Michel Foucault La Escuela Como Institucion Disciplinaria?

Michel Foucault La Escuela Como Institucion Disciplinaria
La institución disciplinaria es un concepto propuesto por Michel Foucault, en su obra Vigilar y Castigar, en 1975. ​ Las instituciones disciplinarias se caracterizan por la disciplina la vigilancia, la búsqueda de orden y la utilización del castigo y la recompensa.

¿Cuáles son las instituciones disciplinarias según Foucault?

Las instituciones que Foucault analiza, y que ya han sido mencionadas anteriormente, son: la cárcel (prisión), el hospital y la escuela, patentizando con esto la visión de panóptico en cuanto tales instituciones operan como mecanismo de control en tanto existe una vigilancia constante en busca de la corrección de.

¿Qué piensa Foucault de la escuela?

Ensayos La sociedad de control: una mirada a la educación del siglo XXI desde Foucault Society of control: A look at twenty first century education from Foucault 1   1 Universidad Camilo José Cela, España. anasantiagomunoz@gmail. com Resumen: En el presente artículo se pretende hacer un recorrido por aquellas herramientas metodológicas utilizadas por Foucault para el estudio de la institución educativa disciplinaria y su posible aplicación al nuevo panorama educativo en las sociedades de control.

Foucault analiza los discursos y prácticas como formas de poder en la sociedad disciplinaria, los cuales configuran una individualidad determinada: el cuerpo dócil. Tras la Segunda Guerra Mundial, nuevas modalidades de poder dan lugar a la sociedad de control, conformando una individualidad autogobernada.

En la educación secundaria actual aparecen tanto formas del régimen disciplinario como del régimen de control. Palabras clave:  educación; Foucault; poder; sociedad disciplinaria; sociedad de control; autogobierno; accountability; inteligencia emocional.

  • Abstract: Throughout the present article it is intended to go over those methodological tools used by Foucault to study the educational disciplinary institution and its possible application to the new educational scene in the Societies of Control;

Foucault analyses the discourses and practises as forms of power in the Disciplinary Society, which sculpt a particular individuality: the docile body. After the Second World War, new modalities of power gives way to the Society of Control, emerging with it a self-governed individuality.

In the High Schools appear forms of both disciplinary and control regimes. Keywords:  Education; Foucault; power; Disciplinary Society; Society of Control; self-government; accountability; Emotional Intelligence.

Consideración general “Interrumpo aquí este libro que debe servir de fondo histórico a diversos estudios sobre el poder de normalización y la formación del saber en la sociedad moderna” ( Foucault 2012 , p. 359). Con esta nota a pie de página cierra Foucault Vigilar y Castigar.

Toda una invitación a continuar con las investigaciones que emprende en este libro acerca de las sociedades disciplinarias, aceptada por muchos autores, cuyo interés por aquello que sucede en las instituciones educativas en la actualidad comprende un análisis de las formas de poder que aparecen en las mismas.

Con la emergencia de las sociedades de control en la segunda mitad del siglo XX, surgen una serie de discursos y prácticas que constituyen nuevas subjetividades. La aparición del sistema de producción postfordista, enmarcado dentro de una política neoliberal, junto con la irrupción de las tecnologías de la información y la comunicación, configuran un nuevo sujeto autogobernado, responsable, flexible, autorregulado, competitivo, siempre en curso, participativo, emprendedor, en búsqueda permanente de autorrealización.

El presente escrito pretende señalar aquellos elementos clave del análisis foucaultiano respecto a la educación en las sociedades disciplinarias y las posibles líneas de estudio de la sociedades de control basadas en tales elementos, prestando atención a aquellos nuevos discursos y prácticas como el automanagement, la accountability o la Inteligencia Emocional, y a cómo se articulan en el sujeto educacional en nuestros días.

Si bien la sociedad disciplinaria está, en palabras de Deleuze (Deleuze 2006 ) por desaparecer, sus formas conviven con las de la sociedad de control, por lo que es de suma relevancia el estudio de ambas al realizar un análisis de aquello que acontece en las instituciones educativas dedicadas a la educación secundaria en la actualidad.

Breves notas acerca del pensamiento de Foucault La concepción del sujeto en Foucault supone una inversión del sujeto moderno concebido por Descartes y la ciencia moderna hasta nuestros días. El yo opera en la filosofía cartesiana, consecuencia del “cogito ergo sum”, como sujeto constituyente de la realidad.

Un yo identitario con todas las características propias de la identidad misma: inmutabilidad, universalidad, esencialidad. En el pensamiento de Foucault, hay una transposición de esta idea de sujeto constituyente y universal por la de uno constituido en un espacio y tiempo concretos.

Lejos de portar una esencia, de resistir a los cambios del tiempo, el sujeto es resultado de un conjunto de prácticas que intervienen en él, lo atraviesan y en definitiva lo constituyen. El sujeto es por ello producto histórico.

La posición foucaultiana atenta contra las corrientes dominantes de la educación actual, que conciben al sujeto como universal, obviando su carácter histórico ( Ball 2013 , p. 1). “El sujeto moderno es, tal vez, la mayor víctima de las contestaciones, y es aquí, probablemente, en donde el proyecto educacional moderno sufre su mayor conmoción.

Al final, la posibilidad de la educación y de la pedagogía reposa precisamente en el presupuesto de la existencia de un sujeto unitario, y está centrado en la finalidad de la educación, entendida como la construcción de su autonomía, independencia, y emancipación” ( Tadeu Da Silva 1997 , p.

274). La investigación foucaultiana está orientada al análisis de estas prácticas y discursos de exclusión, de sanción, de vigilancia, de examen, de distribución, de diferenciación, de homogeneización, que constituyen al sujeto. Al conjunto de estas prácticas y discursos, diferentes para cada momento histórico, es a lo que llama Foucault tecnología.

  • Las tecnologías engloban así los procedimientos de orden práctico que conforman, normalizan y encauzan los pensamientos y acciones de los sujetos;
  • Las tecnologías son por tanto poder, el ejercicio del poder: “cuando pienso en la mecánica del poder, pienso en su forma capilar de existir, el proceso por medio del cual el poder se mete en la misma piel de los individuos, invadiendo sus gestos, sus actitudes, sus discursos, sus experiencias, su vida cotidiana” ( Foucault 1987 , p;

60). El poder en Foucault, retomando la teoría de Nietzsche ( Sáez Rueda 2001 , p. 424), no es tan solo instancia represora o negativa: “Hay que dejar de describir siempre los efectos de poder en términos negativos: “excluye”, “reprime”, “rechaza”, “censura”, “abstrae”, “disimula”, “oculta”.

De hecho, el poder produce; produce realidad; produce ámbitos de objetos y rituales de verdad. El individuo y el conocimiento que de él se puede obtener corresponden a esta producción” ( Foucault 2012 , p.

225). El poder circula así a través de las individualidades ( Harvey y Rail 1995 , p. 166). En los escritos de Foucault se encuentran estudios del régimen tecnológico que tuvo sus orígenes en los siglos XVII y XVIII y que perdura hasta el siglo XX. Tal régimen tecnológico, resultado de una conjunción saber-poder determinada, es lo que este pensador denomina disciplina.

  1. La disciplina es tecnología que genera individuos, haciendo de ellos su objeto e instrumento de ejercicio del poder;
  2. Esta tecnología de poder, que comprende un conjunto de prácticas que proceden encauzando conductas en los individuos, no se reconocen tan solo en instituciones como la cárcel, la fábrica, el hospital, el convento o la escuela -espacios cerrados-, sino que se expanden por todo el cuerpo social, saliendo de sus establecimientos y penetrando en todos los resquicios de la sociedad, dando lugar a la sociedad disciplinaria: “La disciplina no puede identificarse ni con una institución ni con un aparato;

Es un tipo de poder, una modalidad para ejercerlo, que implica todo un conjunto de instrumentos, de técnicas, de procedimientos, de niveles de aplicación, de metas; es una “física” o una “anatomía” del poder, una tecnología. Puede ser asumida ya sea por instituciones “especializadas” [.

] ya sea por instancias preexistentes que encuentran en ella el medio de reforzar o de reorganizar sus mecanismos internos de poder” ( Foucault 2012 , pp. 248-249). Al ser la disciplina tecnología, cuyo blanco de poder es el individuo, su horizonte discursivo se encontrará en las ciencias humanas.

En el campo de la educación, la pedagogía será aquella productora de un saber-poder en lo referente al sujeto: “los colegios modelo de los jesuitas, o las escuelas de Batencour y de Demia, después de la de Sturm, diseñan las formas generales de disciplina escolar” ( Foucault 2012 , p.

242). Y es en el siglo XVIII cuando, gracias a la generalización las disciplinas, en un juego circular de refuerzo de la formación del saber y ejercicio del poder, aparecen los discursos relativos a la psicología del niño y la psicopedagogía dentro de la disciplina.

Al respecto, Larrosa señala “la ocultación de la pedagogía misma como una operación constitutiva, en rigor, productora de personas”, denunciando la pretensión de la pedagogía como “mera mediadora” para el desarrollo de los sujetos ( Larrosa 1995 , p. 7).

La disciplina en las instituciones educativas Durante los siglos XVIII, XIX y XX, el cuerpo es el punto de mira del poder desde el ámbito técnico-político. Surge así todo un conjunto de reglamentos y procedimientos para controlar y corregir a los cuerpos.

Estos métodos de control del cuerpo, que lo sujetan ejerciendo una relación de docilidad-utilidad es lo que denomina Foucault disciplinas. Si ya existían estos procedimientos disciplinarios en épocas anteriores, “esas disciplinas han llegado a ser, en el trascurso de los siglos XVII y XVIII, fórmulas generales de dominación” ( Foucault 2012 , p.

159). Este conjunto de técnicas y procedimientos sutiles y minuciosos aplicados al cuerpo en este periodo conforman una nueva “microfísica del poder”. La disciplina se sirve, en el ejercicio del poder, de un conjunto de procedimientos e instrumentos que lo sustentan y aseguran su efectividad.

Procedimientos disciplinarios Entre los procedimientos propios de la disciplina se encuentran la distribución de los individuos en un espacio, el control de la actividad y la economización del tiempo. Respecto al primero, la disciplina opera distribuyendo individuos y organizando así un espacio.

Estos espacios son lugares heterogéneos y cerrados. Copia del modelo del convento, el colegio se divide en zonas, a cada individuo le es asignado un lugar que le confiere su localización pero también su aislamiento, sus posibilidades de comunicación y circulación.

Esto permite en cada instante vigilar su conducta, sancionarla, examinarla, dominarla y utilizarla. Cada lugar se corresponde con una función determinada. Los individuos son así intercambiables, ya que la función del individuo está configurada por el lugar que este ocupa con respecto a los demás: “hileras de alumnos en los pasillos y los estudios; rango atribuido a cada uno con motivo de cada tarea y cada prueba y que obtiene de semana en semana, de mes en mes, de año en año; alineamiento de los grupos de edad unos a continuación de los otros (.

Y en este conjunto de alineamientos obligatorios, cada alumno en función de su edad, sus adelantos y su conducta ocupa un orden u otro; se desplaza sin cesar por esas series de casillas, unas ideales, que marcan una jerarquía de saber o de la capacidad, otras, que deben traducir materialmente en el espacio de la clase o del colegio la distribución de los valores o de los méritos” ( Foucault 2012 , p.

170). Distribuciones espaciales que atienden al grado de adquisición de conocimientos, a la conducta, la limpieza y al nivel económico. Esta nueva distribución serial del espacio evita por tanto que solamente uno sea el que trabaje mientras que el resto permanecen ociosos.

El trabajo simultáneo es controlado por nuevos dispositivos de vigilancia que responden a una utilidad ( Urraco-Solanilla y Nogales Bermejo 2013 , p. 156). La organización espacial, de manos de las disciplinas, generan por tanto espacios no solo arquitectónicos, sino funcionales y jerárquicos “constitución de “cuadros vivos”, que transforman multitudes confusas, inútiles o peligrosas, en multiplicidades ordenadas [.

El cuadro, en el siglo XVIII, es a la vez una técnica de poder y un procedimiento de saber ” ( Foucault 2012 , p. 172). El control de la actividad es otro de los procedimientos de los que se sirve la disciplina. El arquetipo monástico de empleo del tiempo, que sigue como patrones imponer ritmos, delimitar las ocupaciones y la repetición cíclica, es trasladado a la institución educativa, confiriéndole un funcionamiento orgánico ( Urraco-Solanilla y Nogales Bermejo 2013 , p.

156). A cada segmento temporal le corresponde una actividad dada, ligada a un conjunto de normas relativas a la posición del cuerpo, los gestos, la relación con el objeto y su duración: “8 h 45 entrada del instructor, 8 h 52 llamada del instructor, 8 h 56 entrada de los niños y oración, 9 h entrada en los bancos, 9 h 04 primera pizarra, 9 h 08 fin del dictado” ( Foucault 2012 , p.

174). Aparece toda una economía del cuerpo y del tiempo, que se manifiesta, por ejemplo, en la forma de coger una pluma y la posición erguida del cuerpo, que ha de acompañar a la técnica de escribir. Su finalidad es la eficacia y la rapidez, para lo que se define cada instante y se llena de actividades ordenadas, ritmadas mediante señales, campanas o palabras: “el único objeto de estas voces de mando es [.

  1. ] habituar a los niños a ejecutar pronto y bien las mismas operaciones, disminuir mediante la celeridad, en la medida de lo posible, la pérdida de tiempo que supone el paso de una operación a otra” ( Foucault 2012 , pp;

179-180). Finalmente, el aparataje disciplinario procede capitalizando el tiempo escolar mediante la segmentación en ciclos con un término concreto, organizándolos de menor a mayor complejidad y distribuyendo a los individuos según su nivel y su antigüedad en los grados correspondientes.

  1. La división en cursos y ciclos, observable en las escuelas hoy en día, corresponde a tal procedimiento disciplinario;
  2. El tiempo disciplinario desplaza al antiguo tiempo iniciático de los siglos anteriores: el tiempo que otrora era continuo está ahora segmentado, y la prueba final que determinaba la adquisición de una cualificación deja paso a un conjunto de pruebas que se han de pasar al final de cada segmento temporal, cada mes, año o ciclo;

Nace así una pedagogía analítica detallista, en la que la segmentación seriada permite un control e intervención meticulosos. El poder se ensambla y distribuye por tanto sobre el tiempo. El ejercicio, por su carácter repetitivo y su complejidad creciente, opera entonces como el mecanismo por excelencia de imposición de actividades reiterativas y graduadas al cuerpo.

El ejercicio define, clasifica y califica al individuo con respecto a un objetivo o recorrido determinados y respecto al resto de los individuos. El origen de este procedimiento disciplinario parece encontrarse de nuevo en la religión: “En todo caso, la idea de un ” programa” escolar que siga al niño hasta el final de su educación y que implique de año en año, de mes en mes, ejercicios de complejidad creciente, parece haber surgido primero en un grupo religioso, los Hermanos de la Vida Común” ( Foucault 2012 , p.

187). Instrumentos disciplinarios El triunfo de la disciplina se debe, según Foucault, al uso de dispositivos o instrumentos que modifican y encauzan la conducta de los individuos. Estos instrumentos son la inspección jerárquica, la sanción normalizadora y su combinación en el ejercicio del examen.

En primer lugar, la vigilancia jerárquica se vale de la mirada para lograr efectos de poder. La escuela toma prestados principios provenientes del campamento militar, interviniendo en ello un determinado tipo de arquitectura.

Los lugares de paso, las transparencias en las puertas, las tarimas, la disposición en los comedores, etc. , generan un tipo de configuración que determina qué lugares han de estar ocupados y cuáles no, así como crean lugares específicos que permitan al controlador ejercer su función visualizadora: “las instituciones disciplinarias han secretado una maquinaria de control que ha funcionado como un microscopio de la conducta; las divisiones tenues y analíticas que realizaron han llegado a formar, en torno de los hombres, un aparato de observación, de registro y de encauzamiento de la conducta” ( Foucault 2012 , p.

203). La vigilancia se integra así en el ámbito pedagógico. Una de las necesidades a las que responde esta vigilancia es el aumento del número de alumnos en las instituciones educativas, que requiere un tipo de control que, de forma simultánea, atente contra la desorganización y el desconcierto.

Por esto, “[p]ara ayudar al maestro [. ] elige entre los mejores alumnos una serie de “oficiales”, intendentes, observadores, instructores, repetidores, recitadores de plegarias, oficiales de escritura, administradores de tinta, cuestores de pobres y visitadores” ( Foucault 2012 , p.

205). Roles tanto de distribución de materiales como de vigilancia. Los encargados de estos últimos han de registrar comportamientos inadecuados, las faltas de asistencia o de conducta, investigar a las familias, enseñar conocimientos o comportamientos apropiados o introducir a aquellos alumnos nuevos en las prácticas de la institución educativa.

Mediante este mecanismo de vigilancia mutua y jerarquizada, se multiplica la eficacia de la enseñanza. Si bien no es novedad la vigilancia jerárquica, es en el siglo XVIII cuando, según Foucault, se dispone como un sistema integrado, múltiple, automático y anónimo.

En este sentido, el panóptico, acerca del que trata el apartado 2. 3 del presente escrito, funciona como maquinaria de vigilancia que, mediante la articulación de miradas calculadas, silenciosas y no violentas, sustenta el poder disciplinario.

En segundo lugar, la sanción normalizadora es técnica disciplinaria que, mediante “una micropenalidad del tiempo (retrasos, ausencias, interrupciones de tareas), de la actividad (falta de atención, descuido, falta de celo), de la manera de ser (descortesía, desobediencia), de la palabra (charla, insolencia), del cuerpo (actitudes ” incorrectas”, gestos impertinentes, suciedad), de la sexualidad (falta de recato, indecencia)” ( Foucault 2012 , p.

208), pretende corregir conductas desviadas. El castigo disciplinario regula faltas relativas al incumplimiento de una tarea o una norma de conducta. Su objetivo es de carácter correctivo ( Kiefel 2014 , p.

26) y para ello se sirve del ejercicio: repetir una actividad para así corregir una actitud, una falta de empeño, un error ortográfico que se ha de copiar una y otra vez. Encauzar conductas es ejercitar. Un tipo de penalidad enmarcada en un sistema castigo-recompensa, al que subyace la moral judeocristiana con sus principios del Bien y el Mal ( Nietzsche 1997 ).

Hay castigos, pero también hay privilegios, y estos permiten clasificar y jerarquizar a los buenos y a los malos estudiantes, creando rangos. El castigo en el régimen disciplinario, por tanto, no tiene como objetivo último la represión ( Giraldo Díaz 2006 , p.

109). Sus operaciones son señalar los actos, diferenciar individuos, medir y jerarquizar, excluir y homogeneizar. Y es mediante estas operaciones que el castigo normaliza. No es extraño que la aparición de estas tecnologías de poder-saber dentro del contexto educacional -y también en el penal, hospitalario, laboral- sean correlato de la igualdad formal en un contexto político: la norma homogeneiza a la par que jerarquiza a los individuos.

Por último, el examen es instrumento disciplinario en el que se combinan los dispositivos de vigilancia y sanción normalizadora, permitiendo calificar, clasificar y castigar. Según Foucault, la escuela funciona como aparato de examen continuo ( Giraldo Díaz 2006 , p.

109). Característico del examen es trasponer la visibilidad del poder, o lo que es lo mismo, aquel que se ve no es aquel que ejerce el poder, sino aquel sometido al poder. Funcionando como mecanismo de objetivación, el examen ilumina su objeto: el individuo, el cuerpo dócil.

  • Así mismo, el mecanismo del examen permite introducir a los individuos en el registro documental mediante una serie de expedientes, regulados por un conjunto de códigos, precarios en las épocas históricas estudiadas por Foucault si los comparamos con las rúbricas que exigen las leyes educativas españolas actuales ( BOE-A-2015-738, artículo 7 punto 4 );

Finalmente, el examen permite convertir a cada individuo en un “caso”, transcribiendo científicamente las diferencias de cada sujeto ( Hoskin y Macve 1986 , p. 107). Es por esto que las ciencias con raíz “psico-” tienen su origen en el régimen disciplinario, ocupando un lugar privilegiado en la modernidad.

“El examen abre dos posibilidades correlativas: la constitución del individuo como objeto descriptible, analizable, pero de ningún modo para reducirlo a rasgos “específicos”, como hacen los naturalistas con los seres vivos, sino para mantenerlo, en sus rasgos singulares, en su evolución particular, en sus aptitudes o capacidades propias, bajo la mirada de un saber permanente; y por otra parte, la constitución de un sistema comparativo que permite la medición de fenómenos globales, la descripción de grupos, la caracterización de hechos colectivos, la estimación de las desviaciones de los individuos unos con respecto a otros, y su distribución” ( Foucault 2012 , p.

221). La investigación científica actual en el campo de la educación, los estudios estadísticos que se realizan sobre los alumnos insertos en la institución educativa, no son sino continuación de esta consideración del individuo como caso. Sintetizando, el examen es para Foucault el núcleo de los mecanismos que conforman al individuo como objeto y efecto, tanto de saber como de poder.

Y estas relaciones de poder-saber, al hacerse visibles en el examen, le confieren un carácter ritualizado. “El examen no se limita a sancionar un aprendizaje; [. ] el examen permite al maestro, a la par que transmite su saber, establecer sobre sus discípulos todo un campo de conocimientos.

Mientras que la prueba por la cual se terminaba un aprendizaje en la tradición corporativa validaba una aptitud adquirida -la “obra maestra” autentificaba una trasmisión de saber ya hecha-, el examen, en la escuela, crea un verdadero y constante intercambio de saberes: garantiza el paso de los conocimientos del maestro al discípulo, pero toma del discípulo un saber reservado y destinado al maestro.

La escuela pasa a ser el lugar de elaboración de la pedagogía” ( Foucault 2012 , p. 217). Una pedagogía que ahora aparece inscrita en el discurso de la ciencia, en concordancia con el pensamiento de Gimeno Sacristán (Gimeno Sacristán 2000 , p.

10). El panoptismo Referente de los análisis foucaultianos sobre los mecanismos que aparecen en las instituciones disciplinarias es el sistema arquitectónico y óptico descrito por Bentham, el panóptico. El principio subyacente a tales mecanismos es lo que denomina Foucault panoptismo: “Se trata de mecanismos que analizan distribuciones, desviaciones, series combinaciones, y que utilizan instrumentos para hacer visible, registrar, diferenciar y comparar [.

