklenburg (EEUU).
- Siete años después del sorteo, los beneficiados asignados a las mejores escuelas fueron arrestados en menor frecuencia y por menos días.
El efecto es mayor en los jóvenes de mayor riesgo, que cometieron un 50 por ciento menos crímenes en comparación con aquellos no beneficiados por la lotería. La escuela también puede producir un efecto de incapacitación. Es decir, al mantener a la juventud fuera de la calle y ocupada durante el día, la asistencia escolar puede tener efectos sobre la participación criminal.
- Jacob y Lefgren (2003) encuentran evidencia en este sentido para crímenes contra la propiedad comparando días de asistencia escolar con la tasa de criminalidad cuando la escuela no abre sus puertas (por capacitación de maestros, vacaciones o feriados).
- ¿Cuál es la situacion en América Latina y el Caribe? La evidencia disponible del vínculo causal entre educación y crimen provienen del mundo desarrollado.
No tenemos conocimiento de estudios de este tipo en la región, aunque las recomendaciones de política parecen propicias para nuestro caso también. Cualquiera sea el mecanismo subyacente, una mayor escolaridad reduce significativamente la participación delictiva.
En la región, una forma de estudiar el vínculo entre bajo nivel educativo y crimen es mediante la caracterización de los victimarios en las prisiones o los centros socioeducativos (en el caso de menores de edad). Por ejemplo, del total de jóvenes infractores en centros socioeducativos de Espíritu Santo (Brasil) en 2013, el 82% no había terminado el ciclo básico ( IASES 2013 ).
En Jamaica, una encuesta penitenciara de 2012 ( Jamaica Constabulary Force, 2012 ) revela que el 62% indicaba educación secundaria incompleta como su nivel educativo, sin embargo, 75% provenía de escuelas no-tradicionales (de baja calidad educativa), y 38% fue arrestado por primera vez antes de los 19 años.
En Uruguay, el 60% de los privados de libertad según el Censo Penitenciario de 2010 no había llegado a completar el primer ciclo de la escuela secundaria. Por ello varios países de la región, bajo la premisa de que mejorar la educación o el tiempo de permanencia en la escuela, reduciría el crimen, están tomando medidas dirigidas a niños y jóvenes en edad escolar.
Por ejemplo, en Jamaica se reforzaran 56 escuelas y como parte de su programa de Seguridad Ciudadana, también se realizaran actividades para mejorar el comportamiento de los niños y su retención en el sistema escolar. En Brasil, el gobierno de Espíritu Santo lanzó en 2011 el Plan “Estado Presente” que constituye un esfuerzo de inversión pública en la construcción de nuevas escuelas, modernizando la currícula para retener a los jóvenes en la escuela y ofreciendo actividades extracurriculares.
- El BID (parte del Plan), implementará 15 Centros de Ciudadanía con servicios de educación remedial y recreación en las comunidades con mayor incidencia del delito.
- En varios Estados de Brasil se están desarrollando estrategias similares.
- En Costa Rica, también con apoyo del BID, se construirán Centros Cívicos para niños y jóvenes en donde tendrán actividades recreativas y educativas como parte de su curricula.
El caso de El Salvador es muy interesante, ya que es uno de los países con mayores tasas de homicidios (43 homicidios por 100,000 habitantes – una tasa mayor a 10 se considera una epidemia por la Organización Mundial de la Salud), a la vez que se observa una alta participación de jóvenes en maras o pandillas.
- Como la participación en estos grupos y en actividades delictivas comienza a una edad temprana, el rol de la escuela es fundamental.
- El gobierno está implementando la iniciativa “Parques de Convivencia e Inserción Laboral y Económica”, con un modelo de atención a niños y jóvenes en situación de riesgo.
En Ciudad Delgado, una de las comunas más violentas, el BID ha apoyado la implementación de uno de estos Parques, en el que se promueven actividades para el uso positivo del tiempo libre y talleres de prevención de la violencia. Si bien estas actividades son para la comunidad, se desarrollan en la escuela que es el único anclaje institucional con espacio propicio para este proyecto.
Esta es la primera experiencia de este tipo en una zona tan conflictiva. Pronto tendremos resultados de esta prueba piloto para compartirles. La plataforma de Seguridad Ciudadana del BID tiene como uno de sus ejes de actuación la prevención social de la violencia especialmente enfocada en jóvenes y mujeres.
