Después de la Revolución mexicana, el sistema de educación superior se supeditó al Estado, imponiéndose la laicidad. Éste no abandonó su papel educador hasta la década de los ochenta cuando la creciente demanda educativa dio pie al surgimiento de numerosas instituciones privadas.
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¿Cómo era la escuela en la Revolución Mexicana?
Al principio la escuela era para los más privilegiados en las grandes ciudades, es por eso que se inició la educación popular la cual debía llegar hasta los rincones más pobres de nuestro país. y para ello es el Estado quien debe asumir la organización y dirección de la instrucción de la niñez.
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¿Cuál era la situación de la educación antes de la Revolución Mexicana?
La Educación en México Prehispánico En cuanto a la educación, se realizaba con base en la agricultura, la religión, la guerra y la astronomía. Se creó un sistema de escritura, que generalmente eran en fibras de maguey, ante y cuero.
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¿Qué estudiaban los niños en la época revolucionaria?
Una historia sin contar: las infancias y adolescencias en la Revolución Mexicana – IMER Noticias Niños y adolescentes fueron también protagonistas en la Revolución Mexicana, así lo documentan historiadores que señalan que su participación fue en tareas de trabajo que fueron vitales para el desarrollo del movimiento revolucionario.
Voz: Amelia Rojas / Producción: Adria Aceves Carolina López Hidalgo “La Revolución bramaba siempre. Entre balazos o cuentos de balazos se desenvolvía nuestra infancia”. Desde el balcón de su casa en el centro de la Ciudad de México, el escritor y director de cine, Juan Bustillo Oro, coleccionó de su niñez recuerdos como este.
Él fue uno de los millones de niños y niñas que acumularon esos recuerdos, pero de los pocos que pudieron plasmarlos para la memoria colectiva. Otros tantos -testigos o protagonistas del conflicto armado- se diluyeron en la historia. “Ahí estaban en el campo de batalla o viendo pasar a la Revolución por los balcones.
Ellos estaban desde muy diversas perspectivas, observando y analizando políticamente los acontecimientos, eso nos ha faltado reconocer en las infancias, que son capaces de elaborar interpretaciones políticas sobre los sucesos que están viviendo. Ellos llevan al plano del juego infantil los temas que les preocupan: los fusilamientos que ven, la hambruna, las enfermedades, el paso de la bola y el rapto de las niñas”.
Susana Sosenski, doctora en Historia por El Colegio de México.
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¿Cómo fue la educación en 1910?
El porfiriato había desarrollado la escuela primaria, pero la educación era básicamente urbana, para la clase media y alta, la atención a la población rural y a la clase obrera era mínima.
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¿Qué es la educación revolucionaria?
Por: Guillermo Hurtado. La Revolución Mexicana, consideraba Cuesta, era una experiencia de libertad. Parafraseando a Croce, la historia de México tendría que ser la hazaña de vivir de acuerdo con esa libertad. La educación más revolucionaria es la que nos enseña a ser libres U na de las críticas más inteligentes y, por lo mismo, más perdurables a la reforma del artículo 3 constitucional de 1934 fue la de Jorge Cuesta.
- No se opone el poeta a que la educación sea revolucionaria.
- Lo que censura es la estrategia de cambiar la Constitución para que la educación sea revolucionaria.
- Dice así: “lo importante no es efectuar una reforma de la Constitución sino una reforma de la escuela”.
- Crítica de la Reforma del Artículo Tercero, México, 1934, p.12).
Cuesta distingue la actitud evolucionista de la actitud genuinamente revolucionaria. Los evolucionistas piensan que para que la revolución se cumpla, los mexicanos tienen que pasar antes por un proceso formativo. Los verdaderos revolucionarios, afirma Cuesta, no postergan la revolución para mañana, la hacen sin demora.
- La reforma del artículo 3 escondía, según Cuesta, un evolucionismo reaccionario.
- Los proponentes de la reforma aducían que para que la Revolución mexicana cumpliera sus fines era indispensable que la escuela formara a los revolucionarios del mañana.
- Por ejemplo, que había que educar a los niños para que abandonaran las supersticiones religiosas de sus padres y adoptaran una concepción científica del mundo.
Y que también había que educar a los niños para que renunciaran al egoísmo individualista y fueran capaces de realizar la justicia social que propugna el socialismo. “Cuesta distingue la actitud evolucionista de la actitud genuinamente revolucionaria.
Los evolucionistas piensan que para que la revolución se cumpla, los mexicanos tienen que pasar antes por un proceso formativo. Los verdaderos revolucionarios, afirma Cuesta, no postergan la revolución para mañana, la hacen sin demora” Según Cuesta, esta estrategia es como poner la carreta delante de los bueyes.