  • El panoptismo es el principio general de una nueva “anatomía política” cuyo objeto y fin no son la relación de soberanía sino las relaciones de disciplina” ( Foucault 2012 p;
  • 241);
  • El panoptismo funciona así como dispositivo del poder, entendiendo este como “el espacio de saber-poder dónde se procesan tanto las prácticas discursivas como no discursivas” ( García Fanlo 2011 , p;

4). El panóptico es el aparataje disciplinario que por excelencia garantiza el orden, evitando en el contexto escolar la charla, la copia o la distracción. Se distinguen en él dos tipos de efecto. En el primero, el efecto “jardín”, el poder es visible pero inverificable.

El individuo se piensa permanentemente observado, aunque de hecho no lo sea. Es por tanto el individuo el que ejerce el poder sobre sí mismo ( Harvey y Rail 1995 , p. 167). El poder funciona así de forma continua, automática, desindividualizada e individualizadora.

Desindividualizada, porque lo importante no es la persona, sino las distribuciones de los cuerpos y jerarquías, el recreo de miradas que permite una arquitectura dada. Individualizadora, porque registra conductas. El panóptico permite así el ejercicio del poder de forma instantánea y silenciosa, sin intervención.

  • El poder no encuentra resistencias en su paso;
  • Al ejercerse ininterrumpidamente, sin dejar huecos, el panóptico amplifica los efectos de poder;
  • “El esquema panóptico es un intensificador para cualquier aparato de poder: garantiza su economía (en material, en tiempo); garantiza su eficacia por su carácter preventivo, su funcionamiento continuo y sus mecanismos automáticos” ( Foucault 2012 , p;

238). Pero el panóptico también ejerce un efecto “laboratorio” de poder, funcionando como aparataje de observación, experimentación y modificación de conductas. Efecto del que se sirve la pedagogía en sus estudios, penetrando en la conducta humana. La escuela como panóptico, “jaula cruel y sabia” ( Foucault 2012 , p.

237). Es interesante cómo Foucault destaca el carácter inminentemente democrático de las instituciones panópticas, al ser el ejercicio del poder susceptible de ser controlado por la sociedad. “Toda institución panóptica [.

] podrá sin dificultad estar sometida a esas inspecciones, a la vez aleatorias e incesantes; y esto no sólo de parte de los inspectores designados sino de parte del público. Cualquier miembro de la sociedad tendrá derecho a ir a comprobar con sus propios ojos cómo funcionan las escuelas [.

] el dispositivo disciplinario estará democráticamente controlado” ( Foucault 2012 , p. 239). De la sociedad disciplinaria a la sociedad de control Si las relaciones entre poder, saber y sujeto son susceptibles de cambio histórico, el estudio que propone Foucault es entonces inacabado.

En Posdata sobre la sociedad de control, Deleuze elabora un programa que sirva de base para la transformación de los estudios foucaultianos acerca de la sociedad disciplinaria. La lectura que realiza Deleuze de Foucault defiende que el mismo Foucault entendía la sociedad disciplinaria como algo que estaba dejando de ser.

En esta interpretación, Deleuze, inspirándose en El almuerzo desnudo de Burroughs, denominó a esta sociedad por venir “sociedad de control” (Esteban Rodríguez 2010 , p. 1). En las sociedades de control aparece un nuevo orden cuyo régimen de dominación tiende a optimizar y aumentar en sutilidad aquellas formas de poder del régimen disciplinario ( Jódar y Gómez 2009 , p.

58). En ellas, el individuo ya no necesita encontrarse en una institución cerrada para verse sometido a determinadas tecnologías de poder: “Las paredes de las instituciones se desploman; de modo que resulta imposible distinguir entre el interior y el exterior” (Hardt, citado en De Carvalho 2012 , p.

  1. 298);
  2. Si en las sociedades disciplinarias el individuo dócil va pasando por los distintos espacios cerrados -de la escuela a la fábrica- donde “siempre hay que volver a empezar”, en las sociedades de control el individuo autogobernado nunca termina nada ( Deleuze 2006 ; Valenzuela Acosta 2015 , p;

52). En la sociedad de control, el “resquebrajamiento de ese sistema de postas genera en el nivel social los llamados incesantes a la formación permanente” (Esteban Rodríguez 2010 p. 5). Hay que señalar que los dispositivos disciplinarios, en su proceso de decadencia, no han desaparecido totalmente, conviviendo con las nuevas formas de poder que empiezan a gestarse tras la Segunda Guerra Mundial ( Deleuze 2006 ).

  1. De ahí la doble relevancia de los estudios foucaultianos en el panorama educativo actual;
  2. Por un lado los procedimientos, instrumentos o dispositivos del poder disciplinario estudiados por el pensador siguen manifestándose en la institución escolar hoy en día;

Por otro, su proyecto filosófico de elaboración de una historia de las formas de constitución del sujeto brinda elementos de una gran potencia analítica para adentrarse en las nuevas prácticas de poder-saber que empiezan a configurarse en esta época en el ámbito de la educación ( Fraser 2003 , p.

  • 161);
  • Tecnologías emergentes: la accountability, la inteligencia emocional y el management como formas de autogobierno Si en las sociedades disciplinarias las prácticas de constitución del individuo eran comunes en la escuela y la fábrica, ahora, consecuencia del neoliberalismo, las estrategias y procedimientos que conforman el sujeto empresarial son correlato de las tecnologías de subjetivación en el ámbito educacional ( Olssen 2008 , p;

38). El sujeto dócil y disciplinado da paso a un sujeto permanentemente en curso y empresario de sí mismo ( Jódar y Gómez 2007 ). Y por ello, tanto el currículo como las pedagogías imperantes responden a tal política de empresa ( Tadeu da Silva 1997 , pp.

  1. 276-277; Gimeno Sacristán 2014 , p;
  2. 43);
  3. A este respecto, Rojas Navarrete y Romero Ronderos defienden que “[l]a visión empresarial de la educación soslaya a plenitud la libertad en el sujeto y lo condiciona a procesos de formación, para la producción, el trabajo y la mano de obra (competente), sujeta al ritmo de aprendizaje y las competencias que el sistema nacional e internacional demanden” ( Rojas Navarrete y Romero Ronderos 2015 p;

61). Nuevas tecnologías de subjetivación, resultado de la expansión por el cuerpo social de diferentes dispositivos de poder, configuran individuos que se autorregulan y autogobiernan: “Promovido el individuo como eje de la autorregulación, el sistema educativo ya no es esa fábrica que tiende a reforzar las desigualdades sociales que conviene remediar sino el lugar en que el individuo flexible construye su ‘empleabilidad’ en el marco de la competitividad escolar.

El lugar en el que, en su caso, se convierte en el único responsable de su eventual desempleo” ( Mattelart 2002 , p. 132). Discursos y prácticas que fabrican así un individuo responsable y dispuesto a tomar las riendas de su propio proyecto personal.

Y entre estos discursos y prácticas, encontramos el accountability y la inteligencia emocional. El accountability El concepto de accountability alude a obligación de los miembros que forman parte de las instituciones públicas de responder ante las consecuencias de sus propios actos.

  1. En concreto, se refiere a aquellos mecanismos que gobiernan la relación entre cualquier institución pública, los individuos que forman parte de la misma y la sociedad, por los que todo miembro perteneciente a tal institución da cuenta de sus actos a una figura autoritaria interna o externa a la misma ( Perry y McWilliam 2009 , p;

33). Este término, que aparece por primera vez para referirse a un acto sociológico en 1968 ( Scott y Lyman 1968 ), se extiende por el conjunto, prácticas y discursos educativos de la cultura anglosajona durante el último tercio del siglo XX. Según Carnoy, Elmore y Siskin, la reforma educativa que tuvo lugar en América durante las décadas de los 80 y 90 guarda una relación íntima con este concepto.

  • Estos autores defienden que, a pesar de que la accountability jugaba un papel central en la educación de las High Schools americanas anteriormente, es durante el periodo mencionado cuando evaluación y accountability se articulan y aúnan, multiplicándose así el ejercicio de una determinada forma de poder ( Carnoy, Elmore y Siskin 2003 , p;

3). A pesar de que estas políticas surgen en la sociedad anglosajona ( Hall y Noyes 2009 ), se implantan en otros países, tal y como reflejan los estudios de Falabella en Chile (Falabella 2014 ) o de Gaete Quezada en España (Gaete Quedaza 2011 ). Resultado de esta unión de evaluación y accountability es la aparición de un conjunto de estándares evaluables, que permiten que tanto los profesores como las escuelas sean medidos, comparados y castigados, impulsando la privatización y la introducción de la escuela en el mercado ( Greenblatt 2015 ).

Los discursos políticos acerca de la estandarización en educación americana se gestan con la publicación A nation at risk ( Gardner 1983 ), consolidándose con la reforma educativa de la administración Bush No Child Left Behind Act en el 2001.

La aparición de evaluadores externos, como PISA, son consecuencia de tales discursos en la sociedad occidental. La repercusión de los mismos en las instituciones españolas es manifiesta, por ejemplo, en el encargo del Libro Blanco de la profesión docente ( Marina, Pellicer y Manso 2015 ) por parte del MECD.

Las instituciones educativas tienden así a un proceso de control en los que el self-management y el espíritu emprendedor juegan un papel determinante ( Ball 1994 , p. 65-83). Por otro lado, la relación entre estudiantes y docentes es “reconfigurada como una relación entre proveedores y usuarios de conocimiento” ( Reyes-Lara 2013 , p.

248). Procesos institucionalizados de homogeneización y estandarización, que normalizan en pos de un equilibrio entre la educación y la economía política. En consonancia con ello, los procedimientos de autoevaluación y evaluación cualitativa se transforman en procedimientos de evaluación externa y acreditación: “Uno de los más importantes desafíos consiste en la articulación de los procesos de evaluación basados en los conceptos de mejora, emancipación, autonomía y libertad académica, con las prácticas de acreditación orientadas al control, a la regulación, a la conformidad con normas externas” ( Dias Sobrinho 2008 , pp.

  1. 109-110);
  2. El accountability funciona así como nuevo dispositivo de vigilancia, sanción y examinación, que tal y como refleja K;
  3. Kim en el artículo “Panoptic accountability”, hace las funciones del antiguo panóptico (Kim 2010 );

Las pedagogías críticas y la inteligencia emocional Foucault ya señalaba el inicio de la psicologización de la pedagogía en las sociedades disciplinarias. En la configuración de las subjetividades proactivas, creativas, flexibles, competitivas, emprendedoras, empáticas y capaces de autoevaluarse, características de la sociedad de control, juegan un papel primordial las pedagogías constructivistas y piagetistas.

Respondiendo a una dialéctica hegeliana, las pedagogías anteriormente citadas, que funcionaron como crítica a la educación tradicional de corte “bancario” -haciendo referencia a la terminología empleada por Freire (Freire 2002 )-, son ahora asimiladas por estos nuevos dispositivos de poder-saber en las sociedades de control: “resulta sorprendente observar cómo las pedagogías constructivistas y las psicopedagogías lacaniano-piagetianas, críticas y libertarias, se han adecuado de forma admirable a las reformas neoliberales de la educación, del currículo y de la profesión docente” ( Jódar y Gómez 2009 , p.

62). La inclusión por un lado del aprendizaje significativo en los currículos ( Tadeu da Silva 1999 ), junto con competencias como aprender a aprender o el sentido de iniciativa y el espíritu emprendedor ( BOE-A-2015-738 ), dan cuenta de la psicologización a la que los mismos están sometidos: “un nuevo tipo de sujeto: autónomo, independiente, cooperativo, capaz de tomar decisiones, de autorregularse, con derechos y deberes, es decir, una persona, una individualidad competente que será capaz de interactuar eficientemente en su medio” ( Ortiz Espinoza 2012 , p.

  1. 50);
  2. Resultado de estas pedagogías es el nuevo rol del profesor, que ha de promover el autoaprendizaje a modo de couching;
  3. Al respecto es interesante la reflexión que hace Grinberg: “De hecho, muchas veces nos preguntamos por la pérdida de autoridad de la función docente; al respecto, sería bueno rastrear, justamente, en estos enunciados una genealogía de una autoridad que fue desautorizada prácticamente de manera sistemática” ( Grinberg 2015 , p;

93). Pero es con la incursión de un nuevo discurso donde este conjunto de prácticas y saberes pedagógicos y curriculares encuentran su justificación: la inteligencia emocional. La inteligencia emocional A pesar de que el concepto de inteligencia emocional (IE) aparece por primera vez en la década de los sesenta, es en 1995 cuando este adquiere relevancia con la publicación de Inteligencia emocional ( Goleman 2012 ).

A partir de este momento, discursos acerca de la IE se han ido multiplicando de manos de profesionales de lo “psi”, que trabajan al servicio de empresas e instituciones educativas. Según Hughes, el impacto de este libro en todas las esferas de lo social se debe a que Goleman es el primero que habla de gestión inteligente de las emociones, especialmente en su libro Working with Emotional Intelligence ( Goleman 1998 ), dónde explicita como trasladar los supuestos de la inteligencia emocional a la práctica institucional ( Hughes 2010 , p.

37). En 1996, El Informe Delors pone de manifiesto la necesidad de una educación emocional como complemento del aprendizaje cognitivo ( Delors 1996 , cap. 4) y en el 2002 la UNESCO desarrolla una iniciativa para poner en marcha programas de aprendizaje emocional en las instituciones educativas, remitiendo una declaración a los ministros de educación de 140 países.

Haciéndose eco de tal programa de la UNESCO, la LOE en su preámbulo señala: “Se trata de conseguir que todos los ciudadanos alcancen el máximo desarrollo posible de todas sus capacidades, individuales y sociales, intelectuales, culturales y emocionales” ( BOE-A-2006-7899 ).

En afinidad con este preámbulo, el Art. 71 dice: “Las Administraciones educativas dispondrán los medios necesarios para que todo el alumnado alcance el máximo desarrollo personal, intelectual” Ejemplos de la difusión de este discurso por el cuerpo social son los numerosos artículos acerca de la IE en la Revista de Educación del MECD ( Extremera y Fernández-Berrocal 2003 ; o Gorostiaga y Balluerka 2014 , entre otros) o algunos programas de Redes, como aquel en el que Punset establece una relación directa entre los altos índices de paro y el aprendizaje de competencias “trasnochadas” en el sistema educativo español, revindicando la necesidad de promover la inteligencia emocional como aprendizaje necesario para poder estar a la altura de las circunstancias en el panorama mundial hoy en día ( RTVE 2013, minuto 28 ).

  • En lo referente a las nuevas cualidades que todo profesor ha de adquirir, Fernández-Berrocal subraya la importancia de la formación docente en la IE ( Fernández-Berrocal 2008 );
  • Hughes ya denuncia en el 2005 la escasez de escritos que realicen una crítica social acerca de este concepto ( Hughes 2005 , p;

5). La rápida expansión de estos discursos y prácticas por el cuerpo social tiene como finalidad instaurar un sistema de control emocional, que permite que el sujeto construya un relato acerca de sí mismo como ser creativo, capaz de gestionar sus emociones y expresarlas, desarrollando una serie de competencias que le permitan vivir en el mundo que el sistema capitalista propone ( Hughes 2010 ).

  • Por tanto, el peligro que encierra este discurso de libre expresión de emociones es su correlato: la aparición de nuevas modalidades de control: “Las formas de control social han cambiado;
  • ahora es la blanda y espumosa autorrealización social quien se encarga de ello” ( Manrique Solana 2015 , p;

811). La pretendida neutralidad de este conjunto de prácticas y discursos “supone una patologización psiquiátrica de la existencia. Sigmund Freud nos pedía una privacidad, contención y normalidad que nos hacía neuróticos. La IE nos pide expansión, conexión y narcisismo.

  1. lo que nos hace psicópatas” ( Manrique Solana 2015 , p;
  2. 810);
  3. Es más, si todo individuo es capaz de ser encauzado mediante la inteligencia emocional, comportándose mediante estereotipos, este concepto opera también como instrumento igualador de diferencias;

Una igualdad que pretende, en última instancia, esconder la diferencia en lugar de resaltarla y superarla ( Manrique Solana 2015 ). Gracias a la impuesta expansión del Yo, la línea que separaba los ámbitos de lo privado y lo público queda desplazada. Y curiosamente, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación impulsan también este desdibujamiento de la privacidad.

  • Nuevas tecnologías de la información y la comunicación Entre las numerosas repercusiones consecuencia de la difusión de las TIC en nuestra sociedad, el presente apartado estará centrado en apuntar de forma muy escueta las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías como dispositivo de vigilancia, el cambio de significado entre lo público y lo privado, las transformaciones que generan en las formas de conocimiento y el uso de las mismas como instrumentos de aprendizaje;

Vigilancia y cambio del concepto público/ privado En el panóptico de Bentham, la vigilancia cumplía como objetivo sancionar aquellas conductas desviadas para hacer del individuo un cuerpo dócil y útil. En esta idea, como en la de 1984, los individuos querían escapar.

Sin embargo, el nuevo panóptico, descentralizado gracias a las nuevas tecnologías, es consensual: “La nueva fuerza de este panóptico moderno reside en la participación voluntaria de la gente gracias a sus beneficios y ventajas que puede apreciar.

Con lo cual es menos propensa a percibir los inconvenientes y las amenazas, por ejemplo, el control que se ejerce sobre su libertad y la total pérdida de su vida privada” ( Godina Herrera 2006 , p. 7). En este sentido, Burbules y Callister defienden que con la incursión de las aulas en la era digital, se articulan la tradición de formar sujetos disciplinados con la capacidad de la red para registrar información personal, estableciéndose así nuevas forma de control ( Burbules y Callister 2006 , p.

199). Así, “el discurso de “proteger” a los jóvenes se confunde fácilmente con el de vigilarlos y disciplinarlos. El mero intento de los estudiantes de acceder a esos contenidos puede quedar registrado y ser utilizado para reprenderlos” ( Burbules y Callister 2006 , p.

202). Nuevas formas de saber y aprender Las nuevas formas de configuración de la sociedad en torno a la sociedad red, ponen en tela de juicio la organización de la sociedad y de la escuela, la transmisión del saber y los modelos de educación didáctica. Aiello hace referencia al desplazamiento del punto de mira de aquello enseñado hacia aquel que aprende, sintetizando los estudios realizados por Harvey y Knight en TransformingHigher Education (Harvey y Knight 1996 ) en los siguientes puntos:

  • De lo reservado a lo abierto
  • Del trabajo individual al trabajo en red
  • Del trabajo individual al trabajo en grupo
  • De una posición a la defensiva del profesorado a una responsable
  • De una orientación hacia el producto hacia una orientada a la participación
  • De una posición elitista a una abierta
  • De un criterio de calidad educativo intrínseco a uno explícito
  • De proveer información a favorecer un aprendizaje activo (Fuente: Aiello 2004 ).

Las tendencias pedagógicas actuales, determinadas por la sociedad red, se organizan de forma diversificada y transversal. Las nuevas tecnologías digitales favorecen el aprendizaje autorregulado dentro de las instituciones educativas. A esto se suma la aparición de la educación acreditada online, con programas como los MOOCs -Massive Open Online Courses-, tal y como se refleja en el documental Ivory Tower ( Rossi 2014 , min.

67), que permiten el desarrollo de este aprendizaje autorregulado fuera de los muros físicos de la institución misma. El individuo de las sociedades de control, abocado a la formación permanente, encuentra en la sociedad red su espacio educativo.

Una forma de educar altamente efectiva y optimizadora para la política económica en la era postfordista: En el mercado de la educación, la larga y costosa tarea de socialización y de construcción de identidad nacional, representada por la educación pública y sus mecanismos de institucionalización disciplinar, pierde terreno ante la oferta rentable, en la que tiempo, dinero y posibilidades de capitalización en el mercado laboral son variables de análisis individual.

Capacitaciones internas, cursos cortos, instrucción privada, certificaciones de prestigio, elementos de una aritmética empresarial en la que cada individuo realiza sus propios cálculos. Las nuevas tecnologías se presentan en este mercado como un optimizador universal: ya que suprimen los costos derivados del traslado físico, flexibilizan la inversión del tiempo, aumentan la cantidad de tareas simultáneas que pueden realizarse y mediatizan la comunicación en diversas direcciones.

Las nuevas tecnologías son así la inversión por excelencia para el aumento del capital a través de la educación y para la optimización de la renta obtenible del trabajo, tanto para el propio trabajador como para el empleador. Incluso constituyen, para algunos discursos, el portal de ingreso en la nueva sociedad, la medida objetiva a partir de la cual puede decirse si un individuo está “integrado” o está “afuera” ( Ferragutti 2012 , p.

14). Reflexiones finales acerca de los procedimientos e instrumentos en la sociedad de control Si en las sociedades disciplinarias el control de las actividades estaba regulado por una repetición cíclica de determinadas ocupaciones, ahora se implantan nuevas formas en las que la actividad exige una adaptación rápida a las nuevas circunstancias.

Se alega por una libertad y autonomía por la que el sujeto educacional ha de hacerse responsable sobre qué y cómo emplear su tiempo ( Sennett 2000 , pp. 47-64). La economización del tiempo, que en las disciplinas consistía en una segmentación seriada, alcanza ahora su máxima eficacia.

  • División infinitesimal del tiempo sobre la que opera una evaluación ininterrumpida;
  • Pero además, este sujeto está de por vida arrojado a la formación continua;
  • Ya no hay un final del periodo educacional tras el que el individuo se incorpora al mercado laboral;

Para garantizar su éxito social, el sujeto ha de estar “en curso”, permanentemente formándose y participando para conseguir un objetivo que no es sino inalcanzable. La motivación juega entonces un papel esencial dentro del discurso pedagógico. Se necesita un profesor que motive, enmarcado dentro del rol del manager emprendedor y creativo ( Boltansky y Chiapello 2002 ).

La vigilancia adquiere en este nuevo marco histórico matices más sutiles. El alumno no solo se sabe vigilado por aquél que ocupa un rango superior, es él mismo el que se controla o es controlado por un igual.

La coevaluación y autoevaluación no dejan de ser instrumentos de un ejercicio del poder fuertemente ligado al autogobierno. Y de nuevo la autoevaluación y coevaluación reclaman a la psicología del individuo. Se exige una madurez en su realización, al mismo tiempo que su pretensión de objetividad entra en conflicto con otra de las exigencias de este sujeto en curso y emprendedor: la competitividad.

Por otro lado, tal y como se ha señalado en el presente artículo, la expansión de las nuevas tecnologías genera nuevos instrumentos de vigilancia y control sobre el individuo. Es destacable la importancia que tiene la investigación científica en el ámbito pedagógico como dispositivo panóptico.

