Que Escuela De Enfermeria Se Fundo En 1860?

Que Escuela De Enfermeria Se Fundo En 1860

Los cuidados en Crimea – Lo que encontraron al llegar al hospital de Scutari —la actual ciudad turca de Üsküdar—donde ingresaban los combatientes británicos fue dantesco. Los pacientes yacían en los pasillos, la lluvia se colaba por el techo, la comida era nefasta, apenas había agua potable, las instalaciones rebosaban parásitos y la suciedad multiplicaba los casos de diarrea. Pintura de Jerry Barrett titulada Nightingale recibiendo a los heridos en Scutari. Crédito: National Portrait Gallery, Londres. En el cuidado de los pacientes, su atención fue clave para su supervivencia. Los largos paseos nocturnos iluminados por un pequeño candil, para comprobar el estado de los militares, le valieron el sobrenombre de ” la dama de la lámpara “, como describió The Times.

Nightingale y su equipo trabajaron duro con la limpieza y la dieta que debían seguir los enfermos. Además, con la autoridad que le daba ser directora, consiguió que ingenieros militares arreglaran las fugas de agua y mejorara su potabilización.

Todas estas acciones le granjearon una excelente reputación en Reino Unido. A su vuelta un grupo de seguidores había creado el Fondo Nightingale para construir una escuela de enfermeras , que se inauguró en 1860. Hoy la Escuela de Enfermería, Obstetricia y Cuidados Paliativos Florence Nightingale sigue operativa y forma parte del King’s College de Londres.

¿Quién fundó la primera escuela de Enfermería?

La primera Escuela de Enfermería del mundo se creó en 1832, en Egipto – La primera Escuela Superior de Enfermería y Matronas fue creada, en el año 1832, en Abú Zabel, El Cairo, Egipto, según una investigación dada a conocer en el IX Congreso Internacional de Historia de la Enfermería por Ahmed Dusuky y Ángel Pozuelo. Los investigadores Ahmed Dusuky y Ángel Pozuelo, neurocirujano y bibliotecario, respectivamente, del Hospital General Universitario de Ciudad Real, centro dependiente del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha, han logrado datar la creación de la primera Escuela Superior de Enfermería y matronas creada en el mundo, en el año 1832, en Abú Zabel, El Cairo, Egipto. Así lo presentaron en el IX Congreso Internacional de Historia de la Enfermería celebrado recientemente en Santander, con motivo de la conmemoración del primer centenario del reconocimiento oficial por el Gobierno español de la titulación de Enfermería, y el programa educativo correspondiente a la profesión.

Al congreso, en el que destacaron especialmente los estudios españoles, asistieron más de 300 investigadores procedentes de Estados Unidos, Portugal, Canadá y otros países, destacando los estudios españoles.

El objetivo del estudio del Hospital de Ciudad Real fue poner en valor el papel de la Enfermería a lo largo de la Historia, y las aportaciones que estos profesionales vienen realizando desde los inicios en la mejora de los cuidados y el desarrollo de la sanidad.

¿Cómo se llama la primera escuela de Enfermería?

En 1860 se inauguró la Nightingale Training School for Nurses (« Escuela Nightingale de Formación para Enfermeras»), la cual constituyó una institución educativa independiente financiada por la Fundación Nightingale.

¿Cuándo se fundó la Escuela de enfermeras?

Tradicionalmente el cuidado de los enfermos en los hospitales en la ciudad de México estaba a cargo de hombres y mujeres del clero regular, mientras que en los domicilios las mujeres familiares o sirvientas contratadas para tal fin, cuidaban a los aquejados por alguna enfermedad, mientras que las madres, esposas, hermanas e hijas, generalmente cumplían con la función de proveer los cuidados primarios cotidianos y, en caso de enfermedad, los cuidados paliativos.

  • 1 Es posible afirmar que durante el siglo XIX una parte de la sociedad aceptaba el trabajo femenino en las ciencias de la salud, 2 especialmente en la enfermería, desde la idea del servicio, atención y cuidados a los enfermos; pero cuando la mujer ingresó a trabajar o estudiar se encontró ante el mismo desafío que sus compañeras médicas, dentistas y farmacéuticas;

Desde la concepción sociocultural de la época, la mujer tenía limitado su campo de acción a la familia y podía contribuir a la economía de ésta, condicionada al cumplimiento de sus obligaciones de madre y esposa, puesto que se le cuestionaba sobre su calidad moral si los incumplía: ¿Qué clase de madre dejaba a [sus hijos] por atender heridos que no eran familia suya? ¿Qué clase de mujer era esa que quería andar haciendo cosas de hombres? ¿Qué no le bastaba con organizar su casa? Una familia era suficiente tarea [.

] además de ser esposa. 3 Es importante aclarar que la enfermera del siglo XIX mexicano era una sanadora cuya práctica estaba basada en saberes empíricos , que bajo la idea de asistencia se contrataba en los hospitales como parte de la servidumbre.

Los estudiantes de medicina necesitaban hospitales para hacer sus prácticas; los médicos desempeñaban sus funciones en los hospitales, ambos grupos sabían que requerían del apoyo de enfermeras en las instituciones. Este trabajo pretende rescatar las vicisitudes acaecidas para el establecimiento de una escuela de enfermería en la ciudad de México, desde la idea en 1888 del doctor Eduardo Liceaga 4 de formar a hombres y mujeres en un curso de cuidados paliativos; consiguiendo en 1898 la autorización presidencial para que el curso de enfermería se desarrollara en la Casa de Maternidad y, con la inauguración del nuevo Hospital General de México en 1905, trasladar la escuela a esas instalaciones en donde permaneció hasta lograr su incorporación a la recién creada Universidad Nacional de México en 1911 para formar profesionistas.

Desde ese fallido intento por ver el nacimiento de la enseñanza de la enfermería mexicana hasta la culminación de un plan de estudios orientado a la formación de profesionales en el área, pasaron más de veinte años.

Aunque con instalaciones propias, la Enfermería volvió a depender de la Escuela de Medicina, alejadas por los conflictos entre los directivos de ambas escuelas. La carencia de personal de apoyo eficiente llevó a los médicos a reconocer la necesidad de establecer la capacitación de hombres y mujeres que los auxiliaran aplicando las técnicas y conocimientos médicos necesarios.

La Enfermería pasó de ser considerada una actividad de servidumbre a ser calificada como un oficio y de aquí se encumbró al nivel de profesión cuando la Escuela fue parte de la Universidad Nacional de México.

Seguiremos los pasos de las enfermeras extranjeras que desarrollaron los planes de estudio y desafiaron al sistema educativo que pretendía adiestrar mujeres con mínimos conocimientos médicos, mediante la revisión de documentos de archivo y publicaciones periódicas sobre las peripecias vividas por mujeres conocidas y anónimas dedicadas a hacer de la Enfermería una profesión universitaria.

  • Con un estudio deductivo-inductivo de carácter histórico documental, se construye el devenir de los desafíos presentados por las enfermeras contratadas para establecer sus planes de estudio de acuerdo a las labores que las futuras enfermeras debían aprender para apoyar a los médicos en su práctica hospitalaria;

La aportación de este trabajo está centrada en el rescate de los desafíos desplegados por Rosa Crowder y Rosa Warden ante las pretensiones de Eduardo Liceaga de continuar con la formación de enfermeras como cuidadoras y el deseo de ambas mujeres por convertir a la enfermería en una profesión, así como la intervención de las alemanas Maude Dato y Gertrudis Friedrich en la construcción del plan de estudios que permitiría la creación de la nueva enfermería universitaria mexicana.

  • El modelo europeo vs;
  • el empirismo mexicano Una de las primeras congregaciones religiosas que asistieron a enfermos hospitalizados fue la institución de las hermanas de la caridad o hijas de san Vicente de Paul quienes dedicaban el servicio “a los pobres y particularmente a los enfermos” 5 como parte inherente de la tradicional caridad cristiana, inserta en el modelo de beneficencia social mexicana del siglo XIX;

Hacia 1831 la condesa doña Ana María Gómez de la Cortina inició una serie de trámites para que religiosas de esta orden vinieran a México, contando con el apoyo de “las señoras Doña Faustina y Doña Julia Fagoaga y los señores General Don Ciro Gómez Anaya y Don Manuel Andrade y Pastor”.

  • 6 Tras trece años de gestiones, el 4 de noviembre de 1844 llegaron a la ciudad de México nueve religiosas europeas, las hermanas de la caridad de la orden de San Vicente de Paul 7 para asistir en los centros de beneficencia, especialmente en la organización y servicio de los hospitales San Andrés, San Pablo y de Jesús;

Estas religiosas fueron las primeras mujeres capacitadas para despachar en las farmacias y realizar labores de enfermería en las instituciones y en los domicilios en los que fuera requerida su asistencia; sor Micaela Ayanz desempeñó su labor en el Hospital Juárez de manera excepcional, mientras que el Hospital de San Andrés contó con la administración de sor Juana Antía.

  • Las acompañaban sor Agustina Inza, superiora; sor Josefa Ramos, sor Mariana Elio, sor Micaela Ayanz, sor Gregoria Bota, sor Magdalena Latiegui, boticaria; sor Teresa Corritido, sor Luisa Mariadet y sor Juana Bautista;

8 Para fundar la orden con jóvenes mexicanas que dedicaran sus servicios de manera eficaz y desinteresada en hospitales, cárceles y otras instituciones de beneficencia, debían cumplir con las condiciones exigidas en Europa: Ser soltera y tener de 16 a 28 años de edad; hallarse sana de cuerpo y espíritu, sin defecto corporal y esencialmente de la vista; proceder de legítimo matrimonio y contar con una ascendencia sin mancha en el honor y la fama; poseer la suficiente fuerza física para soportar las fatigas propias de su nuevo estado; ser instruida en los principios religiosos; saber leer y escribir y, por último, gozar de la buena fama que da una conducta intachable [y una dote que no pasara] de doscientos pesos.

9 Mujeres de familias de la clase alta se unieron a esta congregación; apellidos “como Fagoagas, Vivancos, Moncadas, Molinas del Campo, Blancos, Sanromán y otros muchos” 10 se oían en las instituciones de beneficencia.

Al estar al cuidado de los enfermos se les prohibía mostrar repulsión ante las enfermedades contagiosas o las de aspecto repugnante, siempre y cuando no sintieran que éstas ofendían el pudor femenino. Entre sus obligaciones estaba dar “alimentos y medicinas a los enfermos y los auxilios de la religión a los moribundos” 11 en los hospitales que asistían en la capital: Divino Salvador, San Pablo, San Andrés, San Juan de Dios; además de cuidar a los mecenas de estas instituciones como una prerrogativa de la piedad mostrada hacia los desvalidos.