En este sentido el BID está apoyando las iniciativas antes mencionadas y muchas otras que implican el fortalecimiento de la educación bajo la premisa analizada en este post: más y mejor educación pueden contribuir a reducir el crimen en la región. Foto crédito: Flickr CC Prefectura de la Provincia de Guayas
Ver respuesta completa
¿Cuáles son las principales causas de la inseguridad ciudadana?
La corrupción y la falta de valores son las principales causas de la inseguridad.
Ver respuesta completa
¿Qué lleva a los jóvenes a la delincuencia?
El fácil acceso a las drogas, la falta de oportunidades de empleo, salud, educación y espacios para la cultura y el deporte, la desintegración familiar, la impunidad, entre otros factores, componen el contexto en el que nace y crece la delincuencia juvenil.
Ver respuesta completa
¿Cómo podemos reducir y terminar la delincuencia de nuestro país?
¿Qué podemos hacer para mejorar la seguridad ciudadana? – Cómo mejorar la seguridad ciudadana
Promover una justicia cercana y eficiente a la comunidad. Mejorar los sistemas e infraestructuras carcelarias. Depuración de los malos elementos de seguridad publica y justicia. Profesionalización y capacitación de la policía. Control interno y externo del desempeño policial.
¿Cuáles son las causas y consecuencias de la inseguridad ciudadana?
A modo de conclusiones, recomendaciones y propuestas – Resulta clave reconocer que el problema de la seguridad en Barranquilla es complejo, y la respuesta requiere ser integral, en diferentes frentes, y con toda la disponibilidad de las instituciones.
Reconocer el problema y trabajar en este son un primer paso para construir un proyecto de ciudad incluyente. La seguridad es un tema clave, que desafortunadamente ha sido relegado durante varios años, y la administración local debe tomar responsabilidad frente a este tema. La inseguridad no es un problema externo, es la ciudad misma gritando por la desigualdad, la pobreza, y el abandono.
El negacionismo y la narrativa institucional y política frente a la seguridad ciudadana, vislumbra consecuencias como:
Robustecimiento de las estructuras del crimen organizado. Cierra la posibilidad de una política sobre la seguridad ciudadana sólida y participativa. Abre paso a la impunidad. Apunta a mejorar la percepción sobre la seguridad.
Más aún, la política pública en lo referente a la seguridad ciudadana, carece de enfoques diferenciales (derechos humanos, étnico, género, territorial), estudios o análisis institucionales que expliquen las causas y razones estructurales de la desigualdad, pobreza y del crimen organizado.
Ver respuesta completa
¿Cómo podemos evitar la inseguridad y delincuencia?
Medidas que pueden adoptar las instituciones de seguridad y justicia para reducir la inseguridad – Para lograr una reducción en los niveles de inseguridad y la consolidación del Estado de Derecho, se deben mejorar los niveles de legitimidad y confianza de las instituciones de seguridad y justicia mediante el fortalecimiento de sus procesos, recursos humanos y capacidad de atención ciudadana.
El objetivo final es construir instituci ones efectivas y eficientes, que provean servicios adecuados de seguridad y justicia (prevención, control, investigación, judicialización, condena y rehabilitación). Para ello es necesario, entre otras opciones: 1) Mejorar la justicia procedimental, para generar círculos virtuosos de legitimidad, confianza y efectividad, mediante procesos justos y respetuosos.
Más que el resultado, los ciudadanos valoran que las acciones y el trato recibido sean justos, Esta percepción de justicia se relaciona con mayor confianza en las instituciones y en sus decisiones. Las víctimas pueden ser las principales evaluadoras del sistema de seguridad y justicia,
Si perciben que la denuncia es un mecanismo efectivo para judicializar los delitos y que conduce a penas proporcionales, tendrán confianza en el sistema, aumentarán las demandas y por ende la efectividad del sistema.2) Fortalecer los procesos de profesionalización y especialización del personal de las instituciones de seguridad y justicia,
Si no contamos con instituciones de seguridad y justicia profesionalizadas, no podemos esperar respuestas efectivas a la prevención, control y atención de las violencias. Necesitamos personal capacitado y comprometido con los derechos humanos, claros protocolos y sistemas de evaluación de actuación, y prestaciones para la dignificación y el bienestar social del personal, que impacten efectivamente sobre su carrera.3) Tener un sistema de información amplio y transparente, que facilite la comunicación entre las instituciones y la sociedad civil.