Los estudios científicos se clasifican como experimentales, si se manipulan las variables independientes del estudio, y observacionales, si no hay manipulación de tales variables. Los estudios experimentales tienen más valor científico que aquellos observacionales ( Bunge 2014 p.

  • 15);
  • Esto denota la importancia que adquiere “el efecto laboratorio” -analizado en el apartado 2;
  • 3 del presente escrito- en las instituciones educativas como modificadora de conductas;
  • Con la expansión de la tecnología de la IE, la sanción normalizadora conquista un nuevo lugar sobre el que ejercer su poder: el mundo de las emociones;

En este sentido son clarificadoras las palabras que dedica Zizek en su documental acerca de la corrección de la conducta de los niños. En la sociedad disciplinaria, el cumplimiento de una conducta venía de la mano de una exigencia totalitaria. Ahora, se pretende la ejecución de la misma en base a una introspección en las emociones de los individuos ( Taylor 2007 , min.

25). El examen, instrumento por excelencia de las tecnologías disciplinarias, va así ganando nuevos terrenos y matices del ejercicio del poder-saber. Según Deleuze, “la formación permanente tiende a sustituir a la escuela, y el control continuo tiende a sustituir al examen.

Lo que es el medio más seguro para poner la escuela en manos de la empresa” ( Deleuze 2006 ). La inclusión de la autoevaluación complementa esa objetivación visible por la que el maestro califica, clasifica y castiga. Es el propio individuo el que se autoilumina como objeto evaluable.

Pero el maestro también está sometido a los actos de autoevaluación y coevaluación por parte del alumno. Juego de examinación en la que ambos, maestro y alumno, se autoevalúan y coevalúan. Por otro lado, la irrupción de las competencias y las emociones en el campo de lo evaluable abren nuevos espacios en los que el poder penetra en los individuos, de manos de las nuevas pedagogías que recogen los currículos.

Finalmente, el accountability y la evaluación estandarizada sitúan, como se ha visto en el apartado 3. 1, tanto al profesor como a las escuelas dentro del discurso mercantil neoliberal. Estas reflexiones finales no pretenden sino dibujar posibles líneas de investigación futuras.

Las nuevas prácticas y discursos que aparecen en los espacios educativos del siglo XXI están transformando radicalmente lo que la sociedad occidental venía entendiendo por educación desde hace tres siglos.

Cabe preguntarse, a pesar de que suene a ciencia ficción si, tal y como decía Deleuze, el espacio cerrado educacional está acabado (Deleuze 2006 ), y si lo que todavía se mantiene en pie no es otra cosa que los últimos coletazos de algo que vislumbra su fin: No es preciso apelar a la ficción científica para concebir un mecanismo de control capaz de proporcionar a cada instante la posición de un elemento en un medio abierto, ya sea un animal dentro de una reserva o un hombre en una empresa (collares electrónicos).

  1. Félix Guattari imaginaba una ciudad en la que cada uno podía salir de su apartamento, de su casa o de su barrio gracias a su tarjeta electrónica [;
  2. ] mediante la que iba levantando barreras; pero podría haber días u horas en los que la tarjeta fuera rechazada; lo que importa no es la barrera, sino el ordenador que señala la posición, lícita o ilícita, y produce una modulación universal ( Deleuze 2006 );

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¿Cómo caracteriza Foucault el poder disciplinario?

Michel Foucault La Escuela Como Institucion Disciplinaria El presente trabajo consiste en una ficha de lectura (con notas y comentarios) sobre Vigilar y castigar (1975), una de las obras fundamentales de Michel Foucault (1926-1984). La ficha no abarca toda la obra, sino que se concentra en la cuestión del poder disciplinario, tal como aparece planteada en la segunda sección del libro del filósofo francés. El segundo libro de la obra está constituido por tres secciones: I) Los cuerpos dóciles; II) Los medios del buen encauzamiento; III) El panoptismo.

La presente ficha de lectura está dedicada a la segunda sección. Ésta se divide en tres partes: La vigilancia jerárquica; La sanción normalizadora; El examen. Trabajé con la traducción española de Aurelio Garzón del Camino: Foucault, M.

(2006). Vigilar y castigar: Nacimiento de la prisión. Buenos Aires: Siglo XXI Editores Argentina. PD = Poder disciplinario; VyC = Vigilar y Castigar Los pasajes puestos entre corchetes corresponden a opiniones vertidas por mí. Quien utilice la ficha a modo de introducción a la lectura directa de Foucault, puede prescindir de ellos.

  • La segunda sección contiene una definición del poder disciplinario , concepto fundamental en VyC: “El poder disciplinario (…) es un poder que, en lugar de sacar y retirar, tiene como función principal la de «enderezar conductas»; o sin duda, de hacer esto para retirar mejor y sacar más;

No encadena las fuerzas para reducirlas; lo hace de manera que a la vez pueda multiplicarlas y usarlas. En lugar de plegar uniformemente y en masa todo lo que le está sometido, separa, analiza, diferencia, lleva sus procedimientos de descomposición hasta las singularidades necesarias y suficientes.

«Encauza» las multitudes móviles, confusas, inútiles de cuerpos y de fuerzas en una multiplicidad de elementos individuales – pequeñas células separadas, autonomías orgánicas, identidades y continuidades genéticas, segmentos combinatorios.

La disciplina «fabrica» individuos; es la técnica específica de un poder que se da los individuos a la vez como objetos y como instrumentos de ejercicio. ” (p. 175). [El PD reemplaza al poder soberano, propio de las sociedades precapitalistas (en VyC se hacen referencias a su expresión en el feudalismo), en las que el individuo es derrochado con facilidad, pues no constituye un valor económico en sí mismo.

  • En cambio, el objetivo del PD es producir individuos capaces de generar riqueza;
  • Desde el siglo XVIII, y en especial desde la Revolución Industrial, quedó claro que el trabajo es la fuente de la riqueza y que los individuos son, por ende, los productores de esa riqueza;

De ahí la necesidad de disciplinarlos para que sean eficaces en la producción de riqueza. Las ideas clave para comprender este proceso son la transformación de las personas en mercancías y la elevación de la explotación capitalista a principio nuclear de la economía moderna.

] (1) El PD utiliza instrumentos simples: a) la inspección jerárquica; b) la sanción normalizadora; c) el examen, combinación de los dos anteriores. El resto de la segunda sección está dedicado al análisis de los instrumentos enumerados en el párrafo anterior.

La vigilancia jerárquica (pp. 175-182) Foucault plantea que ejercer la disciplina “supone un dispositivo que coacciona por el juego de la mirada; un aparato en el que las técnicas que permiten ver inducen efectos de poder y donde, de rechazo, los medios de coerción hacen claramente visibles aquellos sobre quienes se aplican.

  1. ” (175);
  2. Mediante estas técnicas se constituye un “saber nuevo sobre el ser humano”;
  3. [En las conferencias tituladas La verdad y las formas jurídicas (1973), nuestro autor se había planteado el problema de la constitución de nuevos dominios de saber a partir de prácticas sociales;

En este sentido, VyC realiza el proyecto de investigación enunciado en dichas conferencias. ] (2) Las técnicas de la vigilancia requieren “miradas que deben ver sin ser vistas” (176) [La apoteosis de estas técnicas es el panóptico – y el panoptismo es precisamente el título de la tercera parte de la segunda sección de la obra-.

  1. ] Las técnicas de vigilancia se plasman en la creación de instituciones disciplinarias (cuartel, hospital, escuela), que edifican “en torno de los seres humanos un aparato de observación, de registro y de encauzamiento;

” (p. 178). El primer paso en el desarrollo de las técnicas de vigilancia es el campamento militar , “modelo casi ideal” de las mismas, pues el poder actúa por el efecto de una “visibilidad general”. “En el campamento perfecto, todo el poder se ejercería por el único juego de una vigilancia exacta,   cada mirada sería una pieza en el fundamento global del poder.

  • ” (176);
  • Esas miradas seguirían una jerarquía (la de los oficiales militares), hasta llegar al vértice de la pirámide (el poder supremo);
  • El modelo del campamento supone un principio subyacente: “el encaje espacial de las vigilancias jerarquizadas” (177);

[Ahora bien, sin subestimar la importancia de las técnicas militares en el desarrollo del aparato de dominación de la Modernidad, cabe apuntar que el campamento es un modelo “ideal” porque la situación militar supone la supresión de múltiples mediaciones entre quienes ejercen la dominación y los dominados.

La jerarquía y la obediencia militar (más allá de los matices que se dan en lo concreto) aniquilan las resistencias que se dan, efectivamente, en el “más allá” del campamento militar – la sociedad -. ] “El modelo del campamento militar intentó ser reproducido en el urbanismo, en la construcción de las ciudades obreras, de los hospitales, de los asilos, de las prisiones, de las casas de educación.

Todo este movimiento implicó una transformación de la arquitectura , cuyos objetivos se modificaron drásticamente. A partir del PD, los arquitectos trabajaron para “permitir un control interior, articulado y detallado – para hacer visibles a quienes se encuentran dentro; (…) una arquitectura que habría de ser un operador para la transformación de los individuos: obrar sobre aquellos a quienes abriga, permitir la presa sobre su conducta, conducir hasta ellos los efectos del poder, ofrecerles a un conocimiento, modificarlos.

  • Las piedras pueden volver dócil y cognoscible;
  • ” (177; el resaltado es mío – AM -);
  • [Todo este despliegue cobra sentido si se lo analiza al calor de la mencionada transformación de los individuos en mercancías;

] El hospital-edificio es el logro inicial de la arquitectura descripta en el párrafo anterior. Este edificio es “un instrumento de acción médica”, “es, en su materialidad misma, un operador terapéutico. ” (177). (3) Luego, la escuela-edificio , “operador de encauzamiento de la conducta.

  1. ” (177);
  2. Ambos géneros de edificios actúan dividiendo a los individuos en compartimentos estancos y sometiéndolos a una vigilancia continua;
  3. El producto obtenido es un individuo reformado, dócil;
  4. [Útil para producir plusvalor, para hablar en términos marxistas;

] En los grandes talleres y en las fábricas el objetivo de la vigilancia es directamente “aumentar su función productora. Especificar la vigilancia y hacerla funcional. ” (179). En ellas se desarrolla un nuevo tipo de vigilancia: “Se trata ahora de un control intenso, continuo; corre a lo largo de todo el proceso de trabajo; no recae – o no recae solamente – sobre la producción (…), pero toma en cuenta la actividad de los seres humanos, su habilidad, su manera de trabajar, su rapidez, su celo, su conducta.

Y es también cosa distinta del control doméstico del amo, presente al lado de los obreros y de los aprendices, ya que se efectúa por empleados, vigilantes, controladores y contramaestres. A medida que el aparato de producción se va haciendo más importante y más complejo, a medida que aumentan el número de los obreros y la división del trabajo, las tareas de control se hacen más necesarias y más difíciles.

Vigilar pasa a ser entonces una función definida, pero que debe formar parte integrante del proceso de producción; debe acompañarlo en toda su duración. Se hace indispensable un personal especializado, constantemente presente y distinto de los obreros. ” (179).

[En este caso, es todavía evidente la relación entre la creación de nuevos dispositivos de vigilancia y la subsunción del trabajo en el capital. El trabajador, devenido mercancía – mercancía que, además, tiene la propiedad específica de crear nuevo valor -, requiere ser vigilado y “normalizado”.

No es casualidad que Foucault cite aquí a Marx, El capital , Libro Primero, sección 4°. A partir de esta necesidad de vigilancia y de los nuevos dispositivos, surge un personal especializado en ejercer la vigilancia y el control en el proceso de producción.

La complejidad creciente del proceso productivo hace que este tipo de personal se vuelva cada vez más importante en la apropiación de plusvalía por la empresa capitalista. Los capitalistas reconocieron rápidamente el rol de la esta nueva modalidad de vigilancia.

Foucault escribe: “Los patrones reconocen en ello un elemento indisociable del sistema de la producción industrial, de la propiedad privada y del provecho. ” (p. 180). “La vigilancia pasa a ser un operador económico decisivo, en la medida en que es a la vez una pieza interna en el aparato de la producción y un engranaje especificado del poder disciplinario.

” (p. 180). [Por desgracia, Foucault no desarrolla más este punto. Es precisamente aquí donde el PD se enlaza con el capital. Mejor dicho, el PD (acepto por el momento la terminología foucaultiana) se integra en el capital.

Hay que tener presente que el desarrollo del capitalismo implica el pasaje de la subsunción formal a la subsunción real del trabajo en el capital. En la subsunción formal, los trabajadores siguen trabajando “a su ritmo”; en la subsunción real, el capital se apropia el saber obrero y pone el “ritmo” del proceso laboral.

Desde esta perspectiva, resulta interesante el análisis foucaultiano de los dispositivos de control. ] Luego pasa a examinar la organización de la enseñanza elemental. Se verifica un proceso semejante al acontecido en las fábricas: “especificación de la vigilancia, e integración al nexo pedagógico.

” (180). Foucault vuelve ahora sobre el PD, luego del análisis de los instrumentos de vigilancia: “La vigilancia jerarquizada, continua y funcional (…) pero su insidiosa extensión debe su importancia a las nuevas mecánicas de poder que lleva consigo. El poder disciplinario, gracias a ella, se convierte en un sistema «integrado» vinculado del interior a la economía y a los fines del dispositivo en que se ejerce.

Se organiza también como un poder múltiple, automático y anónimo; porque si es cierto que la vigilancia reposa sobre individuos, su funcionamiento es el de un sistema de relaciones de arriba abajo, pero también hasta cierto punto de abajo arriba y lateralmente.

Este sistema hace que resista el conjunto, y lo atraviesa íntegramente por efectos de poder que se apoyan unos sobre otros: vigilantes perpetuamente vigilados. El poder en la vigilancia jerarquizada de las disciplinas no se tiene como una cosa, no se transfiere como una propiedad; funciona como una maquinaria.

Y si es cierto que su organización piramidal le da un «jefe», es el aparato entero el que produce «poder» y distribuye los individuos en ese campo permanente y continuo. Lo cual permite al poder disciplinario ser a la vez absolutamente indiscreto, ya que está por doquier y siempre alerta, no deja en principio ninguna zona de sombra y controla sin cesar a aquellos mismos que están encargados de controlarlo; y absolutamente «discreto», ya que funciona permanentemente y en una buena parte en silencio.

La disciplina hace «marchar» un poder relacional que se sostiene a sí mismo por sus propios mecanismos y que sustituye la resonancia de las manifestaciones por el juego ininterrumpido de miradas calculadas. ” (182). [Todo el pasaje precedente tiene que ser examinado críticamente.

  1. Ante todo, hay que señalar dos problemas: a) el poder capitalista tiene un núcleo, que es la propiedad de los medios de producción;
  2. Ese núcleo es tangible;
  3. Es por eso que resulta dudoso hablar de “poder” en abstracto; corresponde hablar de “poder capitalista”; b) la dominación capitalista funciona, ante todo, por coerción económica, que reduce al mínimo la intervención de la coerción extraeconómica;

Foucault no hace ninguna mención a esta forma de coerción, cuyo estudio es fundamental para comprender los mecanismos de dominación del capital. ] La sanción normalizadora (pp. 182-189) El PD requiere de una penalidad específica, que debe distinguirse de la penalidad judicial , la cual “tiene por función esencial la de referirse, no a un conjunto de fenómenos observables, sino a un corpus de leyes y de textos que hay que conservar en la memoria; no la de diferenciar a unos individuos, sino de especificar unos actos bajo cierto número de categorías generales; no la de jerarquizar sino la de hacer jugar pura y simplemente la oposición binaria de lo permitido y de lo prohibido; no la de homogeneizar, sino la de operar la división, obtenida de una vez por todas, de la condena.

” (p. 188). El PD desarrolla “una manera específica de castigar”, la penalidad disciplinaria , que constituye en la práctica otro sistema penal al lado del judicial. La penalidad disciplinaria penaliza todo lo que no se ajusta a la regla: “en el corazón de todos los sistemas disciplinarios funciona un pequeño mecanismo penal.

(…) Las disciplinas establecen una «infra-penalidad»; reticulan un espacio que las leyes dejan vacío; califican y reprimen un conjunto de conductas que su relativa indiferencia hacía sustraerse a los grandes sistemas de castigo. ” (p. 183). La penalidad disciplinaria se manifiesta en la práctica como “micropenalidad del tiempo”, de la actividad, de la manera de ser, de la palabra, del cuerpo, de la sexualidad.

  • Esto ocurre en el taller, en la escuela, en el ejército;
  • Se utiliza una serie de procedimientos sutiles, que van desde el castigo físico leve, a privaciones menores y a pequeñas humillaciones;
  • “Se trata a la vez de hacer penables las fracciones más pequeñas de la conducta y de dar una función punitiva a los elementos en apariencia indiferentes del aparato disciplinario: en el límite, que todo puede servir para castigar la menor cosa; que cada sujeto se encuentre prendido en una universalidad castigable-castigante;

” (p. 183). La penalidad disciplinaria castiga “la inobservancia, todo lo que no se ajusta a la regla, todo lo que se aleja de ella, las desviaciones. Es punible el dominio indefinido de lo no conforme. ” (p. 184). En otras palabras, “El castigo disciplinario tiene por función reducir las desviaciones.

Debe, por o tanto, ser esencialmente correctivo. Al lado de los castigos tomados directamente del modelo judicial (multas, látigo, calabozo), los sistemas disciplinarios dan privilegio a los castigos del orden del ejercicio – del aprendizaje intensificado, multiplicado, varias veces repetido.

” (p. 184). El castigo disciplinario funciona por medio de un sistema doble: gratificación-sanción. Este sistema opera en el proceso de encauzamiento de la conducta, que no es otra cosa que un proceso de normalización. Foucault lo describe así: “La penalidad perfecta que atraviesa todos los puntos, y controla todos los instantes de las instituciones disciplinarias, compara, diferencia, jerarquiza, homogeiniza, excluye.

En una palabra, normaliza. ” (p. 188). Se desarrolla una “microeconomía de la penalidad perpetua”, que permite diferenciar a los individuos: “la penalidad que pone en práctica se integra en el ciclo de conocimiento de los individuos.

” (p. 186). El PD crea el poder de la Norma. Foucault describe así el proceso de normalización : “En un sentido, el poder de normalización obliga a la homogeneidad; pero individualiza al permitir las desviaciones, determinar los niveles, fijar las especialidades y hacer útiles las diferencias ajustando unas a otras.

  1. Se comprende que el poder de la norma funcione fácilmente en el interior de una homogeneidad que es la regla, introduce, como un imperativo útil y el resultado de una medida, todo el desvanecido de las diferencias individuales;

” (p. 189). (4) En esta instancia se combinan la vigilancia jerárquica y la sanción normalizadora. “Es una mirada normalizadora, una vigilancia que permite calificar, clasificar y castigar. ” (p. 189). Es importante destacar que en el examen se superponen “las relaciones de poder y las relaciones de saber” (p.

  1. 189);
  2. En otras palabras, surge todo un dominio de saber, cuyo objetivo es normalizar a los individuos;
  3. [Y, dejando de lado lo repetitivo, se trata de normalizar a los individuos para acomodarlos a su condición de mercancías, para lograr un rendimiento al máximo de su fuerza de trabajo;

] Foucault sostiene que el desbloqueo epistemológico de la medicina , ocurrido a fines del siglo XVIII, tuvo como una de sus condiciones esenciales la organización del hospital como “aparato de «examinar»”. (p. 190). La escuela, por su parte, “pasa a ser una especie de aparato de examen ininterrumpido que acompaña en toda su longitud la operación de enseñanza.

  1. ” (p;
  2. 191);
  3. Esta práctica constante del examen “crea un verdadero y constante intercambio de saberes: garantiza el paso de los conocimientos del maestro al discípulo, pero toma del discípulo un saber reservado y destinado al maestro;

La escuela pasa a ser el lugar de elaboración de la pedagogía. ” (p. 191). La escuela “examinatoria” marca el comienzo de una pedagogía que funciona como ciencia. A continuación, y casi hasta el final de esta tercera parte, Foucault se dedica a describir el mecanismo del examen, que une cierta forma de ejercicio del poder y cierto tipo de formación de saber : §   ” El examen invierte la economía de la visibilidad en el ejercicio del poder.

  • ” Tradicionalmente, el poder era visible y aquellos sobre los que se ejerce dicho poder eran invisibilizados;
  • En cambio, el PD “se ejerce haciéndose invisible; en cambio impone a aquellos a quienes somete un principio de visibilidad obligatorio;

En la disciplina, son sometidos los que tienen que ser vistos. Su iluminación garantiza el dominio del poder que se ejerce sobre ellos. El hecho de ser visto sin cesar, de poder ser visto constantemente, es lo que mantiene en su sometimiento al individuo disciplinario.

Y el examen es la técnica por la cual el poder, en lugar de emitir los signos de su potencia, en lugar de imponer su marca a sus sometidos, mantiene a éstos en un mecanismo de objetivación. ” (p. 192). Foucault es tajante: ” Y esta inversión de visibilidad en el funcionamiento de las disciplinas es la que habrá de garantizar hasta sus grados más bajos en el ejercicio del poder.

Entramos en la época del examen infinito y de la objetivación coactiva. ” (p. 193; el resaltado es mío – AM-). §   El examen hace entrar también la individualidad en un campo documental. Las observaciones diarias de los individuos (enfermos en los hospitales, alumnos en los colegios, “locos” en los manicomios, etc.

), realizadas por médicos, maestros, alienistas, conforman toda una escritura disciplinaria. El conjunto de técnicas aplicadas a la observación de los individuos permitieron “el desbloqueo epistemológico de las ciencias del individuo” [Como ya había indicado arriba, también para esta época se produjo el desbloqueo epistemológico de la medicina, como consecuencia de la generalización del hospital concebido como aparato de «examinar».

Este desbloqueo epistemológico fue fundamental para el nacimiento de las ” ciencias del hombre “. (p. 196). Foucault señala que “el examen abre dos posibilidades que son correlativas: la constitución del individuo como objeto descriptible, analizable; en modo alguno, sin embargo, para reducirlo a rasgos «específicos» como hacen los naturalistas con los seres vivos, sino para mantenerlo en sus rasgos singulares, en su evolución particular, en sus aptitudes o capacidades propias, bajo la mirada de un saber permanente; y de otra parte, la constitución de un sistema comparativo que permite la medida de fenómenos globales, la descripción de grupos, la caracterización de hechos colectivos, la estimación de las desviaciones de los individuos unos respecto de otros, y su distribución en una «población».

” (p. 195). §   El examen, rodeado de todas sus técnicas documentales, hace de cada individuo un «caso» : un caso que a la vez constituye un objeto para un conocimiento y una presa para un poder. ” (p. 196). En la época del poder soberano [el feudalismo], sólo la individualidad del soberano, de los “grandes del reino”, era importante.