  1. El presidente Benito Juárez replicaba: “¿Con quiénes sustituimos a estas caritativas mujeres?” En el decreto del 26 de febrero de 1863 se refiere a la supresión de comunidades religiosas existentes, excepto a las hermanas de la caridad consagradas al servicio de la humanidad doliente: las dejó continuar con su labor;

Es hasta enero de 1874 que salieron del país las 410 religiosas, entre ellas 53 europeas y 357 mexicanas, en cumplimiento a lo establecido en las leyes de reforma, con Sebastián Lerdo de Tejada en la presidencia de la república. Por otro lado, en Alemania, en 1836 se establece el Instituto de Diaconisas de Kaiserswerth para instruir a las mujeres en enfermería, siendo Gertrude Reichardt la primera diaconisa egresada.

Se toma la decisión de nombrarlas así porque las mujeres europeas dedicadas a este oficio lo habían desprestigiado al tratar de forma déspota y altanera al paciente. A este instituto asistió Florence Nightingale (1820-1910), de 1851 a 1853, para recibir la capacitación necesaria en su deseo de apoyar la atención de los enfermos.

Al regresar a su país fundó la Nightingale Training School del Hospital Saint Thomas , de la cual egresaron las primeras enfermeras en 1865, con una capacitación técnica orientada al apoyo de los médicos que contemplaba la atención al enfermo en primer lugar, así como las condiciones ambientales en que estaba, haciendo énfasis en la limpieza, iluminación, ventilación y alimentación.

  • México no fue el único país que durante el siglo XIX enfrentó los desafíos de las mujeres por ingresar a las carreras de las ciencias de la salud, los prejuicios sociales y culturales impedían el paso de las mujeres por las aulas en todo el mundo;

La restricción en la educación femenina se fue diluyendo y dio oportunidades a las jóvenes de instruirse en artes, oficios y pedagogía, aunque el acceso a las carreras superiores lo obtuvieron en los últimos decenios del siglo XIX y el primero del XX.

Las dos últimas décadas del siglo XIX son importantes para las ciencias de la salud porque se sistematiza la separación de las enfermedades y se reconoce la necesidad de personal de enfermería capacitado para realizar las curaciones de los enfermos, deslindando así sus acciones de servidumbre tan características de los años precedentes.

El cuidado de los enfermos Desde los tiempos virreinales, los hospitales de la ciudad de México contrataban religiosos como apoyo para el cuidado de los enfermos. Estas personas no necesitaban estar capacitadas como sanadoras, pues se dedicaban a alimentar, abrigar, lavar, colocar paños fríos o refrescar la boca de los enfermos, puesto que, como digo antes, estaban consideradas parte de la servidumbre.

Los médicos también eran apoyados por damas de la clase alta que prestaban sus servicios como parte de sus obras de caridad. Durante la mayor parte del siglo XIX, la Enfermería no se veía como un oficio, cualquier persona podía contratarse como sirviente en un hospital y realizar funciones como las ya mencionadas, además de una labor específica.

En los hospitales existían varias clases: enfermera-lavandera, enfermera-cocinera, enfermera-mandadera y en la categoría más alta estaba la enfermera partera, que no por esto dejaba de estar subordinada al médico. En los hospitales de la ciudad de México, las hermanas de la caridad vieron la necesidad de capacitar a hombres y mujeres capaces de realizar los cuidados necesarios para cierta clase de enfermos, como por ejemplo los afectados por demencia en los Hospitales del Divino Salvador y de San Hipólito o para las actividades específicas de los llamados “hospitales de sangre” San Andrés y San Pablo, posteriormente llamado Juárez (1872).

  • A pesar de que la creencia popular y religiosa daba más importancia al espíritu que al cuerpo y que era de suma importancia el cuidado a los pobres, desvalidos, menesterosos y enfermos, sor Micaela Ayanz consideraba que los médicos debían participar en la formación de enfermeras y enfermeros;

Por primera vez en México, las monjas brindaron adiestramiento a hombres y mujeres en la atención del enfermo. Pero en 1874, con la expulsión de todas las órdenes religiosas de México, los médicos se vieron ante una problemática que debían resolver: la formación de recursos humanos idóneos como apoyo.

  • La única educación ofrecida por la Escuela Nacional de Medicina como soporte de las actividades médicas era la carrera de profesora de obstetricia, que desde 1833 aceptaba únicamente mujeres; la profesionalización de una actividad de mujeres para atender mujeres pretendía, de acuerdo con Ana María Carrillo, 12 la subordinación de esta práctica y la medicalización del embarazo para facilitar la intervención de los médicos, logrando que las egresadas cumplieran funciones específicas y tuvieran una jerarquía dentro del sistema hospitalario;

Sin el soporte de religiosas ni suficientes personas habilitadas, los médicos se enfrentaron a la necesidad de capacitar de forma elemental en Enfermería a individuos que les asistiera en su labor clínica. Atisbos de la luz La información con respecto al primer curso ofrecido en 1888 en el Hospital de San Andrés, bajo la supervisión de la Escuela Nacional de Medicina, es sumamente escasa; solamente encontré la solicitud de Concepción B.

Briseño 13 fechada el 15 de mayo de ese año para ingresar a la Escuela de Enfermeras y una mención a este curso hecha por Liceaga diez años más tarde, cuando se convocó a un nuevo curso. Después de este intento, la asistencia a los enfermos continuó igual, sin el apoyo adecuado de la enfermería; los hospitales perpetuaron la costumbre de contratar servidumbre para realizar las funciones de auxilio paliativo.

Preocupado por esta situación el doctor Eduardo Liceaga propuso al gobierno de Porfirio Díaz la creación de una escuela especialmente dedicada a la formación del personal auxiliar del médico, para lo cual recurrió a la ayuda de sus amigos estadounidenses, solicitándoles que lo contactaran con una enfermera capaz de dirigir una escuela para enfermeras que funcionaría en el Hospital de Maternidad.

Probablemente en respuesta a su petición, en el número de julio de 1896 de la revista Trained Nurse and Hospital Review aparece el artículo “Why are not trained nurses sent to Mexico?”, 14 con profusos ejemplos sobre el patético cuidado brindado a los enfermos mexicanos debido a la carencia de enfermeras capacitadas.

Tres meses más tarde el Ministerio de Gobernación mexicano recibió la solicitud de empleo de la enfermera Margaret Simpson, quien no fue contratada porque no hablaba español. 15 La petición siguiente se recibió en julio de 1897, enviada por la enfermera Eva Cunningham, de 22 años, con cuatro años de “capacitación y práctica rigurosa” en el Memorial Hospital de Brooklyn de Nueva York.

En su carta mencionaba que, a pesar de haber vivido en la ciudad de México con su familia necesitaba estudiar el idioma durante un lapso de 8 a 12 meses previos a su contratación. Considerando que las instalaciones del nuevo Hospital General estarían listas en diez meses, el general Manuel González Cosío, secretario de Gobernación, instruyó a Liceaga para que la contratara como profesora con $100 mensuales de salario, más hospedaje y alimentos, a partir del 17 de julio de 1897.

No sabemos más de la carrera de la enfermera Cunningham en México, pero seguramente dejó su puesto como directora de una escuela inexistente antes del término de 1897. 16 Para fines de ese mismo año, Liceaga recibió la visita de Alfred y Lillie Cooper, enfermeros titulados, egresados en enero de 1896 del Medical and Surgical Sanitarium Training School for Nurses en Battle Creek, Michigan.

  • Alfred Cooper presentó cartas de recomendación, en las cuales destacaban sus habilidades en la atención de los enfermos, en higiene doméstica e individual, en los usos médicos del agua, de la electricidad y de los masajes, además de sus destrezas en Enfermería general, quirúrgica y obstétrica;

Es hasta 1898 que la instrucción de enfermería queda bajo el cuidado de la Escuela Nacional de Medicina, cuando el doctor Eduardo Liceaga consigue la aceptación del presidente Porfirio Díaz para su proyecto de una Escuela Teórica-Práctica de Enfermería adscrita al Hospital de Maternidad e Infancia, ubicado en la Calle de Revillagigedo (esquina con la actual calle Artículo 123): [.

  • ] el Presidente se ha servido acordar que se establezca la Escuela Práctica y Gratuita de Enfermeras cuyas lecciones se darán en el Hospital de Maternidad e Infancia en los días y horas indicadas por usted;

17 La práctica habitual establecida en los hospitales disponía que las salas de hombres fueran atendidas por hombres y las de mujeres por mujeres, respectivamente, así que la convocatoria emitida el 20 de abril de 1898, estaba dirigida a: [. ] personas de uno y otro sexo [entre 15 y 30 años de edad] que tengan bastante cultura social, revelada por sus sentimientos humanitarios, su trato afable con los enfermos, sus hábitos de limpieza personal [.

] 18 Debían cumplir con la instrucción primaria y presentar un certificado de buenas costumbres, siendo recomendable, aunque no necesario, que las solicitantes hubiesen estudiado en la Escuela Normal o contar con la carrera de obstetricia y que los jóvenes hubiesen cursado la Escuela Preparatoria o trabajado en alguna oficina pública.

Las personas de cualquier sexo que estuvieran desempeñando funciones de enfermería en los hospitales de la ciudad de México debían presentar una constancia firmada por el director del hospital respectivo, con la cual se avalara su entusiasmo, asiduidad y perseverancia en el trabajo, trato afectivo, sencillo y amable con los pacientes, así como de sus costumbres de higiene personal.

  • Asimismo, por indicaciones del doctor Eduardo Liceaga se hace un llamado a las señoras y señoritas que hubiesen presentado exámenes de enfermeras en 1888;
  • 19 Aunque los requisitos mencionados en la convocatoria fuesen cumplidos, había otros detalles en los que se fijarían los profesores: la solicitante debía tener buena memoria, gozar de buena salud mental, tener dedos largos y delicados, usar las uñas cortas, ser trabajadora, paciente, optimista y empática con la atención de los enfermos hasta su sanación;

También debían comprometerse a servir en el hospital cuando menos por un año, gozando de un sueldo de $4 mensuales, realizando curaciones básicas, así como las observaciones necesarias para la elaboración de informes generales sobre las condiciones de la sala, del personal, de la alimentación y del enfermo destinados al médico y a la enfermera en jefe.

En el mismo Hospital de Maternidad e Infancia se realizaron las inscripciones del 1 al 15 de mayo, de 12 a 13 horas; el primer curso comenzó el día 16 con lecciones de tres a seis de la tarde, de lunes a viernes en las diferentes salas del hospital, así como en el anfiteatro, en tanto que las lecciones de operaciones eran de 9 a 12 de la mañana.