La escuela no puede ser la responsable del éxito definitivo de la revolución sino al revés, la revolución es la responsable de que la escuela sea por fin revolucionaria. Cuesta sostenía que para que la Constitución alcanzara el estadio final que imaginaban los reformistas no se tenía que cambiar el artículo 3 constitucional.
Si lo que en verdad se quería era abolir la propiedad privada, entonces había que reformar el artículo 27 de la Constitución, si lo que en verdad se quería era acabar con la Iglesia, entonces había reformar el artículo 24. Cuesta presta atención a las diversas formulaciones del artículo propuestas por la comisión legislativa que añadían al texto otros conceptos además del de laicidad.
Cuesta considera que está ampliación era innecesaria y confusa. Era innecesaria porque el concepto de laicidad en la formulación original del artículo 3 incluía, según él, todo lo que se esperaba de la educación revolucionaria. Lo que ahí se pedía a la escuela, dice Cuesta, es que impartiera la cultura laica a nivel social y eso suponía “repudiar activamente toda tendencia a supeditar la conciencia social a cualquier doctrina o sentimiento reaccionarios” (p.19).
- Cuesta consideraba que cualquiera de los añadidos propuestos al artículo en vez de aclararlo lo embrollarían.
- Por ejemplo, declarar que la educación había de ser socialista no ayudaba, porque hay demasiados tipos de socialismo: cristiano, marxista, nacionalista, etc.
- En la base del alegato de Cuesta se encuentra una concepción sobre la Revolución mexicana que resume así: “La Revolución no es un conjunto de creencias individuales, no es un canon eclesiástico, no es una doctrina infalible y sagrada, sino la experiencia revolucionaria de la sociedad como libre.” (p.21).
La Revolución mexicana, según Cuesta, no se definía por un dogma sino por el “proceso viviente de la experiencia revolucionaria”. Por eso mismo, ninguna doctrina, incluida la marxista, podía resumir el proyecto revolucionario mexicano. Algo parecido sostuvo Antonio Caso en su polémica frente a Vicente Lombardo Toledano.
La Revolución mexicana no se hizo para suplantar un dogma por otro —el evolucionismo spenceriano por el marxismo-leninismo— sino para que dejáramos de estar sometidos a dogmas. La Revolución mexicana no debe encasillarse en una doctrina sino debe quedar suelta al desarrollo de los procesos sociales sobre la base de los ideales sociales plasmados en la Constitución de 1917.
“La Revolución mexicana, según Cuesta, no se definía por un dogma sino por el ‘proceso viviente de la experiencia revolucionaria’. Por eso mismo, ninguna doctrina, incluida la marxista, podía resumir el proyecto revolucionario mexicano” La Revolución mexicana, consideraba Cuesta, era, por encima de todo, una experiencia de libertad.
- Parafraseando a Croce, podría decirse, que la historia de México tendría que ser la hazaña de vivir de acuerdo con esa libertad conquistada.
- La educación más revolucionaria es la educación que nos enseña a ser libres.
- Esta concepción de la Revolución mexicana supone una filosofía política que no fue desarrollada por el poeta.
Supongo que Cuesta hubiera dicho que para que esa filosofía fuese en verdad revolucionaria, tendría que ser pensada en libertad por los mexicanos. Fuente del artículo: https://www.razon.com.mx/opinion/jorge-cuesta-y-la-educacion-revolucionaria/ Por: Ángel Tortolero Leal Si lo vivido te es indiferente, es porque estas infestado de obscenas inducciones que te hacen desconocerte. (Pensamiento del Autor) En comparación a la vieja y maltratadora universidad del siglo pasado, donde solo castas politiqueras del estatus, encumbrados nuevos ricos y una minúscula porción del pueblo pobre tenía acceso; nuestro sistema de educación universitaria bolivariano, democrático, socialista y libre, es superior.
Hoy, si de algo está seguro el estudiante de bachillerato es que al culminar sus estudios, ingresaran a la universidad, estudiara lo que desee y desarrollara su carrera de cara a sus aspiraciones individuales y colectivas. Así, la Revolución Bolivariana, ejecuta como mandato el Estado Docente en un esfuerzo sostenido por alcanzar la conciencia requerida en la construcción del nuevo hombre y mujer que demanda este siglo y los que vienen.
Un proceso que supera la mera masificación de la educación universitaria, y se inserta en la formación de un ser universitarios que tenga la capacidad de observar, reflexionar y transformar su entorno social, político y vivencial personal. En ese sentido, no basta con estar dentro del sistema y asistir a clases para ser universitario, todo lo contrario, si bien el saber se construye en buena medida a partir del estudio sistemático, su episteme más profunda, está en la praxis social continua dentro de una dialéctica concreta que despeje la paja (ideología dominante, vicios pequeño burgueses, prejuicios de clases e idiotez ilustrada por retazos inconexos) del trigo (ciencia y conciencia transformadora) En consecuencia, si reconocemos que en las sociedades signadas por las democracias representativas y burguesas, las universidades son centros de certificación, reproducción y extensión para una minoría, cuyo papel histórico es reproducir el estado liberal burgués con todas sus detestables consecuencias.