Sólo ellos eran visibles. Con el PD, la visualización (mediante las técnicas descriptas en los puntos anteriores) se aplica a las “personas comunes”. Las técnicas de la vigilancia funcionan “como procedimiento de objetivación y sometimiento”. Foucault sintetiza su análisis puntualizando “la aparición de una modalidad nueva de poder en la que cada cual recibe como estatuto su propia individualidad, y en la que es estatutariamente vinculado a los rasgos, las medidas, los desvíos, las notas que lo caracterizan y hacen de él, de todos modos, un «caso».

” (p. 196-197). “El examen se halla en el centro de los procedimientos que constituyen el individuo como objeto y efecto de poder, como efecto y objeto de saber. (…) Con él se ritualizan esas disciplinas que se pueden caracterizar con una palabra diciendo que son una modalidad de poder para el que la diferencia individual es pertinente.

” (p. 197). Foucault concluye la segunda sección con una síntesis de la relación entre disciplinas, individualización y ciencias sociales. “Las disciplinas marcan el momento en que se efectúa lo que se podría llamar la inversión del eje político de la individualización.

” (p. 197). ¿Cómo debe entenderse esta afirmación? En las sociedades precapitalistas (el feudalismo es un ejemplo) “la individualización es máxima del lado en que se ejerce la soberanía y en las regiones superiores del poder.

” (p. 197). Los reyes, los nobles, son visibles, se escriben sus crónicas, se compilan sus árboles genealógicos; los pobres, en cambio, son invisibles. En cambio, el capitalismo modifica radicalmente la cuestión: “En un régimen disciplinario, la individualización es en cambio «descendente»: a medida que el poder se vuelve más anónimo y más funcional, aquellos sobre los que se ejerce tienden a estar más fuertemente individualizados; y por vigilancias más que por ceremonias, por observaciones más que por relatos conmemorativos, por medidas comparativas que tienen la «norma» como referencia, y no por genealogías que dan los antepasados como puntos de mira; por «desviaciones» más que por hechos  señalados.

  • En un sistema de disciplina, el niño está más individualizado que el adulto, el enfermo que más que el hombre sano, el loco y el delincuente más que el normal y el no delincuente;
  • En todo caso, es hacia los primeros a los que se dirigen en nuestra civilización todos los mecanismos individualizantes; y cuando se quiere individualizar al adulto sano, normal y legalista, es siempre buscando lo que hay en él todavía de niño, la locura secreta que lo habita, el crimen fundamental que ha querido cometer;

” (p. 197-198). Esta “inversión histórica de los procedimientos de individualización” es la condición de posibilidad de las ciencias sociales modernas: “ese momento en que las ciencias del hombre han llegado a ser posibles es aquel en que se utilizaron una nueva tecnología del poder y otra anatomía política del cuerpo.

” (p. 198). La filosofía política de los siglos XVII y XVIII [el contractualismo] postuló una sociedad artificial constituida a partir de individuos que realizaban un pacto o contrato; en otras palabras, transferían la modalidad propia de las relaciones económicas mercantiles (el contrato) a la esfera de la sociedad política.

Foucault señala que esa afirmación tiene que ser complementada: “El individuo es sin duda el átomo ficticio de una representación ideológica de la sociedad; pero es también una realidad fabricada por esa tecnología específica de poder que se llama la disciplina.

Hay que cesar de describir siempre los efectos de poder en términos negativos: excluye, reprime, rechaza, censura, abstrae, disimula, oculta. De hecho, el poder produce; produce realidad; produce ámbitos de objetos y rituales de verdad.

El individuo y el conocimiento que de él se puede obtener corresponden a esta producción. ” (p. 198). [En resumen, el poder disciplinario construye el individuo moderno. Lo construye en tanto mercancía y en tanto objeto de dominación política. El cuartel, el hospital, la escuela y la fábrica son los lugares donde se manifiesta principalmente la acción de este poder.

Complementan la acción de la coerción económica y del fetichismo de la mercancía, mecanismos centrales de la dominación capitalista. ] Villa del Parque, jueves 21 de marzo de 2019 NOTAS : (1)   No dispongo de tiempo ni de los conocimientos suficientes para abordar la cuestión de las relaciones entre Marx y Foucault.

Sin embargo, es posible formular algunos comentarios. En primer lugar, en VyC se nota mucho la influencia de teoría marxiana de la sociedad. En segundo lugar, esa influencia se observa, sobre todo, en la importancia del proceso de individualización. En este sentido, es útil leer en paralelo a VyC las observaciones de Marx en la Introducción a los Grundrisse , donde señala que el individuo es una creación de la Modernidad.

En tercer lugar, el énfasis de Marx en el pasaje de la coerción extraeconómica (la violencia física, propia de las sociedades precapitalistas) a la coerción económica, pone en contexto el estudio de Foucault sobre el poder disciplinario.

(2)   Foucault, M. (2003). [1° edición: 1980]. La verdad y las formas jurídicas. Madrid: Editora Nacional. Traducción española de Enrique Lynch. (3)   Para el tratamiento foucaultiano de la medicina y el hospital, consultar: Foucault, M. (2011). [1° edición: 1963]. El nacimiento de la clínica: Una arqueología de la mirada médica.

¿Qué es el disciplinamiento en la escuela?

El disciplinamiento escolar Puede sospecharse que es aquí donde se escinden disciplina y disciplinamiento, de modo que la primera quedará asociada con el orden de lo gnoseológico, mientras que el segundo aludirá a lo comportamental.

¿Cómo funcionan las instituciones de disciplinamiento para Foucault?

La institución disciplinaria es un concepto propuesto por Michel Foucault, en su obra Vigilar y Castigar, en 1975. ​ Las instituciones disciplinarias se caracterizan por la disciplina la vigilancia, la búsqueda de orden y la utilización del castigo y la recompensa.

¿Qué plantea Michel Foucault respecto de la institución escolar y su rol social?

Escrito por Luis Roca Jusmet  En un ejemplar del diario “El País” aparecido hace un tiempo Mario Vargas Llosa plantea que la causa de la degradación de la enseñanz pública   ( http://elpais. com/diario/2009/07/26/opinion/1248559212_850215. html ) en países como Francia está en el Mayo del 68 y más particularmente en la influencia de las ideas de Michel Foucault. El planteamiento no es nuevo, ni la pseudo argumentación tampoco. Pero más que entrar en el tema de Mayo del 68 quiero centrarme en lo que plantea Michel Foucault sobre la escuela (en relación a su análisis del poder) y lo haré partiendo de la crítica de Vargas Llosa.

  1. Y no sólo por lo apasionante del tema de la enseñanza pública, tan actual en nuestro país, sino también para resituar a Michel Foucault y a sus ideas respecto al tema de la educación y, algo más ampliamente, del poder;

Vayamos por partes. Intentaré resumir las ideas que expone Vargas Llosa en el artículo, que escribe después de contemplar en un documental el terrorífico escenario de la enseñanza pública en Francia, justo después de leer un libro (no dice cual) de Michel Foucault; éste plantea las perversas ideas que han tenido como efecto esta degradación actual de la escuela pública en Francia y otros países.

La ideas que expresa son las siguientes:   1) Para Michel Foucault la institución escolar es una estructura de poder para reprimir y domesticar el cuerpo social a fin de introducir sutiles mecanismos para mantener los privilegios y los grupos dominantes en el poder.

La liberación de los instintos libertarios pasa por hacer pedazos cualquier forma de autoridad, especialmente la del docente. 2) Mayo del 68 fue un divertido carnaval de niños bien ( No entro aquí en la crítica de este tópico porque me parece que ya ha sido suficientemente cuestionado y criticado pero ya pone de manifiesto que lo que quiere Vargas Llosa no es argumentar sino contentar a la galería que esperan escuchar cosas de este estilo.

3) La autoridad no es el poder sino “el prestigio y crédito que reconoce a una persona o institución por su legitimidad o por su calidad y competencia en alguna materia,” Pero en la cultura, y sobre todo en la educación, ya no queda autoridad, se lamenta Vargas Llosa.

4) Muchos maestros, continua, se lo creyeron, y así cavaron su propia fosa. Entonces suspender a un alumno, hacerlos repetir o simplemente poner notas se considera una transmisión de la ideología jerárquica, individualista, egoísta, clasista y racista (sic).

5) La consecuencia de todo ello, concluye Vargas Llosa, es reforzar la división de clases. Porque en Francia había, antes del Mayo del 68, una igualdad de oportunidades que permitía promocionar socialmente, dice, a cualquiera que se lo mereciera, fuera cual fuera la clase social de origen.

La enseñanza privada y las clases altas son entonces la que han salido ganando, y las clases populares las perdedoras; éste sería el colofón de la argumentación. 6) Respecto a Michel Foucault, afirma con ironía Vargas Llosa, podemos decir que fue el que consiguió gracias a su influencia que los pobres sigan siendo pobres y los ricos sigan siendo ricos.

Triste y paradójico destino para un filósofo libertario, concluye. El artículo pone de manifiesto el eco y la promoción que pueden tener artículos tan demagógicos por la pluma de quién los escribe y la búsqueda de argumentaciones interesadas.

Entrar a rebatirlo se merecería un largo escrito que no voy ha hacer, ya que lo que me interesa es entrar en el tema de Foucault y su relación con el tema del que nos habla Vargas Llosa, la institución escolar. Pero tampoco me privaré de algunos comentarios rápidos para desmontar lo tramposo y superficial del discurso.

  1. Para empezar “la autoridad” en el sentido del que nos habla es, evidentemente, lo que todos los profesores quisiéramos tener pero mucho me temo que tanto hoy como ayer es algo muy difícil de conseguir;

Más bien lo que reclaman Vargas Llosa y muchos otros de su cuerda es el puro y simple autoritarismo, es decir el poder basado en el miedo, que es lo que predominó en otros tiempos. Esta sinceridad es lo que se echa a faltar en este tipo de discursos y hay que decirlo claro para saber a que atenerse.

Por otra parte mezcla este tema con otro diferente que es el de las notas, suspensos y repeticiones de curso. El tema de las avaluaciones de los alumnos es suficientemente complejo como para liquidarlo en términos simples.

Y los problemas actuales de la enseñanza secundaria afectan igual a la enseñanza pública que a la privada, que mucho que estos la maquillen. Mención aparte es la apología del antiguo sistema escolar francés, que presenta como el paraíso de la igualdad de oportunidades.

Libros como El fin de la escuela ( Michel Éliard), muy crítico por cierto con las últimas reformas aparentemente progresistas, ya nos plantean una reflexión seria y polémica que desmontar tópicos como el que defiende Vargas Llosa,.

Como plantea lúcidamente el autor la igualdad de oportunidades es imposible en el capitalismo y lo que hay que defender como una conquista de los trabajadores es la igualdad de derechos de los jóvenes a la educación. Sociólogos como Daniel Cohen nos ha mostrado también la contradicción entre el modelo universalista republicano y la existencia de escuelas para la formación de élites procedentes de las clases dominantes, secular en Francia Esto sin entrar, por supuesto, en la cínica afirmación de que es la práctica basada en las ideas de Mayo del 68 y de Foucault las que han aumentado en países como Francia las desigualdades sociales.

Pero de lo que no quiere hablar Vargas Llosa es de la causa real, que es la lógica capitalista. Es un liberal que con todos sus privilegios se encuentra muy cómodo en el sistema. Y le interesa, para cumplir su función ideológica, tirar pelotas fuera.

Pero debo reconocer que el artículo me plantea un punto que para mí si es problemático, que es el papel que ha jugado Michel Foucault y sus ideas sobre el poder y la sociedad disciplinaria en la actual crisis del sistema escolar. De entrada hay que decir, que en contra de la etiqueta que le pone Vargas Llosa, Michel Foucault no es un autor libertario sino un intelectual de izquierdas inclasificable.

En contra de lo que plantean algunos, que consideran a Foucault como un impostor sin coherencia política, yo creo que la trayectoria teórica y práctica de Foucault lo sitúan dentro de la tradición de izquierdas, al mismo nivel que gente de su generación como Castoriadis, Althusser o Manuel Sacristán con todas sus diferencias.

Foucault tuvo errores políticos (como su defensa de la revolución en Irán o de los maoístas en Francia) y tenía sus rarezas personales pero mantuvo un compromiso personal con la defensa de la emancipación de los oprimidos que me parece innegable. Por ello pienso que desde la tradición de izquierdas nos hemos de referirse a su persona y a su pensamiento de forma crítica pero respetuosa.

  1. No voy a hacer aquí un análisis exhaustivo del tema pero sí comparar dos escritos suyos;
  2. El primero es una conversación que Michel Foucault mantiene con unos estudiantes franceses de educación secundaria el año 1971 (aparecido en español en la edición de Julia Valera y Fernando Alvarez;

Uría titulada “Microfísica del poder”). El segundo son unas entrevistas a Foucault realizadas una década más tarde, poco tiempo antes de morir, recogida por Gregorio Kaminsky en su selección de textos El yo minimalista y otras conversaciones. En la entrevista a los estudiantes éstos y Foucault critican efectivamente la represión en los institutos como un mecanismo disciplinario básico de la sociedad capitalista.

El tono es algo excesivo, propio de la época, pero lo que se refleja claramente es que éstos serían los mejores alumnos para un profesor crítico, ya que son reivindicativos al mismo tiempo que inquietos y críticos.

No son el tipo de jóvenes nihilistas, hedonistas y consumistas con los que tenemos la batalla perdida (o casi) en las aulas. Son jóvenes que denuncian la represión que se ejerce sobre ellos por su posición crítica respecto al funcionamiento del sistema escolar.

¿Que critican? la transmisión de un saber dirigido hacia el conformismo social, que habla del pasado pero que no dice nada sobre el presente. Hay que señalar aquí el extraordinario papel que ha tenido Foucault en dar la voz a los excluidos: no sólo los locos y los presos sino también a estos jóvenes de la enseñanza secundaria.

Como es habitual en él les da la palabra, se dirige a ellos directamente y no a los que dicen representarlos. ¿Pero que defiende Foucault al hablar con ellos? Quizás Foucault cae en uno de sus defectos que es que queda claro lo que critica pero no lo que defiende.

Lo que afirma es que hay que cambiar a la vez la conciencia pero no dice gran cosa, más allá de que hay que contraponer experiencias alternativas a las utopías. En todo caso sí que hay de fondo la terrible ilusión de la Revolución Cultural China, que Foucault, cuya fascinación le enganchó en forma de referencia idealizada, cuando hoy sabemos que fue una manipulación utilizada por Mao Tse Tung en su lucha por el poder y que llevó a una violencia arbitraria y sistemática contra amplios sectores de la población.

El fondo teórico que hay aquí es por supuesto, el mensaje que cristalizó en 1975 con la publicación “Vigilar y castigar”: la denuncia de una sociedad disciplinaria, aunque más tarde dirá que se refería a la formación de un dispositivo generado en el siglo XVI y no totalmente a la sociedad actual.

  1. Pero creo que esta denuncia llevó a Foucault a un callejón sin salida, como en parte reconocerá más tarde;
  2. En todo caso era lo suficientemente lúcido para no caer en la ingenuidad de defender una sociedad sin relaciones de poder, que por otra parte cada vez aparecían como la trama de las relaciones de poder;

Creo que Foucault tuvo la honestidad ética de no caer en posiciones como la de Agustín García Calvo, que para mí son la esencia del “alma bella” hegeliana: denunciar el Poder para instalarse en la comodidad de la denuncia. La entrevista la realizan Raúl Fornet-Betacourt, Helmunt Becker y Alfredo Gómez-Muller en el Boston College el 20 de enero de 1984, unos meses antes de su muerte, en octubre del mismo año.

Foucault se justifica diciendo que respecto al tema del análisis del poder ha sido malinterpretado y él es en parte responsable de este malentendido porque no se expresó ambiguamente, ya que él mismo no tenía las ideas claras sobre el tema como las tiene en este momento.

Resumiré las afirmaciones más interesantes de Foucault:  1) El poder es siempre una relación, que consiste en dirigir la conducta del otro en una dirección determinada. El poder no es malo porque es parte de las relaciones humanas. 2) El poder es un conjunto de juegos estratégicos que cuando son abiertos y reversibles no tienen unos efectos de dominio sobre el otro.

  1. En la sexualidad existen estos juegos y forman parte de la pasión que la define;
  2. También en la institución escolar, y aquí nos interesa más;
  3. Las relaciones de poder entre los profesores y los alumnos es necesaria pero es negativa cuando se transforma en autoritarismo, es decir, en una autoridad arbitraria del profesor sobre el alumno;

3) Las técnicas de gobierno, al nivel que sean, implican una relación de poder que cuando son abusivas y niegan los derechos y las libertades de aquellos sobre los que se ejerce. 4) Hay que diferenciar por tanto en el análisis del poder tres campos diferentes: las relaciones estratégicas, las técnicas de gobierno y los estados de dominación.

Las dos primeras son inevitables pero hay que evitar que cristalicen en el tercero. Podemos pensar a partir de aquí tres cosas sobre estas afirmaciones de Foucault: que finalmente acaba justificando lo que en principio criticó: las relaciones de poder ; que plantea un juego retórico de palabras que no conduce a ningún sitio; que abre unas vías de investigación ético-políticas que hay que continuar trabajando desde la izquierda.

En todo caso e sinteresante ver la manera como Foucualt teoriza al final de su vida, en los últimos semninarios, la genealogía del sujeto y de la gobernabilidad. Es interesante para desarrollar el tema de como se transforman las sociedades disciplinarias en sociedad de control y como afecta esto al regimen de enseñanza : formación permanente, evaluación del profesorado y de los centros, competencias.

  1. Personalmente pienso que la opción correcta es la última y que hay abierto un camino de investigación sobre las bases teóricas de uno de los pensadores de la izquierda más interesantes de la segunda mitad del siglo XX;

El final de su vida no tiene nada de nostálgico ni de esteticistta : plantea una reflexión ética necesaria y compatible con un planteamiento político de izquierdas..

¿Qué aporto Foucault a la educación?

El historiador, psicólogo y filósofo francés Michel Foucault (1926-1984) estudió las instituciones sociales, entre ellas, a la escuela, como medios que tiene el poder político, para hacer ejercicio de la dominación, valiéndose de muchísimos micro poderes. A través de las instituciones escolares (uno de esos pequeños poderes) dice Foucault, el poder controla el saber y las creencias sociales, estableciendo valores que les aseguren su control. Quienes no aceptan lo que es tenido por cierto, serán “castigados” desaprobando las asignaturas, pues no consolidan el orden social que se pretende imponer.

Foucault no está en contra del poder, natural en las relaciones sociales, o sea de la influencia que puede ejercer alguien sobre otro, sino de la dominación, que quita la libertad. La escuela debe ejercer un poder orientativo sobre los alumnos, pero llegar a la verdad a partir del cuestionamiento y de la crítica sana de individuos libres.

Su obra con referencia al tema educativo son varias pero no exclusivas, por ejemplo, “los intelectuales y el poder” o “microfísica del poder”. En “vigilar y castigar” (1975) que en realidad tiene como tema central al régimen carcelario, nos dice que en las escuelas el alumno está vigilado, encerrado, examinado, distribuido en clases, jerarquizado en etapas, para tornarlo dócil y moldeable, y de este modo ser un individuo que saldrá a la vida, y especialmente al mundo del trabajo como obediente y disciplinado, para cumplir con las demandas empresariales, que se tornaron muy nítidas a partir de los cambios del siglo XVIII y la aparición de las fábricas.

El maestro también está controlado, ya que debe cumplir un programa, establecido por otra institución de poder. Ambos, docente y alumno, deben cumplir las conductas que de ellos se esperan, homogeneizándolas, para no recibir las consecuencias disciplinarias.

Foucault reclama en las escuelas espacios de libertad para la reflexión, problematizando el presente. Su pensamiento fue fundamental para el surgimiento y consolidación de la pedagogía crítica ..

¿Que nos enseña Michel Foucault?

Se analiza la teoría del poder de Michael Foucault, se busca explicar cómo se origina el poder y la autoridad sobre el ser y la persona, asi- mismo cómo el sujeto busca liberarse del mismo, cómo le hace resis- tencia al poder de la autoridad.

¿Cuál es el pensamiento de Foucault?

Artículos Una aproximación al pensamiento político de Michel Foucault An approach to the political thought of Michel Foucault Hernán Fair* * Magíster en Ciencia Política y Sociología por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, sede Argentina.

  1. Becario doctoral por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, de Argentina;
  2. Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires;
  3. Correo electrónico: herfair@hotmail;
  4. com >;
  5. Artículo recibido el 7 de mayo de 2009 Aceptado el 12 de febrero de 2010 Resumen El pensamiento de Michel Foucault ha ejercido una marcada influencia en diversas disciplinas de las ciencias sociales y humanísticas;
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El presente trabajo realiza una interiorización a los principales lineamientos teóricos que definen el enfoque político foucaultiano. En particular, se desarrolla un análisis de sus principales contribuciones teóricas y prácticas al pensamiento filosófico y sociopolítico actual.

Para ello, en una primera etapa se puntualizan sus diferencias epistemológicas con el enfoque marxista más ortodoxo. A continuación se desarrollan sus contribuciones teóricas y metodológicas más relevantes al análisis de la realidad sociopolítica.

En la última parte se incorporan algunos de sus principales lineamientos teóricos para dar cuenta de su aplicación en la praxis social contemporánea. Palabras clave: Foucault, política, análisis crítico, análisis genealógico, teoría, praxis. Abstract Michel Foucault’s thought has exerted a noticeable influence on various social and humanistic sciences disciplines.

This essay does an insight of the main theoretical guidelines that define Foucault’s political approach. Particularly, it analyzes his main theoretical and practical contributions to present philosophical and sociopolitical thought.

To this end, it places the axis, in a first stage, on its epistemological differences with the more orthodox Marxist approach. Secondly, it reviews his main theoretical and methodological contributions to the analysis of the sociopolitical reality, incorporating, in its final part, some of his main theoretical guidelines to account it’s application in contemporary social praxis.

  • Key words: Foucault, policy, critical analysis, genealogical analysis, theory, praxis;
  • Es cierto que hay que renunciar a la esperanza de acceder alguna vez a un punto de vista que pudiera brindarnos acceso al conocimiento completo y definitivo de lo que puede constituir nuestros límites históricos;

Y desde este punto de vista, la experiencia teórica y práctica que hacemos sobre nuestros límites y su franqueamiento posible es siempre en sí misma limitada, determinada y debe rehacerse. Pero esto no quiere decir que todo trabajo no pueda hacerse sino en el desorden y la contingencia.