Es decir, un mecanismo de acompañamiento y rendición de cuentas que contribuya a la construcción de estándares mínimos requeridos para mejorar el servicio al ciudadano. Abrir espacios y canales de comunicación entre la ciudadanía y las instituciones promueve la corresponsabilidad en el manejo de la seguridad y convivencia, contribuyendo a mejores condiciones de seguridad.4) Incorporar herramientas tecnológicas para aumentar sus capacidades, reducir sus costos y mejorar su efectividad.
La digitalización de los servicios y procesos permitiría aumentar la conectividad con los ciudadanos y así mejorar la cobertura y el acceso para toda la población. Esto incluye adoptar mecanismos para asegurar la inclusión de las poblaciones más vulnerables.
- La digitalización también puede contribuir a mejorar la transparencia y rendición de cuentas a la ciudadanía.5) Fortalecer espacios de coordinación entre autoridades locales y nacionales, para contar con una eficiente gestión de seguridad a nivel local.
- Para ello, se deben establecer esquemas de coordinación entre los diferentes niveles de gobierno, intercambiando información confiable desde un sistema moderno que genere insumos para la toma cualificada de decisiones de política pública.
Asimismo, se deben fortalecer a los gobiernos locales y promover acuerdos de trabajo conjunto entre las distintas instancias del sistema de seguridad y justicia, con el objetivo de prevenir y reducir violencias y delitos.6) Poner al ciudadano en el centro.
Si las instituciones cumplen las misiones para las que fueron creadas, centrando su razón de ser en el servicio de calidad a la ciudadanía, crece la confianza, Si se mantienen altos niveles de confianza, se fortalece la legitimidad institucional, necesaria para que la ciudadanía sienta las instituciones como propias y por tanto colabore con ellas.
Los países de la región continuarán estando expuestos a fenómenos y situaciones sociales que exigen contar con una mayor y mejor calidad del servicio, poniendo a prueba la fortaleza y credibilidad de las instituciones de seguridad y justicia, En este sentido, se deben promover estrategias y políticas públicas que consoliden la buena gobernanza y la efectividad de las instituciones de seguridad y justicia, mediante el fortalecimiento de la justicia procedimental, la profesionalización y especialización del personal de estas instituciones, la incorporación de innovaciones tecnológicas para mejorar su efectividad y la coordinación entre los distintos niveles de gobierno.
Ver respuesta completa
¿Cómo influye el factor inteligencia en la delincuencia?
Investigaciones previas sugieren que las conductas antisociales y delictivas son más prevalentes en individuos que presentan una baja inteligencia emocional, así como en aquellos que perciben una baja probabilidad de sanción y una nula legitimidad de las autoridades.
Ver respuesta completa
Encuentra aquí información de Factores sociales de la criminalidad para tu escuela ¡Entra ya!
- UNIVERSIDAD DE CARABOBO
- FACULTAD DE DERECHO
- ESCUELA DE DERECHO
- EDO-CARABOBO
- Participantes:
- 2do Año Sección “04”
- VALENCIA, NOVIEMBRE DE 2002
- FACTORES SOCIALES DE LA CRIMINALIDAD
- Las teorías que tratan de explicar los factores “causales” de la criminalidad se resumen en dos tipos: biológicas y sociales.
- Las teorías biológicas sostienen que los factores están siempre en el individuo, terreno sobre el cual obra el ambiente; de tal modo que lo social sólo incidirá sobre la forma y frecuencia del delito.
- Las teorías sociológicas, en cambio, dan importancia absoluta o predominante a los factores externos o sociales y confieren escaso valor a lo individual (los hombres, naciendo iguales, serán buenos o malos conforme al ambiente en el cual vivan y se desarrollan).
Por esto desde hace mucho tiempo, en criminología se habla de factores endógenos y exógenos (internos y externos) de la criminalidad; los primeros han sido definidos como aquellos que por su naturaleza son intrínsecos al sujeto, en tanto que ser biológico y psíquico (la herencia, por ejemplo); y los segundos, como aquellos que siendo extraños a la naturaleza constitutiva del ser humano, la influyen en forma variable según las condiciones del medio y la capacidad de percepción del sujeto.
- En realidad, entre estos factores (endógenos y exógenos) existen relaciones inescindibles y sólo se los separa con fines de estudio, pues, tanto los unos como los otros influyen en la producción del delito, concurriendo en constelación.