Estaba contemplado que duraría dos años con una visión eminentemente médica, según el programa elaborado por el doctor Liceaga, director de la Escuela Nacional de Medicina y presidente del Consejo Superior de Salubridad. Los esposos Cooper, contratados como profesores durante seis meses con un sueldo mensual de $75 a cada uno, fueron quienes dieron inicio a los cursos de la Escuela de Enfermería, aunque se desconoce el plan de estudios, podemos conjeturar que implantaron uno similar al de su escuela de origen, la Medical and Surgical Sanitarium Training School for Nurses.

  1. Sin embargo, al haber sido dotada con insuficientes recursos, la escuela no pudo prorrogarles el contrato y al término de éste, los Cooper dejaron la ciudad de México;
  2. 20 Con la escuela sin profesores enfermeros capacitados durante 1899 y 1900, el doctor Liceaga se vio nuevamente envuelto en la búsqueda de titulares, y resuelto a modernizar la enseñanza de la enfermería, decidió traer a México los avances establecidos por Florence Nigthingale en el oficio;
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Para tal fin contacta a la enfermera Rose Crowder, 21 se compromete a proporcionarle el pago de los viáticos desde Estados Unidos a la ciudad de México, el hospedaje, los alimentos y un sueldo de $50 dólares mensuales para que ocupara el puesto de profesora y directora de la Escuela de Enfermeras; las condiciones laborales y el salario establecido para su contratación fue aprobado personalmente por el presidente Porfirio Díaz.

La joven enfermera Rosa Crowder, de 25 años realizó sus estudios en la Eastern Illinois Hospital Training School for Nurses ; llegó a la ciudad de México en marzo de 1900; mostró certificados de una capacitación especial en enfermedades mentales, y un año de ejercicio en Illinois Charitable Eye and Ear Infirmary , cumpliendo con la atención específica en cirugía ocular.

Como parte de su adiestramiento profesional estaba habilitada en: dirección general, además de las áreas propiamente de enfermería: asepsia general, asepsia quirúrgica, obstetricia, administración de medicamentos, administración de enemas, baños, masajes, enfermería general y cirugía. El plan de enseñanza de enfermería que Rosa Crowder presentó al doctor Liceaga contemplaba: Fuente: AHSS, SP, EE, caja 1, exp. Rosa Crowder. Plan de estudios de la enfermería para el Hospital General de la ciudad de México. Cuadro 1  Plan de estudios de Enfermería, 1900  Esta propuesta termina con la siguiente nota: Hay algunos principios importantes que enseño a las alumnas desde los primeros días hasta su graduación, estos son: asepsia, bondad y la cortesía ante todo y para todos, alegría, y tanto en la formación como la práctica de la Enfermería, la importancia de seguir las órdenes de los asesores médicos de forma explícita.

  1. Recordar que la enfermera no es un doctor;
  2. 22 Rosa cumple con sus funciones de acuerdo al sistema que había aprendido, procediendo a establecer un ordenamiento técnico-médico para las lecciones en las que enseñaba: la “preparación de soluciones antisépticas y su empleo, la esterilización [y] manejo de aparatos quirúrgicos, asepsia quirúrgica, cirugía menor, curaciones, limpieza de heridas y conducta en sala de operaciones”;

23 Sin embargo, las dificultades enfrentadas por Rosa Crowder no se limitaron al ámbito escolar y hospitalario, sino que el proceso de adaptación a la ciudad se le complicó. A su llegada se instaló en una casa de huéspedes porque la habitación prometida en el Hospital de Maternidad e Infancia no estaba lista y el pago de su salario se retrasaba constantemente, ocasionando que no pudiera pagar su hospedaje ni sus alimentos, además, ¡el colmo!, ¡se lo redujeron! La profesora y directora Crowder se cansó de pedir el cumplimiento del contrato, hospedaje, alimentos y sueldo, por lo que en mayo de 1902 anunció al doctor Liceaga su decisión de renunciar a partir del 4 de junio de ese año, a lo que el director de la Escuela de Medicina reaccionó ordenando que se respetaran las condiciones estipuladas, pidiéndole que se quedara; sin embargo, la paciencia de Rosa había llegado a su límite y se mantuvo firme en su decisión.

El doctor Liceaga justificó esta situación ante el Ministerio de Gobernación argumentando que la resolución de la profesora era inquebrantable “porque no se avenía con algunos de los médicos del Hospital de Maternidad y se quejaba de la comida que se le daba”.

24 Ese mismo mes, Liceaga le ofreció el puesto a la enfermera graduada M. Bowman, “con once años de experiencia, dos de ellos en las Filipinas, por lo que hablaba algo de español”. 25 Pero las dificultades vividas por Rosa Crowder ya eran de sobra conocidas en el mundo de la enfermería y lo que Liceaga recibió fue un contundente rechazo a su propuesta: Deseo informarle de que no quiero aceptar el cargo de Enfermera Jefa de la Casa de Maternidad con las mismas condiciones que la señorita Crowder ha tenido.

Ni por un momento consideraré la posición con el mismo sueldo que Usted ha estado pagando a la señorita Crowder. En cuanto a la comida, me moriría de hambre en una semana si yo tratara de vivir de las comidas que se sirven ahí.

La Srita. Crowder ha sido más que considerada al soportar lo que ninguna otra enfermera estadounidense ha sufrido. 26 El doctor Eduardo Liceaga volvió a recurrir a sus conocidos en la frontera mexicana y en Estados Unidos. Los médicos chihuahuenses Mariano Samaniego y N.

Márquez le escribieron al doctor Liceaga para notificarle que en El Paso, Texas, vivía “una señorita profesora [enfermera] titulada, de la que nada hay ya que desear, pues hasta posee el idioma español, su trato es muy fino, su físico muy agradable (es muy guapa), joven, pues cuenta sólo con 24 años”, 27 dispuesta a viajar a la ciudad de México.

Se trataba de la enfermera Rosa Warden, 28 a quien Liceaga contacta para ofrecerle el puesto en la Escuela de Enfermería. Una vez establecido el convenio entre ambos, Rosa llegó a la ciudad de México en julio de 1902, con las mismas condiciones ofrecidas a las señoritas Crowder y Bowman, fungiendo como directora y profesora de la escuela desde esta fecha hasta 1904.

  • Rose Warden había egresado ese mismo año de 1902 de la Escuela de Enfermería del Hospital Hotel Dieu de El Paso, Texas; hablaba español por haber vivido con su padre en la Hacienda de Toluquilla, en Omealco, Veracruz;

De manera colegiada los profesores de la Escuela de Medicina resolvieron que la señorita Warden era la directora perfecta para la Escuela de Enfermería. Sin embargo, continuaban con el problema no resuelto de las habitaciones destinadas para ella en el hospital: estaban sin terminar.

  1. Al principio, tanto Liceaga como Warden se mostraron mutuamente complacidos, pero paulatinamente surgieron los problemas;
  2. Esta nueva directora tomaba decisiones sin consultarlo, “insistió en la contratación de personal para ayudar a supervisar a las estudiantes en sus dormitorios”; 29 así como en mejorar las condiciones de los mismos y del comedor de alumnas y enfermeras; igualmente solicitó la compra de vendas, algodón y compresas, de equipos de desinfección y esterilización, así como de uniformes para las alumnas y el aumento en las pensiones que las alumnas recibían a $16 mensuales, 30 todo ello sin previo acuerdo con el director de la Escuela de Medicina, quien en los hechos actuaba también como director de la Escuela de Enfermería;

Por su cuenta y saltando la autoridad de los directores del hospital y de la Escuela Nacional de Medicina, la directora Warden decidió contactar directamente al Ministerio de Gobernación para solicitar el cambio de sede de la escuela al Hospital de San Andrés, que tenía mayor cantidad de casos de medicina general y de cirugías mayores favorables para la educación de las estudiantes.

  • Reaccionando ante esta situación Eduardo Liceaga decide de manera unilateral, en contra de la petición de Rosa Warden, que la intervención de las estudiantes se limitaría al área clínica de pediatría de la Casa de Maternidad;

Entonces Rosa pidió la asignación de las enfermeras en el Hospital de San Andrés, dejando el de maternidad sin el servicio de enfermería. Posteriormente consideró que las salas de cirugía mayor y de medicina eran insuficientes para desempeñar su trabajo, por lo que solicitó le dejaran participar en todas las salas del hospital.

  1. Aunque reconoció lo pertinente de la situación, el doctor Liceaga no soportó verse desplazado por una enfermera que sin consultarlo y sin su autorización obtuvo el consentimiento de Gobernación;
  2. La actitud de la directora Warden no le agradó, considerándola una insubordinación, así que el 15 de marzo de 1904, le envió un escrito pidiéndole su renuncia para no desprestigiarla, a pesar de considerarla una ingrata y merecedora del cese, en “una actitud magnánima”, se compromete a pagarle un mes de sueldo en caso de quedarse en la ciudad o el pago de viáticos si deseaba regresar a El Paso, Texas;

31 Ante esta situación, y con la finalidad de comportarse políticamente correcta, escribe una justificación al gral. Manuel González, insistiendo que su intención: [. ] era solamente preparar un cierto número de jóvenes que pudieran completar su educación más tarde, pero que fueran capaces de atender a los enfermos, de dar a los médicos las reseñas que necesitaran, de hacer la administración de los pabellones y de encargarse de cada pabellón en los que se hubieran distinguido.

32 En su misiva omite mencionar el desacuerdo habido entre ellos, así como que, gracias a Rosa, las enfermeras se presentaban a trabajar uniformadas y que su instrucción se había perfeccionado. Además de quejarse por otra serie de acciones insignificantes, sin haber sido consultado previamente por la directora Warden, en su calidad de director del Hospital de Maternidad e Infancia y de la Escuela de Medicina, igualmente se lamentó del cambio de los horarios de las guardias hospitalarias y del tipo de relación que el personal de Enfermería tenía con los médicos.

Asimismo, dijo que Rosa no sabía imponer su autoridad con las alumnas ni disciplinarlas, y que no había prestado suficiente atención al registro adecuado de las sábanas limpias y sucias. A pesar de todos los reclamos y quejas en contra, a Liceaga no le quedó más que reconocer a Rosa como “una enfermera muy inteligente, muy instruida, de muy buen carácter y muy agradable en sociedad, yo mismo la recomendaré por todas partes”.

33 Ella implementó el primer examen en su área y le tocó encargarse de egresar a la primera generación de Enfermería compuesta por 43 estudiantes mujeres más un hombre, de los cuales únicamente 22 mujeres y el hombre aprobaron el examen en agosto de 1903.

Rosa Warden presenta su renuncia con fecha 30 de marzo de 1904, alegando la enfermedad de su madre, 34 pero se queda con la habitación asignada en el Hospital de Maternidad e Infancia en las calles de Revillagigedo, motivando de nueva cuenta el descontento de Liceaga que le pide salga de allí porque debía ser ocupada por la nueva directora, cosa que ella hace hasta junio de ese año.