  1. Ese trabajo tiene su generalidad, su sistematicidad, su homogeneidad y su apuesta;
  2. Michel Foucault, ¿Qué es la Ilustración? Introducción El pensamiento de Michel Foucault ha ejercido una marcada influencia en diversas y variadas disciplinas de las ciencias sociales y humanísticas, en particular en la filosofía, la sociología, la teoría política, el psicoanálisis y la semiótica de la escuela francesa;

Esta fuerte influencia sobre el campo académico, que se ve complementado por sus incuestionables derivaciones en la praxis política de la izquierda latinoamericana y mundial, permite situar a este brillante pensador francés -nacido en 1926 y fallecido en 1984- entre los grandes clásicos del pensamiento contemporáneo.

  1. El objetivo del siguiente trabajo consiste en realizar una interiorización a los principales lineamientos teóricos que definen su enfoque político;
  2. En específico, se trata de desarrollar un análisis genealógico que permita dilucidar sus principales contribuciones teóricas y prácticas (en tanto creemos que no existe una marcada delimitación entre ambos campos) al pensamiento filosófico y sociológico político actual;

Para ello, se hará mención, en una primera etapa, a sus diferencias teórico-epistemológicas con el enfoque marxista más ortodoxo, que, sin embargo, ha ejercido una notable influencia en su pensamiento. En un segundo momento, se desarrollarán sus principales contribuciones teóricas y metodológicas al análisis de la realidad sociopolítica; en la parte final se incorporarán algunos de sus principales lineamientos teóricos para dar cuenta de su aplicación en la praxis social contemporánea.

  • Críticas de Foucault al marxismo Como hemos señalado, el pensamiento del teórico francés Michel Foucault ha ejercido una gran influencia en variadas disciplinas de las ciencias sociales y humanísticas;

Este trabajo no pretende analizar en detalle cada una de esas influencias, que sin dudas han tenido un gran impacto y abierto nuevas discusiones y reinterpretaciones en teóricos de la talla de Jacques Ranciere, Jacques Derrida, Gilles Deleuze, Jean Françoise Lyotard y Giorgio Agamben, entre muchos otros, sino centrarse en un análisis que contemple sus principales contribuciones teóricas y políticas al pensar y a la práctica política contemporánea.

En relación con este primer punto, cabe destacar que Foucault se inserta en un marco más amplio de crítica a la teoría marxista tal como era entendida por la doctrina inaugurada por Marx y Engels en textos como el Manifiesto del partido comunista, entre otros.

Como aclaración, debemos señalar, por un lado, que el pensamiento marxista ha sido una de las fuentes teóricas del pensamiento de Foucault (Bidet, 2006). Sin embargo, como luego veremos, existieron también algunas críticas dirigidas hacia varios de sus principales lineamientos.

  • En segundo lugar, debemos destacar que cuando nos referimos a la teoría marxista no pretendemos dar cuenta de la verdad de ella, sino de cierta interpretación que ha sido fuente de críticas por parte de teóricos estructuralistas, postestructuralistas y posmodernos, entre los que debemos situar, por supuesto, al propio Foucault;

1 Aunque las críticas han sido ampliadas y sistematizadas a partir de trabajos ya clásicos como los de Claude Lefort (1990), Jacques Derrida (1989, 1995) y, sobre todo, el inicio del pensamiento posmarxista de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe (1987); en este texto nos situaremos en las diferencias entre el enfoque de Foucault y el marxismo.

A grandes rasgos, podemos hallar tres tesis críticas a la teoría marxista: que el poder no se centra en el Estado, sino que circula por toda la sociedad; que la lucha política no consiste en la revolución social, sino que se realiza en las microprácticas institucionales, y que el poder es inextinguible.

Veamos. El poder no se centra en el Estado y la clase capitalista, sino que circula por toda la sociedad A grandes rasgos, para la teoría inaugurada por Marx y Engels a mediados del siglo XIX la sociedad se encuentra dividida en dos clases antagónicas: la clase capitalista y la clase obrera.

Según Marx, el Estado es entendido como el órgano de dominación que permite a la clase capitalista explotar a la clase obrera. Ello se debe a que representa el garante de la permanencia de la propiedad privada, que mediante la absorción de la plusvalía permite a la clase capitalista la explotación lisa y llana del proletariado (Marx y Engels, 2001).

Ahora bien, si para Marx el poder está concentrado en el Estado, que garantiza la dominación del capital sobre el trabajo a través de la existencia de la propiedad privada de los medios de producción, para Foucault el poder no está concentrado en el Estado, sino que lo excede por mucho (Sauquillo, 1987: 196).

Según el teórico francés, el poder no se halla concentrado en el Estado y su aparato represor representado por la policía, sino que circula por toda la sociedad (Foucault, 1996a, 2003). Es decir, que la dominación y explotación capitalista no se encuentra sólo o de forma predominante en el poder policial que reprime las protestas sociales contra el orden dominante y garantiza la dominación coercitiva del capital, sino que, como ya lo habían observado teóricos del marxismo no ortodoxo como Antonio Gramsci (1977) y Louis Althusser (1988), excede el poder puramente represivo para inmiscuirse en todos los intersticios de la sociedad capitalista.

En otras palabras, lo que quiere decir Foucault es que en toda relación social existen relaciones de poder, ya sea presentes u ocultas, conscientes o inconscientes, lo que le permite afirmar que toda relación, incluso las relaciones descritas como privadas, son políticas, ya que todas poseen relaciones inherentes de poder y dominación de unos agentes sobre otros.

Foucault afirma que el poder, lejos de concentrarse en el poder del Estado, circula como micropoderes o microfísicas (Foucault, 1992b, 2003). En otras palabras, el poder no se encuentra en manos de una persona o grupo particular -por ejemplo, la clase capitalista-, sino que se ejerce de manera relacional y transversal a todo el cuerpo social.

De ahí que analice las diversas formas de ejercicio del poder y las posibilidades de oponerse a él, en tanto, como indica, donde existe el ejercicio de poder, existe, a su vez, oposición y antagonismo a ese poder (Foucault, 1996a: 64; Sauquillo, 1987: 196-198).

En resumen, existe una diferencia en la definición del poder entre el enfoque marxista (en particular, el más ortodoxo) y el enfoque foucaultiano. Mientras que en la teoría de Marx y Engels el poder se concentra en el Estado, en tanto “máquina para la opresión de una clase por otra”, 2 en la teoría de Foucault el poder no es ejercido de manera macro por el Estado capitalista sobre el obrero, sino que se trata de un poder micro (por lo general no observable), que circula a través de las instituciones y las prácticas.

De ahí que Foucault no se centre en el examen de la violencia de la clase capitalista que mediante la propiedad privada esclaviza a la clase obrera, sino que analiza la circulación del poder en instituciones como los hospitales, los manicomios, las escuelas y las cárceles.

Como dijimos, ello se debe a que en toda relación social hay siempre relaciones de poder, es decir, que toda relación entre los hombres es política. La lucha política no consiste en la revolución social, sino que se realiza en las microprácticas institucionales Desde el enfoque de Marx, el objetivo de la lucha proletaria es la lucha revolucionaria contra la supremacía del capital.

En ese contexto, la meta principal consiste en tomar el poder mediante la destrucción violenta del Estado, en tanto éste garantiza la dominación de clase y, por tanto, la explotación salvaje del capital sobre el trabajo (Marx y Engels, 2001). Para Foucault, en cambio, la lucha violenta contra el sistema capitalista se transforma en una lucha contra las diversas formas de dominación en las relaciones sociales, los diversos micropoderes que se hallan en las instituciones (hospitales, escuelas, manicomios, cárceles) y que permiten la perpetuación de los mecanismos de dominación gubernamental (Bidet, 2006: 15 y ss.

En efecto, si toda relación social tiene relaciones de poder inherentes, para Foucault no alcanza con la lucha revolucionaria contra el aparato del Estado, por lo que hay que situar la lucha en las microprácticas de poder (Foucault, 1992b).

En sus palabras: “Es sin duda prudente no tratar acerca de la racionalización de la sociedad o de la cultura como un todo, sino analizar ese proceso en varios dominios, que se arraigan cada uno de ellos en una experiencia fundamental: locura, enfermedad, muerte, crimen, sexualidad, etc.

” (Foucault, 1996a: 19). Se trata, entonces, de una lucha en y por el discurso y una lucha en y por las prácticas microscópicas de dominación del sistema. En ambos campos, que en Foucault se encuentran separados, 3 existen diversos mecanismos de disciplinamiento de la sociedad, variados discursos y prácticas que imponen a los individuos cómo pensar, qué decir, cómo actuar y cuándo hablar.

Estas microprácticas y discursos son los que representan, precisamente, el principal objeto de la lucha política 4 (Foucault, 1973, 1992b, 1996b, 2003). Desde el enfoque foucaultiano, se puede apreciar que el objeto de la lucha no es la revolución social por la vía violenta, ni siquiera la oposición posmoderna a todos y cada uno de los principios de la Modernidad, al estilo Nietzsche o Lyotard, sino más bien -en continuación y profundización del trabajo inicial de Kant en la Crítica de la razón pura—, en la realización de una ontología del presente, esto es, “un pensamiento crítico que tomará la forma de una ontología de nosotros mismos” (Foucault, 1996b: 82 y ss.

  1. De lo que se trata, en ese sentido, no es guiarse por la razón kantiana para salir de la minoridad, ni mucho menos de “sacralizar el momento que pasa para intentar mantenerlo o perpetuarlo”, sino más bien de efectuar una “reactivación permanente de una actitud”, un “ethos filosófico que se podría caracterizar como crítica permanente de nuestro ser histórico” (Foucault, 1996b: 87-103);

En este contexto, Foucault recomienda dejar de lado la alternativa entre estar por o contra los principios de la Ilustración, para situarse en los márgenes de la Modernidad y así criticar e intentar traspasar sus límites impuestos. En lugar de defender lo que se presenta como universal, necesario y obligatorio, ahora el fin del intelectual reside en señalar su singularidad, contingencia y arbitrariedad.

En sus palabras: Se debe evitar la alternativa del afuera y del adentro; hay que estar en las fronteras. La crítica es en verdad el análisis de los límites y la reflexión sobre ellos. Pero si la cuestión kantiana era saber qué límites debe renunciar a franquear el conocimiento, me parece que la cuestión crítica hoy debe ser invertida como cuestión positiva: en lo que nos es dado como universal, necesario, obligatorio, cuál es la parte de lo que es singular, contingente y debido a coacciones arbitrarias.

Se trata, en suma, de transformar la crítica ejercida en la forma de la limitación necesaria en una crítica práctica en la forma del franqueamiento posible (Foucault, 1996b: 104). Foucault concluye que la crítica ya no buscará más “estructuras formales que tengan un valor universal”, así como tampoco “la pretensión de escapar del sistema”.

  1. Se debe incentivar, más bien, una “investigación histórica” que permita dar cuenta de los “acontecimientos que nos condujeron a constituirnos, a reconocernos como sujetos de lo que hacemos, pensamos, decimos”;

Al igual que Kant, pero en un sentido radical, se trata de un análisis que permita “extraer de la contingencia que nos hizo pensar ser lo que somos, la posibilidad de ya no ser, hacer o pensar lo que somos, hacemos o pensamos” (Foucault, 1996b: 104-105 y ss.

  1. El poder es inextinguible Según el enfoque de Marx, la sociedad está dividida en dos clases antagónicas: el proletariado y la burguesía;
  2. Desde esta teoría, una vez que se lleva a cabo la lucha revolucionaria y se destruye el Estado, las clases sociales desaparecen para siempre, y con ello la propia política;

En otras palabras, aunque en la teoría de Marx existe una fuerte reivindicación de la política en tanto presencia de antagonismos constitutivos y lucha de poder, en su parte final, como lo han señalado algunos enfoques críticos de su obra (Laclau y Mouffe, 1987; Laclau, 1996), se encuentra una eliminación lisa y llana del mismo en pos del libre desenvolvimiento espontáneo de los hombres.

  1. Si bien no podemos extendernos al respecto, cabe señalar que diferentes teóricos situados en el campo del estructuralismo (Lefort, 1990) y el postestructuralismo (Derrida, 1989, 1995) han insistido en la falacia de creer que las clases sociales se pueden extinguir en la sociedad comunista;

5 Uno de estos pensadores que no creían que se pudiera alcanzar una sociedad sin clases y, por tanto, sin relaciones de poder y dominación entre los hombres, era precisamente Foucault (Bidet, 2006). En efecto, vimos con anterioridad que en toda relación social existen relaciones de poder que resultan inherentes.

Para Foucault no puede existir una sociedad en la que desaparezcan o se extingan para siempre las clases, en tanto que la política desaparecería en su especificidad. Como hemos señalado, la política, como poder circulante que atraviesa todos los discursos y prácticas, se encuentra en todas partes y nunca puede desaparecer por completo.

En pocas palabras, todo es político. 6 En ese sentido, siempre habrá resistencia y, por tanto, lucha y confrontación (Sauquillo, 1987: 198). Lineamientos teóricos y aplicaciones prácticas del enfoque foucaultiano La teoría de Foucault analiza, como dijimos, los micropoderes que circulan en el orden social.

Por ello, el pensador francés afirma que todo saber implica poder y todo poder, un saber específico. En otras palabras, todo discurso está atravesado por relaciones inherentes de poder. Sin embargo, para ejercer ese poder se requiere un saber específico que le otorgue una autoridad fundada y legitimada.

Así, saber y poder son dos caras de una misma moneda. En palabras de Foucault: Hay que admitir más bien que el poder produce saber (y no simplemente favoreciéndolo porque lo sirva o aplicándolo porque sea útil); que poder y saber se implican directamente el uno al otro; que no existe relación de poder sin constitución correlativa de un campo de saber, ni de saber que no suponga y no constituya al mismo tiempo unas relaciones de poder.

Estas relaciones de “poder-saber” no se pueden analizar a partir de un sujeto de conocimiento que sería libre o no en relación con el sistema del poder; sino que hay que considerar, por lo contrario, que el sujeto que conoce, los objetos que conoce y las modalidades de conocimiento son otros tantos efectos de esas implicaciones fundamentales del poder-saber y de sus trasformaciones históricas (Foucault, 2003: 19).

Tenemos, entonces, por un lado, que en toda relación social existe una relación de asimetría de poder y, por el otro, que ese poder se halla intrincado con un campo de saber. Ahora bien, lo que agrega Foucault es que ese saber se encuentra legitimado por diversas disciplinas particulares y sus respectivas instituciones.

  1. Así, por ejemplo, la disciplina científica de la economía tiene una fuente de legitimidad que proviene básicamente de un tipo de conocimiento que apela a la superioridad de las matemáticas; de manera más específica, apela a la presunta superioridad que le confieren las ecuaciones y herramientas como la econometría y las estadísticas;

Estas técnicas le otorgan, en este caso a la economía como disciplina, un principio fuerte de legitimidad, en tanto no permiten la discusión racional frente a lo que se entiende contiene una descripción objetiva y neutral que muestra de manera no ideológica la realidad.

  • Este fenómeno es lo que se conoce en las ciencias sociales y humanas como objetividad;
  • Esta presunta objetividad garantiza, desde este enfoque, lo que conocemos como la verdad;
  • Decimos, entonces, que es una verdad probada que uno es igual a uno mismo, del mismo modo que decimos que la ley de gravedad lleva de manera inevitable los objetos al suelo, o que existen leyes objetivas que determinan la oferta y la demanda en un punto de equilibrio, tal como señala el paradigma neoclásico de teóricos como Vilfredo Pareto y Leon Walras y sus continuadores neoliberales Friedrich Hayek y Milton Friedman (Gómez, 2003);

Se puede apreciar, entonces, de qué modo la ciencia otorga un principio de legitimidad racional y no discutida al discurso y a las prácticas consideradas científicas. Ahora bien, lo que señala Foucault -en este punto tendrá seguidores como el sociólogo francés Pierre Bourdieu (1984), y sobre todo el análisis inicial de Jean Francoise Lyotard sobre las condiciones del saber (Lyotard, 1992)-, es que la disciplina científica posee siempre, además de un discurso, una institución que le garantiza y da apoyo a esa legitimidad.

En este caso, es la universidad, y, específicamente, los títulos académicos los que garantizan ese saber objetivo. Así, si volvemos a nuestro ejemplo, los economistas, en tanto técnicos portadores del saber, pueden señalar que lo que dicen refleja la verdad objetiva de las cosas, ya que poseen un título de economistas que los avala, y éste está respaldado, a su vez, en un conocimiento y una institución legitimante.

7 ¿Qué es lo que señala Foucault acerca de estas disciplinas e instituciones? Afirma -como dijimos-, que en cada una de ellas existen relaciones de poder y asimetrías que resultan inherentes y, por lo tanto, constitutivas. Es decir, que donde parece haber sólo ejercicio del saber, existe además un necesario ejercicio del poder.

A su vez, ese poder se encuentra legitimado en aquel saber, supuestamente superior: el saber científico y objetivo de las ciencias físico-matemáticas -que ya había criticado Lacan (2005, 2008)- y que le otorga un principio de legitimidad y justificación política para ejercerlo.

Para Foucault -en este punto encuentra de nuevo a Lacan como antecedente inmediato-, 8 estas coacciones son puramente arbitrarias y contingentes. En efecto, aunque se presentan como libres del poder, dependen sólo de una voluntad de poder que se trasmuta en un saber verdadero (Foucault, 1973).

En este contexto, en el que señalara mucho antes Nietzsche, la objetividad y neutralidad valorativa que durante siglos ha perseguido el pensamiento occidental racionalista no es más que un mito, Foucault afirma que “en lo que concierne al saber, que se renuncie a la oposición de lo que es ‘interesado’ y de lo que es ‘desinteresado’, al modelo del conocimiento y a la primacía del sujeto” (Foucault, 2003: 19).

Ante la ausencia de un sujeto trascendental como el que pretendía fundar el Iluminismo desde el siglo xvi, la propuesta metodológica de Foucault, que desarrolló en particular en trabajos como El orden del discurso, consiste en analizar las “condiciones de las que dependen” esos discursos míticos, esto es, desde dónde dicen los saberes aquello que dicen, qué coacciones ejercen; o bien, cómo se han formado y desarrollado históricamente.

  1. Mientras que en el primer caso se trata de un análisis crítico, en el segundo se trata más bien de un trabajo de genealogía (Foucault, 1973);
  2. Ejemplos de análisis crítico Así pues, existen dos grandes modalidades de análisis desde el enfoque teórico de Foucault: 9 se analizan de manera crítica las “condiciones sociales de producción” y legitimación del poder, postura que es asumida por pensadores como Pierre Bourdieu (1984) y Eliseo Verón 10 (1987), entre otros, o se examina la genealogía histórica de las formas que adquiere esa aplicación del poder;

Comencemos por el primero de esos métodos. Para ello, quizás resulte pertinente retomar el análisis del discurso del saber. Vimos ya que desde el enfoque foucaultiano, el discurso de la ciencia debe ser entendido como un discurso que se encuentra impregnado de relaciones de poder.

En su conferencia del 2 de diciembre de 1970, publicada bajo el nombre de El orden del discurso, Foucault afirma que “en toda sociedad la producción del discurso está a la vez controlada, seleccionada y redistribuida por un cierto número de procedimientos que tienen por función conjurar los poderes y peligros, dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar su pesada y temible materialidad” (Foucault, 1973: 11).

A partir de esa premisa, el filósofo-sociólogo-historiador francés analiza lo que denomina los tres procedimientos de exclusión del discurso (Foucault, 1973: 11-15 y ss. ): 1. La oposición verdadero-falso. La disciplina de la ciencia permite decir que lo que lo que dice el poder es verdad y lo que dicen otros discursos es completamente falso.

  • En palabras de Foucault, permite “la asignación a cada cual de su ‘verdadero’ nombre, de su ‘verdadero’ lugar, de su ‘verdadero’ cuerpo y de la ‘verdadera’ enfermedad” (Foucault, 2003: 120);
  • Por ejemplo, se señala que debido a que los técnicos poseen el conocimiento superior (otorgado por la institución universidad y la ciencia objetiva de las matemáticas) son dueños de la verdad;

Por tanto, los que no tienen ese saber-poder son acusados de expresar falsedades. Así, se excluye al otro porque no tiene el saber suficiente. En la misma línea, el saber verdadero del médico le permitió decir a éste durante los siglos XVI a XIX que la homosexualidad era una verdadera enfermedad que debía ser atacada y perseguida por ser una conducta antinatural.

  1. La oposición razón-locura;
  2. Desde el poder se señala -siempre se ha señalado- lo que debe ser considerado razonable o una locura;
  3. De este modo, mediante las instituciones (de derecho, medicina, economía) se determina que el que piensa diferente es un loco y debe ser excluido;

Por ejemplo, desde la Edad Media la psiquiatría y el derecho han dictaminado quién debe ser considerado un loco y quién no, impidiéndoles que su discurso circule al igual que el de los otros, y debido a ello se les excluye de votar, testimoniar ante la justicia, firmar un contrato, etcétera (Foucault, 1973: 13).

En la misma línea, durante siglos el poder-saber científico permitía la exclusión binaria del leproso o del homosexual del seno de la comunidad por considerárselo peligroso, loco o anormal, frente a lo que era considerado no loco, inofensivo y normal (Foucault, 2003: 120).

En ambos casos, ha sido la misma lógica evolucionista, que tiene su principal fuente de origen en la teoría evolucionista de Charles Darwin, la que terminó por justificar (léase legitimar), bajo una presunta cobertura científica, el discurso y las prácticas racistas, la necesidad de las guerras de colonización y la exclusión de los fenómenos de la locura y la enfermedad mental (Foucault, 1992a: 266).

  1. La oposición prohibido-permitido;
  2. Como afirma Foucault, existen procedimientos que determinan aquello que está prohibido, que determinan que “no se puede hablar de todo en cualquier circunstancia, que cualquiera, en fin, no puede hablar de cualquier cosa” (Foucault, 1973: 12);

En ámbitos como la sexualidad y la política, y cada vez en mayor medida en temas como la muerte (Foucault, 1992a: 256), hay cuestiones que no se pueden hablar: constituyen temas tabú. Por ejemplo, desde el saber biológico que garantiza la ciencia se prohibió durante siglos la masturbación por ser considerada anormal, o bien se condenó la homosexualidad, tal como era tan común en los primeros tiempos modernos, 11 por ir en contra de la ley de la naturaleza que une por fuerza sólo a sexos opuestos.