Podemos entender que la universidad que nos plantea la Revolución Bolivariana, es por tanto el contrario, ya que esta va en favor de la reivindicación de lo colectivo, la solidaridad como principio, la emancipación del sujeto social y el crecimiento de lo esencialmente humano. Sin embargo y descargo de cualquiera acusación de dogmatismo, esa universidad revolucionaria que tenemos, invita al debate y por tanto requiere de una contraparte inteligente que muestre su pensamiento y asuma el riesgo de pensar y actuar en el seno de la academia, más que de investir cual toro furioso y adiestrado por la hegemonía de los poderes facticos a los que se subordinan, contra todo cuanto lo que implica, cambio sustancial y profundo, oportunidad e igualdad social.
En la UNERG por ejemplo, en estos 17 años de combate se ha pasado de 4.000 alumnos a más de 120.000, y con un esfuerzo titánico se administran curso de pregrado y postgrado (especialización, maestría y doctorado) en gran parte del territorio nacional, por supuesto que eso solo es posible, cuando las autoridades universitarias tienen conciencia del momento histórico en el que vivimos.
En base a lo anterior se puede asegurar, que se ha cumplido con el primer objetivo: «Dar oportunidad ingreso a todos», Pero aún falta mucho camino por andar, y mucho que desenredar, sobre todo en aquellos que validos del derecho al estudio honrado en la revolución, olvidan el deber que tienen como estudiantes: con ellos y las instituciones y el deber que tendrán como profesionales: con su familia y con la sociedad.
En ese sentido, esta nueva universidad debe superarse y posicionarse al servicio de los grandes objetivos de la patria: la construcción del socialismo, Lo que implica una formación dinámica que rompa con los anquilosados esquemas escolares del pasado, y vaya a las calles a enfrentar, la compleja realidad del ir y el venir de luces y sombras, difuminanas en todos los espacios reconocidos como realidad, sin el mandato de imposiciones metodológicas cuya parcialidad prescinde de lo creativo en favor de la instauración del discurso interesado que impone los poderes facticos.
Es la hora del ingenio, del saber, saber, del saber hacer, de la ruptura con toda implicación ajena al crecimiento social. Es la hora de las ciencias advenida en conciencia. Sin menoscabo de la coyuntura económica actual, y en pleno conocimiento de la guerra económica que sin precedente en la historia, nos ataca a diario, la universidad revolucionaria y los revolucionarios que en ella cohabitamos, seguiremos con nuestro compromiso militante de servicio, garantizando los espacios para la diversidad discursiva que en ella surgen.
De allí que, el mensaje está claro, hay que construir para el pueblo y con el pueblo las bases de los saberes con los cuales hemos de despejar las incógnitas sociales que se derivan de la ruptura con el capitalismo. Es tiempo de trascender de la masificación educativa a la participación protagónica en la sociedad. Centro América/Cuba/03 Diciembre 2016/Fuente: Telesur Para Fidel Castro, la educación de los pueblos tenía un valor incalculable, por esa razón fue promotor de grandes programas de alfabetización en Cuba, en América Latina y el Caribe. Uno de los pilares más valiosos de la obra revolucionaria de Fidel Castro fue propiciar y garantizar a todo el pueblo de Cuba, el derecho pleno a la educación.
- Así lo tenía previsto el líder revolucionario cuando en «La historia me absolverá» expuso el programa social que implementarían una vez estuviera la Revolución Cubana en el poder.
- La principal tarea era la alfabetización.
- La educación en Cuba después de la revolución El año 1959 representó para Cuba un nuevo amanecer.
Durante el proceso de cambio de la sociedad cubana, aplicar una reforma general que garantizara el carácter integral, laico, democrático y gratuito de la educación, así como su acceso a todos los ciudadanos sin discriminaciones. A solo un mes del triunfo revolucionario, se impulsó con métodos novedosos, la alfabetización e instrucción del campesinado.
La primera dificultad en el campo educacional eran los niños sin escuelas. Debido a la pobre infraestructura se crearon nuevas aulas a las que se sumaron los cuarteles militares existentes en ese momento y todos fueron convertidos en centros educativos. El líder de la Revolución Cubana transformó 69 fortalezas militares en centros de enseñanza y unidades completas del Ejército apoyaron la construcción de escuelas en zonas rurales.
El proceso de alfabetización llegó hasta cada rincón del país. La gesta más humanista de esta etapa fue la Campaña de Alfabetización iniciada en diciembre de 1960. Un año más tarde Cuba fue declarada territorio libre de analfabetismo, el 22 de diciembre de 1961.