35 Aún con el discurso sobre la modernización de la enfermería, el doctor Liceaga sostenía y promovía el entrenamiento en enfermería con características pertinentes para ser asistente, conservando el modelo de la enfermerasirviente con un desarrollo básico de su práctica y controlada por los médicos; en tanto que Rosa Warden pretendía la profesionalización de la carrera.

Estos puntos tan divergentes provocaron la ruptura entre ambos, junto con la sensación de Liceaga de verse ignorado por la directora de la Escuela de Enfermeras, que se conducía con suficiencia y determinación en la toma de decisiones en su trabajo. El principio de una nueva escuela El 1 de abril de 1904, la tercera directora de la Escuela de Enfermería fue presentada, la alemana Maude Dato, quien se comprometió a transmitir sus conocimientos como enfermera titulada en la escuela Victoria-Hausfur Krankenpflege de Berlín.

Acepta acatar las órdenes y disposiciones del doctor Liceaga sobre la enseñanza y la administración de la Escuela de Enfermería; en caso de desacuerdos, ella dejaría la escuela mediante aviso con un mes de anticipación y se le pagaría un mes más como gratificación.

Por su parte, Liceaga accedió a mejorar el sueldo y la categoría de Maude Dato cuando se inaugurara el Hospital General, mientras tanto le entregaría una gratificación mensual de $150. 36 Después de las experiencias con las anteriores directoras, Liceaga decidió que este convenio fuese firmado por ambos y sellado por el Ministerio de Gobernación.

Pronto se integró al equipo de trabajo de la Escuela de Enfermería otra enfermera alemana, Gertrudis Friedrich. Así, ellas organizan a las egresadas de los primeros cursos que se contrataron para asistir a los médicos en los pabellones del nuevo Hospital General de México en proceso de construcción en la parte sur de la Ciudad, que sería inaugurado el 5 de febrero de 1905.

De la misma manera, se hicieron cargo del traslado de la Escuela de Enfermería hacia el nuevo hospital. Ambas enfermeras se conocían, puesto que habían trabajado en el Hospital Friedrichshain en Berlín y en México. En el Hospital de Ferrocarriles Nacionales en Acámbaro, Guanajuato, 37 laboraron de mutuo acuerdo, permanecieron al frente de la Escuela de Enfermería hasta consolidar la organización de los servicios del nuevo hospital con 30 enfermeras primeras y 18 segundas, con las cuales se realizó la inauguración. Fuente: AHSS, SP, EE, caja 1, exp. Rosa Crowder. Plan de estudios de la enfermería para el Hospital General de la ciudad de México. Cuadro: 2  Enfermeras fundadoras del Hospital General de México, 1905  En el imaginario social, o sea en la vida diaria, en la práctica laboral las enfermeras eran parte de la servidumbre, aunque paulatinamente se reconoció que estas mujeres estaban capacitadas para brindar apoyo en el área de las ciencias de la salud, motivando el cambio en los nombramientos que les otorgaban una jerarquía o una categoría; en los hospitales no siempre se apegaban a las nuevas condiciones de contratación.

  • El personal de apoyo médico con el que dieron inicio las actividades del Hospital General de México se formó con las egresadas de la Escuela de Enfermería dirigida por estas cuatro enfermeras extranjeras con la supervisión de la Escuela Nacional de Medicina (ver Cuadro 2 );

A principios de la década de 1880, los directores empezaron a solicitar la creación de plazas de enfermera mayor o primera y enfermera menor o segunda; por ejemplo, el doctor Ángel Gutiérrez, director del Hospital Morelos manifestó el 4 de febrero de 1881: “la necesidad urgente de crear una nueva plaza de enfermera segunda para el departamento de pensionistas con un sueldo de $5.

00 mensuales” 38 y otra para la sección Pasalagua con sueldo de $11. 97 más raciones. 39 El 22 de febrero de 1903 en El Imparcia 40 se insertaron dos avisos solicitando personal femenino para enfermeras segundas y servidumbre, de manera separada.

Pero como siempre ocurre, existía resistencia a los cambios; el 31 de mayo de 1905, el doctor R. Macías, director del Hospital Morelos escribió: Como una explicación a la conducta seguida por esta dirección en el nombramiento de enfermeras mayor y menores para la “Sala Andrade” y que motivó el oficio de esa superioridad número 58-36, me permito hacer presente a esa Dirección General que es a su digno cargo, que las enfermeras tanto mayores como menores se habían considerado hasta esta fecha como sirvientes, no necesitando por lo tanto nombramiento firmado por el Señor Ministro [de Gobernación].

41 Como vemos, no fue cosa fácil quebrar la resistencia social al cambio en la concepción del papel de las enfermeras por parte de los médicos; se modifica el nombramiento y se les da la categoría de enfermeras mayores y menores, pero dentro de los hospitales, se les seguía considerando parte de la servidumbre hasta principios del siglo XX.

La formación de las enfermeras estaba sujeta a los reglamentos del Hospital de San Andrés y del Hospital Juárez, que consideraban un periodo de internado para los estudiantes de medicina; para el caso de las alumnas de enfermería se traducía en residir en el hospital de manera permanente, situación injusta, pues no se les pagaba por el servicio que prestaban.

  • El siglo XX: cambios en la asistencia sanitaria Una vez establecida la Escuela de Enfermería en el Hospital General de México en 1905, las jefas, las enfermeras primeras y segundas, así como las alumnas, empiezan un gran desafío contra los paradigmas de la práctica médica;

En primera instancia lograron separarse de la tutela que la Escuela Nacional de Medicina ejercía. La Escuela de Enfermería dejó esta dependencia para estar subordinada al Hospital General de México. Es desde este ámbito que dio inicio el segundo reto: su independencia del ámbito hospitalario y regresar al escolar.

Aquí las estudiantes cubrían guardias de 24 horas, recibían clases del personal médico, las profesoras-enfermeras dejaron de existir en la plantilla de la escuela, el administrador del hospital designaba personal especial para vigilar a las estudiantes y el director estaba vinculado con Instrucción Pública y Bellas Artes para validar los estudios allí realizados.

Poco tiempo después de haberse instalado la Escuela de Enfermería en el Hospital General de México, en 1906, la directora y la subdirectora fueron sustituidas por las estadounidenses María McClaud y Ana Hambori, “quienes consolidaron la docencia y el servicio en un mismo sistema de trabajo”, 42 favoreciendo a médicos y estudiantes de medicina en su práctica clínica con enfermeras capacitadas para intervenir en curaciones pequeñas y en el control de signos entre otros soportes técnicos.

Pero, ¿qué pasó con la rivalidad entre Warden y Liceaga? Aparentemente éste se impuso y dejó la formación de este sector en manos del personal médico hospitalario. ¿Cómo recuperar los avances de la enfermería moderna planteada por Nightingale? Si bien las enfermeras debían obedecer las indicaciones de los médicos, también podían contribuir en la atención del paciente desde sus propias habilidades y capacidades, diferentes de las del médico y con una actitud propositiva.

Renacimiento de la Escuela de Enfermería Tras desafiar el estado en que había caído la formación de las enfermeras, elaboraron un plan de estudios que contemplaba aspectos técnicos, clínicos, científicos y humanísticos, de acuerdo a los criterios de médicos de gran prestigio, profesores de la Escuela de Medicina. Fuente: Iñiga Pérez Cabrera y María Cristina Castañeda Godínez, 100 años de la ENEO, 1907-2006. 100 años de la educación formal de la enfermería, v. 2, México, ENEO, 2006, p. 30. Cuadro 3:  Plan de estudios, 1907  La Escuela de Enfermeras se inauguró el 9 de febrero de 1907 en el Hospital General de México con el discurso del director, doctor Fernando López.

Estas acciones estaban encaminadas a la creación de una escuela con independencia económica y administrativa que mantuviera los vínculos académicos con la medicina. En octubre de 1906 obtuvieron la aprobación de la Dirección General de Beneficencia Pública a las bases generales para el establecimiento de una escuela de enfermería, con un plan de estudios de tres años (ver Cuadro 3 ).

Para esta primera generación se convocó a señoritas con primaria superior, con el compromiso de otorgar un diploma al concluir los estudios, avalados por la Dirección General de la Beneficencia Pública: “naciendo así un sistema de educación profesional de Enfermería que se extendió por el territorio nacional”.

  1. 43 En este nuevo plan de estudios se tenían contempladas las cátedras de curaciones, anatomía y fisiología para el primer año; higiene y curaciones en general durante el segundo año; y pequeña farmacia, curaciones, cuidados para los niños, las parturientas y los enajenados en el tercer año de acuerdo al sistema establecido por Florencia Nigthingale de un aprendizaje basado en la práctica;

Creando la fusión escuela-hospital con clases teóricas impartidas por médicos, la obligación de ejercitarse físicamente y de vestir el uniforme reglamentario, así como la prohibición de usar perfume y maquillaje, además del compromiso de dirigirse a los médicos con respeto, llamándolo “señor doctor”.

  • 44 La primera enfermera que concluyó la carrera con este plan fue Hermelinda García, quien obtuvo su diploma y certificado oficial el 28 de febrero de 1910, 45 por lo que es considerada como la pionera, a pesar de no ser todavía universitaria;

En 1908 la escuela pasa a incorporarse de la Dirección General de la Beneficencia Pública a la Secretaría de Educación. Con la reapertura de la Universidad Nacional de México que acoge a la Escuela de Medicina, el 26 de mayo de 1911, se toma la decisión de retomar la enseñanza de la enfermería, con lo cual la Escuela de Enfermería adoptaría el mismo reglamento y ocuparía las mismas instalaciones de la Escuela de Medicina.

Francisco León de la Barra, como presidente interino, dispuso que la Escuela de Enfermería pasara a depender de la naciente Universidad bajo custodia de la Escuela de Medicina el 28 de junio de 1911. Con gran entusiasmo, las alumnas de Enfermería se trasladaron a su nueva sede el 30 de diciembre de 1911, con el primer plan de estudios de dos años a nivel universitario en la mano, un plan académico de contenido científico y humanístico, mismo que entró en vigor al año siguiente.

El requisito seguía siendo contar con estudios de primaria, y se vio la oportunidad de integrar la carrera de obstetricia impartida en la Escuela de Medicina desde 1833. Así nace la Escuela de Enfermería y Obstetricia en 1912, ofreciendo las dos carreras: para obstetricia se continuaba con el plan de dos años y para enfermería los dos años del nuevo plan de estudios propuesto y aceptado.