- Quedó señalado que los factores sociales de la criminalidad son elementos extraños a la naturaleza constitutiva del ser humano, pero que la influyen en forma variable según las condiciones del medio y la capacidad de percepción del sujeto; agregamos ahora, que la Sociología Criminal ha destacado la importancia de los factores político, cultural, educativo, económico y ecológico entre otros.
- EL FACTOR POLÍTICO
Cuando se habla de este factor se está haciendo referencia al gobierno, a la administración pública. En este sentido, si se considera la criminalidad como un fenómeno sociopolítico, aparece adecuado pensar que la misma siempre estará presente en toda sociedad que tenga un gobierno que la gobierne o la “desgobierne”, según expresa (con mucho acierto, creemos.) Manuel López Rey (1976).
En realidad, en sentido estricto, sin organización política no existiría el delito (Parmellee, 1925) puesto que ningún hecho es considerado delictivo hasta que el Estado le da esa definición. En este sentido, la naturaleza de los delitos está en gran parte determinada por la naturaleza de la organización política vigente en un tiempo y lugar dados; así, por ejemplo, en USA.
habrá algunos delitos que no existen en la UU.RR.SS y viceversa (aunque también los habrá similares).
- Por otra parte, cuando el gobierno es mal administrador (gobiernos ineficaces y corruptos), puede constituirse en factor inmediato de producción de conductas delictivas (los comentarios huelgan); también lo será en forma indirecta, en la medida en que cree condiciones favorables a la conducta delictiva y no tome las pertinentes medidas de prevención.
- EL FACTOR CULTURAL
- Cultural es el nombre con que se designa a todas las realizaciones características de los grupos humanos.
- Para la escuela positivista moderna el delito refleja, en buena parte, el ritmo evolutivo cultural de toda sociedad: a mayor cultura y desarrollo de la tecnología, el delito, en consecuencia, presentará variaciones cualitativas y cuantitativas.
- Dentro de esta perspectiva, la Sociología Criminal se ha ocupado de estudiar, entre otras, las relaciones posibles entre criminalidad y grado de instrucción, criminalidad y medios colectivos de difusión (cine, televisión, radio y prensa) criminalidad y actividades recreativas.
a.- Criminalidad y grado de instrucción: Durante el siglo pasado prevaleció la idea de que el desarrollo de la instrucción haría disminuir la delincuencia, sin embargo, las investigaciones realizadas al respecto en Europa y en USA. no produjeron resultados definitivos.
Se encontró, sin embargo, que el analfabetismo no juega papel esencial con relación a la delincuencia (como también se creyó durante mucho tiempo); su nivel puede permanecer igual aunque se generalice la instrucción (en Francia, de 1851 a 1931, disminuyó el número de analfabetos en un 90%, pero el nivel de criminalidad no experimentó variación).
Se ha argüido, también, que la mayoría de los delincuentes están reclutados entre los analfabetos, lo cual es estadísticamente cierto, pero ello no contradice la anterior conclusión, sino que obedece a otras razones que han sido aclaradas por la Criminología de la Reacción Social.b.- Criminalidad y medios de comunicación social: El cine, la televisión, la radio y la prensa no son malos ni buenos en sí mismos (sólo son vehículos de difusión); si pueden serlo los mensajes que por su intermedio llegan al público.
- Entre los investigadores europeos, es criterio generalizado que el cine tiene efectos perniciosos sobre los espectadores juveniles, por su característica falta de espíritu crítico y por su tendencia hacia la identificación, que los puede llevar a reproducir conductas que han visto en las pantallas.
- La televisión cumple un papel similar al del cine, con la ventaja del relativo aislamiento del espectador, pero con la desventaja de la invasión del hogar y la gratuidad del espectáculo; hechos que favorecen el que diariamente la violencia, el crimen, el desorden familiar y la negación de los valores morales establecidos, sean proyectados dentro del hogar.
- Aquí el problema reviste mayor gravedad por el poco o ningún control de calidad en la programación de las televisoras comerciales; y porque, además de a los jóvenes y adultos, su influencia alcanza también al público infantil.
En opinión de Arnoldo García Iturbe (1972), el cine y la TV suelen ser verdaderas cátedras de delincuencia (en la actualidad, el cine y la televisión están marcadamente orientados hacia el sexo, la violencia y el delito), los cuales, puestos como lo están al servicio del escándalo y del mal gusto, causan un grave daño a nuestra población, especialmente a nuestros jóvenes.