- Logros de la educación en Cuba y el mundo Los logros de la educación cubana son baluartes valiosos que heredó la sociedad actual.
- Fidel Castro promovió la enseñanza integral para todos, tomando como base el principio martiano de que « ser cultos era el único modo de ser libres « Lo que fue una idea del comandante Fidel, pasó a ser un programa, después un hecho y hoy una realidad.
Cuba es referente mundial en materia de educación. Novedosos programas educacionales se perfilan en el sistema actual de la isla caribeña que abarcan desde la enseñanza pre-escolar hasta la educación al adulto mayor, en su mayoría reconocidos a nivel mundial por el carácter integral e inclusivo que brinda a la sociedad cubana.
Integración, que en materia de educación, se extendió a Latinoamérica, el Caribe y otras regiones del mundo, cuando en el año 2002 comienza a aplicarse el método de alfabetización «Yo, sí puedo» realizado por Cuba. Hoy millones de personas se benefician con este programa de alfabetización, que se extendió a 30 países.
Disponible en la url: http://www.telesurtv.net/news/Fidel-y-la-educacion-revolucionaria-20161201-0034.html
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¿Cómo cambio la educación de la Revolucion Mexicana en el período de Conciliacion y consolidacion?
Se elevó por primera vez a rango constitucional el precepto de la educación laica, gratuita y obligatoria. Prohibición del clero y asociaciones religiosas para organizar o dirigir escuelas de educación primaria. Muchas escuelas cerraron por falta de recursos técnicos y humanos.
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¿Qué rol desempeñaron los maestros durante la Revolución Mexicana?
Historia. El rol de los maestros durante la Revolución Mexicana Es muy interesante la historia, la verdadera historia. Sin embargo, al intentar saber lo que realmente sucedió resulta complicado por las distintas políticas educativas que buscan ocultar la lucha de clases que hubo en la historia, así como el reconocimiento de que somos sujetos históricos y podemos cambiarlo todo.
- A los maestros de educación básica se nos obliga a reproducir las mentiras históricas, a enaltecer a villanos y a hacer que nuestros alumnos memoricen fechas sin sentido.
- Por eso, como maestra de primaria decidí investigar un poco sobre el impresionante papel de los maestros en la revolución mexicana.
A lo largo de la historia la educación ha jugado un papel interesante: “La escuela se encuentra estrechamente vinculada a la vida política y social de un grupo humano o de todo un país” (Guadalupe, 1975). Y la revolución mexicana no fue el periodo de excepción.
- La educación retoma un nuevo rumbo en dicho proceso.
- Sin embargo, es impensable la educación sin un actor que ha influido a grandes sectores de la población, el maestro, contribuyendo a los procesos de enseñanza e instruyendo.
- Además, en la mayoría de los diversos momentos políticos, los maestros se han mostrado contrarios a los regímenes que imponen los gobiernos.
Durante el porfiriato se crearon varias escuelas normales. Con la creación, en 1885, de la primera Normal en la capital, le siguieron prácticamente todos los estados y ninguna profesión fue más popular ni más aplaudida que la de maestro. Gómez, en su libro expresa que este grupo profesional tomó el trabajo como misión, y gracias a ello sobrevivió varios años.
Sin embargo, debido a su baja retribución y a las deplorables condiciones laborales, empezaron a legitimar sus intereses y hacia fines del régimen formaron un grupo homogéneo de protesta. (Gomez Nava Leonardo & Fernando, 1967, p.22) La revolución mexicana interrumpe el proyecto educativo porfiriano, principalmente en lo que se refiere a la centralización de la enseñanza primaria y a los esfuerzos de homogeneizar al magisterio mediante la unificación de los planes de estudio en las escuelas normales.
Arnaut, en su texto expresa que, durante el periodo armado de la Revolución, los maestros fueron víctimas de intensos conflictos políticos, cerrando o clausurando escuelas primarias o normales durante varios meses y años. La revolución provocó una mayor inestabilidad laboral: suspensiones, ceses, despidos, el irregular pago de los sueldos, etc.
El autor expresa que las escuelas normales fueron, al mismo tiempo, nidos conservadores y cuna de revolucionarios. El normalismo y los maestros fueron transformados por la Revolución. Algunos factores se conjugaron para que hubiera una participación activa del magisterio en la revolución, acentuando su politización con cuatro objetivos: a) una mayor participación del profesorado para designar a sus autoridades en los diferentes estados, b) una mayor participación en la creación de políticas educativas, c) el aumento de la participación del magisterio en la vida política y, d) una penetración visible y directa de la política y los políticos en el ramo de la instrucción pública.