En ambos casos, es el saber científico, que por supuesto oculta su relación directa e intrínseca con el poder, el que permite estas prohibiciones y condenas y privilegia, a su vez, su propio discurso enunciativo (Foucault, 1973: 12; Lyotard, 1992).

Estos tres procedimientos de exclusión del discurso, que de ningún modo se excluyen entre sí, son, para Foucault, puramente arbitrarios y contingentes, en tanto dependen de una coacción discursiva e institucional que los impone por la fuerza. En palabras del teórico francés, se trata de: Separaciones que son arbitrarias desde el comienzo o que cuando menos se organizan en torno a contingencias históricas, que no sólo son modificables, sino que están en perpetuo desplazamiento; que están sostenidas por un sistema de instituciones que las imponen y las acompañan en su vigencia y que finalmente no se ejercen sin coacción y sin una cierta violencia (Foucault, 1973: 15).

En ese contexto, concluye, se trata de analizar la voluntad de verdad que atraviesa ese tipo de discursos a lo largo de la historia, cómo estos discursos se apoyaron históricamente y se vieron reforzados, a su vez, por una “densa serie de prácticas como la pedagogía, como el sistema de libros, la edición, las bibliotecas, como las sociedades de sabios de antaño, los laboratorios actuales” (Foucault, 1973: 15-18).

Esto nos lleva, entonces, al segundo de los métodos propuestos por el autor: el análisis genealógico. Ejemplos de análisis genealógico El análisis genealógico, a diferencia del análisis crítico, se refiere a un tipo de estudio de carácter histórico, o más bien, diacrónico, que, sin pretender una búsqueda de “estructuras formales que tengan un valor universal”, se centra en las características y especificidades que definen a los diversos mecanismos y técnicas de disciplinamiento social existentes (Foucault, 1973, 1996b: 104).

El antecedente, por supuesto, es la Genealogía de la moral nietzscheana, donde se señalaba la necesidad de dar cuenta de la racionalidad como estructura de dominación y poder 12 (Foucault, 1992b; Sauquillo, 1987: 185-189).

Tomando partido por ese análisis centrado en las relaciones microscópicas de poder y dominación, en el libro Vigilar y castigar Foucault (2003) realiza, por ejemplo, un profundo análisis de tipo genealógico de las prisiones. Ahí se centra en los “procedimientos de castigo, de vigilancia, de pena y de coacción” (Foucault, 2003: 20 y ss.

En específico, hace hincapié en un profundo análisis de la pluralidad de “coacciones, interdicciones u obligaciones” ejercidas sobre el cuerpo (Foucault, 2003: 83). Señala en ese trabajo que en los tiempos premodernos el poder disciplinario -definido como los “métodos que permiten el control minucioso de las operaciones del cuerpo que garantizan la sujeción constante de sus fuerzas y les imponen una relación de docilidad-utilidad” (Foucault, 2003: 83)- se ejercía mediante la violencia desde el Estado (por ejemplo, encarcelando y aislando a los ladrones).

Por el contrario, en la época conocida como la Modernidad, de los siglos XVII a XX, el poder se extiende y ejerce de forma más sutil. Si antes se buscaba encerrar a los delincuentes y se trataba a los individuos como un cuerpo indiferenciado, en la actualidad se pretende trabajar a cada sujeto de forma individualizada y mediante un método de control sutil sobre su cuerpo activo y el detalle de sus movimientos: En primer lugar, la escala del control: no estamos en el caso de tratar el cuerpo, en masa, en líneas generales, como si fuera una unidad indisociable, sino de trabajarlo en sus partes, de ejercer sobre él una coerción débil, de asegurar presas al nivel mismo de la mecánica: movimientos, gestos, actitudes, rapidez; poder infinitesimal sobre el cuerpo activo.

A continuación, el objeto del control: no los elementos, o ya no los elementos significantes de la conducta o el lenguaje del cuerpo, sino la economía, la eficacia de los movimientos, su organización interna; la coacción sobre las fuerzas más que sobre los signos; la única ceremonia que importa realmente es la del ejercicio (Foucault, 2003: 83).

En ese contexto de creciente individualización y control, se apela desde el poder al mecanismo del panóptico (Foucault, 2003: 118 y ss. Se trata, a grandes rasgos, de un tipo de vigilancia externa que controla, inspecciona y analiza posibles sanciones a los individuos mediante diversas luces ubicadas en una torre central, que impide que aquellos puedan ver y saber quién, cuándo y cómo se les observa.

  • En palabras de Foucault, este tipo de mecanismo de control funciona como una “vigilancia permanente, exhaustiva, omnipresente, capaz de hacerlo todo visible, pero a condición de volverse ella misma invisible” (Foucault, 2003: 129);

Lo importante de esta metodología de disciplinamiento y control corporal, de estos procedimientos de normalización, en los términos de Foucault (1992b: 154), es que el sujeto se sabe vigilado y que siempre corre el riesgo de ser castigado. En esta situación, como destaca el teórico francés, “la disciplina fabrica así cuerpos sometidos y ejercitados, cuerpos ‘dóciles'” (Foucault, 2003: 83) para el control y la reproducción del sistema.

En otras palabras, se trata de un mecanismo que mediante sus métodos de control, individualización y sanción normalizadora “fabrica efectos homogéneos de poder” (Foucault, 2003: 122), que resultan plenamente funcionales a la obediencia, y por lo tanto, a la dominación social.

En sus trabajos acerca de los hospitales -también podemos incluir aquí sus exhaustivos análisis sobre la sexualidad y las escuelas-, Foucault continúa con este análisis genealógico de los discursos y las prácticas institucionales. Afirma que los mecanismos de la máquina panóptica no se limitan a las prisiones, sino que el orden policial se extiende y prolonga desde el poder del Estado central represor del siglo xvi a instituciones psiquiátricas, hospitales, escuelas.

En efecto, la policía ya no busca perseguir a los delincuentes para encerrarlos de por vida, sino que ahora “se persigue el adiestramiento minucioso y concreto de las fuerzas útiles” (Foucault, 2003: 130-131).

En otras palabras, el control, individualización y disciplinamiento no tiene como fin principal la persecución policial de los maleantes que cuestionan el orden soberano, sino que se instituyen diversas técnicas con el objeto máximo de “garantizar la ordenación de las multiplicidades humanas” y, de este modo, “aumentar a la vez la docilidad y la utilidad de todos los elementos del sistema” (Foucault, 2003: 131-132).

  1. En esta condición de creciente disciplinamiento social, Foucault se refiere a cómo los pacientes psiquiátricos son controlados y disciplinados mediante la selección, distribución y aplicación de remedios o drogas que los normalizan para hacerlos funcionales al sistema de dominación: se les fijan horarios determinados para despertar, comer y dormir, se les evalúa de manera constante, etcétera;

Del mismo modo, los alumnos de las escuelas son normalizados mediante los exámenes, las reglas de convivencia y la instrucción cívica, mientras que los presos y los mendigos son controlados mediante diversas tácticas de antideserción, antivagabundeo y antiaglomeración (Foucault, 2003: 87 y 124).

En todos los casos, se trata de generar un arte del cuerpo humano, una constante generación de nuevos y cada vez más perfeccionados mecanismos de individualización y selección personalizada, con el objeto de controlar el comportamiento de los individuos para hacerlos eficaces a la economía del sistema.

En términos de Foucault, se trata de “una política de las coerciones que constituyen un trabajo sobre el cuerpo, una manipulación calculada de sus elementos, de sus gestos, de sus comportamientos” (Foucault, 2003: 83). En la misma línea genealógica, en su trabajo ¿Qué’ es la Ilustración?, de 1983, Foucault analiza de nuevo la genealogía de ejercicio del poder, pero centrándose en los mecanismos de control desde el poder estatal.

Entonces, señala cómo fueron cambiando estas formas de ejercicio del poder en el transcurso de la historia. En los primeros tiempos, con la filosofía de Platón, Aristóteles y san Agustín, el Estado buscaba el bien común y la justicia.

La política era entendida como la búsqueda del bien común, esto es, el bien de la polis. A partir de la etapa histórica conocida como la Modernidad, en cambio, se pretende cada vez en mayor medida la normalización, es decir, lo que hoy día llamamos la gobernabilidad o gobernanza del sistema (Bidet, 2006), y que Foucault denomina el orden policial 13 (Foucault, 1996a: 52).

Si antes el objetivo del Estado consistía en buscar el bien de la comunidad, ahora la policía, entendida no como una institución sino como una “técnica de gobierno propia del Estado”, busca individualizar a la sociedad, controlarla y evitar todo tipo de conflictos sociales en cada uno de los espacios sociales.

En otras palabras, se busca disciplinar a la sociedad mediante diferentes estrategias de control y vigilancia social (como la dispersión de aglomeraciones, etcétera) que tienen como razón principal el mantenimiento del orden público y, por lo tanto, de la dominación del propio Estado (Foucault, 1996a: 46-66).

  1. Como señala Foucault en Vigilar y castigar, de lo que se trata ahora es de fabricar cuerpos sometidos de manera homogénea y, por lo tanto, cuerpos dóciles para el funcionamiento del sistema (Foucault, 2003);

De este modo, como lo ha analizado en detalle Giorgio Agamben, el orden político o biopolítico de los individuos pasa a ocupar el lugar dominante en las características que definen a los Estados modernos. El análisis genealógico de las diversas formas que adquiere la biopolítica es, precisamente, el que Foucault retoma en su excelente análisis del racismo (1992a).

  • En ese trabajo señala que existe un vínculo estrecho entre la teoría biológica del siglo xix y el discurso del poder que se ha mantenido presente hasta la actualidad; éste consiste en una forma de biopoder caracterizada por la legitimación del dominio a partir de la teoría evolucionista planteada en un inicio por Darwin;

De esta forma, si hasta el siglo xix el poder de soberanía tenía la función de hacer morir y dejar vivir, a partir de entonces se le complementa con una nueva modalidad, contraria, en tanto se busca hacer vivir y dejar morir (Foucault, 1992a: 247-249).

  1. Desde este tipo de discurso biologicista, que se ha hecho famoso a partir de la teoría spenceriana del darwinismo social, se ha señalado que se debe eliminar a las razas inferiores como único método de garantizar la vida de la propia identidad;

En otras palabras, se afirma, como ha sido patente en el caso del discurso racista del nazismo, que se debe aniquilar a los judíos, ya que constituyen un peligro biológico que pone en cuestión a la propia especie (raza aria) (Foucault, 1992a: 263-265).

En ese contexto, que termina por legitimar el derecho a matar a las razas inferiores, se puede observar que ya no se trata tanto, como en el análisis de las prisiones de los siglos XVII y XVIII, de las formas y procedimientos que adquiere el Estado para vigilar, controlar y disciplinar a los cuerpos, sino que se impone ahora una nueva “tecnología no disciplinaria del poder”, centrada en mayor medida en las formas de disciplinar las vidas de los hombres.

Estas formas de masificación general de la especie humana en ámbitos como el nacimiento, la muerte, la producción y la enfermedad son, precisamente, las que Foucault denomina la biopolítica (Foucault, 1992a: 249-251). Para pensar algunas categorías foucaultianas en la actualidad En Vigilar y castigar, Foucault señala: “El problema actualmente está más bien en el gran aumento de importancia de estos dispositivos de normalización y toda la extensión de los efectos de poder que suponen, a través del establecimiento de nuevas objetividades” (Foucault, 2003: 187); en este sentido, siguiendo el análisis foucaultiano, ajeno a todo intento de no intervención en el campo de las luchas políticas y sociales, resulta pertinente indagar ahora en algunos ejemplos de aplicación de estos tipos de discursos y prácticas disciplinadoras y normalizadoras en las instituciones contemporáneas.

  • Para ello, nos centraremos en el caso argentino, aunque resulta evidente que esto se extiende hacia otros casos similares que continúan en la misma lógica disciplinaria;
  • Si pensamos, por ejemplo, en la época de la última dictadura militar argentina (1976-1983), podemos observar su pertinencia para dar cuenta de algunas de estas formas de disciplinar a la sociedad;

En efecto, como lo ha puesto de manifiesto Guillermo O’Donnell (1984), durante los años setenta circulaba en la sociedad un tipo de discurso que, trascendiendo la represión física desde el Estado -lo que nos retrotraería sólo a la pura represión desde arriba al estilo marxista ortodoxo-, señalaba de qué modo había que vestirse, presentarse ante la sociedad, pensar.

Debemos tener en cuenta que no sólo desde el Estado, sino también desde la propia sociedad civil, se afirmaba con insistencia que había que tener el pelo corto, afeitarse, usar faldas o pantalones largos, vestir prendas de colores poco llamativos, etcétera.

En la misma línea, en aquel entonces circulaba la famosa frase: no te metas o algo habrán hecho, para culpar a las víctimas y legitimar, así, la represión y la violencia sistemática del Estado contra los grupos subversivos, aquellos parási- 30 tos que cuestionaban el orden social occidental y cristiano (O’Donnell, 1984; Barros, 2002).

De este modo, lo que se pone de manifiesto es la presencia de una pluralidad de discursos y prácticas políticas que tenían el fin de mantener a la sociedad disciplinada y en orden. Pero, además, se puede observar que los mecanismos de disciplinamiento y control social no sólo dominaban mediante la pura fuerza física, tal como lo creía el marxismo tradicional, sino también mediante el consenso y la presión social, tal como ha sido señalado de manera temprana por el funcionalismo durkheimiano y analizado luego, desde un enfoque opuesto, por Gramsci (1977) y más adelante por Althusser (1988).

14 Del mismo modo, se puede observar que las formas de violencia social no sólo provenían desde el poder estatal y su burocracia, sino que existían tendencias autoritarias, despóticas y paranoicas que circulaban de manera relacional e intersticial por toda la sociedad.

Retomando los términos de Foucault, se trataba de mecanismos de exclusión del discurso, que separaban aquello que estaba permitido (usar pelo corto), de aquello que estaba terminantemente prohibido (usar pelo largo y aritos).

A su vez, implicaba un tipo de exclusión de aquel sujeto que no se disciplinaba, que podía ser acusado de ser un loco 15 o un anormal (el hippie drogón o subversivo, se le denominaba), mientras que el que obedecía a los patrones dominantes impuesto por la moral occidental y cristiana era considerado normal.

De todos modos, lo más interesante es que se trataba de un discurso que, como lo ha puesto de manifiesto Guillermo O’Donnell, atravesaba como un puñal las prácticas sociales de la sociedad a través de los kapos, preceptores, maestros, jefes, padres, que reproducían el discurso disciplinador dominante.

Es decir, que los mecanismos de normalización y disciplinamiento no se limitaban a la pura represión estatal, lo que no implica desconocerla, 16 sino que se extendía además al pathos autoritario ubicado dentro de la propia sociedad (O’Donnell, 1984). Continuando con el ejemplo argentino, si nos situamos ahora en los años noventa, ya con el retorno de la democracia como régimen político, se puede pensar de nuevo en los diversos mecanismos de exclusión discursiva de aquel que pensaba diferente.

Así, durante la vigencia del uno a uno, en especial durante los primeros años, no podía decirse que el Plan de Convertibilidad (que fijaría una paridad de uno a uno de la moneda nacional con el dólar a partir de 1991) era una ficción, porque aquel que lo hacía era inevitablemente excluido del discurso, ya sea por considerársele un loco, o bien por decir una falsedad que no tenía asidero en la realidad objetiva que se hacía presente en la práctica cotidiana.

En la misma línea, nadie podía decir en la década de los noventa, en pleno auge de las reformas neoliberales en el ámbito mundial, que las privatizaciones eran nocivas y que debía o al menos podían reestatizarse las empresas públicas, en tanto había un fuerte discurso de disciplinamiento social que impedía expresar esas ideas (Fair, 2009).

  1. Como señala Foucault, los mecanismos de disciplinamiento “tienden a ejercer sobre los otros discursos una especie de presión y como un poder de coacción” (Foucault, 1973: 18);
  2. En la década de los noventa, con la caída del régimen soviético y el auge mundial del pensamiento único neoliberal, existía, en efecto, una fuerte presión social por conformarse al orden impuesto que excedía el orden directamente estatal, por un lado, y el orden directamente coercitivo, por el otro;

Es decir, la presión social no se ejercía sólo mediante la represión del Estado a través de sus órganos policiales (como la policía y las fuerzas armadas). Se trataba, en cambio, de una dominación centrada en gran medida en el campo consensual o ideológico, esto es, en el campo de lo simbólico, un tipo de poder social imaginario que, con la ayuda de los grandes poderes y saberes, impedía a la sociedad oponerse (no se puede hacer nada, no hay alternativas, no hay recursos suficientes) y decir, por ejemplo, que la convertibilidad era una ficción, o que había que aplicar reformas sociales para garantizar un principio de distribución económica equitativa y solidaria diferente a la lógica instrumental dominante del régimen neoliberal.

También se puede pensar, en un ejemplo más actual, en la uniformización que se impone desde los principales centros de poder mundial de incorporarse a la moda ofrecida por el sistema. En este caso, en el que todos deben utilizar determinada ropa de marca para pertenecer y comportarse de manera idéntica, la sociedad se disciplina de manera uniforme 17 (Borón, 1999).

Mediante estos mecanismos, no plenamente coercitivos, de disciplinamiento social, se termina por normalizar al que tiene tal ropa o peinado y se excluye al que viste o se peina diferente, ya sea dejándolo de lado o apartándolo de un grupo de pertenencia determinado, con burlas por vestir, por ejemplo, ropa pasada de moda o antigua, o con la exclusión lisa y llana de lugares como los antros, en México, o boliches, en Argentina, por ejemplo, por no estar bien vestido, o tener un color de piel ajeno al patrón dominante de los sectores dominantes de origen blanco y europeo.

  • Se deja de lado, así, la funcionalidad que adquiere esta lógica para la permanencia y reproducción del sistema como tal, lo que no implica, por supuesto, otorgarles a los actores una racionalidad total y completa;

18 Finalmente, resulta interesante retomar de nuevo el discurso del saber científico. Si analizamos este tema desde el enfoque genealógico, entonces deberemos dar cuenta de los diversos pasos por los que atravesó este tipo de discurso a través de la historia.

  1. Así, podríamos ver, a partir de un análisis de tipo diacrónico, que desde Platón en adelante el discurso de los filósofos rey garantizaba la verdad en sí a través de su saber superior y objetivo, y que luego ese saber fue ocupado, al calor de los desarrollos científicos e industriales, por la lógica formal matemática (Lyotard, 1992);

Del mismo modo, se puede señalar, como lo hace Foucault, de qué modo el autor que en la Edad Media era símbolo indicador de la veracidad de una obra, desde el siglo XVII esta función ha perdido importancia en el campo de la ciencia en pos de la primacía absoluta de los enunciados verdaderos carentes de la enunciación (Foucault, 1973: 16-17 y 24-25).

En ese contexto, se podrían analizar las mutaciones del discurso de la verdad desde los inicios de la Modernidad hasta llegar finalmente al discurso de los tecnócratas o economistas neoliberales, surgidos en la década de los cincuenta (Camou, 1997), indagando en sus pretensiones de legitimar y validar su discurso, al igual que el filósofo rey platónico, a través de su supuesto saber superior y objetivo de sus enunciados denotativos.

Aunque ambos tipos de análisis, como se puede apreciar, no resultan incompatibles entre sí, e incluso Foucault recomienda su complementariedad (Foucault, 1973: 55), la visión cambia si nos centramos en el tipo de estudio crítico que recomienda también el teórico francés.

  1. Desde este enfoque, el análisis implicaría dar cuenta de la modalidad de enunciación de, en este caso, el discurso del saber técnico, esto es, desde donde dicen lo que expresan los economistas situados dentro de esta matriz dominante;

Así, se podría señalar que los técnicos del Fondo Monetario Internacional y los integrantes de las fundaciones (thinks tanks) liberales, al igual que los inversores y calificadoras de riesgo, apoyaron la aplicación de las reformas neoliberales como un método para beneficiarse y beneficiar económicamente a los principales centros de poder político y económico.

  • Aunque no resulta de nuevo excluyente, tal como lo muestra el sociólogo Pierre Bourdieu en sus trabajos sobre el tema (Bourdieu, 1984, 1999), otra línea de análisis, centrada en mayor medida en las condiciones de enunciación discursiva, puede señalar, por su parte, que este tipo de discurso permitía legitimar la aplicación de las reformas de mercado mediante un tipo de saber superior y científico, garantizado por la ciencia matemática, un saber objetivado mediante los títulos académicos y la aplicación del conocimiento de las estadísticas;

En ese contexto, se pueden analizar también, en la línea de los análisis inaugurados por Lyotard (1992), los mecanismos de exclusión de este tipo de discurso tecnocrático, que sostenía que el que se oponía a 34 las reformas de mercado era un antiguo o un atrasado, o que ir en contra de este tipo de discurso en la década pasada era ser considerado un loco, o al menos alguien que desconoce o no logra comprender la verdadera realidad mundial de modernización e interconexión mundial.

19 Desde otra perspectiva, podemos analizar también las características que asumen las prácticas y discursos en las instituciones actuales. Así, se puede dar cuenta de los nuevos mecanismos de control y vigilancia, tales como la predominancia de las cámaras ocultas en los centros comerciales y supermercados, así como diferentes instituciones que vigilan y controlan de manera constante a los individuos en escuelas, hospitales, prisiones e incluso mediante la proliferación de cámaras ocultas en las calles.

En ese contexto, como lo ha analizado de manera reciente Rod Burguess en su libro Fragmentación urbana y violencia urbana, se puede estudiar de qué modo en los últimos años de aplicación de las reformas neoliberales se incrementó la utilización de diversas tecnologías de vigilancia y control electrónica de las poblaciones, como los sistemas de televisión de circuito cerrados en espacios públicos y áreas residenciales, con el supuesto objetivo de combatir la violencia urbana.

Se puede señalar, en ese sentido, el fuerte énfasis en el discurso del orden y a favor del encarcelamiento (en Gran Bretaña, por ejemplo, la población encarcelada se duplicó entre 1993 y 2003), que deja a un lado las problemáticas socioeconómicas (desigualdad de ingreso, pobreza, precarización laboral, desempleo), esto es, el abandono y la exclusión social generadas por la aplicación de las propias políticas neoliberales, que representan las verdaderas causas en las que debería buscarse el origen y motivación de la gran mayoría de este tipo de conductas indeseables (Burguess, 2008).

En ese sentido, se puede realizar, además, un análisis enunciativo del discurso subyacente a esas instituciones. Así, se puede observar la fuerza potente que adquiere en la actualidad el discurso en favor de la mano dura en los medios de comunicación y en los principales sectores de poder político.