- Una de las características de nuestros cines (señala) es que en las funciones correspondientes a películas censura A (aptas para todo público) se proyectan como propaganda partes de películas censura B y censura C, precisamente las partes mas escandalosas y más violentas.
- En cuanto a la radio, ésta ha perdido atractivo frente al embate de la televisión, pero sigue teniendo su público, el cual a fuerza de la apabullante repetición de los “slogans” puede ser manipulado en sus apreciaciones.
También predominan en ella los mensajes negativos, especialmente en los espacios informativos, en los cuales se suelen reseñar los hechos delictivos en forma mas detallada (prensa hablada) y en la emisión de radionovelas a las cuales se trata de hacer más efectivas en su truculencia para compensar la ausencia de las imágenes.
- A la prensa se confiere menor influencia criminógena.
- En todo caso, el público analfabeta está fuera de su área de influencia directa; pero, como todo medio de comunicación social, la prensa puede ser usada como instrumento de manipulación colectiva y siempre podrá constituir para algunos sujetos (adolescentes y jóvenes, en especial) una fuente suplementaria de estímulos que los oriente hacia las conductas antisociales.
Aparte de las páginas completas de propaganda gráfica de las películas en las que en forma nítida se presentan desnudos y escenas pornos atentatorias contra la personalidad en formación de los niños, que en todo hogar tienen acceso a los periódicos y que, desde luego, no necesitan saber leer para interpretar gráficas.
- Se ha señalado que la prensa venezolana tiene los siguientes aspectos negativos:
- * Tendencia sensacionalista (algunos diarios).
- * Publicación de fotografías o ilustraciones obscenas, vulgares o de mal gusto (publicidad de carteleras de cine y teatro).
- * Y el enfoque exagerado en la información sobre hechos delictuosos.
- EL FACTOR ECONÓMICO
- El socialismo científico de fines del siglo pasado consideró que la criminalidad era un fenómeno de anormalidad social por influencia económica; en tanto que la llamada “escuela socialista”, la consideró como una consecuencia directa del capitalismo.
- Hoy se sabe, sin embargo, que en los países de regímenes no capitalistas también existe la criminalidad.
- En verdad, el factor económico en la criminalidad es de extrema complejidad, baste saber que, por ejemplo, tanto la pobreza como la riqueza pueden influir en su producción.
a.- En relación con la pobreza, es un hecho que la carencia de los medios indispensables para la satisfacción misma de las necesidades individuales y familiares (falta de trabajo, de vivienda adecuada, de servicios elementales, etc.), puede crear en los individuos un estado emocional susceptible de transformarse en sentimiento de inferioridad y de frustración que, así mismo, puede convertirse en odio o resentimiento hacia toda la sociedad, considerada como responsable de tales penurias.
También puede generar rebeldía constante que suele traducirse en frecuente violación a las leyes, consideradas como instrumento de opresión y explotación; pudiendo además, generar irrespeto hacia las autoridades; actitudes todas ellas que pueden desencadenar en perpetración de delitos.b.- En cuanto a la riqueza, no es menos cierto que las situaciones de bonanza y de extrema facilidad para la obtención de los bienes en la sociedad de consumo (lo cual conlleva a la perdida de la conciencia del valor de los objetos) se constituye, en gran medida, en fuente de la más moderna criminalidad: la criminalidad no convencional (económica, de cuello blanco, de los poderosos.).
EL FACTOR ECOLÓGICO La ecología es el estudio de las relaciones entre los organismos y sus habitats. Tiene tres ramas: botánica, animal y humana. A esta ultima se le denomina también Ecología Social, en cuanto se la considera una rama de la Sociología que se ocupa del estudio de las áreas de habitación humana y de la distribución espacial de los rasgos o complejos sociales y culturales.
Ahora bien, en relación con la delincuencia, vamos a encontrar que a comienzos del siglo pasado Adolfo Quételet, publico su famosa obra “Física Social” en la cual dio a conocer sus no menos famosas “Leyes térmicas de la delincuencia”, basadas en la influencia del medio geográfico sobre el individuo, las cuales formuló en la forma siguiente: 1.- En invierno se comete mayor número de delitos contra el patrimonio que en verano.2.- Los delitos contra las personas se cometen en mayor número en verano.3.- Los delitos contra las personas tienden a aumentar según nos aproximamos al ecuador y, a la inversa, los delitos contra la propiedad disminuyen.4.- Los delitos sexuales se cometen con mayor frecuencia en primavera.