La revolución mexicana se caracterizó por una gran participación social de distintos sectores además del campesinado, como empleados, médicos, abogados, ingenieros, estudiantes y maestros. Arnaut expresa en sus testimonios recabados que: “No hubo estado o grupo revolucionario que no contara en sus filas con más de un maestro, e incluso los contaron por decenas”.
- Incluso muchos de los caudillos revolucionarios sólo recibieron educación primaria, o mejor dicho influencia de los maestros de primaria (pág 36).
- Los maestros fueron muy bien recibidos en los distintos grupos revolucionarios, por sus orígenes sociodemográficos de las clases medias y de las provincias rurales, además de tener una cercanía hacia los “iletrados, salvajes, e ignorantes” jefes revolucionarios.
Esto no pasaba con los otros sectores como los universitarios o abogados que eran despreciados. En el magisterio resaltaba su papel revolucionario y de compromiso con las causas del pueblo. Otro factor muy importante que empujó la participación del magisterio a dicha revolución fue su composición, ya que se trataba de un grupo numeroso de profesionistas, con la más extensa distribución geográfica en el país, con heterogeneidad social, profesional y económica, teniendo así una amplia participación política y militar de 1910 a 1917.
Además de tener una notable colaboración como docentes, militares, escribanos, propagandistas, asesores, publicistas, etc. Un ejemplo claro de lo anterior es el del maestro rural Otilio Montaño, autor intelectual y redactor del Plan de Ayala, enarbolado por los zapatistas del Ejército Libertador del Sur.
El enrolamiento masivo de los maestros se intensificó cuando empieza la lucha armada contra el gobierno de Huerta. Es entonces cuando deciden de manera personal enlistarse en los grupos revolucionarios de la región donde trabajaban. Arnaut expresa que a mediados del periodo se funda el primer sindicato de maestros en el D.F., los congresos pedagógicos recogen demandas laborales y se inician las primeras huelgas magisteriales en Monterrey en 1915, en el D.F.
- La Revolución estimuló directa e indirectamente la formación de asociaciones magisteriales, ya no solo de carácter pedagógico y mutualista, sino también con fines sindicales y políticos más o menos explícitos.
- Estas formas de asociación fueron motivadas por la política económica, administrativa y laboral, así como la difusión del sindicalismo y el laborismo de otros sectores de trabajadores.
- Aunque los maestros se sumaron a la Revolución en los estados y ayuntamientos que se fueron a la oposición desde el principio, o en los que dominaron los primeros grupos opositores al gobierno de Díaz, también muchos maestros siguieron trabajando y colaborando con los gobiernos y ayuntamientos oposicionistas, igual que lo que hacían antes de que se convirtieran en opositores al régimen, y en algunas partes las autoridades siguieron siendo las mismas.
- Conclusión:
- Junto a las masas campesinas y otros sectores sociales, los maestros jugaron un papel muy importante en el proceso revolucionario mexicano, tanto levantando sus propias demandas como enarbolando las demandas populares.
Me parece apasionante la historia, y más el identificar el verdadero papel que jugaron los distintos actores, que muchas veces es nublado u olvidado, o sin el verdadero reconocimiento. El sector educativo es un factor significativo en la política y la historia del país, que no se puede concebir sin los maestros.
- Es interesante el papel del magisterio en los distintos momentos de la historia, apareciendo como actor influyente para el desarrollo de la lucha de clases en México.
- Reconocernos como sujetos históricos es importante porque es reconocer nuestro papel para transformar nuestra realidad, así como la de las nuevas generaciones que educamos.
- Bibliografía
Arnaut, Alberto (1996). Historia de una profesión: los maestros de educación primaria en México 1887-1994. México. Centro de investigación de investigación y docencia económica. Guadalupe, M.H. (1975). Politica Educativa de la Revolución, Distrito Federal : SEPTENTAS.
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¿Que se busco con la revolución educativa?
Su propósito residía en la construcción de una sociedad más participativa, equitativa y justa, en la cual la educación se inscribiera no sólo como derecho fundamental para niños y jóvenes, sino también como requisito e instrumento para el desarrollo económico y social del país.
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¿Qué pasaba con los niños durante la revolucion mexicana?
Es diciembre de 1914. Francisco Villa y Emiliano Zapata se toman una foto en Palacio Nacional, detrás de ellos se asoman tímidamente los rostros de algunos niños de los que los libros de historia nunca hablaron. Pero no serían los únicos infantes que aparecieran en las imágenes tomadas por Agustín Víctor Casasola y otros fotógrafos anónimos durante el conflicto armado más feroz del siglo XX en México, decenas aparecen en fotos que les tomaron a Venustiano Carranza, Gustavo A. La razón es que cuando la Revolución Mexicana estalló en 1910 el número de niños y niñas en México era de aproximadamente 6 millones, lo que representaba más o menos el 40% de la población mexicana de aquel entonces. Los infantes estaban por todos lados, en el campo, cumplían un rol de trabajo, sobre todo ayudando a sus padres explotados por los dueños de las tierras, mientras que en las ciudades vivían vidas más desahogadas.