Esta nueva carrera llamó la atención de algunas alumnas de obstetricia, que al concluir pidieron ser aceptadas en enfermería; por ejemplo, Josefina Tinoco 46 y María Guadalupe Rivera Monteón, 47 quien se gradúa de su segunda carrera el 15 de octubre de 1915.

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Conclusión Los cuidados primarios prodigados por la mujer se hacen extensivos -en caso de enfermedad-, a los cuidados paliativos, guiados por el mismo instinto sin experiencia ni formación profesional, dan paso al primer acercamiento del quehacer de la enfermería.

  1. El cuidado general del paciente como parte del proceso sanador durante el siglo XIX era realizado por personas sin educación académica, incluso analfabetas; por ejemplo, en la nómina del Hospital Morelos del 15 de julio de 1890, las enfermeras menores Leonila González e Ysabel Ramírez no firmaron por no saber hacerlo, cobraban $2;

50. La decisión del doctor Eduardo Liceaga de traer a México la enfermería implementada por Florence Nightingale en Europa, fue un gran paso en la profesionalización de la enfermería mexicana; los médicos y los pacientes de finales del siglo XIX, tanto como los del Hospital General de México, a principios del xx, agradecieron la voluntariosa energía y el empeño de Liceaga.

Los ásperos inicios para formar una escuela de enfermería, la confrontación del doctor Liceaga con “las dos Rosas” en su colisión por tratar de establecer la enfermería como un proceso educativo independiente de la medicina, desembocó en un conflicto de intereses, “en complicaciones de género en la toma de decisiones” 48 que culminaron con la renuncia de la enfermera Crowder y el despido de Warden; hechos que constatan la autoridad y el control de los médicos “sobre las enfermeras y su formación profesional”.

49 La integración de la Escuela de Enfermería a la Escuela de Medicina y a la Universidad brindó a las estudiantes la oportunidad para dejar el espacio unidimensional brindado por el hospital-escuela, así como para desafiar los paradigmas socioculturales que las encasillaban en el servicio, dándoles la oportunidad de demostrar que podían manejarse sin la presencia y gobierno de los médicos, recordando el compromiso contraído con los pacientes, los servicios hospitalarios y, por supuesto, con los médicos.

  1. La enfermería fue ganando autonomía a medida que los valores de atención y cuidado de los pacientes fueron resueltos satisfactoriamente para todos los involucrados en el proceso salud-enfermedad, teniendo presente siempre las palabras de Rose Crowder: “la enfermera no es un médico”;

50 Referencias “100 años de Enfermería en México”, en Gaceta de Comunicación Interna de la Secretaría de Salud55 (febrero 2007), pp. 3-5. [ Links ] AHSS, SP, EE, caja 1, exp. Rosa Crowder, Plan de estudios de la enfermería para el Hospital General de la ciudad de México.

[ Links ] Carrillo, Ana María, “Nacimiento y muerte de una profesión. Las parteras tituladas en México”, en Dynamis. Aria Hisp. Med. Sci. Hist. Illus. 19 (1999), pp. 145-166. [ Links ] “Definición de cuidados paliativos”, http://www.

cuidadospaliativos. info/rdr. php?catp=0&cat=252&sel=269 [consultado el 3 de noviembre de 2014]. [ Links ] El Imparcialt. XIV, núm. 2347, México, 22 febrero 1903, p. [ Links ] ENEO, 100 años, 1907-2006, México, UNAM-CD interactivo. [ Links ] “Forjadores de la ciencia en México.

Eduardo Liceaga”, http://www. quiminet. com/articulos/forjadoresde-la-ciencia-en-mexico-eduardo-liceaga-2601278. htm [consultada el 7 de julio de 2014]. [ Links ] García Cubas, Antonio, El libro de mis recuerdos7a ed.

, México, Patria, 1978, p. 52. [ Links ] Lavín, Mónica, Las rebeldesMéxico, Random House Mondadori, 2013, pp. 231-232. [ Links ] Mignerez, A. , “Why are trained nurses not sent to Mexico?”, en Trained Nurse Journal16: 7 (1896), pp. 356-358. [ Links ] Nance, Douglas, “En busca de la modernidad: el inicio de la Enfermería en México”, en Revista de Enfermería del IMSS19: 2 (2011), p.

111. [ Links ] Revista Enfermería Universitaria ENEO-UNAMv. 4, 1 (enero-abril, 2007), p. [ Links ] Torres-Barrera, Sara, y Elvia Zambrano-Lizárraga, “Breve historia de la educación de la Enfermería en México”, en Revista de Enfermería IMSS, 18: 2 (2010), p.

107. [ Links ]  Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons.

¿Cuándo se fundó la primer escuela de Enfermería en México?

Hace ya 88 años que el 6 de enero fue instituido en el país como el Día de la Enfermera y del Enfermero por el Dr. José Castro Villagrana, durante su gestión al frente del Hospital Juárez de México, para reconocer y celebrar su gran labor y dedicación en pro de la salud de la población.

Actualmente, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Salud, hasta 2017 estaban registrados más de 300 mil enfermeras y enfermeros en el país, de los cuales las mujeres sobresalen al representar el 85 por ciento de los recursos humanos en esta profesión.

La Encuesta sobre la Percepción Pública de la Ciencia y la Tecnología (ENPECYT) 2017, publicada en el portal del INEGI, reporta que la enfermería es considerada por la población como una de las profesiones más respetables, después de los bomberos y los inventores, en ese orden.

Este noble trabajo puede rastrearse a lo largo de diferentes épocas hasta el México precolombino. Entre los aztecas, explican las Dras. Patricia Cuevas y Dulce M. Guillén en el artículo “Breve Historia de la Enfermería en México”, los heridos en combate eran atendidos en el tuihuacan (hospital) por enfermeros varones; de forma paralela, las mujeres también practicaban la enfermería, especialmente como parteras.

Ambos eran identificados por la palabra ticitl , “el hombre o mujer que se dedicaba a la atención de enfermos”. Durante la época de la Colonia, las diversas órdenes religiosas prestaban cuidados a las personas enfermas. Algunas de las tareas que las enfermeras realizaban eran curaciones en hospitales y cárceles y ganaban 50 pesos al año.

Para ejercer estos cuidados, no necesitaban ninguna licencia. A finales del siglo XIX, las enfermeras tenían una paga de 8 pesos con 25 centavos al mes y cubrían largas jornadas de trabajo: durante el día, de las 7 a las 20 horas, mientras que en la noche, de las 20 a las 7 horas.

El 9 de febrero de 1907, fue inaugurada la Escuela de Enfermería. Durante la Revolución Mexicana, las enfermeras participaron activamente en la asistencia de los heridos en plena batalla. Un ejemplo de ello fue “Refugio Estévez Reyes (la Madre Cuca), quien en cumplimiento de su deber recibió un balazo en el cuello del lado izquierdo.

  • Toleró el proyectil durante toda su vida en la región carotidea, a nivel de la cuarta vértebra cervical”;
  • Ya dentro de la historia moderna del país, la enfermería tuvo un importante papel no solo en el cuidado de las personas enfermas y heridas, sino también como difusoras de conocimientos para prevenir padecimientos y proteger la salud de la ciudadanía;

La Escuela de Salubridad de México, fundada en 1922 y origen de la hoy Escuela de Salud Pública de México (ESPM) del Instituto Nacional de Salud Pública, dio paso a la profesionalización desde la perspectiva de la salud pública con la impartición del primer curso de “enfermera visitadora” en 1925 con 31 estudiantes.

Estas al igual que las subsiguientes generaciones fueron capacitadas para abatir la mortalidad infantil principalmente, así como para participar en las campañas de salud enfocadas en abatir las enfermedades infecciosas, además para difundir medidas de higiene que no siempre eran bien recibidas por la gente, pues en ocasiones las brigadas sanitaras eran objeto de agresiones Conforme avanzaba el siglo XX, el perfil del personal de enfermería fue adaptando para dar respuesta a la atención en las zonas rurales, el aumento de las enfermedades no transmisibles, así como reforzar los servicios de salud en términos de operación y administración, además de la formación de nuevos recursos humanos con nuevos conocimientos, para un mejor desempeño de sus tareas, según describe María de Lourdes Alemán en el artículo “La formación de enfermeras en la Escuela de Salud Pública de México, 1922-2009”.

Esto último ha llevado a una profesionalización más robusta. De esta manera las enfermeras y enfermeros de México han estado presentes dando atención por generaciones, por lo que en este día festejamos su compromiso y pasión por su entrega diaria en cada comunidad, centro médico y hospital del país.

¿Cuáles son las escuelas de enfermería?

¿Dónde se fundó la primera Escuela de enfermería en nuestro país?

Texto. ‘En 1907, Eloy Alfaro por Decreto Ejecutivo, funda la primera Escuela de Enfermería adscrita a la Facultad de Medicina de Guayaquil, dirigida por el Dr. Bartolomé Huerta.

¿Dónde se fundó la enfermería?

La Historia de la Enfermería trata del ser humano, de su cuerpo y de su mente, de cómo evolucionan los cuidados. “Desde la perspectiva fenomenológica se asume el cuerpo propio como el punto cero del mundo, como el centro del entorno, además, de los hechos históricos: las vivencias relacionadas con los cuidados de salud (experiencias vividas) se han de tener en cuenta, así como las objetividades esenciales que existen independientemente de que sean experimentadas o no: la enfermedad, la muerte, el dolor” 1.

“La relación entre historia y fenomenología se percibe claramente al considerar la fenomenología como la ciencia que estudia las vivencias a partir de la experiencia, y teniendo en cuenta que las vivencias sólo pueden convertirse en objeto de reflexión mediante la conciencia histórica, individual o colectiva, de la persona, los grupos.

en definitiva: las diferentes formas de convivencia que constituyen las sociedades humanas” 2. Husserl, al valorar la Historia, solventa el problema relativo a toda interpretación —el problema de la verdad— mediante la subjetividad transcendental, y señala que el sentido de la vida sólo se puede demostrar estableciendo la relación existente entre el acontecer histórico y la razón.

  1. El estudio de la Historia y evolución de la Enfermería es necesario para entender la situación actual en la que se encuentra la profesión en cuanto a la construcción de su cuerpo de conocimientos;
  2. En nuestra historia están las causas de la mayoría de las situaciones actuales y sólo buscando los motivos que las originan se pueden modificar y mejorar atendiendo a las necesidades sociales;

Si no se conoce el pasado, no se sabe de dónde se viene, hay dificultades para identificar dónde se está y difícilmente se puede elegir hacia dónde se quiere ir. Podríamos decir, sin miedo a equivocarnos, que es necesario estudiar el pasado, ponderar el presente para, así, construir el futuro.