Desde luego, se trata de estudios estadísticos, realizados en Europa, donde las cuatro estaciones tienen ciclos bien diferenciados y en condiciones que hoy día son ya historia lejana. Por lo demás, la criminología moderna entiende que existen relaciones dialécticas entre los factores del delito, los cuales, en todo caso, ejercerían su influencia en constelación.
- Middendorff por su parte, ha señalado que el ambiente local puede ejercer un fuerte influjo sobre la extensión y clases de la criminalidad.
- Esta es la teoría de “los influjos locales”, de gran desarrollo en USA con el nombre de Ecología Social o método sociológico, usado en el estudio de las relaciones especiales o distributivas de los seres humanos y las formas sociales.
En este sentido son grupos ecológicos los formados por los habitantes de la ciudad y los habitantes del campo; así como los de las ciudades portuarias, barrios bajos y distintos fronterizos. En este sentido ha sido utilizado también en el estudio de la criminalidad, especialmente en USA, donde se ha encontrado que las cifras mas altas de delincuencia corresponden a lo que han denominado “áreas de desorganización social”, las cuales están caracterizadas por una prosperidad deteriorada, existencia de “gans”, heterogeneidad cultural y social, y ausencia de controles sociales.
La teoría ecológica aparece estrechamente relacionada con la llamada “escuela de Chicago”, en la que destaca la obra de Trasher (Goppinger, 1975), quien estudió 1.313 bandas integradas por unos 25.000 miembros. Esta investigación permitió a trasher observar las zonas de permanencia y de acción de las mismas y constató la existencia de una zona de bandas, que denominó “gangland”, la cual describió geográfica y socialmente como una especie de terreno intermedio (zona de fábricas, terrenos de ferrocarril, áreas a la sombra de grandes edificios de oficinas y almacenes), todas las cuales tienen un control social mínimo.
En Latinoamérica, señala Héctor Solís Quiroga (1977), se tiene la experiencia de que las zonas que circundan los mercados hay mayor delincuencia que en otras, al igual que en los suburbios de las ciudades. Señala también que parece tener relación con la mayor o menor delincuencia de un lugar, el tiempo que las familias vivan en él, el hecho que las viviendas sean rentadas o adquiridas en condominio, la homogeneidad de la población, la densidad de población, el tamaño de la ciudad, el conocimiento y trato que unos tengan con los otros.
- Los resultados de estas investigaciones (ecológicas) han sido importantes para la política criminal, pues han permitido la elaboración de mapas y planos en donde se indican las zonas criminógenas de un determinado país, región o ciudad, facilitándole así su tarea, especialmente en el aspecto represivopolicial.
- Quedan aún sin explicación, no obstante, la no-delincuencia de muchos jóvenes de esas “áreas de delincuencia”, al igual que la delincuencia que se produce fuera de las mismas; así mismo, queda planteado saber si tales áreas realmente generan delincuencia o si, mas bien, ataren a personas que ya son delincuentes.
- OPINION PERSONAL Y UNA VISION ENTRE LA CRIMINOLOGÍA Y EL SECUESTRO
- Por tratarse el secuestro de una conducta producida por seres humanos con amplias repercusiones dentro de un conglomerado llamado sociedad, deberá recurrirse a la ciencia criminológica en busca fundamentalmente de causas y explicaciones a la problemática que nos incumbe en el presente estudio.
- Es el derecho penal una ciencia importante pero esencialmente normativa, estudia el comportamiento humano en cuanto se adecua a un tipo, su campo de acción resulta algo restringido en comparación con la criminología, cuyo radio abarca ciencias como la psicología, la medicina, la endocrinología y la antropología entre otras.
- A nuestro parecer la criminología busca explicar el delito y prevenirlo, y al parecer le corresponde al derecho penal el castigarlo, es decir el reprimirlo.
Según el ilustre profesor QUIROS CUARON el objetivo de la criminología es “el estudio científico de la criminalidad, sus causas y medios para combatirla” (Reyes Echandia). Es decir tratar de conocer con exactitud y razonamiento el porqué y el cómo del delito en sus diversas formas.