Cuenta que se fueron de casa sin poder llevar un solo juguete consigo, pasaron por calles oscuras con focos volados a balazos, sintiendo el terror que proyectaban sus padres, escuchando bombazos y presenciando fusilamientos en la calle. En el México rural fue normal, para miles de campesinos que se unieron a los campamentos nómadas de la Revolución, llevar a la familia consigo y replicar la organización familiar que tenían en donde los niños jugaban un papel determinado.
Fue así como los varones fueron dotados de fusiles y cartucheras que les venían demasiado grandes y pesadas, mientras que las niñas ayudaban a sus madres a hacer alimentos para los combatientes. El destino de la mayoría de los niños que participaban directamente en combate era morir en la línea de fuego, pero sobre todo fallecían por infecciones producto de habitar en vagones insalubres.
Viajera y contadora de historias con una gran amor por México, sus lugares y su gente.
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¿Cuál fue el papel de las mujeres y los niños en la Revolución Mexicana?
Las mujeres jugaron un papel prominente en la Revolución Mexicana. Fue algo común para las mujeres servir como “soldaderas”, cocinando, lavando y marchando junto a los hombres, a menudo llevando a los niños con ellas. También lucharon en los campos de batalla.
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¿Cómo vivían los niños y adolescentes en la independencia de México?
• Se realizó una nueva sesión del Seminario México Tenochtitlan, organizado por la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (SECTEI) que en esta ocasión trató el tema de “Adultos pequeños. La infancia en la guerra de Independencia” Los niños en el proceso de Independencia del país fue en esta ocasión el tema del Seminario México Tenochtitlan.
- Siete siglos de historia, en el que los expertos se refirieron a la discriminación, a la muerte prematura, a las implicaciones sociales de la esclavitud y a la condición de ilegitimidad al nacer de este segmento poblacional.
- En la bienvenida, la doctora Ofelia Angulo Guerrero, subsecretaria de Ciencia, Tecnología e Innovación de la SECTEI, precisó que hacer historia desde la perspectiva infantil es difícil, puesto que, a diferencia de la económica o jurídica, las fuentes no se encuentran en grandes archivos nacionales.
Para recuperar las voces infantiles del pasado, se requiere de una búsqueda intensa. Uno de los conceptos que más ha cambiado en 200 años, dijo, es el de la niñez, pues si bien hoy en día tienen derechos, y en su mayoría, se dedican a estudiar, en la época colonial muchos pequeños morían por problemas de salud y, en general, sólo los varones recibían educación”.
La historiadora Eugenia Roldán Vera, del Departamento de Investigaciones Educativas del Cinvestav, una de las participantes en el conversatorio, describió el significado de ser niño/niña en la Ciudad de México a principios del siglo XIX, periodo en el que eran tratados como adultos pequeños en formación, sin espacio específico para sus juegos y desarrollo de su creatividad.
Una noción moderna de infancia se planteaba desde finales del siglo XVII, al iniciarse la construcción de una red de dispositivos discursivos e institucionales tendientes al control del cuerpo, la mente y el espacio de los niños por los adultos, según Beatriz Alcubierre, historiada citada por Roldán Vera.
Se calcula que a finales del virreinato en la ciudad vivían alrededor de 100 mil personas de los seis millones que habitaban la Nueva España. De los que residían en la capital, el 60 por ciento eran españoles, el 30 por ciento mestizos y el 10 por ciento indígenas. Pero más allá del origen étnico, si la persona era española o no, fue lo que definió si se era una persona decente, con oficio o profesión respetable, familia mexicana, comportamiento honorable y reconocimiento de la comunidad.
“En esa Ciudad de México de principios del siglo XIX ser niño era, sobre todo, ser un sobreviviente”, destacó Roldán Vera, pues quienes tenían cinco o seis hijos/hijas, hacía frente a que un tercio de ellos fallecía antes de los tres años. Epidemias de viruela, sarampión, hambre, orfandad y abandono, fueron las principales causas de mortalidad.
Todos los niños/niñas legítimos e ilegítimos eran bautizados al nacer para ingresar a la comunidad y no morir “marcados” por el pecado original. En los primeros tres años de vida el padre no se involucraba mucho en la crianza de sus hijos/hijos. Participaba en su educación hasta los siete años aproximadamente, cuando los infantes empezaban a ir a la escuela de primeras letras.
La infancia en ese periodo de la historia comprendía de los cero a los siete años, al comenzar la etapa de la juventud que se extendía a la edad viril (de acuerdo con el lenguaje de entonces), alrededor de los 21 años. La doctora Roldán explicó que a los 10 años se consideraba que ya tenían uso de razón, lo que llevaba a la confesión en la época de cuaresma; comenzaba también el aprendizaje de un oficio.