  1. Cada sociedad tiene su propia cultura, su mundo de la vida;
  2. Sin embargo, cada sociedad puede tener diferentes “mundos de vida”, distintas cosmovisiones, lo cual es cada vez más frecuente en las sociedades multiculturales de los países desarrollados como consecuencia de factores históricos y demográficos (inmigración, desarrollo democrático que permite la convivencia de grupos minoritarios respetando sus costumbres, etc;

La cultura tiene gran influencia en la forma en la que el individuo responde a la enfermedad, incluyendo el momento en el que busca ayuda, el tipo de profesional al que acude y la forma en que el grupo social al que pertenece considera la enfermedad. Una singularidad cultural sería los resultados del estudio realizado por Zborowski en un hospital de la ciudad de Nueva York, referido a las distintas vivencias frente al dolor de personas de distintas etnias.

Aplicando estas realidades a nuestro quehacer profesional se ven los diferentes significados que un mismo hecho puede tener para cada ser humano; a ello hay que unir que también entran en consideración nuestras propias normas y valores culturales, y que podemos evaluar a los pacientes según estas.

Esta práctica sería etnocentrista, es decir, se miraría al paciente desde nuestro mundo, desde nuestra propia perspectiva cultural, pues se podría considerar que es la mejor: pues bien, esta actitud nos llevaría al fracaso como profesionales de la salud.

No se debe estereotipar a las personas mediante generalizaciones culturales. Hay que realizar un esfuerzo mental, en el que ni los valores culturales propios ni los de las otras personas se consideren superiores; esta actitud ayudaría al profesional de enfermería a ser más sensible, es decir, a tener una actitud más empática, sin perder el horizonte de esa máxima de Ortega que nos dice: “pensar es pensar la verdad, como digerir es asimilar los manjares.

Y el error no anula la verdad del pensamiento, como la indigestión no suprime el hecho del proceso asimilatorio normal” 3. Los cuidados que aporta la Enfermería y cómo lo hace han ido variando por múltiples factores. Estas diferencias observadas en los cuidados enfermeros se manifiestan de forma diferente según los valores en los que se sustentan en cada momento histórico, la percepción de la salud-enfermedad para cada cultura o grupo social.

  1. “Los cuidados de salud en general y la ciencia enfermera en particular, deben basar su conocimiento y acción en el estudio de los entramados conceptuales y los significados implicados en la interpretación que, sobre la salud y la enfermedad, realiza cada cultura, constituyendo la historia y la antropología dos instrumentos insustituibles en dicho proceso” 4;

Etimología de los cuidados Según el Diccionario de la Real Academia Española, etimología es el origen de la palabra, razón de su existencia, de su significación y de su forma. Es evidente que este significado lo podemos aplicar a los cuidados y podríamos aseverar, sin un ápice de error, que la Historia de la Enfermería es la historia de los cuidados, todo un entramado de hechos históricos, relaciones sociales e interpersonales, al que no se le ha prestado atención por parte de los historiadores hasta muy recientemente.

En palabras del Profesor Diego Gracia: “lo constitutivo de toda actuación profesional sanitaria es el cuidado, no la curación. Esto tiene un refrendo en la propia historia de las palabras. No debemos olvidar que la palabra griega therapeía significó originariamente el acto de cuidar los objetos del templo, y que therápaina tiene en griego el sentido de persona dedicada al cuidado, bien del templo, bien de una casa.

La terapéutica no consiste primaria ni formalmente en curar, sino en cuidar (. Los cuidados son un elemento básico de toda relación humana y, en ese sentido, un índice de humanización. Dime cómo cuidas y te diré el grado de humanidad al que has llegado” 4.

La enfermería no como profesión, sino como ejercicio de las “prácticas cuidadoras”, ha sido una actividad necesaria para la conservación de la especie humana. En los comienzos, el conocimiento de las personas que realizaban dichas acciones era intuitivo, no tenían preparación específica ni retribución económica, era una actividad universalmente intrínseca a cualquier forma de sociedad y realizada preferentemente por la mujer.

El origen de la Enfermería no es otro que el origen de la misma humanidad. Los seres humanos han sido capaces de sobrevivir y evolucionar como especie, pero se han visto limitados por lo que constituye su materialidad, su cuerpo. Cuando los seres humanos rompen su equilibrio biopsicológico con el medio ambiente necesitan ayuda; esta ayuda les ha sido ofrecida por los miembros de su misma colectividad, que iban adquiriendo y elaborando saberes a través de la observación y la experiencia, y transmitiéndolos de generación en generación.

Estas personas que ofrecían cuidados relacionados con la salud, independientemente del nombre que recibieran, ejercían la misma función que hoy se conoce como enfermería. Definir la enfermería como ciencia y arte arrastra consigo una tradición que se remonta al origen de los pueblos y de la sociedad misma.

Puede que los comienzos de estos cuidados se diesen cuando tuvo lugar el bipedalismo en nuestros antecesores, ya que, a causa de este hecho obtuvieron una enorme serie de ventajas: por primera vez se miran directamente a los ojos, cara a cara, liberan las manos, lo que les permitió el transporte de alimento y de crías, fundamentalmente, y muy posteriormente la fabricación de herramientas, el dominio del fuego.

Estos primeros hechos debieron ocurrir hace aproximadamente entre 5 y 10 millones de años. Parece que el Homo sapiens primitivo fundamentaba sus conceptualizaciones en analogías, por lo que sin duda las cualidades de generación, fertilidad y protección nutricia, siempre identificando a la mujer con la tierra, en una simbiosis madretierra, sólo pudo transferírselas al ente femenino; ¿quién sino una hembra, no importa la especie, está capacitada para “crear”, para dar vida, mediante la fecundación y el parto? ¿Quién sino la mujer cuida de su prole y se encarga de satisfacer sus necesidades básicas? Esta puede que sea la razón por la que la humanidad prosperó bajo la protección de la deidad femenina durante un periodo cercano al 30.

000 a. hasta el 3. 000 a. , como puede verse en las diferentes figuras en piedra que se han descubierto en los últimos tiempos, desde la hallada en Willendorf en 1908, conocida como la Venus de Willendorf (25. 000-20. 000 a. ); hasta la diosa Parturienta (6. 000 a.

), entre muchas otras que se han encontrado. A lo largo de la Historia el hogar y el ámbito de la familia han sido los espacios de socialización femeninos por antonomasia, por lo que en la mayoría de las representaciones sociales de las mujeres aparece la figura de la madre y la esposa, lo que constituye un elemento fundamental en el imaginario cotidiano de todas las culturas humanas.

La administración del hogar y el cuidado de la prole serán las principales tareas encomendadas a la mujer, así como la trasmisión de los valores y las tradiciones de cada pueblo en el seno de la familia. La responsabilidad sobre la función reproductiva y sobre la gestión de cuestiones domésticas convierte a las mujeres no sólo en garantes de la supervivencia y el bienestar de la familia, sino en las principales sustentadoras del equilibrio de la comunidad; son las agentes fundamentales de la “socialización primaria”.

  1. El cuidado es innato en la mujer, en la madre que amorosamente vela el sueño de su hijo y apacigua su dolor; en la hija que cuida a sus padres y hermanos; en la mujer que consuela y abnegadamente cuida a su marido;

¿pero cuándo esta “mujer-cuidadora” incorporó el conocimiento a ese cuidado desinteresado? ¿Cuándo se transformo en profesional de la Enfermería? Difícilmente se puede entender la evolución de la Enfermería sin analizar el medio en el que se desarrolla, ya que se manifiesta dentro de una estructura social con la que interacciona constantemente.

  1. Para analizar los cambios que se han producido en la Enfermería se observan diferentes elementos que han influido en su evolución, que van desde cuestiones generales, pasando por fenómenos relacionados con la salud, hasta llegar a aspectos relativos a la Enfermería como profesión y como disciplina;

Estos elementos son la organización social y los valores imperantes en cada época y lugar (economía, política, etc. ), la concepción de la salud que en cada momento se tiene, la que en cada momento se impone y el tipo de atención de la salud que se ofrece por parte de la organización social.

El propio conocimiento enfermero y su proceso de construcción parte de aspectos muy arraigados en valores personales y hechos cotidianos, cargado de explicaciones empíricas propias de cada cultura, que dificulta su explicación científica.

Igualmente los antecedentes de la Enfermería relacionados con valores y prácticas religiosas, el rol del género femenino que tradicionalmente ha caracterizado a la Enfermería, su desarrollo y organización ligado a contiendas bélicas, los efectos del estilo militar en su práctica y la influencia de la Medicina, ya que se desarrollan dentro del mismo ámbito de las Ciencias de la Salud.

  1. Existen diversos aspectos relacionados con la Enfermería como los antecedentes religiosos en las tribus primitivas con los chamanes, el brujo, la curandera;
  2. Posteriormente, el cristianismo va impregnando la filosofía del hombre tardorromano y medieval de Occidente, y durante mucho tiempo la atención a la salud y los cuidados de esta van a estar motivados por el concepto de ayuda y caridad;

” Los cuidados de Enfermería se institucionalizan basándose en un concepto de ayuda, que podríamos denominar vocacional-cristianocaritativo (. A pesar de todo, el cristianismo hace que estos cuidados, restringidos en el mundo antiguo al ámbito doméstico, afloren a la sociedad.

La mujer como enfermera consagrada” 5. La doctrina de Cristo y la fraternidad lograron la transformación de la sociedad y el desarrollo de la “enfermería organizada”, toda vez que la posición de la mujer se elevó con el cristianismo (primera era cristiana: 1-500 d.

El altruismo puro, predicado por los primeros cristianos, comulgaba a la perfección con el pensamiento y motivación de la enfermera cuidadora, que se traducía en cuidado caritativo, amoroso y desinteresado. Es así como el cuidado de los enfermos y desvalidos surge como La parábola de buen samaritano o una de las obras de misericordia, las cuales abarcaban las necesidades básicas humanas: “dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, visitar a los presos, albergar a los que carecen de hogar, cuidar a los enfermos y enterrar a los muertos”.

La regla de oro de la práctica de la nueva fe “no era ser cuidado, sino cuidar”, por lo que el cuidado de los enfermos y afligidos se elevó a un plano superior, convirtiéndose en una vocación sagrada, en un deber declarado de todos los hombres y mujeres cristianos.

Se cree que factores como una mejor posición social de la mujer romana, la igualdad de hombres y mujeres ante Dios —y por tanto en la tarea de Dios— y la llamada de Dios a realizar su labor con todos los afligidos, favorecieron la incorporación de la mujer a la Enfermería.