- El crimen o mejor la criminalidad para poder explicarla es necesario tener en cuenta causas, condiciones y factores.
- CAUSA : Todo aquello que produce un resultado, se considera lo que representa fundamento de algo.
- CONDICIÓN : De ella depende la verificación de algún hecho, algunos autores lo asimilan a la causa pero en realidad son dos elementos diferentes.
- FACTORES : Elemento contributivo en la realización de un resultado, algunos autores lo identifican como una concausa.
- En busca de explicaciones acerca del delito, la criminología se sirve de algunos elementos que coadyuvan o facilita la ocurrencia de hechos delictivos, ellos son los factores individuales o personales, los ecológicos o ambientales también podrían llamarse Sociales y los políticos – económicos, todos estos factores se encuentran relacionados con el fenómeno criminal.
- FACTORES INDIVIDUALES : Ingredientes como la edad, el sexo, la herencia, la genética y la endocrinología se encuentran ligados con la criminalidad.
- Se podrían llamar personales porque apuntan al individuo como persona sujeta a estos elementos psicosomáticos.
FACTORES ECOLÓGICOS : Se dedican al estudio del fenómeno criminal dirigiéndose a las relaciones humano – telúricas, hacia el ambiente en la medida en que éste influya en la ocurrencia del crimen. Dentro de este concepto se incluyen elementos como el clima, condiciones diurnas y nocturnas, ambientes urbano – rural.
- FACTORES SOCIALES : Se incluyen factores como la raza, familia y cultura en la medida en que incidan en la comisión de hechos delictivos.
- FACTORES ECONÓMICO – POLÍTICOS : La producción, distribución y consumo de la riqueza, influye necesariamente en la constitución de seres humanos propensos a la comisión del delito.
Por otro lado la estructura política ligada estrechamente al poder, la estructura organizacional del estado, se encuentran conectados a la propensión al crimen en la medida en que la sociedad políticamente organizada genera desigualdades y además es a la cúspide política de una comunidad a quien le corresponde fijar los planes conducentes a prevenir y reprimir el delito.
Además se deben estudiar fenómenos de la criminalidad tan importantes como la MACRODELINCUENCIA, LA MICRODELINCUENCIA, LA DELINCUENCIA ORGANIZADA Y LA VICTIMOLOGÍA, entre otras manifestaciones del delito, interesa sobremanera en el desarrollo del presente estudio este último tema acerca de la víctima, en la medida que es muy valioso el análisis del papel que desempeña el sujeto pasivo dentro del delito del secuestro, pues es este flagelo uno de los más importantes en cuanto a la selección de la víctima, la consumación del hecho y el desarrollo del cautiverio que lo convierten en un crimen atroz y cruel.
Según LOLA ANIYAR DE CASTRO señala que la victiminología puede considerarse como el objeto “de una posible ciencia autónoma”(Reyes Echandia). Con esta afirmación se refiere a la importancia del tema no sólo para la ciencia criminológica, sino también para el derecho penal.
- Para esta investigación reviste importancia infinita la víctima, porque en el secuestro generalmente se tienen en cuenta factores como la condición socioeconómica, la edad, el sexo.
- Quien secuestra lo hace pensando en la posibilidad económica del pago del rescate.
- La mayor resistencia de la víctima durante el cautiverio, de su estado de salud y de su vitalidad para afrontar esa penosa experiencia.
Pasando a otro tema y ya para finalizar nos damos cuenta que a pesar de la extensión territorial no todo el país enfrenta los mismos niveles de violencia, sin embargo, es en las ciudades grandes y en las que existe mucho movimiento económico en donde se concentra mas el crimen en contra del patrimonio, esto es el robo y el asalto a mano armada.
- Estudios muestran que los factores que aumentan la probabilidad de ser victima de un hecho criminal son los siguientes: El sexo,
- Los hombres tienen más probabilidades de sufrir por la violencia criminal que las mujeres. La edad,
- A menor edad aumentan las probabilidades de sufrir por la violencia criminal Empleo,
Las personas con empleo tienen más probabilidades de sufrir por la violencia criminal.
- Una investigación llevada a cabo por la UCA hizo uso de una amplia consulta en los centros penitenciarios del país para identificar los factores asociados a la violencia criminal de parte de aquellas personas que están convictas por algún hecho de delincuencia.