- Igualmente, con esa edad los esclavos eran vendidos, si tenían menos de diez años se les podía vender junto con su madre.
- El casamiento para las mujeres era a los 20 años y para los hombres a los 24, aproximadamente.
- A inicios del siglo XIX, entre el 30-35 por ciento de todos individuos que nacían eran ilegítimos, de parejas amancebadas o de relaciones extramaritales, aunque esos niños/niñas eran acogidos por las familias novohispanas.
Sin embargo, a finales del siglo XIX se registró una cultura de segregación de los expósitos (que significa niños en exposición), un acto deliberado de colocar al niño/niña en un lugar visible para que pudiera ser descubierto y trasladado a una casa de cuna.
Estos infantes fueron cada vez más estigmatizados y se crearon instituciones para su alojamiento. La modernidad borbónica, que hace referencia a las reformas de los monarcas españoles, implicó dos cambios de larga duración en las nociones de infancia que afectaron la vida de las niñas y los niños: su educabilidad, y la secularización, centralización y racionalización del gobierno.
El imperio buscaba entonces centralizar el poder político sobre las distintas corporaciones que integraban el reino y realizar, así, acciones efectivas del control de la población, algo que se convirtió en un recurso del Estado, en una fuente de riqueza.
Parte del control estatal se tradujo en la transferencia de espacios educativos tradicionalmente controlados por el clero regular al clero secular, más cercanos a la administración de la corona. La educación ya no era vista solo como evangelización, sino como un medio para la formación de ciudadanos útiles y leales a la corona, subrayó la experta.
La creación de escuelas gratuitas de distinto tipo en la última parte del siglo XVIII también tuvo que ver con medidas para sacar a los niños menesterosos de la calle, como consecuencia de la epidemia de 1786. Asimismo, la Constitución de Cádiz, vigente en la Nueva España de 1812 a 1814, abolió al gremio de maestros y fortaleció el papel del Ayuntamiento en la supervisión de la instrucción.
Luego de describir la vida cotidiana de los niños/niñas a partir de su vestimenta y juegos, con respecto a la vida en la escuela, la doctora en Historia por la Universidad de Cambridge precisó que, a finales de la época virreinal, casi la mitad de los infantes de la Ciudad asistían a una escuela de primeras letras, fuera con un maestro particular, parroquial o municipal, entre otras, a donde ingresaban con seis o siete años.
Primero, aprendían a leer, estudiaban catecismo, se les enseñaba a hacer cuentas y después a escribir. Los varones continuaban en otros colegios, como San Idelfonso, San Juan de Letrán, San Gregorio, o en seminarios. Mientras, las niñas asistían a escuelas denominadas “Amiga”, donde perfeccionaban su enseñanza y aprendían actividades como costura.
En la mayoría de los 70 pueblos indígenas que estaban ubicados en el actual territorio de la ciudad, había también escuelas donde se enseñaba a leer, escribir y hacer cuentas. A partir de los 10 años las niñas y niños tenían obligaciones inherentes a las de los adultos. La especialista expresó que solo si se comprende lo temprano de esa juventud se pueden entender los relatos de los niños que se convirtieron repentinamente en soldados de los ejércitos insurgentes.
El profesor Raymundo Alva Zavala, de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), externó que cuando se aborda la guerra de Independencia jamás se piensa en una batalla en la que hay desgaste militar, muertes, y deterioro en la infraestructura de los pueblos, y mucho menos en la intervención de niños y mujeres.
Los ejércitos que entraron en movimiento fueron integrados por la población campesina de las regiones, zonas donde se llevó a cabo el enfrentamiento armado. Mucha gente que formó parte de los ejércitos insurgentes fue justamente de las zonas rurales, población constituida por indígenas, mestizos y afromestizos”.
La vida en el campo era de trabajo arduo y la cantidad de niños involucrados en la producción era sumamente alta. “Las familias campesinas tenían muchos hijos por la gran mortandad infantil imperante en aquella época”. Actual jefe de la licenciatura en Historia en la ENAH, Alva Zavala sostuvo que dentro de las filas insurgentes y del ejército realista había niños y jóvenes.
- En las élites militares algo muy común era la leva, el reclutamiento forzoso, rápido, y poco costoso para engrosar las filas.
- Se tomaban a todos los varones de una población, aquellos que pudieran sostener un rifle, y se les integraba”.
- Alva Zavala detalló que Narciso Mendoza, mejor conocido como el “Niño artillero”, fue un pequeño militar insurgente que participó en la guerra de Independencia, como parte del batallón infantil que creó José María Morelos y Pavón.