  1. Las primeras órdenes de mujeres trabajadoras (grupos de Enfermería) crecieron rápidamente y se convirtieron en expresión de los deseos filantrópicos y vocacionales, formando parte de ellas las diaconisas y las viudas y más tarde se incorporaron las vírgenes, las presbíteras, las canónigas y las monjas, aunque sólo las diaconisas y las monjas se dedicaban a la enfermería;
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La diaconisa primitiva podía estar casada, ser viuda o virgen. Febe (60 d. ) es reconocida como la primera diaconisa y enfermera visitadora, siendo la única diaconisa a quien menciona San Pablo en el Nuevo Testamento. Las diaconisas trabajaban sobre una base de igualdad con el diácono, tenían múltiples funciones, entre ellas colaborar en el sacramento del bautismo, cuidar y visitar a los enfermos, llevarles comida, dinero, vestido, atención física y espiritual, entre otras.

Una de las matronas romanas más conocida es Marcela; con su inmensa fortuna fundó, en su propio palacio de Aventino, el primer hospital gratuito de Roma, el cual fue descrito por San Jerónimo como nosocomium o lugar donde se cuidaba enfermos, diferenciando entre enfermos y pobres; a Marcela se le ha considerado como matrona de la Enfermería primitiva.

Para asumir el papel de la enfermera era necesario poseer una profunda motivación religiosa, con una alta dosis de autosacrificio, obediencia, humildad y desprendimiento de las cosas materiales. Debido al arraigo de las creencias religiosas y a la necesidad social de mano de obra barata, los cuidados fueron responsabilidad de las comunidades religiosas.

Las órdenes militares también han tenido mucha importancia, ya que la gran profusión de conflictos y guerras hizo necesario atender y cuidar a los heridos. El concepto de salud-enfermedad que cada cultura o pueblo ha poseído a lo largo de los siglos ha ido evolucionado con el transcurrir del tiempo, así mismo los cuidados, realizados en su mayor parte por la mujer como preservadora de la especie: “las enfermeras/os aseguraban la continuidad de la vida, ayudando a través de sus prácticas de cuidados a enfrentarse a la enfermedad y a la muerte, en contextos de escasa valoración social y cultural” 6.

” Si todo ser humano y toda sociedad lo son en primer lugar porque tienen historia, las enfermeras y enfermeros no constituyen ninguna excepción y en cada etapa histórica pasada, presente o futura, fueron, son y serán lo que históricamente sean capaces de demostrar (.

) se puede afirmar que, sin la demostración histórica de la enfermería, es imposible afirmar su existencia como entidad socioprofesional ” 2. La Enfermería es un fenómeno social que ha estado influido por los hechos y valores sociales que acontecen a su alrededor en cada momento y que la han ido configurando a lo largo de la historia.

Sin embargo, resulta casi imposible definir fronteras entre la evolución de la enfermera y la de la mujer. La posición que ha ocupado la mujer en la sociedad a través de los tiempos es la que ha marcado el paso del reconocimiento de la enfermera en esa sociedad.

  • Es el conocimiento el que ha hecho visible la Enfermería;
  • Pero, sin lugar a dudas, es a Florence Nightingale a quien se la reconoce como la verdadera fundadora de la Enfermería moderna, la más grande enfermera de guerra de la historia, la que introdujo las ciencias de la salud en los hospitales militares, reduciendo la tasa de mortalidad del ejército británico del 42 al 2%; protestó contra el sistema de pasillos de los hospitales y luchó por la creación de pabellones; puso de manifiesto la relación entre la ciencia sanitaria y las instituciones médicas: escribió un texto de crucial importancia sobre la enfermería moderna; creó la Army Medical School en Fort Pitt, Chatham, y fundó la primera escuela de formación de enfermeras (St;

Thomas´s Hospital, en 1860). Al respecto Robinson, citado por Donahue 7 , dice: “La línea divisoria entre la vieja y la nueva enfermería es la demarcación entre la enfermería pre-Nightingale y la enfermería Nightingale. De la misma forma que Hipócrates (460-370 a.

) fue el padre de la medicina, Florence Nightingale (1820-1910) fue la fundadora de la enfermería; así, la medicina sistematizada es un arte antiguo, mientras que la enfermería organizada es un arte reciente”.

Miss Nightingale modeló una nueva profesión extraída de siglos de ignorancia y superstición. “La enfermería es un arte y si se pretende que sea un arte requiere una devoción tan exclusiva, una preparación tan dura, como el trabajo de un pintor o de un escultor, pero ¿cómo puede compararse la tela muerta o el frío mármol con el tener que trabajar con el cuerpo vivo, el templo del espíritu de Dios? Es una de las Bellas Artes; casi diría, la más bella de las Bellas Artes” 8.

  • Se podrían valorar algunos de los hechos acaecidos por la concepción Nightingale, que no es el objetivo en este artículo, pero sí soslayar que pudo “perder la ocasión de incorporarse en el siglo XIX al conjunto de las ciencias aplicadas de orientación psicosocial que iniciaron su tránsito en un estatus y una concepción científica de su disciplina” 9;

Dada la gran extensión del proceso histórico, intentaremos realizar un breve recuerdo de los antecedentes y consecuentes del proceso de profesionalización: en la Edad moderna tiene lugar la incorporación de las mujeres laicas a los hospitales, con salario y horario; no se requería preparación.

  • En la sociedad industrial hay un fuerte desarrollo de la atención sanitaria; a las enfermeras se les comienza a exigir algo más que buena voluntad;
  • A mediados del siglo XIX emergen las diaconisas de Kaiserswerth (Alemania) cuya formación durante 3 años sirvió como modelo para la formación enfermera europea y americana;

Las escuelas femeninas estaban próximas o dentro de los mimos hospitales (hospitales docentes) para un beneficio mutuo. La formación de las enfermeras se orientó desde un principio a satisfacer las necesidades de los hospitales. A finales siglo XIX nace la primera Asociación Profesional de Enfermeras (Inglaterra).

En 1899 se crea el primer Consejo Internacional de Enfermeras (EE. UU. La Primera Guerra Mundial y la Guerra Civil española fueron determinantes en el proceso, por la de manda sanitaria tan importante, con la consecuente incorporación de cientos de mujeres a la práctica de la Enfermería.

En España podemos comenzar a hablar de profesión de Enfermería a partir de la Ley de Instrucción Pública de 1857, que determina los conocimientos prácticos y teóricos para obtener el título de practicante, aunque hasta 1902 no se establece el programa de enseñanza.

  1. También se regulan los estudios de matrona;
  2. En 1896 se crea la Real Escuela de Enfermería de Santa Isabel de Hungría en Madrid, por el Dr;
  3. Federico Rubio y Galí;
  4. En 1915 se establecen los requisitos para el ejercicio de la Enfermería, aprobando previamente un examen ante tres catedráticos de Medicina;

Estas enfermeras estuvieron en activo en el sistema de salud hasta los años setenta. En 1944 la Ley de Bases de Sanidad Nacional establece tres colegios de Auxiliares Sanitarios en tres áreas: enfermeras, matronas y practicantes. Durante esta época la enfermera se limita a ser auxiliar del médico, para así él poder ir asumiendo funciones más complejas.

En 1953 se unifican las titulaciones de Enfermera, Practicante y Matrona, pasando a ser entonces ayudantes técnicos sanitarios (ATS). Muchos fueron los avatares hasta ver la luz, en julio de 1977, el Real Decreto 2128/77: Integración en la Universidad de las Escuelas de Ayudantes Técnicos Sanitarios como Escuelas Universitarias de Enfermería.

“Por fin aparecen en la legislación, y juntos, dos términos que parecían estar vedados a las enfermeras en España (Enfermería y universidad). Una cuestión que acarreó múltiples conflictos fue el Curso de Nivelación (Real Decreto 111/1980 de 11 de enero y Orden de 15 de julio de 1980) que deberían realizar todos aquellos que, en posesión del Título de ATS, desea sen convalidarlo por el de Diplomado en Enfermería.

Por supuesto, este fue un requisito indispensable para ejercer la docencia y, por tanto, los profesores de las Escuelas se matricularon en todo el territorio nacional en la primera convocatoria. El primer examen se llevó a cabo en Madrid a primeros de junio de 1981.

Los profesores que obtuvieron la calificación de apto pudieron firmar las actas de los alumnos de la primera promoción de Diplomados en Enfermería ” 10. Los profesionales de enfermería hicieron frente al nuevo reto, adaptando sus planes de estudios a la Directiva Europea y consiguiendo unos profesionales con alto reconocimiento en toda la Unión Europea.

  1. Reivindicaron el desarrollo del conocimiento enfermero en la Academia “sin techo”, como cualquier otra disciplina, clamor que no fue escuchado, y han tenido que pasar más de tres décadas para que la Enfermería vea el logro de sus legítimas aspiraciones como disciplina; el ámbito ha sido el Espacio Europeo de Educación Superior;

Este es el camino que nos va a permitir alcanzar el tan deseado desarrollo académico y curricular de la profesión. El espacio europeo de educación superior “La Unión Europea (UE), que inició sus actividades con un enfoque estrictamente económico, ha propiciado la convergencia en distintos ámbitos que incluyen, entre otros, aspectos jurídicos, sociales y educativos.

  1. En lo que respecta a la educación, se ha impulsado un movimiento importante encaminado al desarrollo de un Espacio Europeo de Educación Superior (EEES);
  2. En 1998, con la Declaración de la Sorbona, se propone desde algunos países europeos (Francia, Alemania, Italia y Reino Unido) la necesidad de promover la convergencia entre los sistemas nacionales de educación superior;

En 1999, los Ministros de Educación de 29 países, miembros de la UE y de próxima adhesión, refrendaron con su firma la Declaración de Bolonia, donde se incide en la importancia de un desarrollo armónico de un Espacio Europeo de Educación Superior antes del 2010 (.

Los puntos clave que permitirán el reconocimiento académico y profesional en toda la UE están basados en el binomio transparencia y calidad. En Praga (2001), los Ministros de Educación de 32 países reafirmaron su compromiso de desarrollar los objetivos de la Declaración de Bolonia, y decidieron evaluar los avances realizados por cada país en la próxima reunión de Berlín en septiembre de 2003 (http://www.

bologna-berlin2003. de/). Los cambios sociales y culturales que estamos viviendo desde la última década del siglo XX, tienen una clara repercusión en el ámbito académico, lo que plantea nuevos retos de futuro par la formación universitaria. En este nuevo marco, el objetivo ha de favorecer el crecimiento social y la formación de los ciudadanos con un incremento en la competitividad a escala internacional.

Así, aparece el concepto de crédito europeo de transferencia y acumulación (ECTS), generalizado a todos los estudiantes de la UE, como un punto de referencia que permitirá la colaboración entre universidades para lograr la transparencia y calidad en la formación que se exigen en la actualidad.