  1. 20 Puede pensarse, en este caso, la degradación, hasta límites insospechables, que se realiza de los maleantes, al punto tal de negarles en muchas veces su entidad como seres humanos, llevándolos al plano de defectos biológicos cuyo mal no respondería a su precaria situación económica, social y cultural, es decir, a la ausencia del Estado y a los escasos cuidados maternos, sino a cuestiones éticas trasladadas a un orden natural-biologicista con el objeto de otorgarles un principio de legitimidad científica: son los famosos malos ambrosianos por naturaleza que no tienen arreglo y sólo queda encerrarlos de por vida o bien, retomando muchas veces el discurso esencialista y biologicista del totalitarismo nazi (Zizek, 2002; Traversa, 2003), aquellos seres inferiores al ser humano, como vimos en el análisis genealógico de la biopolítica foucaultiana (Foucault, 1992a), deben ser eliminados por completo del seno de la comunidad para que ésta pueda continuar existiendo como tal (discurso de la pena de muerte o mano dura);

21 Si, como señala Lyotard (1992), todo discurso requiere una legitimación científica que le otorgue un principio de validez, un análisis centrado en los mecanismos de legitimación discursiva de estas propuestas disciplinarias puede mostrar, en ese sentido, de qué modo se suele apelar con insistencia desde las disciplinas científicas a problemas de tipo genéticos o biológicos de los denominados delincuentes, es decir, a problemas netamente personales, en lugar de dar cuenta de los conflictos sociales subyacentes, o cómo en la actualidad se retorna cada vez en mayor medida a la idea premoderna de encerrar por tiempo indeterminado (reclusión perpetua) a la mayor cantidad de individuos (reducción de la edad de inimputabilidad), o bien de qué modo se insiste desde los núcleos de poder en la eliminación total de los delincuentes (pena de muerte), sin referirse a la necesidad de pensar las múltiples causas, muchas veces reactivas al poder proveniente de arriba, que llevaron a los individuos a ese estado de violencia social.

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Finalmente, un análisis crítico puede señalar también la funcionalidad que ejerce este tipo de discurso del orden, que en Argentina ha logrado triplicar la población en las cárceles en sólo 10 años (Pegoraro, 2008), en tanto se centra en la persecución y el encarcelamiento de los sectores marginados, los más perjudicados por los efectos perversos de las políticas neoliberales.

De este modo, el Estado, a través del órgano policial, deja de perseguir “a los grandes delincuentes, a los poderosos, a los que producen y se benefician con la desigualdad y la inequidad social, que son precisamente los gestores de la producción y reproducción del orden social” (Pegoraro, 2008).

  1. Conclusión En el transcurso de este trabajo nos propusimos analizar los principales lineamientos que consideramos definían el pensamiento político del teórico francés Michel Foucault;
  2. Comenzamos indagando en su enfoque crítico acerca del marxismo;

Pudimos apreciar, en ese sentido, que para Foucault, a diferencia de lo que sostiene la teoría inaugurada por Marx, al menos en su versión más ortodoxa, el poder no sólo se encuentra concentrado en el Estado, y en específico en el órgano policial, ni tampoco funciona sólo como garante de la dominación represiva del capital sobre el trabajo, sino que circula por toda la sociedad.

Vimos que el poder no se ejerce sólo por la fuerza, sino que, como ya lo habían notado previamente Gramsci y Althusser, circula por toda la sociedad mediante diversos procedimientos o técnicas de exclusión, control y normalización discursiva e institucional que permiten disciplinar a la sociedad.

Así, desde el poder se afirma que el heterosexual es normal, mientras que el homosexual es anormal; el profesional que tiene un título académico es el que sabe, el obrero es un ignorante; el científico dice la verdad objetiva, el trabajador no logra comprender la realidad.

Al mismo tiempo, se apela desde el poder político a diversas técnicas de disciplinamiento que permiten individualizar y normalizar los cuerpos con el objeto de garantizar el funcionamiento del sistema de dominación social.

Este tipo de análisis centrado en las microfísicas del poder permite dar cuenta de las relaciones de poder intrínsecas a toda práctica y a toda organización. Pero, además, permite conocer de qué modo las microfísicas de poder apelan a la legitimación basada precisamente en el saber.

  1. Así, del mismo modo que en la relación maestro-alumno o científico- hombre común, existe una evidente asimetría de saber a favor de los primeros, aquellos que saben por sobre los que no saben;
  2. Esta asimetría de saber se trasmuta a su vez en una crucial asimetría de poder que coadyuva a la generación de diversas formas de ejercicio del disciplinamiento y dominación social;

Finalmente, esas asimetrías de poder-saber se reproducen en las instituciones. Un ejemplo: una empresa exige a los empleados que registren su hora de entrada y salida, delimita los horarios para comer, etcétera, y lo mismo ocurre en los hospitales psiquiátricos, las cárceles y las escuelas.

En una segunda etapa del trabajo, indagamos acerca de las contribuciones teóricas de la obra de Foucault al análisis y comprensión de las nuevas formas de disciplinamiento, control y normalización de las sociedades contemporáneas.

Para ello, señalamos, a partir de algunos ejemplos extraídos del caso argentino, las características y derivaciones prácticas de su análisis en clave crítica y genealógica. Según pudimos apreciar, mientras que el primero de los métodos resulta relevante para el análisis de las formas enunciativas que adquieren los discursos y las prácticas de disciplinamiento y exclusión social contemporáneas, el segundo método resulta pertinente para dar cuenta de un análisis diacrónico de los procesos de disciplinamiento, vigilancia y control institucional de los individuos a lo largo de la historia.

  • De todos modos, como lo ha destacado Foucault, el análisis crítico y el genealógico “no son nunca separables, no hay, por una parte, las formas de rechazo, de la exclusión, del reagrupamiento o de la atribución; y después, por otra parte, a un nivel más profundo, el brote espontáneo de los discursos que, inmediatamente, antes o después, de su manifestación, se encuentran sometidos a la selección y al control”;

Como agrega a continuación, “entre las empresa crítica y la empresa genealógica la diferencia no es tanto de objeto o de dominio, como de punto de ataque, de perspectiva y de delimitación” (Foucault, 1973: 55). En ese sentido, desde el legado foucaultiano no se trata por fuerza de elegir entre uno o ambos métodos, sino de intentar complementarlos en el análisis, de dar cuenta tanto de la genealogía que configuró históricamente los discursos y las prácticas institucionales desde el saber-poder disciplinario y normalizador, como de la crítica a las condiciones de posibilidad y desarrollo de los discursos, de sus formas de enunciación y de las instituciones que garantizan su dominación, disciplinamiento y control social.

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  1. [ Links ] Solodkow, David, 2005 “Racismo y nación: conflictos y (des)armonías identitarias en el proyecto nacional sarmientino”, en Decimonónica, vol;
  2. 2, núm;
  3. 1, verano, pp;
  4. 95-121, disponible en: http://www;

decimononica. org/VOL_2. 1/Solodkow_V2. pdf >         [ Links ]. Tarcus, Horacio, comp. 2004 “Marx y el Estado”, selección de textos de Carlos Marx y Federico Engels para la cátedra Teorías sociológicas del Estado, de la carrera de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, mimeo.

[ Links ] Traversa, Enzo, 2003 La violencia nazi, Buenos Aires, FCE. [ Links ] Verón, Eliseo, 1987 La semiosis social, Barcelona, Gedisa. [ Links ] Zizek, Slavoj, 1992 El sublime objeto de la ideología, Buenos Aires, Siglo XXI Editores.

[ Links ] ––––––––––2002 ¿Quién dijo totalitarismo? Cinco intervenciones sobre el (mal) uso de una noción, Valencia, Pre-Textos. [ Links ] Notas 1 Aunque es cierto que en uno de sus trabajos iniciales Foucault destaca a Marx, junto con Freud y Nietzsche, como uno de los principales teóricos políticos que se han animado a criticar las ideas dominantes, destacando su arbitrariedad y su carácter eminentemente interpretativo (véase Foucault, 1995), en este trabajo dejaremos a un lado esta visión más subjetivista del pensador alemán, presente en textos como El 18 Brumario de Luis Bonaparte, para centrarnos en su visión más ortodoxa.

2 En realidad, aunque nunca se propuso realizar una teoría sistemática, a lo largo de su obra Marx elaboró varias definiciones acerca del Estado. Así, en algunos trabajos lo define de la siguiente manera: “Una organización creada por la sociedad burguesa para defender las condiciones externas generales del modo de producción capitalista de producción”, mientras que en otras lo entiende como “El reflejo en forma sintética de las necesidades económicas de clase que gobiernan las formas de producción”, “Una fuerza pública organizada para la esclavización social y el despotismo de clase”, o bien, la más conocida: “Una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa”.

Al respecto, véase en particular Tarcus (2004). 3 Laclau le critica a Foucault la diferencia que realiza entre el discurso y las prácticas no discursivas, entendiendo que toda práctica sólo puede tener significado dentro de un discurso que le otorga su valor y sentido en su uso contextual particular.

En ese contexto, que retoma las ideas de la pragmática wittgensteiniana, el teórico argentino se refiere a la noción de práctica discursiva para diferenciarse de la noción foucaultiana de formación discursiva (Laclau y Mouffe, 1987).

4 Hemos trabajado algunas de estas cuestiones presentes en la teoría foucaultiana desde un enfoque postestructuralista en Fair (2008). 5 Diferenciamos a Lefort de Derrida en razón de que el primero creía que existe un casillero vacío que nunca puede ser llenado plenamente (Lefort, 1990), un cuadro vacío, en los términos de Deleuze (1982: 590).

Teóricos como Derrida y, sobre todo, Laclau señalan, en cambio, que ese casillero vacío puede ser llenado parcialmente. Así, la muerte del sujeto no significa la muerte total del sujeto, sino su posibilidad de encarnación parcial (Laclau, 1996, 2005).

6 Esta afirmación le ha valido la crítica de Ranciere, quien señala que “si todo es político, nada lo es. Si, por lo tanto, es importante mostrar, como lo hizo magistralmente Foucault, que el orden policial se extiende mucho más allá de sus instituciones y técnicas especializadas, es igualmente importante decir que nada es en sí mismo político, por el sólo hecho de que en él se ejerzan relaciones de poder”.

En ese contexto, para Ranciere, “para que una cosa sea política, es preciso que dé lugar al encuentro de la lógica policial y la lógica igualitaria, el cual nunca está preconstituido” (Ranciere, 1996: 48).

Arditi, por su parte, cree mejor decir, a partir de una interpretación schmittiana, que todo es politizable (Arditi, 1995: 339). Así, por ejemplo, las áreas vistas como pertenecientes al área de lo privado pueden convertirse en políticas si se trazan líneas de antagonismo.

  1. 7 Por ejemplo, un técnico de una fundación liberal puede legitimar su discurso afirmando que efectuó un PhD o doctorado en la Universidad de Harvard, institución mundialmente reconocida por su trayectoria y prestigio;

8 En particular en su Seminario 20 Lacan señala que la realidad es contingente, tal es la palabra que utiliza, pues está construida por el lenguaje y atravesada por la inminencia de lo real que impide a la realidad estructurarse como tal (Lacan, 2008).

En la misma línea, Laclau afirma que la realidad es contingente, pues está atravesada por los límites constitutivos de la heterogeneidad que le impide ser ella misma (Laclau, 2005). Cabe señalar, de todos modos, que Foucault criticaría al psicoanálisis en algunos de sus trabajos por considerarlo una nueva forma de disciplinar el deseo.

9 Lo que no implica su necesaria oposición, tal como lo muestra el excelente análisis del discurso de la ciencia de Lyotard (1992). 10 En realidad, Verón analiza también las “condiciones sociales de reconocimiento” de los discursos, esto es, cómo son recibidos los discursos en la sociedad.

De todos modos, su punto más relevante es el análisis de las condiciones de producción social de todo discurso (por ejemplo, discursos carentes de su enunciación), lo que lo acerca en gran medida al análisis crítico foucaultiano.

11 Aún en la actualidad, continuando en muchos casos con las leyes de sodomía de la colonización británica, existen más de 80 países que castigan penalmente, incluso con la pena de muerte a los homosexuales; entre esas naciones podemos citar a Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Mauritania, Nigeria, Sudán y Yemen (Clarín, 2008: 58).

12 Cabe mencionar que en otros trabajos posteriores, como en ¿Qué es la Ilustración?, Foucault incorpora un tercer enfoque, denominado arqueológico, que se centra precisamente en este tipo de análisis diacrónico de relación no causal de acontecimientos históricos que luego aplica en casos como el saber y la sexualidad.

En ese contexto, el teórico francés diferencia este método del análisis genealógico, que tiene como objeto analizar los efectos de contingencia que se derivan precisamente del análisis arqueológico (Foucault, 1996b: 105). 13 Un interesante análisis en esta línea foucaultiana de los nuevos mecanismos de disciplinamiento social centrados en la gobernabilidad política puede verse en el reciente trabajo de Susana Murillo (2008).

  • El tema del ordenamiento policial se encuentra desarrollado también, desde un enfoque filosófico de orientación postestructuralista, en Ranciere (1996);
  • Algunas similitudes entre ambos pensadores pueden hallarse en Fair (2008);

14 A partir de estos pensadores marxistas no deterministas, las ideas políticas, esto es, lo superestructural, según la famosa metáfora marxista (Marx, 1975), adquieren una importancia fundamental en la legitimación y reproducción del sistema capitalista.

  • En ese contexto, estos trabajos exceden por mucho la dominación puramente represiva del Estado, al centrarse en los mecanismos de dominación ideológica en áreas como la escuela, los medios de comunicación, la religión y todas las instituciones burguesas;

De todos modos, más allá de las críticas recibidas debido a sus resabios esencialistas (véase Laclau y Mouffe, 1987), creemos que en estos dos pensadores se trata más bien de mecanismos de dominación macros, mientras que en Foucault el análisis se centra en la mayoría de los casos en los mecanismos micropolíticos de dominación o disciplinamiento social.

15 Recuérdese, en ese sentido, que a las Madres de la Plaza de Mayo, mujeres que reclamaban por la desaparición de sus hijos durante el régimen militar, se las denominaba de manera despectiva como las locas de la Plaza de Mayo.

16 En efecto, con la excusa de recuperar el orden político perdido y aniquilar el germen de la subversión que ponía en cuestión el organismo social, el régimen militar del Proceso de Reorganización Nacional (1976-1981) persiguió, torturó y asesinó a miles de personas por el solo hecho de tener ideas diferentes y, en algunos casos, únicamente por ser amigo de un subversivo, o ser de un color de piel, una religión o una orientación sexual diferente.

Acerca del discurso organicista y racista del régimen militar argentino de los años setenta y su énfasis en la recuperación del orden soberano, véanse Barros (2002) y Canelo (2004). En cuanto a los antecedentes de la utilización de este tipo de metáforas organicistas y fisiológicas (cuerpo, enfermedad) en el discurso político argentino, véase Solodkow (2005).

17 Lo que no implica que no surjan alternativas (grupos neopunks y neonazis, floggers, bloggers, emos, etcétera, que buscan diferenciarse para poder conformar su propia identidad), y ello en razón de que, como lo ha destacado Ferdinand de Saussure (1961) en su análisis lingüístico, y ha sido retomado de manera crítica por Ernesto Laclau (1996), toda identidad se constituye y adquiere su sentido de manera relacional y diferencial.

Para un interesante análisis del reverso de la diferencia, entendido como las lógicas de diferenciación identitaria a la uniformización social, véase Arditi (2000). 18 Racionalidad total que el propio Foucault criticaría, ya que, como destaca, el análisis del discurso “no revela la universalidad de un sentido”, sino que “saca a relucir el juego de la rareza impuesta con un poder fundamental de afirmación” (Foucault, 1973: 57).

19 Abordamos algunas de estas nociones para analizar el caso argentino durante los años noventa en Fair (2009). 20 En los últimos meses ha regresado en Argentina la discusión política acerca de la baja de la edad de inimputabilidad de los menores de 18 años.

  • Desde los sectores de poder político y económico se exige la reducción a los 16, 14 o incluso 12 años de los delincuentes con la excusa de recuperar la seguridad;
  • Se afirma, además, que los jóvenes maduran (y, por lo tanto, están listos para ser delincuentes) cada vez a edades más tempranas, por lo que no deberían quedar en libertad;

21 Un análisis genealógico y crítico, a la vez, muy interesante, que retoma el discurso cientificista-biologicista originado en las teorías de Spencer y Compte, para dar cuenta del discurso racista y etnocéntrico de Sarmiento durante el siglo xix se encuentra en Solodkow (2005)..

¿Que se entiende por poder disciplinario?

Es la facultad que corresponde al Estado para el objeto de sancionar a sus agentes o funcionarios cuando quiera que estos incurren en mala conducta o en deficiencia en el desempeño de sus funciones. Por regla general, el poder disciplinario lo ejerce la Procuraduría General de la Nación, también lo ejercen las Personerías Municipales, los personeros son elegidos por los concejos municipales y el poder de policía igualmente puede ser ejercido en el interior de cada una de las instituciones, lo que se denomina poder disciplinario interno.

¿Cuál es la función del poder disciplinario?

Orígenes [ editar ] – Foucault sitúa el nacimiento del poder disciplinario en el siglo XVIII y sus postrimerías. Pareciera ser que, en sus palabras: “El poder que tenía como modalidad, como esquema organizativo, la soberanía, se hubiera visto incapaz de regir el cuerpo económico y político de una sociedad entrada en una fase de explosión demográfica y de industrialización, de modo que a la vieja mecánica del poder escapaban muchas cosas, por arriba y por abajo, a nivel de los individuos y a nivel de la masa.

Para recuperar lo particular tuvo lugar una primera adaptación de los mecanismos de poder, dirigida a la vigilancia y el adiestramiento. Nace así la disciplina. Por eso, entre los siglos XVII y XVIII, fue el primero realizado, aunque sólo a nivel local, en forma empírica, fraccionada y en el marco limitado de la escuela, el hospital, el cuartel, la fábrica.

” En Vigilar y castigar , Foucault enumera cómo con la producción en masa del fusil y su introducción en los ejércitos , el individuo adquirió una nueva relevancia estratégica producto de su capacidad de eliminar mayor cantidad de enemigos. Esta relevancia hizo imperiosa la necesidad de una readaptación de las tácticas de adiestramiento y entrenamiento habituales.

La precisión en la reglamentación de los movimientos de los cuerpos armados se incrementó sensiblemente. Se trata de una tecnología disciplinaria, una tecnología del cuerpo individualizado como organismo.

Este es el objeto del poder disciplinario. Y su objetivo es manipular el cuerpo como fuente de fuerzas que deben hacerse útiles y dóciles. Sin embargo, el grado capilar del poder no debe engañar sobre su grado de intencionalidad y alcance de sus efectos. Justamente, por nacer y aplicarse localmente, no puede generar gigantescas redes de dominación de proporciones conspirativas.

En el tercer capítulo del primer volumen de Historia de la sexualidad , Foucault describe al poder como intencional, pero objetivo. Es decir, si bien en un momento un determinado mecanismo de poder se crea con determinadas intenciones y teniendo en cuenta determinados efectos, la compleja combinación de múltiples técnicas del ejercicio de poder genera una resultante que no es producto, en su totalidad, de la voluntad originaria del sujeto.

Para llevar adelante este objetivo, el control de los sujetos en otra escala superior, surge otro tipo de poder, el biopoder.

¿Cómo surge la sociedad disciplinaria?

Sociedad Disciplinaria – Sociedad de Control La sociedad disciplinaria es aquella sociedad en la cual el comando social se construye a través de una difusa red de dispositifs o aparatos que producen y regulan costumbres, hábitos y prácticas productivas.

La puesta en marcha de esta sociedad, asegurando la obediencia a sus reglas y a sus mecanismos de inclusión y / o exclusión, es lograda por medio de instituciones disciplinarias (la prisión, la fábrica, el asilo, el hospital, la universidad, la escuela, etc.

) que estructuran el terreno social y presentan lógicas adecuadas a la “razón” de la disciplina. El poder disciplinario gobierna, en efecto, estructurando los parámetros y límites del pensamiento y la práctica, sancionando y prescribiendo los comportamientos normales y / o desviados.

  1. En la sociedad disciplinaria los efectos de las tecnologías biopolíticas fueron aún parciales, en el sentido que el disciplinamiento se desarrolló de acuerdo con lógicas relativamente cerradas, geométricas y cuantitativas;

El disciplinamiento fijó individuos dentro de instituciones, pero no logró consumirlos completamente en el ritmo de las prácticas productivas y la socialización productiva; no alcanzó el punto de impregnar por completo la conciencia y los cuerpos de los individuos, el punto de tratarlos y organizarlos en la totalidad de sus actividades.

  • El poder es entonces expresado como un control que se extiende por las profundidades de las conciencias y cuerpos de la población – y al mismo tiempo a través de la totalidad de las relaciones sociales;

Vigilar y castigar En su obra, Vigilar y castigar (1975) se preguntaba si el encarcelamiento es un castigo más humano que la tortura, y de la forma en que la sociedad ordena y controla a los individuos adiestrando sus cuerpos. En Vigilar y Castigar, el filósofo francés Michael Foucault realiza una impresionante investigación acerca del desarrollo, en la modernidad, de unas nuevas tecnologías: un conjunto de procedimientos para dividir en zonas, controlar, medir, encauzar a los individuos y hacerlos a la vez ‘dóciles y útiles’.

La disciplina se ha desarrollado en los hospitales, en el ejército, en las escuelas, en los colegios y en los talleres. La tesis central de este libro, es la de que en nuestras sociedades modernas, hay que situar los sistemas punitivos en cierta economía política del cuerpo; incluso si no apelan a castigos violentos o sangrientos, incluso cuando utilizan los métodos ‘suaves’ que encierran o corrigen.

Siempre es del cuerpo del que se trata – del cuerpo y de sus fuerzas, de su utilidad y de su docilidad, de su distribución y de su sumisión -. El cuerpo, para el autor, está inmerso en un campo político: las relaciones de poder operan sobre él. Estas relaciones, lo cercan, lo marcan, lo doman, lo someten a suplicio, lo fuerzan a unos trabajos, lo obligan a unas ceremonias, exigen de él unos signos.

Y va unido, de acuerdo con una serie de relaciones complejas y recíprocas, a la utilización económica del cuerpo. El cuerpo, según su argumentación, está imbuido de unas relaciones de poder y de dominación, como fuerza de producción.

En cambio, su constitución como fuerza de trabajo sólo es posible si se halla prendido a un sistema de sujeción. El cuerpo sólo se convierte en fuerza útil cuando es a la vez cuerpo productivo y cuerpo sometido. Pero este sometimiento no se obtiene por los únicos instrumentos, ya sean de la violencia, ya de la ideología.