Además de él, continuó, estaban quienes conformaron una tropa llamada “Compañía de niños del ejército americano”, conocida como “Los Emulantes”, pues “emulaban” a los adultos en sus acciones de guerra. A la cabeza del grupo estuvo Juan Nepomuceno Almonte, hijo biológico de José María Morelos y Pavón, apuntó.
- Otros infantes que participaron en la guerra en el ejército insurgente o en el virreinal fueron: Antonio López de Santa Anna, Pedro María Anaya, y Mariano Arista, quien sirvió desde los once años en el ejército realista.
- El profesor Alva Zavala afirmó que estos niños le dieron “forma” a México, forjando a nación desde mediados del siglo XIX.
“Se trata de militares que fueron niños durante el conflicto y cuyas hazañas heroicas nos hacen concluir que se trató de un siglo violento, principalmente para las zonas rurales”.
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¿Cómo era la escuela de México?
Aspectos jurídicos de la educación en México –
Este artículo o sección necesita referencias que aparezcan en una publicación acreditada, Puedes avisar al redactor principal pegando lo siguiente en su página de discusión: } ~~~~ Este aviso fue puesto el 14 de diciembre de 2022. |
En la antigüedad, la educación en México era obligatoria y gratuita. Sin embargo, no se otorgaba de igual forma a todos los habitantes: existían escuelas para hijos de clase alta, de clase media y de clase baja. La educación se encuentra ahora en cambio por las Reformas vigentes en la Constitución, en donde se hace responsables a los padres de familia de sustentar los gastos de las escuelas de la educación básica del país, teniendo la obligación de pagar las cuotas de mantenimiento de las instituciones, a pesar de ser públicas.
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¿Cómo concibe la escuela mexicana a la escuela?
Entonces, ¿qué es la Nueva Escuela Mexicana? – La Nueva Escuela Mexicana (NEM) es un proyecto educativo de carácter integral y humanista. Su enfoque pedagógico pretende realizar cambios profundos en la educación en México a partir de entender y atender las condiciones de equidad, inclusividad, excelencia académica y mejora continua, partiendo de la relación del alumno con la comunidad a la que pertenece.
- Estos cambios y modificaciones tendrán efecto a partir del ciclo escolar 2023-2024, y su objetivo central será reformular el concepto actual de calidad educativa.
- ¿Cómo espera hacerlo? Modificando la actual estructura curricular –basada en la educación por competencias– para dar paso a una educación más humana, que dé prioridad al desarrollo de cada individuo a partir de sus necesidades particulares dentro de su entorno social inmediato.
Su propósito es brindar una educación de excelencia, pero concentrándose en combatir la deserción y el rezago educativo a partir de cuatro campos de formación y 7 ejes pedagógicos que regirán el proceso de aprendizaje.
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¿Cómo era la vida de los niños en la Revolución Mexicana?
Los niños que aparecen en las fotografías de la Revolución Mexicana nunca son mencionados en los libros de historia, pero fueron parte importante de este movimiento. Aquí te hablamos de ellos. – Es diciembre de 1914. Francisco Villa y Emiliano Zapata se toman una foto en Palacio Nacional, detrás de ellos se asoman tímidamente los rostros de algunos niños de los que los libros de historia nunca hablaron. Pero no serían los únicos infantes que aparecieran en las imágenes tomadas por Agustín Víctor Casasola y otros fotógrafos anónimos durante el conflicto armado más feroz del siglo XX en México, decenas aparecen en fotos que les tomaron a Venustiano Carranza, Gustavo A. La razón es que cuando la Revolución Mexicana estalló en 1910 el número de niños y niñas en México era de aproximadamente 6 millones, lo que representaba más o menos el 40% de la población mexicana de aquel entonces. Los infantes estaban por todos lados, en el campo, cumplían un rol de trabajo, sobre todo ayudando a sus padres explotados por los dueños de las tierras, mientras que en las ciudades vivían vidas más desahogadas.
Cuenta que se fueron de casa sin poder llevar un solo juguete consigo, pasaron por calles oscuras con focos volados a balazos, sintiendo el terror que proyectaban sus padres, escuchando bombazos y presenciando fusilamientos en la calle. En el México rural fue normal, para miles de campesinos que se unieron a los campamentos nómadas de la Revolución, llevar a la familia consigo y replicar la organización familiar que tenían en donde los niños jugaban un papel determinado.
Fue así como los varones fueron dotados de fusiles y cartucheras que les venían demasiado grandes y pesadas, mientras que las niñas ayudaban a sus madres a hacer alimentos para los combatientes. El destino de la mayoría de los niños que participaban directamente en combate era morir en la línea de fuego, pero sobre todo fallecían por infecciones producto de habitar en vagones insalubres.
Viajera y contadora de historias con una gran amor por México, sus lugares y su gente.
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