La adopción del sistema de créditos ECTS implicará una reorganización conceptual de los sistemas educativos para adaptarse a los nuevos modelos de formación centrados en el trabajo y aprendizaje del estudiante ” 11. El EEES en su objetivo de armonización europea va a permitir que la Enfermería quede estructurada igual que el resto de disciplinas.

  • Otro de los objetivos fundamentales EEES en la organización de las enseñanzas es la de fomentar la movilidad de los estudiantes, tanto dentro de Europa como en otras partes del mundo, y sobre todo la movilidad entre las distintas universidades españolas y dentro de una misma universidad;

En relación con nuestra aportación profesional, y para resaltar la idea relativa a que el cuidado es la respuesta individualizada que las enfermeras dan a las necesidades de salud de las personas y de la comunidad, recordamos a Collière que dice: “el cuidado debe proporcionarse a cada persona teniendo en cuenta su manera y sus condiciones de vida, e interesándose directamente en la elaboración y la puesta en marcha de una política de salud apropiada y adaptada a la forma, a la frecuencia y a la manifestación de sus problemas en ese campo” 6.

La Enfermería como profesión de servicio está influenciada y condicionada por todos estos cambios que crean nuevos escenarios de salud y sociales, que deben afrontar las profesiones sanitarias. Los enfermeros son un puntal imprescindible en toda la estructura social, que contribuyen a proteger y mejorar la salud, así como a prevenir la enfermedad, evitar sus secuelas y fomentar la seguridad y el bienestar de la población.

Proporcionan cuidados al ser humano, a las familias y a los distintos grupos sociales a lo largo de su ciclo vital (Ley 44/2003 de 21 de noviembre, desarrolla el ejercicio de las profesiones sanitarias). Para tratar de lograr estos fines y continuar progresando en la calidad y seguridad de nuestras enseñanzas, adaptándonos a las nuevas metodologías enseñanza-aprendizaje, fomentaremos en los alumnos el desarrollo del pensamiento crítico, para así, poder lograr que germine en ellos la inquietante actitud por la investigación, poniendo a su alcance los conocimientos y herramientas necesarias para que puedan manejar con éxito las nuevas tecnologías de la información, para su posterior comunicación y divulgación de los avances logrados.

  • También hay que transmitirles que las posibilidades personales y grupales han cambiado considerablemente en un corto periodo de tiempo, por ello los profesionales enfermeros deben considerar no sólo las respuestas a las modificaciones sustanciales en la de manda de cuidados, sino que también deben ser capaces de consensuar cuál es la oferta profesional que tendrán que desarrollar;

Es necesario señalar la existencia de documentos que a modo de recomendaciones señalan los cambios potenciales que ya se están introduciendo; entre estos está el documento de la Organización Mundial de la Salud (OMS), “La política de salud para todos en el siglo XXI”, la décima conferencia ministerial de la OMS sobre los cuidados enfermeros y obstétricos, el Consejo Internacional de Enfermería (CIE) sobre el perfil que debe tener este profesional de Enfermería de cuidados generales, La Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias (LOPS), l44/2003, de 21 de noviembre, La Orden CIN/2134/2008, de 3 de julio y por último el Real Decreto 1837/2008, de 8 de noviembre, por el que se incorporan al ordenamiento jurídico español la Directiva 2005/36/CE, del Parlamento Europeo y del Consejo, de 7 de septiembre de 2005, y la Directiva 2006/100/CE, del Consejo, de 20 de noviembre de 2006, relativa al reconocimiento de cualificaciones profesionales.

Profesión regulada. El reto que tenemos todos los profesionales, y muy particularmente los docentes, es inmenso. Esperemos saber articular todos los entramados de esta gran red sociosanitaria para lograr dar la respuesta correcta a las demandas profesionales y sociales, y así, brindar al ser humano unos cuidados basados en la excelencia.

Una aptitud constante Puede que uno de los apartados más importantes de la Enfermería para lograr la idoneidad como profesional sea saber crear una óptima relación cuidadora paciente-enfermera. Su comienzo tiene lugar con “el encuentro”, modo de relación interpersonal que presupone una determinada comprensión de la existencia humana, transformándose en un acto de mutua presencia, creándose un espacio de relación mutua.

El hombre es un ámbito, no un mero objeto, y se desarrolla como persona creando nuevos ámbitos a través del encuentro. El encuentro es una fuente de luz y de sentido, pero no es algo que el hombre pueda tener estáticamente, como un objeto, sino que lo adquiere y lo posee dinámicamente al entrar en relación creadora con otras realidades.

En el encuentro, la relación está constituida por dos libertades en ejercicio. Por eso ha podido escribirse con razón que en el encuentro “nos hacemos ser el uno al otro”. El encuentro con el otro va a ser el leitmotiv de nuestra vida profesional debido a su gran dimensión humanista.

Nuestro encuentro profesional con la persona enferma va a ser, en muchos casos, un encuentro con el sufrimiento; en esa relación profesional vamos a brindar los cuidados que ese ser único e irrepetible nos demande, dando lugar a una relación que, ciertamente, no es recíproca pero que, justamente por eso, convierte el servicio en una relación humana de primera categoría porque es desinteresada, permite a quien lo ejerce convertirse en “experto en humanidad”, de ahí es fácil deducir el “valor universal de los cuidados”.

Es muy probable que el germen de este proyecto, en el caso de la profesión de Enfermería, suela ser una llamada, una exigencia a lo que se está llamado a ser. Esta llamada es nuestra vocación y misión. Va a ser lo que dé sentido a nuestra vida. Ya que “el desarrollo de la vida de la persona, esencialmente dinámico, así como su inserción en la historia, en el espacio y en el tiempo, en una cultura y en una situación social determinada, su propia evolución interior, su carácter particular, hacen que la figura propia de su vocación personal deba siempre ser discernida, aceptada, configurada, renovada e, incluso, si es el caso, repudiada ” 12.

  1. “La vocación es, así, aquella convocatoria que la persona percibe o descubre y que le impele a buscar su plena realización humana nutriéndose de ciertos valores superiores, humanizantes, porque la persona es, precisamente, una vocación a esos valores;

Y cualquier persona medianamente equilibrada y resuelta quiere no sólo perseverar en su ser personal, sino también enriquecerse interiormente orientando su ida en lo que tiene de suya, en una forma que posibilite la realización de su proyecto vital como ser humano” 12.

Como sugiere Edith Stein 13 , a toda vocación profesional corresponde un ethos especial, exigido por la propia naturaleza de la vocación profesional (por ejemplo, la disponibilidad para la ayuda de la enfermera).

Por ethos entendemos “algo” duradero que regula los actos del ser humano, activo en una forma interior. Es una actitud del alma, también denominada hábito. Esta idea universal del hábito se especifica en el ethos desde el punto de vista del valor. No podemos olvidar que, al elegir una profesión, elijo una regulación de mi vida futura, en adelante me confesaré como miembro de esa profesión; al finalizar los estudios será la culminación de un proyecto, de un gran proyecto de vida: cuidar al otro.

  1. Pero, ¿cómo debe ser nuestra formación?, ¿en qué pilares debe estar fundamentada? Nuestra profesión pertenece al ámbito de las ciencias aplicadas, por ello nuestro saber tiene que llevarse a la acción, sin olvidar que primero hay que saber para después hacer y hay que “saber hacer”, por ello, en la Escuela de Enfermería de la Fundación Jiménez Díaz nos basamos en la metodología educativa de Jacques Delors, “Los Pilares de la Educación” (1996): aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser;

Resulta obvio recordar que para ejercer cualquier actividad es necesario estar preparado, ser competente; pues bien, para ejercer nuestra profesión en términos de excelencia necesitamos un profesional competente y este será el que utilice los conocimientos, habilidades, actitudes y juicios asociados a su profesión, con el fin de resolver adecuadamente las distintas situaciones de su ejercicio profesional.

No podemos olvidar la época en que vivimos, y lo que la humanidad demanda a nuestra cultura es el respeto a la identidad del otro, recogido bajo el principio de alteridad. Como asegura Lévinas 14 la ética comienza ante la alteridad del otro, ante el tú o ante el rostro: que no busque nadie la humanidad en el egocentrismo, en el aislacionismo, en el solipsismo, sino la identidad a través de la alteridad, el yo en el “yo —y— tú” , como nos recuerda M.

Buber 15. La humanidad nos demanda tener conocimientos de lo específico de cada cultura y de cada creencia para, así, poder ofrecer una cobertura de “cuidados” basados en el respeto de la identidad individual. No olvidemos nunca lo que nos decía M. Françoise Collière: “Enfermeras, enfermeros, estudiantes de Enfermería: Sepan lo que yo he podido constatar, por mi propia experiencia de vida conduciéndome hasta la muerte, que sólo basta una ruptura comportamental o gestual en la continuidad de los cuidados para que toda la calidad del trabajo de un equipo sea destruido.

Basta una `oveja negra´ para que la fragilidad de lo que quita la vida sea confrontado con el desasosiego y lleve hacia la desesperación más abrupta. Las mejores competencias técnicas profesionales son anuladas por la ruptura del respeto interpersonal, y priva a la persona cuidada de palabra para defenderse, porque aparecen entonces las realidades de las represalias y la persecución en los cuidados.

A todos, les pido centrarse sobre las fuerzas de la vida, la movilización de recursos vitales en el respeto de la persona y de la humanidad, para promover los cuidados y promover la vida” 6. El reto es inmenso; animémonos a esforzarnos para seguir aprendiendo recordando a Immanuel Kant, “atrevámonos a saber”.

Esta tesis debe ser una máxima en nuestras vidas, proyectándola hacia donde va dirigida nuestra acción, ya que debemos tener siempre presente que los destinatarios de esa acción, nuestros pacientes, son sujetos y no objetos, es más, son nuestra razón de ser como profesionales.

Resumen El estudio de la historia y evolución de los cuidados en cada cultura es necesario para comprender la enfermería como profesión, ¿de dónde venimos, dónde estamos y adónde vamos? Una aptitud constante a lo largo del tiempo ha sido “el encuentro con el otro”, que es el sujeto donde va dirigida nuestra acción, nuestra razón de ser como profesionales y por ende la necesidad de crear un ámbito de relación terapéutica.

¿Que sucedió para la enfermería durante el siglo XIX?

En el siglo XIX se inició una enfermería enseñada por principios. En este aspecto tiene gran significado histórico el libro El arte de la enfermería, escrito por los Hermanos de la Orden de San Juan de Dios en el año 1833, y cuyo fin fue instruir a los enfermeros de esta Orden sobre el cuidado a los enfermos.

¿Cuál fue la primera Escuela de enfermería en Argentina?

Cecilia Grierson (1859 – 1934) primera médica argentina funda en 1891 la primer escuela de Enfermeras, la que dirigirá hasta 1913.