- Algunos de los resultados muestran que las personas que participaron en la guerra como combatientes de cualquiera de los bandos suelen estar presas en los centros penitenciarios por haber cometido los delitos de carácter más violento: homicidios, violaciones y agresiones en contra de otros.
- Entre otras cosas está investigación también reveló que la mayor parte de los ahora reclusos obtuvieron sus armas, y las municiones para cometer el crimen, por medio del mercado negro y de las tiendas legales de venta de armas.
- En términos generales, los resultados muestran que los siguientes factores explican la probabilidad de que una persona tenga un historial de reincidencia delincuencial:
- Nivel educativo, Los reclusos con poca escolaridad tienen más probabilidad de ser reincidentes criminales.
- Desempleo, Las personas que no tienen empleo tienen más probabilidades de ser reincidentes criminales.
- Pandillero, La pertenencia a las pandillas es un factor que aumenta la probabilidad de vivir en el circuito del crimen.
- Vivir en una comunidad con alto desempleo, Las personas que viven en comunidades con mucho desempleo tienen menos probabilidades de sufrir por la violencia criminal de cualquier tipo.
- Vivir en una comunidad con presencia policial, En la medida en que hay más presencia policial en una comunidad, en esa medida sus miembros tienen menos probabilidades de sufrir por la violencia criminal.
- Vivir en una comunidad con poca desigualdad económica, Esta condición disminuye la probabilidad de ser víctima de un delito con motivaciones económicas, pero aumenta la probabilidad de sufrir un hecho de violencia de cualquier tipo.
La criminalidad no siempre ha sido objeto de puntos de vista que la comprendan en toda su magnitud, su importancia y su complejidad. Desde cierta visión de derecha se le ha querido reducir a un problema policiaco no obstante que diversos factores sociales influyen decisivamente en su génesis y desarrollo.
- Desde determinada óptica de izquierda, se le ha juzgado como un asunto que perjudica exclusivamente a la burguesía y demás clases dominantes a pesar de que los datos de la realidad muestran claramente que suele afectar también y en ciertos delitos preponderantemente a los más pobres.
- BIBLIOGRAFIA Carmelo Flores Cazorla.
“Lecciones de Criminología”. Vadell Hermanos Editores. Enciclopedia Encarta 2002. “Criminología”. : Encuentra aquí información de Factores sociales de la criminalidad para tu escuela ¡Entra ya!
Ver respuesta completa
¿Qué factores influyen a la delincuencia juvenil?
Abstract – La delincuencia juvenil es un problema social presente en todo el mundo en magnitudes diversas y la Región San Martín no es la excepción. La investigación tuvo como objetivo identificar los factores que conducen a la delincuencia juvenil en los expedientes tramitados en los Juzgados especializados de Familia de Tarapoto – 2018, la muestra fue 30 expedientes revisados, 2 jueces entrevistados y 31 menores sancionados encuestados.
Los resultados demostraron que: El 47% de los expedientes tenían como causal de delito el robo agravado involucrando al 58% de los menores sancionado, a este delito están asociados el factor familiar con 91% de menores con problemas familiares, el factor personal con 48%, el factor socioeconómico y social con 43% y el factor educativo con 30%; para el caso de los delitos contra la libertad sexual y lesiones culposas el factor personal influye con el 75%, el factor familiar y social influye con el 50% y el factor educativo con el 25%.
El 100% de los jueces entrevistados mencionan que los factores más influyentes en la delincuencia juvenil son el factor familiar y el factor socioeconómico y el 50% de jueces consideran que también influyen los factores personales y sociales. La encuesta de respuestas múltiples demostró que el 84% los encuestados consideran que el factor socioeconómico “siempre” influye en la delincuencia juvenil, el 61% considera que “siempre” influye el factor familiar, el 52% cree que “siempre” influye el factor institucional, 45% afirma que “siempre” influye el factor educativo, el 68% y el 36% consideran que “casi siempre” influyen los factores social y político y el 74% considera que a veces influye el factor personal.
Ver respuesta completa
¿Qué factores originan la violencia y la delincuencia en nuestro país?
Entre los Factores Asociados a la delincuencia ciudadana en El Salvador sí pueden Destacar los Siguientes: Factores Institucionales; Factores sociales, Como la inequidad, la exclusión social o La Falta de Oportunidades Educativas; Factores situacionales; Factores Económicos; Culturales Como la violencia de género, en
Ver respuesta completa