Puede muy bien ser directo, físico, emplear la fuerza contra la fuerza, obrar sobre elementos materiales, y a pesar de todo esto no ser violento. Puede ser calculado, organizado, técnicamente reflexivo, puede ser sutil, sin hacer uso de las armas ni del terror, y sin embargo permanecer dentro del orden físico.

Es decir, que puede existir un ‘saber’ del cuerpo que no es exactamente la ciencia de su funcionamiento, y un dominio de sus fuerzas que es más que la capacidad de vencerlas: este saber y este dominio constituyen lo que podría llamarse la tecnología política del cuerpo.

Indudablemente, esta tecnología es difusa, rara vez formulada en discursos continuos y sistemáticos; se compone a menudo de elementos y fragmentos, y utiliza unas herramientas o unos procedimientos inconexos.

A pesar de la coherencia de sus resultados, no suele ser sino una instrumentación multiforme. Además, no es posible localizarla ni en un tipo definido de institución; ni en un aparato estatal. Estos recurren a ella, utilizan, valorizan e imponen algunos de sus procedimientos.

Pero ella misma en sus mecanismos y sus efectos se sitúa a un nivel muy distinto. Se trata en cierto modo de una microfísica del poder que los aparatos y las instituciones ponen en juego, pero cuyo campo de validez se sitúa en cierto modo entre esos grandes funcionamientos y los propios cuerpos con su materialidad y sus fuerzas.

Este poder se ejerce más que se posee, y no es el ‘privilegio’ adquirido o conservado de la clase dominante, sino el efecto de conjunto de sus posiciones estratégicas, efecto que manifiesta y a veces acompaña la posición de aquellos que son dominados.

Este poder, por otra parte, no se aplica pura y simplemente como una obligación o una prohibición, a quienes ‘no lo tienen’. Este poder, los invade, pasa por ellos y a través de ellos; se apoya sobre ellos.

Lo cual quiere decir que estas relaciones descienden hondamente en el espesor de la sociedad. Finalmente, no son unívocas, definen puntos innumerables de enfrentamiento, focos de inestabilidad, cada uno de los cuales comporta sus riesgos de conflicto, de luchas, de inversión por lo menos transitoria de las relaciones de fuerza.

Este poder, que en su funcionamiento, se ejerce sobre aquellos a quienes se castiga, de una manera más general sobre aquellos a quienes se vigila, se educa y corrige, sobre los locos, los niños, los colegiales, los colonizados, sobre aquellos a quienes se sujeta a un aparato de producción y se controla a lo largo de toda su existencia.

La Escuela El cuerpo humano entra en un mecanismo de poder que lo explora, lo desarticula y lo recompone, nos dice Foucoult. Una ‘anatomía política’, que es igualmente una ‘mecánica del poder’, está naciendo (siglo XVIII); y define cómo se puede hacer presa en el cuerpo de los demás, no simplemente para que ellos hagan lo que se desee, sino para que operen como se quiere, con las técnicas según la rapidez y la eficacia que se determina.

  • La disciplina fabrica así cuerpos sometidos y ejercitados;
  • La disciplina fabrica, en última instancia, cuerpos dóciles;
  • La ‘invención’ de esta nueva anatomía política no se debe entender como un repentino descubrimiento, sino como una multiplicidad de procesos con frecuencia menores, de origen diferente, de localización diseminada, que coinciden, se repiten, o se imitan, se apoyan unos sobre otros, se distinguen según su dominio de aplicación, entran en convergencia y dibujan poco a poco el diseño de un método general;

Se los encuentra en los colegios, desde hora temprana; más tarde en las escuelas elementales. Han invadido lentamente el espacio hospitalario, y en unas décadas han reestructurado la organización militar; para el control y la utilización de los hombres.

  1. Centrándose en la escuela, Foucault dice que en ella: • Se trabajan los espacios de una manera más flexible y más fina;
  2. En primer lugar, por división de las zonas;
  3. A cada individuo su lugar; y en cada emplazamiento un individuo;

Evitar las distribuciones por grupos, descomponer las implantaciones colectivas, analizar las pluralidades confusas. El espacio disciplinario tiende a dividirse en tantas parcelas como cuerpos o elementos que repartir. • Se fijan unos lugares determinados para responder no sólo a la necesidad de vigilar, sino de crear un espacio útil.

  • El cuerpo se convierte en un elemento que se puede colocar, mover, articular sobre otros;
  • • En la disciplina, cada uno se define por el lugar que ocupa en una serie;
  • Individualiza los cuerpos y los distribuye;

El espacio escolar se despliega, la clase se torna homogénea, está compuesta de elementos individuales que vienen a disponerse unos al lado de los otros bajo la mirada del maestro. En el conjunto de alineamientos obligatorios (filas, cursos por grupos de edad, calificaciones), cada alumno de acuerdo con su edad, sus adelantos y su conducta, ocupa ya un orden ya otro.

  1. Se desplaza sin cesar por esa serie de casillas que marcan una jerarquía del saber o de la capacidad;
  2. La escuela moderna, al asignar lugares individuales, ha hecho posible el control de cada cual y el trabajo simultáneo de todos;

Ha organizado una nueva economía del tiempo de aprendizaje. Ha hecho funcionar el espacio escolar como una máquina de aprender, pero también de vigilar, de jerarquizar, de recompensar. Garantizan la obediencia de los individuos pero también una mejor economía del tiempo y de los gestos (cómo agarrar el lápiz).

• El empleo del tiempo: herencia de las comunidades monásticas. Horarios de la escuela. • Establecimiento de la correlación del cuerpo y del gesto: buen empleo del cuerpo que permite un buen empleo del tiempo, nada debe permanecer ocioso e inútil.

Una buena letra, por ejemplo, supone una gimnasia, toda una rutina cuyo código riguroso domina el cuerpo por entero. El maestro hará conocer a los escolares la postura que deben adoptar para escribir y la corregirá cuando se aparten de ella. Un cuerpo disciplinado es el apoyo de un gesto eficaz.

• La articulación cuerpo-objeto: la disciplina define cada una de las relaciones que el cuerpo debe mantener con el objeto que manipula. • La utilización exhaustiva: utilización creciente del tiempo. El tiempo de los unos debe ajustarse al tiempo de los otros de manera que la cantidad máxima de fuerzas pueda ser extraída de cada cual y combinada es un resultado óptimo.

• La forma de la servidumbre escolar (intercambio entre el maestro que debe dar su saber y el aprendiz que debe aportar sus servicios, su ayuda y su retribución) va mezclada con una transferencia de conocimiento. • Pasa a ser un aparato de examen ininterrumpido que acompaña a toda la operación de enseñanza.

Se tratará de una comparación perpetua de cada cual con todos, que permite a la vez medir y sancionar. • El examen coloca a los individuos en un campo de vigilancia. • Todo este sistema depende de un mando: toda la actividad del niño disciplinado debe ser ritmada y sostenida por órdenes terminantes cuya eficacia reposa en la brevedad y la claridad: la orden no tiene que ser explicada ni aún formulada, es precisa y basta que provoque el comportamiento deseado.

Así, el alumno deberá haber aprendido el código de señales y responder automáticamente a cada una de ellas. • Un poder intenso pero discreto. Algunos comentarios adicionales respecto del estudio de M. Foucault: 1 – La genealogía fucoltiana, se diferencia de otros modelos de análisis en la medida en que, siguiendo a los clásicos de las ciencias sociales especialmente Marx, Weber y Durkheim reivindica la necesidad de un uso determinado de la historia en el análisis de los procesos y de las instituciones sociales con el fin de comprender el presente.

2 – El concepto de disciplina le permitió articular los cambios que se produjeron a nivel microfísico el adiestramiento, de los cuerpos, los gestos y los comportamientos de los sujetos con las transformaciones que tuvieron lugar a otros niveles tales como una nueva organización del espacio, del tiempo y de las actividades.

Los efectos del poder disciplinario se manifestaron en una nueva percepción funcional del cuerpo, en la formación de un espacio y un tiempo seriados y analíticos que, a su vez, están en la base de una concepción progresiva del tiempo la historicidad evolutiva y el progreso lineal , y en la puesta en marcha de un nuevo arte de organizar y distribuir a los sujetos que, a la vez que combina sus fuerzas para obtener de ellos el máximo rendimiento, permite evitar aglomeraciones y repartos peligrosos e indeseados..

¿Cuáles son las características de la disciplina escolar?

¿Que se plantea sobre la disciplina y la autoridad?

  • Un monográfico en el que se barajan diversas nociones en relación con la imposición y construcción de marcos. La autoridad se asocia, sobre todo, a la educación en libertad y en responsabilidad; y la disciplina, a una serie de normas que garantizan la convivencia democrática, los derechos de los diversos agentes educativos y el bienestar de la colectividad.
  • .

    ¿Cuáles son las acciones de la autoridad en la escuela?

    La autoridad debe ser pensada como autorización, el observar las habilidades diferentes de los alumnos, les autoriza a llevar a cabo diversas actividades a trabajar en equipo o bien a enfocarse en aquellas que no tienen tan desarrolladas para potenciar de manera positiva su aprendizaje.

    ¿Qué son las instituciones de secuestro Foucault?

    Dentro de las instituciones de secuestro Foucault califica al poder como, económico, político, judicial, y epistemológico. Éste último es entendido como un poder de extraer un saber de y sobre estos individuos ya sometidos a la observación y controlados por estos diferentes poderes.

    ¿Qué son las sociedades de control para Foucault?

    En varios textos, Deleuze retoma las consideraciones de Foucault acerca del poder disciplinario y plantea algunas novedades acerca de ellas. Fundamentalmente, lo que sostiene es que Foucault estuvo acertado en el análisis de los centros de encierro como la fábrica, la prisión, la escuela, los hospitales.

    • El problema es que la sociedad actual está dejando de ser aquella analizada por Foucault;
    • Por ello, anuncia: Todos los centros de encierro atraviesan una crisis generalizada: cárcel, hospital, fábrica, escuela, familia [ ];

    Los ministros competentes anuncian constantemente las supuestamente necesarias reformas. Reformar la escuela, reformar la industria, reformar el hospital, el ejército, la cárcel; pero todos saben que, a un plazo más o menos largo, estas instituciones están acabadas.

    1. Solamente se pretende gestionar su agonía y mantener a la gente ocupada mientras se instalan esas nuevas fuerzas que ya están llamando a nuestras puertas;
    2. Se trata de las sociedades de control, que están sustituyendo a las disciplinarias;

    Foucault había centrado su análisis en instituciones que se caracterizaban por ser lugares a los que los sujetos se veían obligados a ingresar e impedidos de salir por cierto tiempo. Instituciones en las que, más allá de los objetivos explícitos -brindar conocimientos, cuidar la salud, proporcionar empleo-, lo que se pretendía era disciplinar a los individuos de modo que pudieran resultar útiles al sistema.

    A través de dispositivos en los que se atendía a la individuación al mismo tiempo que a la inclusión de esos individuos en ámbitos masivos, se formaban sujetos fuertes pero dóciles y obedientes. Si bien cada una de estas instituciones operaba de un modo semejante, el paso de una a otra implicaba siempre un comienzo desde cero.

    A Deleuze le gusta repetir el cantito que acompaña usualmente esas situaciones: el niño al que, mientras está en la escuela, se le dice: “ya no estás en tu casa”; el joven al que en su trabajo le dicen: “ya no estás en la escuela”. Para Deleuze, los tiempos de la sociedad disciplinaria, como hemos visto, están terminando.

    • Pero eso no significa que el panorama sea muy alentador: “Es posible que los más duros encierros lleguen a parecernos parte de un pasado feliz y benévolo frente a las formas de control en medios abiertos que se avecinan”;

    A diferencia de lo que sucedía en la sociedad disciplinaria, en las actuales sociedades de control el acento no se coloca en impedir la salida de los individuos de las instituciones. Al contrario, se fomenta la formación on-line , el trabajo en casa. Sin horarios, sin nadie que esté vigilando.

    • De lo que se trata ahora no es de impedir la salida, sino de obstaculizar la entrada;
    • No es sencillo acceder a puestos de privilegio, a posgrados de nivel internacional o a medicinas que contemplen la atención domiciliaria;

    Para poder hacerlo, hay que superar diversos obstáculos, entre los cuales el principal es el económico: “El hombre ya no está encerrado, sino endeudado”. No sólo resulta difícil ingresar; también es muy difícil permanecer. Pero los privilegios de “pertenecer” hacen que se extremen los esfuerzos por cruzar la barrera.

    Cuando el niño salía de la escuela, sentía el alivio de abandonar el encierro. Es verdad que ingresaba a la casa, pero las leyes de la casa dejaban atrás las de la escuela. Cuando el obrero regresaba de la fábrica, podía tomarse un respiro; el tiempo del trabajo había terminado, al menos hasta el día siguiente.

    En la actualidad, la supuesta libertad del tiempo abierto resulta un elemento de control mucho más fuerte que el encierro. Ya no se necesita tener a un empleado confinado bajo llave ni vigilado para que trabaje. Se le da la posibilidad de que haga su tarea en su casa, sin horarios, en su tiempo libre.

    • Pero ese empleado sabe que si él no hace su trabajo en tiempo récord otro lo hará por él, quitándole su lugar; que si no tiene su celular encendido permanentemente, poniendo todo su tiempo a disposición de la empresa (la expresión full time pasó ahora a ser entendida literalmente), su jefe de equipo llamará a otro empleado “más comprometido con el trabajo”;

    De modo semejante, quien se capacita on-line no lo hace en su “tiempo libre” sino quitándose horas de sueño, porque sabe que si no “se actualiza” permanentemente dejará de pertenecer a un grupo “de privilegio”. “Estamos entrando en sociedades de control que ya no funcionan mediante el encierro, sino mediante un control continuo y una comunicación instantánea.

    ” Todo es flexible, todo es líquido, todo se resuelve con el “track track” de la tarjeta de crédito. Pero cada vez que usamos la tarjeta, cada vez que enviamos un e-mail o que miramos una página de Internet, vamos dejando rastros, huellas.

    Vamos diciendo qué consumimos, con qué nos entretenemos, qué opinión política cultivamos. Y cuanto más dentro del grupo de pertenencia está un individuo, más se multiplican sus rastros. Todo eso forma parte de un enorme archivo virtual que permite, entre otras cosas, “orientar” nuestro consumo.

    No se nos confina en ningún lugar, pero somos permanentemente “ubicables”. No se nos interna en un hospital pero se nos somete a medicinas “preventivas” y “consejos de salud” que están presentes en cada instante de nuestra vida cotidiana, que nos hacen decidir qué tomar, qué comer, cómo conducir un automóvil.

    No hacemos el servicio militar ni -si tenemos la fortuna suficiente- somos convocados a participar en el ejército. Pero vivimos “militarizados” por el miedo que los medios de comunicación nos infunden de que las “bandas urbanas” nos asesinen por un par de zapatillas.

    Ciertamente, las hay. Y varias, íntimamente relacionadas. En una entrevista realizada por Toni Negri, Deleuze sostiene: En Mil mesetas se sugerían muchas orientaciones, pero las principales serían estas tres: en primer lugar, pensamos que una sociedad no se define tanto por sus contradicciones como por sus líneas de fuga, se fuga por todas partes y es muy interesante intentar seguir las líneas de fuga que se dibujan en tal o cual momento.

    [ ] Y hay otra indicación en Mil mesetas : no ya considerar las líneas de fuga en lugar de las contradicciones, sino las minorías en lugar de las clases. Finalmente, una tercera orientación consistiría en dar un estatuto a las “máquinas de guerra”, un estatuto que no se definiría por la guerra sino por una cierta manera de ocupar, de llenar el espaciotiempo o de inventar nuevos espaciotiempos: los movimientos revolucionarios [ ] y también los movimientos artísticos, son máquinas de guerra.

    El sistema, por más que se esfuerce por tener todo bajo control, no lo consigue. Siempre hay orificios por los que se produce un escape, una fuga. Siempre hay flujos que ponen en peligro la estabilidad. Por ello, para Deleuze, el camino no es la confrontación entre clases, sino detectar y reforzar esas líneas de fuga que puedan conducir, a través de las máquinas de guerra, a nuevos espaciotiempos.

    Ante un sistema que pretende bloquear el deseo, circunscribirlo a las líneas segmentarias, que pretende que cada individuo aparezca “modulado” por una misma frecuencia, lo que hay que hacer es ver qué líneas de fuga se presentan o cuáles se pueden construir, por dónde puede abrirse paso lo inesperado, el acontecimiento, el “devenir revolucionario” que produzca una transformación.

    1. ¿Significa esto aspirar a una toma de poder? No, porque eso sería intentar ser mayoría;
    2. La salida está en los devenires minoritarios;
    3. Deleuze aclara que las categorías de “mayoría” y “minoría” no tienen que ver con una cuestión de cantidad;

    Una minoría puede ser numéricamente mayor que una mayoría. Lo que las diferencia es que las mayorías responden a un modelo, a un patrón, y establecen jerarquías de pertenencia a partir de ese patrón. Quien más se acerca a él más poder tiene. En un sentido abstracto, el patrón occidental es el varón, adulto, propietario, citadino, de clase alta.

    • Quien aspire al poder deberá intentar aproximarse lo más que pueda a ese patrón;
    • Es el caso, por ejemplo, de muchas mujeres que se dedican a la política y que, en lugar de producir una transformación en la política, terminan asumiendo características tradicionalmente sostenidas por los varones;

    Es decir, juegan su mismo juego, pretendiendo mostrar que son mejores que ellos. Otro ejemplo podría ser el de los niños que son insertados en el mundo mediático adulto. Las publicidades o los programas que protagonizan muestran “adultos en potencia”, no niños.

    1. Muestran futuros hombres exitosos, en plena sintonía con la frecuencia del sistema;
    2. Ante esto, Deleuze postula la necesidad de un “devenir-mujer” o de un “devenir-niño” de las mujeres y de los niños, pero también de los varones;

    Lo que no se puede es “devenir-hombre”, porque “el varón adulto no tiene devenir”. l es el patrón, su dominio es la historia, no el devenir. Y las minorías se reconocen, justamente, en la fuga de ese poder dominante. Por esto dice Deleuze que, a pesar de sentirse un pensador de izquierda, no cree en la posibilidad de un gobierno de izquierda.

    “Gobierno” e “izquierda” son términos contradictorios: “Pienso que no hay gobiernos de izquierdas [ ]. En el mejor de los casos, lo que podemos esperar es un gobierno favorable a determinadas exigencias o reivindicaciones de la izquierda.

    Pero no existe un gobierno de izquierdas, porque la izquierda no es una cuestión de gobierno”. No se trata de luchar por una toma del poder, o del gobierno, sino de abrir posibilidades a un ejercicio creador de la potencia, a una puesta en funcionamiento de las máquinas de guerra artísticas, revolucionarias; de ser capaces de crear nuevos espacios, nuevos tiempos no regidos por el mercado, sin modelos ni patrones, abiertos a lo desconocido: “Lo que más falta nos hace es creer en el mundo, así como suscitar acontecimientos, aunque sean mínimos, que escapen al control, hacer nacer nuevos espaciotiempos, aunque su superficie o su volumen sean reducidos [ ].

    ¿Qué es un espacio disciplinario?

    Abstract – The process of genesis and development in informatics and information science was described. An approach to its development and interrelations was also carried out, and its differences and similitudes were stablished. Information, as a result of its relevance for scientific, technological and economic development structured several disciplinary spaces, where it became an object of study.

    Thus, the most influential flows appeared with different denominations: informatics and information science. Key words: Information Science, Informatics, relations. Copyright: © ECIMED. Contribución de acceso abierto, distribuida bajo los términos de la Licencia Creative Commons Reconocimiento-No Comercial-Compartir Igual 2.

    0, que permite consultar, reproducir, distribuir, comunicar públicamente y utilizar los resultados del trabajo en la práctica, así como todos sus derivados, sin propósitos comerciales y con licencia idéntica, siempre que se cite adecuadamente el autor o los autores y su fuente original.

    Cita (Vancouver): Leal Labrada O, Linares Columbié R. La información y sus espacios disciplinarios: un acercamiento a sus orígenes, desarrollo e interrelaciones. Acimed 2005;13(1). Disponible en: http://bvs.

    sld. cu/revistas/aci/vol13_1_05/aci03105. htm Consultado: día/mes/año. El término “disciplina” remite a una categoría organizacional en el seno del conocimiento científico. Es un espacio o dominio homogéneo de estudio. En las ciencias sociales, sus orígenes se remontan al siglo XIX, cuando se fragmentó la realidad social, con fronteras relativamente claras sobre la dimensión que cada una de las ciencias sociales debía estudiar.

    A partir de la década de los años 50 del siglo XX, la información comienza a considerarse como objeto particular de ciertos espacios del conocimiento. Así, surgieron varias disciplinas específicas con la clara intención de asumirla como foco central de sus proposiciones cognoscitivas.

    Si bien, la información toca todas las esferas del saber, sólo unas pocas disciplinas estudian su producción, comunicación y difusión; la ciencia de la información anglosajona dominó inicialmente el espacio de conocimiento del fenómeno informacional. Es frecuente aludir a la “ciencia de la información” para referirse al campo de conocimiento cuyo objeto de estudio es la información, pese a la existencia de más de una denominación.

    • Así, los anglosajones la llaman “ciencia de la información” los rusos, “informática” los españoles, “documentación” y los franceses, “ciencias de la información y la comunicación”;
    • La existencia de estos apelativos no es fortuita;

    En rigor, constituyen diversas formas de asumir el desafío informacional que planteó la segunda mitad del siglo XX, cuyas expresiones más frecuentes fueron el crecimiento de la masa documental, que registraba los avances científicos y tecnológicos, así como el lugar determinante que adquirió la información en el progreso económico.

    • Norteamericanos, soviéticos, españoles, franceses y otros, desarrollaron sus propias respuestas a la situación creada por el progreso acelerado de las ciencias y las tecnologías; así, se conformaron diversos campos de conocimientos que, con diversos nombres, convirtieron el espacio informacional, de una u otra forma, en objeto de estudio;

    La ciencia de la información, surgida en los Estados Unidos, ejerció una indiscutible influencia en varios países; otros, intentaron responder al nuevo escenario informacional desde sus particularidades culturales. En Europa continental, los casos más relevantes fueron los de Francia, España y la URSS.

    ¿Cuando surgen las sociedades disciplinarias?

    Foucault sitúa a la Europa de finales del siglo XVIII y principios del XIX como el momento fundacional de una nueva sociedad, la disciplinaria.